jueves, 21 de mayo de 2020

PRESBÍTERO CONCILIAR AGRADECE POR RITUAL VUDÚ PARA SU RECUPERACIÓN

Noticia tomada de GLORIA NEWS.
  
  
El presbítero Davide Rota, de 70 años (foto), agradeció a Dios y a los demonios por su recuperación del coronavirus en su columna semanal en EcoDiBergamo.it (10 de Mayo).
   
   
Rota fue llevado al hospital con una infección de coronavirus el 29 de Febrero. Él dirige el Patronato San Vincenzo, una organización de ayuda de la diócesis de Bérgamo, Italia.
   
En su columna, él expresa su agradecimiento a un “desconocido chamán africano” que practicó un ritual vudú por el bien de su salud: “Nunca se sabe”.
   
El ritual fue organizado por residentes africanos en la casa de San Vicente en Bérgamo.
   
COMENTARIO: Es pertinente recordarles especialmente a los “línea media” que el 4 de Febrero de 1993, en su gira por África, Karol Józef Wojtyła Katzorowski/Juan Pablo II (al que Vittorio Messori, basándose en el dicho del ex portavoz opusino Joaquín Navarro Valls, recientemente llamó “místico”) se reunió con Sossa Guedehoungue (1912—2001), sumo sacerdote del vudú, en la sede del Comité para el Desarrollo y la Inversión en África y Madagascar (CODIAM), en la ciudad de Cotonú, capital económica y administrativa de la República de Benín, siendo este el primer caso de reconocimiento y elogio por un conciliar a un culto claramente satánico.
   
   
En la ocasión, Wojtyła presentó el siguiente mensaje, publicado en L’Osservatore Romano bajo el título “La libertad religiosa es un derecho inalienable” (claro, la “libertad” para seguir el Error), y que hoy traemos traducido al Español:
«Queridos amigos,
   
1. Me alegro de tener esta ocasión de encontrarnos y os saludo muy cordialmente. Como sabéis, he venido a Benín, sobre todo para visitar a las comunidades católicas, para alentarlas y confirmarlas en la fe. Además, siempre he pensado que el contacto con personas que pertenecen a tradiciones religiosas diferentes es una parte importante de mi ministerio. De hecho, la Iglesia Católica es favorable al diálogo: diálogo con los cristianos de otras Iglesias y Comunidades eclesiales, diálogo con los creyentes de otras familias espirituales, y diálogo también con aquellos que no profesan ninguna religión. Ella desea instaurar relaciones positivas y constructivas con las personas y con los grupos humanos de diferente credo en vista de un enriquecimiento recíproco.
   
2. El Concilio Vaticano II, que ha trazado el camino de la Iglesia para el fin de este milenio, ha reconocido en las diferentes tradiciones religiosas lo verdadero y lo bueno, las semillas del Verbo. Este ha exhortado a los discípulos de Cristo a descubrir “las riquezas que Dios generoso ha distribuido a las gentes” (Ad gentes, 11). Estos son los fundamentos de un diálogo fructífero, como decía el Apóstol Pablo a los primeros cristianos: “todo cuanto hay de verdadero, de noble, de justo, de puro, de amable, de honorable, todo cuanto sea virtud y cosa digna de elogio, todo eso tenedlo en cuenta” (Filipenses 4, 8). De ahí nuestro comportamiento de respeto: respeto a los verdaderos valores, dondequiera que estén, respeto sobre todo al hombre que busca vivir estos valores, valores que lo ayudan a alejar el miedo. Estad fuertemente vinculados a las tradiciones que os han transmitido vuestros antepasados. Es legítimo estar agradecidos hacia los más ancianos que os han transmitido el sentido de lo sagrado, la fe en un Dios único y bueno, el gusto de la celebración, y la consideración por la vida moral y la armonía en la sociedad.
 
3. Vuestros hermanos cristianos aprecian, como vosotros, todo lo que es bello en vuestras tradiciones, porque son, como vosotros, hijos del Benín. Pero ellos igualmente están agradecidos a sus “abuelos en la fe”, desde los apóstoles hasta los misioneros, por haberles llevado el Evangelio. Estos misioneros les han dado a conocer la “Buena Nueva” que Dios es Padre y que se acercó a los hombres por su Hijo, Jesucristo, portador de un gozoso mensaje de liberación. Si vamos más atrás en la historia, constatamos que los antepasados de estos misioneros venidos de la Europa habían ellos mismos recibido el Evangelio cuando tenían ya una religión y un culto. Acogiendo el mensaje de Dios, ellos no han perdido nada. Al contrario, han tenido la posibilidad de conocer a Jesucristo y devenir, en Él, por medio del bautismo, hijos e hijas del Dios de Amor y de Misericordia.
 
4. Todo esto se hizo en la libertad. De hecho, los Evangelios destacan que Jesús no ha obligado a ninguno. A los apóstoles, Cristo ha dicho: “Si quieres, sígueme”; a los enfermos: “si quieres, puedes ser curado”. Cada uno debe responder al llamado de Dios, libremente y con plena responsabilidad. La Iglesia considera la libertad religiosa un derecho inalienable, un derecho que se acompaña al deber de buscar la verdad. Es en un clima de respeto por la libertad de cada quien que el diálogo interreligioso puede desarrollarse y dar sus frutos.
   
5. Este diálogo no está dirigido solamente a los valores del pasado y del presente. Este mira también al futuro. Esto implica la colaboración al objetivo de “procurar y promover unidos la justicia social, los bienes morales, la paz y la libertad para todos los hombres” (Nostra Ætáte, 3). Estas palabras del Concilio Vaticano II, a pesar que están situadas en un contexto diferente, delinean un programa para los creyentes de un país como el vuestro, en el cual cristianos y musulmanes  viven junto a los miembros de la religión tradicional africana. El Benín, para desarrollarse, tiene necesidad de la participación de todos sus hijos y ninguno debe encerrarse en sí mismo. Cristianos, miembros de la religión tradicional y musulmanes están llamados a arremangarse para trabajar juntos por el bien del país. Esta acción solidaria de los creyentes es importante para el desarrollo integral, la justicia y la liberación humana. Esta obra se adelantará mejor si es acompañada de una oración ferviente a Dios, Creador y Padre, fuente de todo bien. ¡Que las voces de todos se una  para pedirle a Dios que conceda la prosperidad y la paz a todos los habitantes de este querido país! Por parte mía, estad seguros, confío al Señor vuestras preocupaciones y vuestras esperanzas. ¡Que Dios os bendiga y a todas vuestras familias!».

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