jueves, 18 de febrero de 2021

MES DE LA SANTA FAZ - DÍA DECIMOCTAVO

Tomado del devocionario El mes de la Santa Faz de Nuestro Señor Jesucristo, escrito por el padre Jean-Baptiste Fourault, sacerdote del Oratorio de la Santa Faz y publicado en Tours en 1891; y traducido al Español por la Archicofradía de la Santa Faz y Defensores del santo Nombre de Dios de León (Nicaragua) en 2019.
   
MEDITACIÓN DECIMOCTAVO DÍA: LA SANTA FAZ Y PEDRO.
Oh, Faz adorable, cuya divina mirada traspasó el corazón de San Pedro con una flecha de dolor y amor, ten piedad de nosotros.
   
Es en compañía del apóstol escogido por Nuestro Señor para ser el fundador de su Iglesia sobre la tierra, que estamos a punto de admirar el poder de los ojos de Jesús. Fue aquél que llamó a Pedro a seguir a Jesús, quien lo levantó después de su caída y le dio la fortaleza de un mártir. Contemplemos en estas distintas circunstancias, lo que la Santa Faz hizo por Pedro y lo que Pedro hizo por su maestro.
                         
1º PUNTO – VOCACIÓN DEL APÓSTOL SAN PEDRO.
Jesús se encontraba a orillas del lago de Genesaret, y Andrés vino y dijo a sus hermanos: «Hemos encontrado al Mesías», de inmediato le condujo a Jesús, habiendo visto a Simón: «Intúitus autem eum Jesus» (Joan I, 42), en el mismo instante le dijo: «Tú eres Simón, hijo de Juan, de ahora en adelante te llamarás Cefas, que quiere decir piedra».
     
Admiremos el poder y la eficacia de la mirada de Jesús. Él vuelve su Santa Faz sobre un pobre pescador, y descubre en él lo que hasta entonces nadie había visto, un alma elegida, un futuro pescador de hombres, él quien estaba destinado a ser la piedra angular sobre la que habría de edificar su Iglesia. Esta mirada penetró tanto el alma de Pedro, que inmediatamente abandonó sus redes y su familia, y siguió a su maestro.
   
¿Acaso no fue también una mirada de los ojos del Salvador, que cayeron sobre mi alma, en el instante en que quizás me encontraba lejos de la grey celestial, y que, iluminándome con un rayo de gracia, me capacitaron para comprender la nada de las cosas creadas, y la felicidad de seguir al divino Maestro? Oh, Señor, obra vuestra tierna mirada para que brille una vez más, y señaladme el camino que debo seguir, a fin de que de ahora en adelante evite las sendas del vicio y el error.
                     
2º PUNTO – CAÍDA DEL APÓSTOL SAN PEDRO.
«Aunque todos se escandalicen de Ti, Yo nunca me escandalizaré» (Étiamsi opórtuerit me mori tecum, non te negábo. Matth. XXVI, 33), replicó el apóstol a su maestro en la víspera de su Pasión; y como castigo de su arrogante confianza en sí mismo, Jesús permitió que las palabras dichas por una sirvienta hicieran que su vicario le negara por tres veces y afirmara con juramento que no conocía al hombre.
   
¡Oh, Jesús, qué lección! ¡Pero, ved! apenas se había consumado la caída antes que el Salvador piense en nada más que en levantar de nuevo a su apóstol. Se olvida de sus propios sufrimientos e ignominias, y vuelve hacia él su Faz adorable; un rayo de luz de amor, proveniente de los ojos del Maestro, penetra el corazón del discípulo infiel, y Pedro confiesa su culpa. Flevit ámare, dice el Evangelio: «lloró amargamente» (Matth. XXVI, 75), y tan amargamente, que un riachuelo de incesantes lágrimas trazó sobre la cara de Pedro un surco imborrable.
   
