sábado, 13 de febrero de 2021

EJERCICIO DE DESAGRAVIO POR EL CARNAVAL

Dispuesto por el Padre Félix Sardá y Salvany, y publicado en Propaganda Católica, tomo III, págs. 48-56, por la Librería y Tipografía Católica de Barcelona en 1884, con licencia eclesiástica.
   
DEVOTO EJERCICIO DE DESAGRAVIOS PARA LOS TRES DIAS DE CARNAVAL
   

Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
   
ORACIÓN INICIAL
¡Soberano Señor Sacramentado! Acércome contrito y fervoroso a vuestros augustos pies para ofrecer mis pobres homenajes de reparación, hoy que os veo por tantos de mis hermanos desconocido y ultrajado, y para juntamente pediros para sus almas luz, misericordia y perdón. ¡Acompañadme Vos, Madre mía, y de todos los pecadores, María! Para que a pesar de mis faltas sean bien acogidas estas preces ante el trono de Su Divina Majestad. Glorioso San José, Santos Patronos y abogados míos y de esta población; Ángeles que a millares estáis rodeando en estos momentos el solitario Tabernáculo; vosotros en particular, Custodios fieles de mi alma y de las de mis prójimos por quien voy a rogar, interceded por ellos y por mí. Y haced todos que sea para mayor gloria divina, y para bien mío y de todos los pobrecitos pecadores, este acto de desagravio que me propongo practicar. Amén.
   
DÍA PRIMERO
MEDITACIÓN: CUÁN GRAVEMENTE ES OFENDIDO NUESTRO SOBERANO SEÑOR EN ESTOS DÍAS
  
I. Atiende bien y considera, alma mía, si hay o no justísimos motivos para que te presentes a ofrecer tu homenaje de desagravios al Divino Esposo Jesús en estos diabólicos días de Carnaval. Son días en que realmente parece haber vuelto a tomar completa posesión del mundo Satanás, según son muchos los que se apresuran a mostrarse vasallos suyos. Aquello del Divino Salvador: Nunc princeps hujus mundi ejiciétur foras, parece en verdad desmentido por el espectáculo que ofrece en tales días nuestra cristiana sociedad. Un nuevo código parece haberse proclamado en vez del Evangelio, una nueva moral, un nuevo dios, un nuevo culto. Todo se encuentra tolerable, todo se dispensa fácilmente, como si Dios y la Iglesia hubiesen abdicado en tales días su soberana autoridad sobre las costumbres y las conciencias. Ataques a la Religión en groseras parodias de ella hasta de sus más augustos misterios; ataques al pudor у a la honestidad hasta en las calles y plazas más concurridas. Cristo Dios puede asomarse a ese inmundo espectáculo, y exclamar congojoso y angustiado: «¿Son estos los hijos que Yo redimí con mi sangre, llamé con mi gracia y sellé con mi Bautismo?». ¡Sí, Dios mío y Jesús mío y amado Esposo mío! Estos son, pero no como los queréis Vos a vuestra imagen y semejanza, sino como a imagen y semejanza suya las ha transformado y disfrazado vuestro enemigo Luzbel. Estos son, pero ya no cristianos, sino de nuevo paganos, como si por ellos no hubieseis padecido y muerto Vos. ¡Oh Bien mío despreciado! ¡Oh sangre pisoteada! ¡Oh santa Cruz renegada y desconocida! ¡Oh espantosa ingratitud! 
   
