miércoles, 16 de octubre de 2024

EL FALSO TRIUNFO RATZINGERIANO DE LA VIRGEN DE FÁTIMA

Traducción del artículo publicado el 12 de Agosto de 2019 en NOVUS ORDO WATCH.
   
BENEDICTO XVI Y LA “MISIÓN PROFÉTICA DE FÁTIMA”: EL RESTO DE LA HISTORIA
Rompiendo una muy querida burbuja…
    
   
De vez en cuando, alguien con debilidad por el viejo modernista Joseph Ratzinger (ahora “Papa Emérito” Benedicto XVI) desentierra una cita de una homilía que dio en 2010 (ver video aquí) en la que habló un tanto crípticamente sobre las apariciones de la Virgen en Fátima y el triunfo del Inmaculado Corazón de María. Sus palabras exactas fueron:
«Se equivoca quien piensa que la misión profética de Fátima está acabada. Aquí resurge aquel plan de Dios que interpela a la humanidad desde sus inicios: “¿Dónde está Abel, tu hermano? […] La sangre de tu hermano me está gritando desde la tierra” (Gén. 4, 9). El hombre ha sido capaz de desencadenar una corriente de muerte y de terror, que no logra interrumpirla… En la Sagrada Escritura se muestra a menudo que Dios se pone a buscar a los justos para salvar la ciudad de los hombres y lo mismo hace aquí, en Fátima, cuando Nuestra Señora pregunta: “¿Queréis ofreceros a Dios para soportar todos los sufrimientos que Él quiera mandaros, como acto de reparación por los pecados por los cuales Él es ofendido, y como súplica por la conversión de los pecadores?” (Memórias da Irmā Lúcia, I, 162).
   
Con la familia humana dispuesta a sacrificar sus lazos más sagrados en el altar de los mezquinos egoísmos de nación, raza, ideología, grupo, individuo, nuestra Madre bendita ha venido desde el Cielo ofreciendo la posibilidad de sembrar en el corazón de todos los que se acogen a ella el Amor de Dios que arde en el suyo. Al principio fueron sólo tres, pero el ejemplo de sus vidas se ha difundido y multiplicado en numerosos grupos por toda la faz de la tierra, dedicados a la causa de la solidaridad fraterna, en especial al paso de la Virgen Peregrina. Que estos siete años que nos separan del centenario de las Apariciones impulsen el anunciado triunfo del Corazón Inmaculado de María para gloria de la Santísima Trinidad» (Benedicto XVI, Homilía del 13 de Mayo de 2010 en Fátima (Portugal); subrayado añadido).
Las partes subrayadas son lo que usualmente se enfatiza e interpreta como que Benedicto XVI está tratando de señalar a todos los devotos de la Santísima Virgen que está convencido de que las profecías de Fátima aún no se han cumplido completamente, específicamente que la conversión de Rusia pedida por Nuestra Señora aún no ha tenido lugar y por lo tanto todavía se encuentra en el futuro, que es cuando el Inmaculado Corazón de la Santísima Madre finalmente triunfará.
    
Aunque, visto en el contexto de toda la homilía, no hay realmente nada que lleve a creer que Ratzinger sostiene esta línea “Gruner-Vennari-Matt-Ferrara” sobre Fátima, sin embargo es cierto que estas palabras suyas —las que están subrayadas— son lo suficientemente oscuras como para permitir sospechar que podría estar indicando que cree que la conversión de Rusia aún no ha tenido lugar, y que el triunfo del Inmaculado Corazón todavía está por venir en el futuro.
   
El problema, sin embargo, es que Benedicto XVI ya aclaró hace tiempo estas crípticas declaraciones suyas y rompió por completo la burbuja de todos los que habían puesto sus esperanzas en que Ratzinger creyera en una futura consagración de Rusia o en alguna versión similar del triunfo del Inmaculado Corazón de María. Por alguna razón, esas declaraciones aclaratorias no recibieron la atención que se merecía, por lo que estamos haciendo nuestra parte para asegurarnos de que la gente conozca la historia completa.
    
Para dejar salir el gato de la bolsa de inmediato: la fría y cruda realidad es simplemente que la declaración de Benedicto XVI de que la misión profética de Fátima aún no ha concluido no significa nada más que, dado que todavía hay maldad, sufrimiento y peligro en el mundo, todavía debe seguir habiendo una conversión de corazones a través de la fe, la esperanza, el amor y la penitencia, que son la única respuesta al mal, al sufrimiento y al peligro.
    
Eso es todo: no hay un gran misterio, no hay un clímax, no hay una consagración o conversión de Rusia, no hay un triunfo del Inmaculado Corazón como los católicos tradicionales siempre lo han imaginado. Benedicto XVI hizo estas aclaratorias al entrevistador Peter Seewald hace nueve años, cuando este último le pidió que explicara lo que quiso decir en su homilía del 13 de mayo de 2010, cuando dijo que la misión profética de Fátima aún no había terminado.
   
La respuesta anticlimática de Benedicto fue publicada en el libro de Seewald de 2010, Luz del mundo:
«[Entrevistador]: El célebre “tercer secreto de Fátima» fue publicado sólo en el año 2000 –por el cardenal Joseph Ratzinger según disposición de Juan Pablo II–. El texto habla de un obispo vestido de blanco que cae abatido por las balas de soldados –una escena que fue interpretada como anticipación del atentado contra Juan Pablo II–. Y ahora dijo usted: “Se equivoca quien piensa que la misión profética de Fátima está acabada”. ¿Qué se quiere decir con ello? ¿Está en verdad todavía pendiente el cumplimiento del mensaje de Fátima? 
[Benedicto XVI]: En el mensaje de Fátima hay que distinguir dos cosas: por un lado, un acontecimiento determinado, expuesto en formas visionarias, y, por el otro, lo fundamental, que es de lo que aquí se trata. Pues la intención no era satisfacer una curiosidad. Para ello tendríamos que haber publicado el texto mucho antes.
  
