miércoles, 7 de agosto de 2024

MES DE SANTO DOMINGO DE GUZMÁN – DÍA SÉPTIMO

Traducción de la devoción dispuesta por el padre Antoine Ricard S.Th.D., Canónigo honorario de Marsella y Carcasona, y publicada en París por la Librería de los Hermanos Perisse en 1878.
   
MES DE SANTO DOMINGO, O EL MES DE AGOSTO CONSAGRADO A LA MEDITACIÓN DE LA VIDA Y LAS VIRTUDES DE SANTO DOMINGO
   

Por la señal ✠ de la santa Cruz; de nuestros ✠ enemigos líbranos, Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
   
7 DE AGOSTO – DÍA SÉPTIMO DEL MES DE SAN DOMINGO: VIDA APOSTÓLICA
   
PRELUDIO
Representémonos al santo, habitando entre herejes, convirtiéndolos o sorprendiéndolos con la austeridad de su vida y la dulzura de su trato, mientras la guerra extiende por todo el país el horror de su carnicería.
         
PENSAMIENTOS
«Después del regreso de Mons. Diego a su diócesis, dice el Beato Humberto, «Santo Domingo quedó casi solo con algunos compañeros que no estaban apegados por voto alguno, durante diez años defendiendo la fe católica en varios lugares de la provincia de Narbona, particularmente en Carcasona y Fanjeaux. Se había entregado enteramente a la salvación de las almas mediante el oficio de la predicación, y sufrió de todo corazón muchas afrentas, ignominias y angustias, por el nombre de Nuestro Señor Jesucristo».
     
Los piadosos misioneros vivieron juntos, yendo descalzos de pueblo en pueblo para predicar la verdadera fe, bajo la guía del santo apóstol, quien les dio el ejemplo de la más absoluta abnegación puesta al servicio del celo más puro y dulce. Lo llamaron loco, lo insultaron, le escupieron en la cara, se mostró impasible y radiante en medio del oprobio, confesando en privado ante sus amigos que prefería la estancia en Carcasona, donde fue insultado, a la de Tolosa, donde fue honrado.

Enamorado de una santa ambición de martirio, envidiaba la suerte del beato Pedro de Castelnau, condenado a muerte por la fe, pero, decía: «¡No soy digno del martirio!». En muchas ocasiones se expuso a caer en las trampas que le tendieron los albigenses, y cuando le preguntaron qué pensaba al respecto, respondió con sublime sencillez: «Si cayera en tus manos, me gustaría pedirte que no me quites la vida de golpe, sino poco a poco, cortándome los miembros uno tras otro, y, cuando hayas hecho esto, arrancarme los ojos y luego abandonarme, para prolongar mis tormentos y enriquecer mi corona».

Estos hermosos ejemplos encendieron el celo de sus compañeros, que rivalizaban entre sí en valentía y ardor apostólico: «Confiad en el Señor, amados míos», les dijo el santo, «la victoria es vuestra, ya que nuestros pecados son expiados por sangre. ¿No está escrito: “Cuán hermosos son los pies de los que traen el evangelio de la paz”? Y se alejaron alegres y ardientes, con los pies ensangrentados por las zarzas de los caminos, el corazón orgulloso, los labios temblorosos y los himnos en la boca».

¡Ah! ¡Qué lección para nosotros y para nuestros tiempos! Como Domingo y sus primeros compañeros, debemos oponernos a los ataques del error con las armas de una paciencia invencible, de una humildad profunda y de un celo inquebrantable. El apostolado católico es imposible fuera de estas condiciones.
      
PRÁCTICA: Examínate sobre las cualidades de tu celo por el servicio de la Iglesia y la salvación de tus hermanos.

INVOCACIÓN: Santo Domingo, que regaste la tierra con tu piadosa sangre, ¡ruega por nosotros!

CARACTERÍSTICA HISTÓRICA: El primer inquisidor.
La única prerrogativa de la cual Santo Domingo se sirvió en sus misiones, fue la que le había sido conferida antes de la cruzada de Simón de Montfort contra los albigenses: la que le dio el poder de reconciliar a los herejes con la Santa Iglesia y admitirlos a la penitencia, oficio que le hizo dar el nombre del primer inquisidor. Pero la Inquisición no estaba ni establecida ni constituida en ese momento. No puede estar dentro del alcance de esta piadosa obra estudiar y apreciar esta cuestión aún candente del tribunal de la Inquisición. Pero al menos se nos permitirá citar el informe presentado a las Cortes de España en 1812, cuando este tribunal fue abolido. Esta pieza, de producción racionalista, liberal y española, no se puede sospechar. Leemos: «Los primeros inquisidores nunca opusieron a la herejía otras armas que la oración, la paciencia y la instrucción, y esta observación se aplica más particularmente a Santo Domingo, siguiendo el retrato que le trazaron los bolandistas, Eckart y Touron».
       
LETANÍA DE NUESTRO PADRE SANTO DOMINGO
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
   
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
   
Dios Padre celestial, ten piedad de nosotros.
Dios Hijo, Redentor del mundo, ten piedad de nosotros.
Dios Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
Santísima Trinidad, un solo Dios, ten piedad de nosotros.
   
Santa María, ruega por nosotros.
Santa Madre de Dios, ruega por nosotros.
Santa Virgen de las Vírgenes, ruega por nosotros.
   
Magno Padre Santo Domingo, ruega por nosotros.
Lumen de la Iglesia, ruega por nosotros.
Luz del mundo, ruega por nosotros.
Antorcha del siglo, ruega por nosotros.
Predicador de la gracia, ruega por nosotros.
Rosa de paciencia, ruega por nosotros.
Sedientísimo por la salvación de las almas, ruega por nosotros.
Deseosísimo del martirio, ruega por nosotros.
Gran director de las almas, ruega por nosotros.
Varón evangélico, ruega por nosotros.
Doctor de la verdad, ruega por nosotros.
Marfil de castidad, ruega por nosotros.
Varón de corazón verdaderamente apostólico, ruega por nosotros.
Pobre en bienes temporales, ruega por nosotros.
Rico en la pureza de vida, ruega por nosotros.
Tú que cual antorcha ardías de celo por los pecadores, ruega por nosotros.
Trompeta del Evangelio, ruega por nosotros.
Heraldo del Cielo, ruega por nosotros.
Modelo de abstinencia, ruega por nosotros.
Sal de la tierra, ruega por nosotros.
Resplandeciente como el sol en el templo de Dios, ruega por nosotros.
Tú que te apoyaste en la gracia de Cristo, ruega por nosotros.
Revestido de estola real, ruega por nosotros.
Flor de flores elevada en el jardín de la Iglesia, ruega por nosotros.
Tú que regaste la tierra con tu piadosa sangre, ruega por nosotros.
Trigo recogido en los silos del Cielo, ruega por nosotros.
Resplandeciente en el coro de los Vírgenes, ruega por nosotros.
Jefe y padre de la Orden de Predicadores, ruega por nosotros.
Para que en la hora de la muerte seamos recogidos contigo en el Cielo, ruega por nosotros.
   
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, perdónanos, Señor.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, escúchanos, Señor.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros, Señor.
    
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
   
℣. Señor, escucha mi oración.
℟. Y llegue mi clamor hacia Ti.
   
ORACIÓN
Te suplicamos, Dios Omnipotente, nos concedas a cuantos padecemos bajo el peso de nuestros pecados, alcanzar el patrocinio de tu confesor nuestro bienaventurado Padre Santo Domingo. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
  
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠ , y del Espíritu Santo. Amén. 

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