«Sé que la gente suele decir: “Es mejor ser un buen protestante que un mal católico”. Eso no es verdad. Eso significaría, en el fondo, que uno podría salvarse sin la verdadera fe. ¡No! Un mal católico sigue siendo un hijo de la familia, aunque es un hijo pródigo y, por muy pecador que sea, todavía tiene derecho a la misericordia. Por su fe, un católico malo está más cerca de Dios que un protestante, porque él es un miembro de la familia mientras que el hereje no lo es, ¡y qué difícil es hacer que se se convierta en uno!». (SAN PEDRO JULIÁN EYMARD).
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