El pasado lunes 28 de Octubre, en el Palacio Libertad – Centro Cultural Domingo Faustino Sarmiento (antes Centro Cultural Kirchner) de Buenos Aires (Argentina), se celebró un evento conmemorativo por el “Día de las Iglesias Evangélicas y Protestantes”, que por primera vez se celebra el día de hoy en Argentina.
La conmemoración, establecida por la Ley Nacional 27.741 del 18 de Abril de 2024 y reglamentada por el Decreto del Poder Ejecutivo Nacional 372 del 27 del mismo mes y año, había sido declarada de interés por el Ministerio de Exteriores y Culto de Argentina. La ley, aprobada con el voto unánime de 67 senadores presentes que respaldaron la iniciativa de la Comisión de Relaciones Exteriores y Culto, fue resultado del consenso entre diversas propuestas presentadas por las diputadas nacionales Dina Rezinovsky, Agustina Propato, Vanesa Massetani y Rossana Chahla, representantes de distintas fuerzas políticas y expresiones de fe.
El evento, que incluyó una presentación de un documental sobre la historia de las iglesias protestantes en Argentina y un concierto de la orquesta del maestro Jorge Randazzo (con más de 40 músicos) y un coro integrado por más de 100 voces, fue organizado por la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas de la República Argentina (ACIERA), y contó con la presencia de la vicepresidenta de la Nación argentina, Victoria Villarruel; el Jefe de Gabinete de Ministros de la Nación, Guillermo Francos; la ministra de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto, Diana Mondino; el secretario de Culto y Civilización de la Nación, Nahuel Sotelo; la vicejefa de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Clara Muzzio; la subsecretaria de Gestión Cultural del Gobierno de la Ciudad, Alejandra Cuevas; el ministro de Desarrollo Urbano y Hábitat Urbano porteño, Gabriel Mraida; los diputados Diego Santilli, Nadia Márquez y Santiago Pauli.
Además, asistieron los intendentes de San Vicente, Nicolás Mantegazza, y de Almirante Brown, Mariano Cascallares; el ministro de Seguridad de provincia de Buenos Aires, Javier Alonso; la directora general de Cultos de la Ciudad, Pilar Bosca; el director de Culto de la Provincia, Juan Torreiro; y el embajador de Israel en Argentina, Eyal Sela.
De las instituciones religiosas y sociales asistieron la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), la oenegé Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA), la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), el Centro Islámico y la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE), el Congreso Judío Latinoamericano, la Fundación Cooperadora para la Nutrición Infantil (CONIN), la Cáritas, la Federación Argentina de Iglesias Evangélicas, la Federación Confraternidad Evangélica Pentecostal (FeCEP), la Fundación Convergencia y la Sociedad Rural Argentina.
Christian Hooft, pastor de la “Comunidad de Fe Llegar Alto” y presidente de ACIERA, dio un discurso conmemorativo:
«Hoy no celebramos una fiesta religiosa. Celebramos la identidad histórica de la fe de millones de ciudadanos argentinos. Celebramos junto a las instituciones amigas que hoy nos acompañan, la pluralidad, la diversidad y la igualdad. Un reconocimiento que encuentra en la fecha del 31 de octubre la unidad de los cristianos evangélicos y protestantes, como un hito que marcó el inicio de la Reforma Protestante, allá por 1517, la transformación de una parte importante de Occidente. Las 5 solas del monje Martín Lutero: ‘Solo Cristo, Sola Escritura, Solo Gracia, Solo Fe y Solo a Dios la Gloria’ fueron un emblema que permaneció y llegó a influenciar fuertemente la cultura, el conocimiento y la ciencia. Hoy, esta fe cristiana contiene millones de personas en el mundo, y en nuestro país, según la última encuesta del CONICET en 2019, ya éramos el 15,3% de la población, relevando nosotros unas 25.000 iglesias evangélicas. Por eso, estamos agradecidos de que este año 2024 se sancionó la Ley 27.741 que finalmente instituyó este día, y se transformó en la primera ley nacional que toma nota de la comunidad evangélica.