II. Reflexiona, alma mía, como por estos motivos, aunque en todos los días del año se vea ofendido Dios nuestro Señor, en éstos es cuando más fiero y repetido se le dirige el agravio a su honra divina. Esta, ésta, más que la última de Cuaresma, es su verdadera semana de Pasión. Razón tiene la Iglesia santa en haber puesto por Evangelio de la Misa de Quincuagésima aquel tristísimo: Ecce ascéndimus Jerosólymam, que parece escrito para estos días. Sí, volvemos a Jerusalén, volvemos al Calvario, repítese la sangrienta tragedia de que fue autor el pueblo judío. Sólo que ahora lo es con mucha mayor crueldad el mismo pueblo cristiano. Sí, Cristo es de nuevo escupido, abofeteado, puesto en cruz, mofado y silbado en ella. Desde aquí oigo los aullidos de un pueblo brutal que prefiere seguir más que a Cristo al infame Barrabás. Desde aquí se percibe el rumor de las masas seducidas que se burlan de Él y le blasfeman y zahieren. ¡Oh pobre Jesús mío! ¡Y Vos solo aquí soportando la vergüenza de esos escarnios! ¡Vos solo aquí con un reducido grupo de amigos fieles, pocos, muy pocos en comparación de los innumerables que reniegan de Vos o por lo menos os vuelven indiferentes el rostro! ¡Ah! Consolaos, dulcísimo Jesús mío, con mis pobres obsequios, y perdonad. Seguid teniendo extendidas las manos para recibir amoroso a tanto ingrato, si por acaso vuelve más tarde a Vos. Mi corazón os ofrezco; pedid de él algún sacrificio que sea en desagravio de vuestro vilipendiado honor. ¡Ojalá pudiera yo ofrecerme víctima sobre este altar por Vos y por mis infelices hermanos!
     
Aquí con mucho fervor se ofrecerá cada cual, al Sagrado Corazón de Cristo sacramentado en expiación por los pecados del Carnaval, aceptando por ellos cualquier tribulación y angustia a que dispusiere sujetarle Su Divina Majestad.
   
Enseguida se rezará la Estación mayor, consistente en seis Padre nuestros, Ave Marías y Glorias, y después los siguientes:

OFRECIMIENTOS Y DEPRECACIONES
    
℣. ¡Señor mío Jesucristo! Por mis hermanos los pobres pecadores acudo solícito a vuestros soberanos pies, para que les concedáis saludable arrepentimiento y filial retorno a Vos.
℟. Perdonadlos, Señor.

℣. Por la pureza sin mancha de vuestra Madre y por la virginal limpieza de su santa maternidad, perdonad a tantos infelices las deshonestidades y lascivias con que embrutecen su alma.
℟. Perdonadlos, Señor.
  
℣. Por la pobreza de vuestro nacimiento y oscuridad de vuestros primeros años, perdonadles a tantos infelices los excesos del lujo con que rinden tributo al mundo y a Satanás.
℟. Perdonadlos, Señor.
   
℣. Por la modestia de vuestros dulces ojos, que nunca miraron mal, y por la prudencia de vuestras palabras, que siempre fueron de edificación y buen ejemplo, perdonadles a tantos infelices las miradas impúdicas que dirigen u ocasionan, y las conversaciones escandalosas, ruina del pudor y de la vergüenza cristiana.
℟. Perdonadlos, Señor.
   
℣. Por vuestros pasos y fatigas en busca de los pecadores, por vuestras congojas y sed en la predicación evangélica, perdonadles a tantos infelices los sacrificios mil de salud con que sirven al mundo y a su carne, en vez de sacrificarse por Vos.
℟. Perdonadlos, Señor.
   
℣. Por aquel amor con que instituisteis el Santísimo Sacramento en la Última Cena, a pesar de que sabías cómo este vuestro misterio de infinita caridad había de ser escarnecido por tantos infelices en Carnaval.
℟. Perdonadlos, Señor.
      
℣. Por la amarga tristeza que en Getsemaní os dieron los excesos de estos días, que claramente veías, y por aquella traición de Judas que tantos infelices repiten hoy.
℟. Perdonadlos, Señor.
   
℣. Por aquella bofetada, por aquellos azotes y espinas, por aquella ignominiosa cruz que pidió para Vos el ingrato pueblo judío, menos culpable que los infelices cristianos que en estos días renuevan vuestra Pasión.
℟. Perdonadlos, Señor.
     
℣. Por las tres negaciones con que os afligió aquel apóstol cobarde a la voz de una criada, que no os afligieron más que las repetidas negaciones con que en estos días abjuran su nombre y carácter de cristianos tantos infelices hijos vuestros.
℟. Perdonadlos, Señor.
     
℣. Por las siete palabras que en la cruz dijisteis, por el vinagre y hiel que allí se os ofreció, por las lágrimas que visteis derramar a vuestra dulce Madre, por vuestras agonías y último suspiro, por vuestra sepultura y Resurrección, que tantos infelices desconocen y olvidan en estos días, como si por ellos no hubieseis padecido, muerto y resucitado.
℟. Perdonadlos, Señor.
   
