Traducción de la devoción dispuesta por el padre Antoine Ricard S.Th.D., Canónigo honorario de Marsella y Carcasona, y publicada en París por la Librería de los Hermanos Perisse en 1878.
MES DE SANTO DOMINGO, O EL MES DE AGOSTO CONSAGRADO A LA MEDITACIÓN DE LA VIDA Y LAS VIRTUDES DE SANTO DOMINGO
Por la señal ✠ de la santa Cruz; de nuestros ✠ enemigos líbranos, Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
31 DE AGOSTO – DÍA TRIGÉSIMO PRIMERO Y ÚLTIMO DEL MES DE SAN DOMINGO: CONSAGRACIÓN
PRELUDIO
Postrémonos hoy, con todos los piadosos hijos de Santo Domingo, a los pies de una imagen de nuestro Padre bendito y renovémosle el homenaje de nuestra confianza filial, dedicándonos de nuevo a su culto y a su imitación, para merecer experimentar los efectos de su poderosa protección.
ACTO DE CONSAGRACIÓN A SANTO DOMINGO, COMPUESTO POR EL BEATO JORDÁN DE SAJONIA
«Sacerdote santísimo de Dios, confesor admirable y predicador insigne, Santísimo Padre Domingo, hombre elegido por
el Señor; en tus días agradaste a Dios por encima de todos los
hombres, y fuiste amado por tu vida gloriosa en doctrina y
milagros. Ante el Señor Dios nuestro, nos gozamos de tenerte
por principal abogado.
A ti, entre los santos y elegidos de Dios, te venero con
gran devoción, y grito desde lo hondo de este valle de miserias.
Asísteme, te ruego, piadosísimo; cuida, clementísimo
[Padre] de mi alma pecadora, desprovista de toda virtud y
gracia, rodeada de muchas miserias, y apresada por lazos de
vicios y pecados.
Cuida de mi alma miserable e infeliz, ¡oh santa y bendita
alma del hombre de Dios! La gracia divina te enriqueció de
este modo con su bendición, para que no sólo te elevaras tú al
trono de paz, a la gloria celestial, sino que atrajeras a innumerables gentes a esa misma bienaventuranza, con tu vida
digna de encomio, estimulando con dulces exhortaciones, instruyendo con grata doctrina, invitando con tu ferviente predicación.
Sé propicio, bendito Domingo. Inclina tu oído compasivo
al deseo de mi súplica, que hago con devoción.
Buscando refugio en ti, mi alma pobre y menesterosa se postra en tu presencia. En cuanto es posible a mi pobre mente, se esfuerza
por presentarse enferma ante ti; te dirige su oración, según las
posibilidades de un alma moribunda, para que con tus poderosos méritos y súplicas piadosas, te dignes vivificarla, sanarla
y llenarla copiosamente con el don de tu bendición. Pues yo
sé; lo sé muy bien, y estoy cierto de que puedes; confío en tu
gran caridad, que lo quieres; espero también de la íntima familiaridad que tienes con tu muy amado Jesucristo, elegido
por ti entre mil, que no te negará nada; por el contrario, obtendrás cuanto quieras de tu Señor y amigo. Quien es tan
amado por ti, ¿qué podrá negar a su amado?
Tú, ya en la juventud, consagraste tu virginidad al hermoso Esposo de las vírgenes.
Tú blanqueaste tu alma en las fuentes del bautismo, y enriquecida con el Espíritu Santo, la entregaste como esposa al
castísimo amador de los que se conservan célibes.
Tú ofreciste tu cuerpo como hostia viva, santa y agradable a Dios.
Tú, siguiendo la divina enseñanza, te entregaste totalmente a Dios.
Tú, instruido tempranamente en la disciplina regular, dispusiste en tu corazón los caminos de ascensión hacia Dios.
Tú, creciendo de virtud en virtud, adelantaste siempre de
lo bueno a lo mejor.
Tú, una vez emprendido el camino de la perfección, dejaste todas las cosas, y siguiendo desnudo a Cristo desnudo,
preferiste atesorar tesoros en los cielos.
Tú, negándote con rigor a ti mismo y portando varonilmente tu cruz, te esforzaste por seguir las huellas de nuestro
Redentor y guía verdadero.
Tú, inflamado por el celo de Dios y por el fuego que viene
de lo alto, por tu gran amor e intenso fervor de espíritu, te
entregaste a ti mismo totalmente, mediante la profesión de
pobreza perpetua, al ideal de vida apostólica y a la predicación evangélica. Con tal fin, inspirado por Dios, fundaste la
Orden de Predicadores.
Tú iluminaste a la Santa Iglesia por toda la tierra con
tus gloriosos méritos y ejemplos.
Tú, liberado de la prisión del cuerpo, fuiste ascendido al
reino de los cielos.
Tú, revestido con la vestidura de la inocencia bautismal,
te acercaste ante el Señor para ser nuestro abogado.
Te ruego, pues, que vengas en mi ayuda y en la de todos
nuestros seres queridos. Tú, que con tanto celo deseaste la
salvación del género humano, ven en ayuda del clero, del
pueblo fiel, y de las vírgenes y mujeres piadosas. Tú, después
de la Reina de las Vírgenes, eres mi dulce esperanza y con él misericordia, y merezca alcanzar ios remedios saludables
para la vida presente y la futura.