No: se trata de indicar un punto crítico, un momento crítico en la historia: a saber, todo el poder del mal, que se ha cristalizado en este siglo XX en las grandes dictaduras y que, de otra manera, sigue actuando también hoy. 
   
Por otra parte, se trataba de la respuesta a ese desafío. Tal respuesta no consiste en grandes acciones políticas, sino que, en última instancia, sólo puede provenir de la transformación del corazón, a través de la fe, la esperanza, el amor y la penitencia. En este sentido, el mensaje justamente no está cerrado, aun cuando las dos grandes dictaduras hayan desaparecido. El sufrimiento de la Iglesia permanece, y la amenaza del hombre permanece, y con ello permanece también la cuestión de la respuesta, con ello permanece la indicación que nos ha dado María. También ahora hay tribulación. También ahora el poder amenaza en todas las formas posibles con pisotear la fe. Y por eso, también ahora es necesaria la respuesta de la que la Virgen habló a los niños. 
  
[Entrevistador]: Su homilía del 13 de mayo de 2010 en Fátima no sonó menos dramática. “El hombre ha sido capaz de desencadenar una corriente de muerte y de terror que no logra interrumpir”, anuncia. Ese día expresó usted ante medio millón de fieles una petición que, en el fondo, resulta espectacular. La petición real: “Que estos siete años que nos separan del centenario de las Apariciones impulsen el anunciado triunfo del Corazón Inmaculado de María para gloria de la Santísima Trinidad”.
   
¿Significa esto que el papa, que tiene por cierto un ministerio profético, considera posible que, dentro de los próximos siete años, la Santísima Virgen aparezca de una forma que se asemeje a un triunfo? 
[Benedicto XVI]: Yo dije que el “Triunfo” experimente un impulso, que se acerque, en cuanto al contenido, es lo mismo que cuando pedimos que se acerque el reino de Dios. Esas palabras no querían expresar –soy tal vez demasiado racionalista para ello– una expectativa mía de que ahora vaya a producirse un gran giro y que, de pronto, la historia vaya a seguir un curso totalmente distinto; sino de que, siempre de nuevo, el poder del mal sea detenido; de que, siempre de nuevo, en la fortaleza de la Madre se muestre y mantenga viva la fortaleza de Dios.
 
La Iglesia está siempre llamada a hacer aquello que fue objeto de la petición de Abrahán: preocuparse de que haya justos suficientes como para contener el mal y la destrucción. Yo lo entendí en el sentido de que crezcan nuevamente las fuerzas del bien. En ese sentido, los triunfos de Dios, los triunfos de María son silenciosos, pero reales» (Benedicto XVI,  Luz del mundo. El Papa, la Iglesia y el signo de los tiempos  [San Francisco: Ignatius Press, 2010], págs. 165-166; subrayado añadido; cursiva añadida).
Así pues, dejemos las cosas claras de una vez por todas: Benedicto XVI no cree que todavía haya un acontecimiento importante por venir: ni la consagración de Rusia, ni la conversión de Rusia, ni el triunfo del Inmaculado Corazón en el sentido en que los católicos tradicionales suelen entender estos términos. Más bien, ha dejado claro que para él el mensaje de Fátima sólo «no está cerrado» «en este sentido», es decir, que «la transformación del corazón, a través de la fe, la esperanza, el amor y la penitencia» sigue siendo necesaria hoy en día en respuesta a «todo el poder del mal» que «sigue actuando también hoy» de modo que «el sufrimiento de la Iglesia permanece, y la amenaza del hombre permanece».
   
Asimismo, Benedicto XVI aclaró que su esperanza en el «cumplimiento de la profecía del triunfo del Inmaculado Corazón de María» significa simplemente, no una expectativa de que «ahora vaya a producirse un gran giro y que, de pronto, la historia vaya a seguir un curso totalmente distinto» (pues admite ser demasiado racionalista para eso) sino más bien, una mera oración para que haya «suficientes justos» que «recuperen su vigor» para «reprimir el mal y la destrucción».
   
¡Yupi, pum! Eso es todo.
   
Así pues, tengamos presente esta cruda y fría realidad para la próxima vez que alguien saque a relucir el argumento de que «Benedicto XVI dijo que Fátima aún no ha terminado y que el triunfo del Inmaculado Corazón de María todavía está por llegar». Esta afirmación de que Ratzinger dio alguna señal desconcertante sobre un futuro acontecimiento relacionado con Fátima, insinuada en su momento por Rorate Cæli, reivindicada por Antonio Socci y Chris Ferrara, reciclada en su día en el sitio web One Peter Five y que después de todos estos años todavía se repite en el Centro de Fátima, es una absoluta tontería; debe parar. Sencillamente, no se corresponde con los hechos. La verdadera devoción a Nuestra Señora de Fátima y al Inmaculado Corazón de María (que sin duda cultivamos y alentamos) no se sirve legítimamente perpetuando ilusiones.
   
Que Nuestra Señora de Fátima interceda por nosotros y apresure el día de su triunfo genuino, cuando la falsa Iglesia del Vaticano II finalmente será sólo un recuerdo lejano, y la verdadera Iglesia Católica brillará nuevamente gloriosamente con un verdadero Papa como el pastor legítimo de todos los católicos.

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