¿No es la historia de vuestro apóstol de alguna manera la mía? ¿Cuántas veces nos he negado por el pecado? ¡Cuántas me habéis levantado de nuevo con una mira tierna de vuestros ojos! Pero, Oh mi Jesús, ¿se ha asemejado mi contrición a esa del apóstol penitente? Dadme su verdadero dolor por mis culpas, y que aprenda, contemplando vuestra augusta Faz, desfigurada por mis pecados, de aquí en adelante a llevar una vida de reparación y amor.
        
Ramillete Espiritual: Convérsus Dómini respéxit Petrum, egréssus foras, Petrus flevit ámare. (Y el Señor, volviéndose, miró a Pedro, y Pedro, saliendo, lloró amargamente. San Lucas XXII, 61).
       
EL ORATORIO DE LA SANTA FAZ
Después de la muerte del Sr. León Papin Dupont, los fieles acostumbraban a ir y orar ante la Santa Faz unida a un interés particular en su lugar de habitación, donde se habían concedido tantas gracias, tantas sanaciones extraordinarias realizadas ante sus ojos, y establecido tantas buenas obras.
   
A fin de que la casa del santo varón de Tours no se convirtiera en propiedad privada, Mons. Carlos Teodoro Colet, quien había declarado en un documento que el Sr. Dupont había «muerto en olor a santidad», permitió que la propiedad fuese comprada por una comunidad perteneciente al pueblo. Se estableció un oratorio público allí, el 29 de junio, el Arzobispo la inauguró solemnemente y fue el primero en celebrar la Santa Misa en la capilla.
   
El oratorio se compone de lo que inicialmente era la salita del Sr. Dupont, a la que se añadieron dos capillas laterales, de estilo bizantino, una de las cuales está consagrada a Nuestra Señora de los siete Dolores, y la otra a San Pedro penitente. La Imagen de la Santa Faz, permanece en el lugar que siempre ha ocupado, ha sido adornada con un hermoso cuadro dorado en bronce, decorada con piedras preciosas, el obsequio de las madres Cristianas de Tours.
   
La lámpara de cristal, encendida por el Sr. Dupont, continúa ardiendo delante de ella. El alto altar, cubre la pieza de mármol de la chimenea, y la piedra del fogón, donde el Sr. Dupont se arrodillaba para orar. Por encima de este altar está colocada una imagen del Ecce Homo. Del lado donde se lee la epístola, se exhibe un estandarte del Sagrado Corazón, un duplicado del que condujo al campo de honor en Patay a los heroicos cruzados de Charette y Cathelineau. Cercano a el, sobre un alto escritorio para leer, está el libro de la biblia, en la cual el Sr. Dupont buscaba textos para comentar a sus amigos. Cerca, al lado, se encuentra la lámpara, que perpetuamente arde en honor a la Palabra de Dios.
   
Las paredes del oratorio, dividido en paneles, contienen oraciones piadosas pintadas sobre ellos e inscripciones conmovedoras que guardan relación con las virtudes del siervo de Dios, y a algunas situaciones de su vida. Numerosas muletas colocadas cerca del altar atestiguan las sanaciones obtenidas ante la Santa Faz durante la vida y después de la muerte del Sr. Dupont.
   
Sanaciones y gracias de toda clase, de hecho, no cesan de ser concedidas a las oraciones de los peregrinos. El Oratorio de la Santa Faz, se ha convertido más que nunca en el centro de las verdaderas obras de reparación. Una atracción irresistible atrae a las personas al piadoso santuario, y sería imposible enumerar las almas que se han sentido a sí mismas consoladas, fortificadas y con un bien devuelto, después de haber orado y meditado por algún tiempo en un lugar todavía impregnado por las virtudes de tan gran cristiano.
   
Todos los días se celebran numerosas misas, y en verdad se podría decir que la oración es ininterrumpida.
     
INVOCACIÓN
Oh, adorable Faz de Jesús, que buscasteis la soledad y el silencio del huerto de la agonía, para prepararos a los misterios de vuestra dolorosa Pasión, permitidme meditar, lejos de los inútiles rumores del mundo, sobre el oprobio que tuviste que padecer por amor a mí, para que así pueda fortalecer mi alma para el gran combate que tengo que llevar a cabo, antes de llegar a la gloria celestial. Amén.

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