En el año 1130, el Papa Honorio II Scannabecchi falleció, y el cónclave estaba dividido: los cardenales franceses apoyaban al cardenal Gregorio Papareschi, quien fue elegido como Inocencio II, mientras que los italianos apoyaban a Pedro Pierleone (bisnieto del judío Baruc/Benito Pierleone), quien se proclamó Anacleto II y se hizo coronar en la Basílica de San Pedro con apoyo del pueblo romano (a quien compró por fiestas públicas) y el rey Rogelio II de Sicilia. Inocencio II se hizo coronar en Santa María la Nueva y partió al exilio.
San Bernardo, en esta controversia, apoyó a Inocencio II y logró persuadir a muchos reyes y obispos para apoyarlo frente al usurpador Pierleone, a quien describió en esta carta al maestro Gaufredo de Loroux como bestia apocalíptica.
LATÍN
1. Odor in flore, in fructu sapor requíritur. Odóre provocáti, charíssime frater, ólei effúsi nóminis tui, cúpimus et ex fructu óperis cognóscere te. Non enim nos tantum, sed ipse quóque qui núllius eget Deus, opus tamen habet hoc in témpore ópere tuo, si non dissímulas. Gloriósum tibi est Dei esse posse coadjutórem: posse et non esse damnósum. Porro áutem grátias habes apud Deum et hómines, habes sciéntiam, habes spíritum libertátis, habes verbum vivum et éfficax, et sale cónditum: nec opórtet te pro tantis víribus sponsæ Christi deésse in tanto discrímine, cum sis amícus sponsi. Amícus síquidem in necessitáte probátur. Quid enim? tu tibi quiéscis, et mater tua Ecclésia gráviter conturbátur? Hábuit sua témpora quíes, et sanctum ótium hacténus sua negótia licénter libénterque exércuit. Tempus faciéndi nunc, quia dissipavérunt legem (Ps. CXVIII, 126). Béstia illa de Apocalýpsi, cui datum est os lóquens blasphémias et bellum gerére cum sanctis (Apoc. XIII, 5-7), Petri cáthedram ocúpat, tánquam leo parátus ad prædam. Áltera quóque béstia juxta vos subsíbilat (Gerárdus Engolisménsis) sicut cátulus habítans in ábditis. Illa ferócior, ista callídior, páriter convenérunt in unum advérsus Dóminum et advérsus Christum ejus. Demus óperam cito dirúmpere víncula eórum et projícere a nobis jugum ipsórum.
2. Nos in nostris pártibus, una cum áliis Dei servis divíno igne accénsis, Deo cooperánte laborávimus in convéniendo pópulos in unum, et reges ad dirumpéndum [al. diripiéndum] pravórum consénsum, ad destruéndam omnem altitúdinem extolléntem se advérsus sciéntiam Dei. Nec infructuóse, Alemánniæ, Fránciæ, Ángliæ, Scótiæ, Hispaniárum et Jerosolymórum reges, cum univérso clero et pópulis, favent et adhærent dómino Innocéntio, tánquam fílii patri, tánquam cápiti membra, sollíciti serváre unitátem spírtus in vínculo pacis. Mérito áutem illum récipit Ecclésia, cujus et opínio clárior, et eléctio sánior inventa est, nímirum eligéntium et número vincens, et mérito. At tu, frater, quid adhuc négligis? quoúsque vicíno serpénte tua male secúra dormítat indústria? Scimus quídem te fílium pacis nulla posse ratióne indúci deserére unitátem: sed profécto non súfficit, nisi et defensáre, átque ipsíus quóque turbatires totis víribus debelláre studúeris. Nec quíetis tímeas detriméntum, quod non parvo tuæ glóriæ increménto recompensábitur, si fera illa vicína vobis tuo stúdio mansuéscat, vel obmutéscat, et tantam Ecclésiæ prædam, cómitem dico Pictavénsem, in manu tua Dei píetas de ore Leónis erípiat.
TRADUCCIÓN
1. Se requiere fragancia en la flor, y sabor en el fruto. Deseamos ser tentados por la fragancia del aceite de tu nombre, querido hermano, y conocerte por el fruto de tu trabajo. Porque no sólo nosotros, sino también Dios, que no tiene necesidad de nadie, tenemos con todo esta necesidad a tiempo para tu obra, si no la ocultas. Es glorioso para ti poder ser ayudante de Dios: poder no ser dañino. Además, tienes gracia para con Dios y con los hombres, tienes conocimiento, tienes espíritu de libertad, tienes palabra viva y eficaz, y sazonada con sal: ni debes faltar en tal crisis por tantos poderes de la esposa de Cristo, cuando eres amigo del novio. En verdad, un amigo se demuestra en la necesidad. ¿Para qué? ¿Descansas tú, y tu madre la Iglesia está gravemente perturbada? Tuvo sus periodos de descanso, y su santo ocio hasta ahora había ejercido su negocio libre y voluntariamente. El momento de hacerlo es ahora, porque han destruido la ley (Salmo 118, 126). Aquella bestia del Apocalipsis, a quien se le dio boca para hablar blasfemias y hacer guerra contra los santos (Apoc. 13, 5-7), ocupa el asiento de Pedro, como un león listo para la presa. Otra bestia también silba cerca de ti (Gerardo de Angulema), como un cachorro que habita en lugares secretos. El uno más feroz, el otro más astuto, se unieron por igual en uno contra el Señor y contra su Cristo. Hagamos todo lo posible para romper rápidamente sus ataduras y librarnos de su yugo.
2. Nosotros en nuestras partes, junto con otros siervos de Dios encendidos por el fuego divino, trabajamos junto con Dios para reunir a los pueblos y a los reyes para romper [otros, despojar] el acuerdo de los impíos, para destruir toda altura que se levanta contra el conocimiento de Dios. No infructuosamente, los reyes de Alemania, Francia, Inglaterra, Escocia, las Españas y Jerusalén, con todo el clero y el pueblo, favorecen y adhieren al Señor Inocencio, como hijos al padre, como miembros de la cabeza, ansiosos de preservar la unidad del espíritu en el vínculo de la paz. Y la Iglesia lo recibe meritoriamente, cuya opinión es más clara y su elección más acertada, evidentemente venciendo tanto en número como en mérito. Pero tú, hermano, ¿qué es lo que aún descuidas? ¿Hasta cuándo dormirá tu energía con tu serpiente mal asegurada? Sabemos de hecho que tú, hijo de la paz, no puedes ser inducido por ningún motivo a abandonar la unidad: pero ciertamente no es suficiente, a menos que también la defiendas y te esfuerces por derrotar a sus perturbadores con todas tus fuerzas. Y no te quedes quieto y temas la pérdida, que no será compensada con un pequeño aumento de tu gloria, si esas fieras que te rodean son domadas por tu celo, o atontadas, y tal presa de la Iglesia (me refiero al Conde de Poitiers), por tu mano la misericordia de Dios rescata de la boca del león.
Epístola 125 (al maestro Gaufredo de Loroux), año 1131.
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