Sí, sí, óptimo Maestro, así te pido que se cumpla, ínclito
guía, Padre bueno, Santo Domingo. Así, te ruego, para que
me asistas en todo. Sé para nosotros verdadero Domingo, custodio asiduo de la grey del Señor. Custódianos y gobiérnanos
siempre: refórmanos a los que te estamos encomendados, y reformados, recomiéndanos. Preséntanos con gozo después de
este destierro a tu bendito y amado Señor, el Hijo del Dios
Altísimo y Salvador nuestro Jesucristo. A él sea el honor, la
alabanza y la gloria, con la gloriosa Virgen María, y con toda
la corte celestial por los siglos de los siglos. Amén».
PRÁCTICA: Formad el propósito de celebrar nuevamente el año próximo y todos los años hasta la muerte los santos ejercicios del mes dedicado a Santo Domingo.
INVOCACIÓN: Santo Domingo, buen padre nuestro, ¡ruega por nosotros!
CARACTERÍSTICA HISTÓRICA: La Canción de Dante.
He aquí el elogio que hizo a la Orden Dominicana, en el siglo XV, uno de los más grandes poetas cristianos, el cantor independiente de la Divina Comedia:
«En esta parte del mundo donde parte el céfiro y viene a abrir las nuevas hojas de Europa; no lejos del sonido de las olas que ocultan el sol a todo hombre tras su inmensidad; Caleruega se asienta bajo la protección del gran escudo, donde está el León domina la Torre y la Torre al León. Allí nació el amoroso siervo de Dios, el santo campeón de la fe cristiana, amable con los suyos y duro con los enemigos. Apenas su alma había sido creada cuando, llena de virtud viva, hizo profetizar a su madre. Cuando, en el sagrado bautismo, la fe y él estaban comprometidos juntos, y prometieron salvarse mutuamente por medio del otro, la madrina que había dado su consentimiento vio en sueños el fruto maravilloso que había de nacer de él y de sus herederos. Y, para que su nombre correspondiera a su naturaleza, vino un ángel a nombrarlo con el mismo nombre del Señor, de quien era enteramente. Se llamaba Domingo y de él hablo como jardinero elegido por Cristo para ayudarlo en su jardín. Parecía que era el enviado y amigo de Cristo, ya que su primer amor fue por el primer consejo dado por Cristo. Muchas veces su niñera lo encontraba tendido en el suelo, silencioso y despierto, como si hubiera dicho: A esto vine. ¡Oh! padre realmente feliz! ¡Oh! ¡Verdaderamente llena de gracia, su madre! como lo dicen sus propios nombres Félix y Juana. En poco tiempo, no por amor vano al mundo, sino por amor al verdadero maná, se convirtió en un gran médico, y comenzó a trabajar la vid que se blanquea y se seca cuando el viticultor no es digno de ella. No pidió dar menos en lugar de dar más, ni el primer beneficio vacante, ni los diezmos que pertenecen a los pobres de Dios; pero sólo la libertad de luchar por el Evangelio contra los errores del mundo» (Paraíso, canto XII, trad. del padre Lacordaire).
LETANÍA DE NUESTRO PADRE SANTO DOMINGO
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Dios Padre celestial, ten piedad de nosotros.
Dios Hijo, Redentor del mundo, ten piedad de nosotros.
Dios Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
Santísima Trinidad, un solo Dios, ten piedad de nosotros.
Santa María, ruega por nosotros.
Santa Madre de Dios, ruega por nosotros.
Santa Virgen de las Vírgenes, ruega por nosotros.
Magno Padre Santo Domingo, ruega por nosotros.
Lumen de la Iglesia, ruega por nosotros.
Luz del mundo, ruega por nosotros.
Antorcha del siglo, ruega por nosotros.
Predicador de la gracia, ruega por nosotros.
Rosa de paciencia, ruega por nosotros.
Sedientísimo por la salvación de las almas, ruega por nosotros.
Deseosísimo del martirio, ruega por nosotros.
Gran director de las almas, ruega por nosotros.
Varón evangélico, ruega por nosotros.
Doctor de la verdad, ruega por nosotros.
Marfil de castidad, ruega por nosotros.
Varón de corazón verdaderamente apostólico, ruega por nosotros.
Pobre en bienes temporales, ruega por nosotros.
Rico en la pureza de vida, ruega por nosotros.
Tú que cual antorcha ardías de celo por los pecadores, ruega por nosotros.
Trompeta del Evangelio, ruega por nosotros.
Heraldo del Cielo, ruega por nosotros.
Modelo de abstinencia, ruega por nosotros.
Sal de la tierra, ruega por nosotros.
Resplandeciente como el sol en el templo de Dios, ruega por nosotros.
Tú que te apoyaste en la gracia de Cristo, ruega por nosotros.
Revestido de estola real, ruega por nosotros.
Flor de flores elevada en el jardín de la Iglesia, ruega por nosotros.
Tú que regaste la tierra con tu piadosa sangre, ruega por nosotros.
Trigo recogido en los silos del Cielo, ruega por nosotros.
Resplandeciente en el coro de los Vírgenes, ruega por nosotros.
Jefe y padre de la Orden de Predicadores, ruega por nosotros.
Para que en la hora de la muerte seamos recogidos contigo en el Cielo, ruega por nosotros.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, perdónanos, Señor.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, escúchanos, Señor.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros, Señor.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
℣. Señor, escucha mi oración.
℟. Y llegue mi clamor hacia Ti.
ORACIÓN
Te suplicamos, Dios Omnipotente, nos concedas a cuantos padecemos bajo el peso de nuestros pecados, alcanzar el patrocinio de tu confesor nuestro bienaventurado Padre Santo Domingo. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠ , y del Espíritu Santo. Amén.
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