San Isidro Labrador
El gloriosísimo patrón de la villa de Madrid y corte de los reyes de España, San Isidro labrador, fue hijo de Madrid, casado con Santa María de la Cabeza, y hombre del campo, que se sustentaba con el sudor de su frente. Solía madrugar mucho para oír las misas que se decían en algunas iglesias de Madrid antes de comenzar las labores del campo en la casería de un caballero de la misma villa, llamado Juan de Vargas; y como los labradores de las caserías vecinas le pusiesen mal con su amo, diciéndole que no cuidaba de su hacienda, quiso un día aquel caballero enterarse por sí mismo de lo que pasaba, y viendo que se había puesto muy tarde a arar, fuese para él con intención de reprenderle; mas acercándose a la heredad, vio cómo estaban arando a una parte y a otra de su criado dos pares de bueyes más, los cuales eran blancos como la nieve; con lo que entendió que los ángeles le ayudaban en su labranza. Otra vez sucedió que yendo unos hombres a buscar a San Isidro a la heredad, no le hallaron, sino sólo a los bueyes uncidos, que estaban por sí arando, sin regirlos nadie, y habían arado mucha tierra.
Cuando se dirigía el santo labrador a sembrar, repartía el trigo que llevaba a los pobres, echando también puñados de él a las avecillas del campo diciendo: «Tomad avecillas de Dios, que cuando Dios amanece para todos amanece»: y aunque en el camino iban los costales menguados en tanto repartimiento, en llegando a la heredad, los hallaba llenos de trigo. Acontecíale también, yendo al molino, repartir gran cantidad de trigo a los pobres y a las aves, y moliendo después lo poco que había que dado, salía tanta harina, que no cabía en el costal. Era tan caritativo que tenía costumbre todos los sábados de hacer una olla aparte para los pobres en honra de la Virgen santísima, y para dar un día de beber a su amo en la heredad, hirió con su aguijada una piedra, y al punto salió una fuente clara y milagrosa, la cual dura hasta hoy cerca de Madrid en una ermita del santo. Resucitó a una hija de aquel caballero, cuando estaba ya preparada la cera y todo lo demás que era necesario para el entierro: y habiéndose un día ahogado en el pozo un hijo del santo, se puso éste con su mujer en oración; y estando así, creció el agua del pozo hasta el brocal, apareciendo el hijo vivo sobre las aguas. Finalmente siendo ya San Isidro muy lleno de años y virtudes, y habiendo recibido devotísimamente los sacramentos, entregó su humilde espíritu al Criador. Cuarenta años después fue hallado su bendito cuerpo sin corrupción alguna, y trasladado con grande pompa a la iglesia de San Andrés, tocando todas las campanas de aquel templo por sí mismas, y sanando milagrosamente muchos enfermos. Muchas veces ha remediado el Señor faltas muy grandes de agua por intercesión de este santo.
REFLEXIÓN
Es de admirar la sabiduría de Dios que ha hecho a un santo labrador patrón de la corte de los reyes de España, para que los príncipes y grandes venerasen a un pobre quintero e implorasen su favor y ayuda. ¡Oh! ¡cuántos monarcas se han postrado al pie del sepulcro de San Isidro, confesando la ventaja que hace la virtud a todas las grandezas humanas! De ella dice el Sabio, que «vale más que los tronos y cetros reales y que todas las riquezas del mundo: porque todo el oro es en su comparación un poco de arena, y la plata es como lodo delante de ella». (Sapient. VII)
Flos Sanctorum de la Familia Cristiana, P Francisco De Paula Morell, S. J., Ed. Difusión, S. A., Buenos Aires, 1943.
ORACIÓN
Rogámoste, oh Dios misericordioso, que por la intercesión de tu bienaventurado confesor San Isidro, nos concedas tu gracia para no sentir vanamente de nosotros mismos, y servirte con aquella humildad que te agrada. Por J. C. N. S. Amén.
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