El lunes 4 de Mayo fue lanzado en Alemania el libro “Benedicto XVI: Una vida”, de la autoría del periodista alemán Peter Seewald.
Resalta Seewald en el aparte “Las últimas preguntas a Benedicto XVI”, que hablando Ratzinger sobre la sociedad moderna, dijo:
«La sociedad moderna está en el medio de la formulación de un credo anticristiano y si uno se opone viene punido por la sociedad con la excomunión… El miedo de este poder espiritual del Anticristo es más que natural, y es necesario el auxilio de las oraciones por parte de la Iglesia universal para resistir».
Con todo y saltar a la vista que está hablando del aborto, el “matrimonio” aberrosexual, la manipulación genética y otros males de nuestros días, también se muestra que un Ratzinger envejecido en años y modernismo JAMÁS Y NUNCA reconocerá (a menos que ocurra un milagro) que estos males palidecen ante la apostasía del asqueante ecumenismo asisiense, el Novus Ordo Missæ (incluso si este fuere “bien celebrado”), y el modernista rechazo al Reinado Social de Jesucristo, causa con el laicismo de todos estos males.
Y en vez de hablar de Vatileaks, de las luchas intestinas de poder, las Dúbia cardenalicias sobre Amóris Lætítia (corrección filial y corrección formal incluidas) y las denuncias de Mons. Carlo María Viganò contra Bergoglio (la entrevista tuvo lugar el 12 de Noviembre de 2018), el emérito alemán afirma:
«La verdadera amenaza para la Iglesia y por tanto para el ministerio petrino no residen en estas cosas, sino en la dictatura mundial de ideologías aparentemente humanistas, contradiciendo las cuales se queda excluido por el consenso social de fondo»,
refiriéndose a la “dictadura del relativismo” tantas veces denunciado por Ratzinger desde aquella homilía de Abril de 2005 antes del cónclave, que al final dice:
«El engaño religioso supremo es el del Anticristo, un pseudo-mesianismo mediante el cual el hombre se glorifica en el lugar de Dios y de su Mesías».
Ratzinger le había explicado a Seewald que no podía hablar de los temas de actualidad señalados porque, en su dicho, sería «inevitablemente una interferencia en el trabajo del Papa actual: y quiero evitar todo lo que vaya en esta dirección».
Ítem lo anterior,
«La amistad personal con el Papa Francisco no solo ha permanecido, sino que continúa creciendo. Sospechar que yo me inmiscuyo regularmente en debates públicos es una distorsión maligna de la realidad.Usando para explicar su punto el símil bávaro del granjero anciano que, después de dejar la granja al cuidado de su hijo, abandona la casa principal.
[…]
Esta forma jurídico-espritual [del “Papa emérito”] evita cualquier pensamiento de coexistencia de dos Papas: un obispado puede tener un solo propietario. Al mismo tiempo, expresa un vínculo espiritual, que no puede ser removido en forma alguna».
Claramente, las palabras de Ratzinger son un bumerán lanzado por el ambiente neoconservador, que del júbilo pasaron al más sonoro desconcierto. Particularmente al presbítero Alessandro Minutella, que ayer 5 en una larga alocución a RADIO DOMINA NOSTRA, calificó lo sucedido como «un acto descalificante que lleva a confusión. Si se confirma esto, Ratzinger nos engaña, un engaño peor que el de Bergoglio». «¿Dónde está la voz de Pedro?», se llega a preguntar.
En las navidades de ese año, y en el Consistorio del año siguiente:
Finalmente, a la pregunta de Minutella: «¿Dónde está la voz de Pedro?», la respuesta es que NO ESTÁ CON BERGOGLIO NI CON RATZINGER, sino en el Magisterio Católico previo a 1958. Con todo, hay que orar para que Dios les quite a Minutella y adláteres la venda que les impide reconocer la Verdad.
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