[…]Estamos viviendo tiempos complejos. Muchos años de crisis tras crisis. Un índice de pobreza y de degradación cultural y moral enorme. Aunque tenemos fe en Dios, no sostenemos el pensamiento mágico. Salir de este estado requiere mucho esfuerzo, y el compromiso de TODOS, y por supuesto la ayuda del Dios Todopoderoso. No podemos salir, sin falta de perdón, sin justicia y sin respeto a las libertades individuales. Un pueblo dividido no prevalece. Esta lógica amigo-enemigo y de denostar al que piensa distinto nos paraliza y nos inhibe como nación. Esta manía de deconstruir todo para lograr nada, no nos lleva a ningún lado, es más de lo mismo. Debemos percibir y llamar las cosas como son, no hacernos los distraídos, hablar la verdad y dejar los eufemismos de lado.La pobreza es una calamidad. Las iglesias evangélicas estamos con los necesitados como nos enseñó el Señor, pero no ensalzamos la pobreza. No hay ninguna virtud en ella por sí misma.La Palabra de Dios, sin sesgos ideológicos, nos lleva a estar del lado correcto de la historia. Es la que predicamos todas las semanas en los templos y vivimos en los quehaceres cotidianos, la que nos acerca al Creador y nos inspira a amar al prójimo.Creemos que aquel que es el Príncipe de Paz, y además la fuente de toda razón y justicia, como reza nuestra Constitución Nacional, nos va a guiar y fortalecer en el difícil camino que tenemos por delante. Por eso, como Iglesia, no dejemos de hacer lo que hemos venido haciendo, no dejemos de compartir el Evangelio en todo lugar (como dijo hace poco el gobernador de Santa Fe), y dar el amor que tanto necesita nuestro país. No dejemos de buscar el poder del Espíritu Santo ni de orar para que Dios bendiga y prospere a la Argentina».
El discurso ciertamente le habrá causado agruras e hinchazón en los bajos a la bergogliana Conferencia Episcopal Argentina, alineada con el kirchnerismo y la Teología de la Liberación (cuyos discursos coinciden en la lucha de clases, la división ideológica, el odio y el rencor), y que ha pospuesto la predicación del Evangelio para predicar la conformidad con el siglo y la política izquierdista en nombre de unos “pobres” que, hartos de todo eso, se han dirigido a las toldas del ministro protestante (ahí están Brasil, Guatemala y Honduras de muestra si no –y si se descuidan, España y Francia verán a protestantes y musulmanes disputando ser la religión mayoritaria en dichos países–).
Argentina es el tercer país en Hispanoamérica (los dos primeros fueron Chile con la Ley 20.299 del año 2008 y Perú con la Ley 30.678 del año 2017 –coincidiendo con el “Día de la Canción Criolla”, establecido en 1944–), en establecer un día oficial para conmemorar la “fijación”* en la puerta de la iglesia de Todos los Santos (capilla de la Universidad de Wittemberg) de la “Disputátio pro declaratióne virtútis indulgentiárum” (más conocida como “Las 95 Tesis”) por el monje maldito Martín Lutero/Ludero Lindemann el 31 de Octubre de 1517, atacando las Indulgencias por pura y cruda envidia y despecho (Lutero y sus cofrades agustinos habían perdido ante Juan Tetzel y los frailes dominicos la predicación de las Indulgencias en las archidiócesis de Maguncia y Magdeburgo). De estas tesis (condenadas por el Papa León X en sus bulas Exsúrge Dómine y Decet Románum Pontíficem –con la cual Lutero y sus seguidores fueron excomulgados–) nació oficialmente la herejía protestante.
* La historia de la “fijación” de las 95 Tesis en la puerta de la iglesia de Todos los Santos fue relatada por Felipe Melanchton (en realidad Schwartzerdt) Reuter en 1546 como si SOLO fuese allí tal fijación (según los estatutos de la Universidad de Wittemberg, para convocar a debate se debían fijar los textos de la tesis en las dos iglesias de la ciudad). En realidad, según los datos disponibles de la época y su propio testimonio (recogido por su escriba Jorge Rorario), Lutero siguió el conducto regular: envió sus tesis (en que, lejos de condenar de plano, expresaba su preocupación sobre el tema de las indulgencias) al elector Alberto de Brandemburgo, arzobispo de Maguncia y Magdeburgo; y la fijación de las tesis en todas pudo haber ocurrido a mediados de Noviembre. Y en cuanto a Melanchton, él no fue ni podía ser testigo de tal hecho, toda vez que no estuvo en Wittemberg sino un año después; y su relato dista de la versión de Lutero citada arriba.
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