sábado, 29 de febrero de 2020

LÁZARO PILLAI, MARTIRIZADO POR LOS HINDUÍSTAS

   
Lázaro Pillai nació el 23 de Abril de 1712 en Nattalam, ciudad del reino de Travancore (actua Tamil Nadu), del sacerdote shivaíta Vasudevan Namboodiri y su esposa Devaki Amma, perteneciente a la casta guerrera nayir (el apelativo Pillai era propio de la nobleza). Desde muy joven fue criado en las tradiciones hindúes (su nombre natal era Neelakanta –നീലകണ്ഠ, “garganta azul”–, un apelativo de Shiva) y fue funcionario del tesorero real Ramayyan Dalawa.

El 14 de Mayo de 1745, luego de nueve meses de catecumenado y siendo instruido por el francés Eustache Benoît de Lannoy, Neelakanta fue bautizado en la fe católica por el padre Giovanni Battista Buttari SJ en la parroquia de la Sagrada Familia de Vadakkankulam, tomando el nombre de Lázaro (traducido en tamil y malabar como Devasahayam/ദേവസഹായം), y posteriormente convirtió a su esposa Bargavi Ammal (que adoptó el nombre de Teresa –Gnanapoo/ஞானப்பூ en los referidos idiomas–) y a otros miembros de su familia y del ejército, desafiando el injusto sistema de castas (que aún se veía ¡hasta en los convertidos!).

Todo el ímpetu que tuvo Lázaro en propagar la Fe Católica a los demás se atribuye a su dedicación a la lectura de los libros cristianos y del ejercicio de las virtudes, recurriendo constantemente al auxilio de los Sacramentos de la Confesión y la Comunión. Para recibir los sacramentos, él iba a una iglesia que quedaba a seis leguas de donde vivía.
  
En ese tiempo, si bien no había persecución religiosa como tal, no era bien visto por los reyes hindúes que particularmente sus funcionarios renunciaran a la corte y se hicieran cristianos, como refiere el padre carmelita Paulino de San Bartolomé en su crónica Viaje a las Indias, año 1796, que
«El rey de Cochin envía cada año una carta al obispo de Verapoly, en la cual le prohíbe expresamente que reciba a cualquiera de sus súbditos en la casa de los catecúmenos en ese lugar, o bautizarlos. El rey de Travancore amenaza con prisión y muerte a cada noble que quiera dejar su corte para hacerse cristiano. Nilampulla, un funcionario de noble familia, fue disparado en Arampalli porque rechazaba abandonar la religión de Jesucristo. En 1787 yo vi a 4 nayiris o nobles shudris arrojados a prisión en Tiruvandaburam porque no apostataban de la Iglesia Católica».
Por eso, acusaron falsamente a Lázaro de conspirar con los europeos contra el reino, siendo depuesto de su cargo y apresado y torturado por tres años en diversas maneras. Luego, como se usaba en aquel tiempo con los criminales, fue pintado con puntos negros y rojos por los soldados y montado en angarilla sobre un búfalo de agua desde el palacio Padmanabhapuram hacia Aralvaimozhy. Además de ser golpeado con ochenta barras cada día, le frotaban en las heridas con pimienta, lo dejaban al sol y le daban agua contaminada para beber. Luego de unos días, el 14 de Enero de 1752, Lázaro fue fusilado en la colina de Kaattadimalai. Su última oración fue: «¡Oh Jesús!, no me abandones. Oh amada Madre María, ayúdame. En tus manos encomiendo mi espíritu».

El padre jesuita Louis Saint Cyr, que fue su primer biógrafo, resaltó:
«Era la voluntad de Dios que, cuando Devasahayam Pillai completó 40 años desde su nacimiento, siete años desde su bautismo, y cuarenta días desde que fue apresado por su fe, debía ser liberado de la prisión aquí en la tierra, y recibido en las mansiones celestiales».
El obispo de Cochin, apenas supo la noticia, hizo cantar el Te Deum en la catedral y ofrecer una Misa Mayor, en cuyo sermón elogió la vida heroica de virtudes y el martirio de Lázaro. Los misioneros jesuitas utilizaron su ejemplo para predicar el catolicismo en toda el área de lengua tamil, hasta la isla de Ceilán. En la ciudad de Jaffna, por ejemplo, el primer drama en poesía folclórica, escrito en 1776, versa sobre el martirio de Lázaro/Devasahayam Pillai.
  
ORACIÓN  
Bienaventurado Lázaro, por el amor de Cristo afrontaste libre y pacientemente los tormentos y las torturas por tres años, y voluntariamente sacrificaste tu vida y obtuviste el gozo de la vida eterna y la veneración en los altares como gran recompensa de Dios. Nosotros alabamos y agradecemos a Dios por bendecirte con esta gloriosa vida.
   
Tú dejaste toda tu vida para predicar el Reino de Dios, dejando atrás todos los placeres mundanos de la riqueza, estatus, nombre, fama y gloria. Tú como verdadero discípulo de Cristo fielmente pusiste en práctica los valores del Evangelio, la igualdad y la fraternidad de todas las personas en la tierra.
 
Asístenos para seguirte dejando atrás todos los placeres mundanos, y ayúdanos a vivir como hijos del reino de Dios, y poner en práctica los valores del Evangelio para que podamos un día entrar en la vida eterna para estar con Dios y tu compañía por siempre.
 
¡Oh bienaventurado Lázaro, glorioso mártir! ¡Ruega por nosotros!

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