Traducción de la devoción dispuesta por el padre Antoine Ricard S.Th.D., Canónigo honorario de Marsella y Carcasona, y publicada en París por la Librería de los Hermanos Perisse en 1878.
MES DE SANTO DOMINGO, O EL MES DE AGOSTO CONSAGRADO A LA MEDITACIÓN DE LA VIDA Y LAS VIRTUDES DE SANTO DOMINGO
Por la señal ✠ de la santa Cruz; de nuestros ✠ enemigos líbranos, Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
21 DE AGOSTO – DÍA VIGESIMOPRIMERO DEL MES DE SAN DOMINGO: EN ESPAÑA
PRELUDIO
Santo Domingo vuelve a bajar por las laderas de los Pirineos y saluda a los ángeles guardianes de su amada patria.
PENSAMIENTOS
La gracia no destruye la naturaleza, la perfecciona y la embellece. Ahora bien, uno de los sentimientos más naturales del hombre es el amor a su patria. Este terreno privilegiado donde se respira el aire nativo, en brazos de la madre, conserva un encanto que sólo el exiliado ha sentido plenamente.
Nuestro santo patriarca tenía una de las naturalezas más maravillosamente dotadas que se encuentran en los anales de la santidad. El sentimiento del que hablamos, lejos de serle ajeno, existía en él en gran medida. Había abandonado su tierra natal y la casa de sus padres, para obedecer la atracción imperativa de la gracia divina, que lo llamaba a hacer de toda la tierra la patria de su apostolado y de su gran posteridad. Pero, en un rincón querido de su alma, Domingo conservó el amor y la memoria de España. Tan pronto como pudo, regresó allí, si no para vivir allí, al menos para dotarla de los mejores frutos de su celo apostólico.
¡Sólo alguien que ha vivido lejos de su país podría describir, o más bien sólo él puede sentir, cómo debió ser este dulce adiós!... ¡Con qué emoción saludó Domjngl, desde la cima de los Pirineos, al ángel protector de su heroica patria! ¡Con qué íntima alegría recordaba los queridos recuerdos de su infancia! Los historiadores nos han conservado más de un episodio de este regreso: todos ellos dan testimonio del ardiente amor de Santo Domingo por España.
España, por su parte, saludó, con entusiasmo y fervor, a este gran hombre, su gloria. El joven canónigo de Osma le devolvió Predicador, padre de una orden ya famosa, hacedor de milagros, azote de la herejía, apoyo y honor de la santa Iglesia de Dios. Todos se apresuraron tras las huellas del hombre de Dios, rico sólo en bienes sobrenaturales, pero rico en profusión y dispuesto a difundir sus sobreabundantes dones en su tierra natal. Fundó el convento de Segovia, donde aún pervive el recuerdo de las austeridades y éxtasis del santo en una famosa cueva. Plantó la bandera blanca de los Predicadores en el centro de la capital española, y todos, príncipes, grandes y pequeños, todavía bendecían a aquel a quien sus compañeros llamaban “buen Domingo de Guzmán”.
PRÁCTICA: Buscar hacer el bien en el país de origen.
INVOCACIÓN: Santo Domingo, gloria de la España católica, ¡ruega por nosotros!
RASGO HISTÓRICO: Cómo viajan los santos.
Domingo siempre estaba viajando a pie, con su equipaje al hombro y su bastón en la mano. Al salir de los pueblos o aldeas por donde pasaba, se quitaba el zapato, continuando su camino descalzo, a pesar de los caminos ásperos, piedras afiladas y espinas. Nunca permitiría que uno de sus compañeros de viaje llevara su bolso, a pesar de todas sus súplicas filiales. Cuando desde la ladera de los cerros veía la ciudad donde estaban por entrar, se detenía, la miraba largamente y lloraba por las miserias y pecados de sus habitantes. Luego, continuando su camino, cuando llegaba a las puertas de la ciudad, se calzaba nuevamente y se arrodillaba para pedir humildemente a Dios que sus pecados no trajeran sobre ella los castigos del cielo. Rara vez miraba a su alrededor; sus ojos, casi constantemente bajos, parecían no ver los objetos circundantes. Si llovía o si ocurría algún accidente, exhortaba a sus compañeros a tener confianza y cantaba un himno a la Santísima Virgen o al Espíritu Santo. Guardaba fielmente a los ayunos, las abstinencias, los momentos de silencio y todas las constituciones de la Orden. Recorría todo el camino hablando de las cosas de Dios o leyendo piadosamente a sus compañeros. Su valentía siempre le hizo despreciar cualquier peligro personal. Oía y decía que era algo bueno y gozoso alabar a Dios, por lo que de buena gana cantaba salmos y cánticos sagrados. Las paradas en conventos o incluso posadas fueron siempre una oportunidad para difundir la palabra de Dios. Finalmente, decía el Beato Jordán de Sajonia, «dondequiera que estuviera, en el camino con sus acompañantes, o con invitados y la familia que los recibían, o en medio de grandes personajes, príncipes o prelados, sus palabras siempre edificaban, y los rasgos históricos que solía citar, animaban las almas de sus oyentes al amor de Jesucristo y al desprecio del mundo. En una palabra, en todas partes, ya sea con sus palabras o con sus obras, se mostró el hombre del Evangelio» (Vida de Santo Domingo, de varios autores).
LETANÍA DE NUESTRO PADRE SANTO DOMINGO
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Dios Padre celestial, ten piedad de nosotros.
Dios Hijo, Redentor del mundo, ten piedad de nosotros.
Dios Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
Santísima Trinidad, un solo Dios, ten piedad de nosotros.
Santa María, ruega por nosotros.
Santa Madre de Dios, ruega por nosotros.
Santa Virgen de las Vírgenes, ruega por nosotros.
Magno Padre Santo Domingo, ruega por nosotros.
Lumen de la Iglesia, ruega por nosotros.
Luz del mundo, ruega por nosotros.
Antorcha del siglo, ruega por nosotros.
Predicador de la gracia, ruega por nosotros.
Rosa de paciencia, ruega por nosotros.
Sedientísimo por la salvación de las almas, ruega por nosotros.
Deseosísimo del martirio, ruega por nosotros.
Gran director de las almas, ruega por nosotros.
Varón evangélico, ruega por nosotros.
Doctor de la verdad, ruega por nosotros.
Marfil de castidad, ruega por nosotros.
Varón de corazón verdaderamente apostólico, ruega por nosotros.
Pobre en bienes temporales, ruega por nosotros.
Rico en la pureza de vida, ruega por nosotros.
Tú que cual antorcha ardías de celo por los pecadores, ruega por nosotros.
Trompeta del Evangelio, ruega por nosotros.
Heraldo del Cielo, ruega por nosotros.
Modelo de abstinencia, ruega por nosotros.
Sal de la tierra, ruega por nosotros.
Resplandeciente como el sol en el templo de Dios, ruega por nosotros.
Tú que te apoyaste en la gracia de Cristo, ruega por nosotros.
Revestido de estola real, ruega por nosotros.
Flor de flores elevada en el jardín de la Iglesia, ruega por nosotros.
Tú que regaste la tierra con tu piadosa sangre, ruega por nosotros.
Trigo recogido en los silos del Cielo, ruega por nosotros.
Resplandeciente en el coro de los Vírgenes, ruega por nosotros.
Jefe y padre de la Orden de Predicadores, ruega por nosotros.
Para que en la hora de la muerte seamos recogidos contigo en el Cielo, ruega por nosotros.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, perdónanos, Señor.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, escúchanos, Señor.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros, Señor.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
℣. Señor, escucha mi oración.
℟. Y llegue mi clamor hacia Ti.
ORACIÓN
Te suplicamos, Dios Omnipotente, nos concedas a cuantos padecemos bajo el peso de nuestros pecados, alcanzar el patrocinio de tu confesor nuestro bienaventurado Padre Santo Domingo. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠ , y del Espíritu Santo. Amén.
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