ORACIÓN
¡Señor mío Jesucristo! Dignaos aceptar en reparación de vuestra divina gloria ofendida, y por mis pobres hermanos extraviados, estas súplicas y ofrecimientos que os dirijo, seguro de la benignidad con que los acogerá vuestro misericordioso Corazón. Compadeceos, Jesús mío, de esos hijos vuestros que habéis redimido con vuestra Sangre, y admitidlos un día al dulce abrazo de vuestra reconciliación. Amén.
  
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
   
DÍA SEGUNDO
Por la señal…
Oración inicial.
   
MEDITACIÓN: CUÁN CIERTA ES LA PERDICIÓN DE MUCHAS ALMAS EN ESTOS DÍAS DE CARNAVAL
     
I. Si no conmueve, oh cristiano, tu corazón el continuo ultraje que en estos días recibe la honra divina, muévete al menos el gran número de hermanos que por los excesos de ellos se lanzan a la perdición. Si vieses caer a derecha e izquierda de ti miles de hombres víctimas de una cruel epidemia, no sería espectáculo tan doloroso como lo es hoy ver a tantos desdichados precipitarse, víctimas de esa pestilencia del vicio, por los caminos de su eterna desventura. ¿Y dices amar al prójimo como a ti mismo, y no te horroriza este estrago de almas tan general? ¿Y nada harás para disminuirlo, si sabes que en tu mano está librar alguna de esas desventuradas víctimas? Sí, en tu mano está por medio de la fervorosa oración a Cristo sacramentado. Ha querido Dios nuestro Señor que cada uno pudiese ser de este modo brazo de salvación para su hermano. Resuélvete, pues, a serlo de los que puedas en esos días infelicísimos del Carnaval. ¡Señor mío Jesucristo! Conceded a mis ruegos, aunque indignos, lo que tanto necesitan esas pobrecitas almas apartadas de Vos. Un rayo de vuestra luz que las haga ver lo peligroso de su estado, un toque de vuestra gracia que las ayude a salir de él. ¡Señor, mirad que se alegra con esa infernal cosecha el demonio vuestro enemigo! No sea inútil el precio de vuestra Sangre en tantos desventurados por quienes como por mí la habéis derramado. Que vean, Señor, que vean esos ciegos de la más peligrosa ceguera, que vean y os bendigan después por toda la eternidad.
   
II. Observa bien, alma mía, cuántos lazos especiales tienden en estos días el mundo, demonio y carne, para hacer suyas las almas, y con qué horrible facilidad se dejan coger éstas en tales redes de perdición. La más vergonzosa licencia se encubre bajo las apariencias de gracejo y buen humor; la orgía más desenfrenada se llama sencillamente desahogo propio de la temporada. La vil lujuria que arruina tantas almas y prostituye tantas honras toma el color de sencillo pasatiempo y distracción; la impiedad volteriana que ríe y hace reír a costa de lo más sagrado no parece sino chiste urbano, y rasgo de ingeniosa y amena galantería. Infinidad de corazones pagan tributo a esa atmósfera de pecado que parece lanzar envenenada sobre la tierra por todos los respiraderos del mismo infierno. ¡Cuántos contraen en estos días la espantosa gangrena que ha de hacer miserable y criminal toda su vida, hasta dar con ellos en los abismos de la eterna condenación! ¡Cuántas muertes de réprobo no tendrán otro origen que esos infames desórdenes con que se torció para siempre el curso de una vida tal vez cristianamente empezada, para no parar sino en las inmundicias de una corrompida ancianidad! ¡Oh Dios mío y Señor mío! A Vos acudo en demanda de gracia y misericordia por tantas almas que aún pueden quizá ser dignas de Vos, por un sincero arrepentimiento. Compadeceos de ellas, de la inexperiencia de su edad, de la locura de sus pasiones, de los ardides mil con que las rodea el enemigo, de las falsas máximas con que las seduce un mundo traidor. Dad, Señor, una mirada compasiva a esos extraviados, un rayo de vuestra soberana luz hará de ellos tal vez las ovejas más fieles de vuestro redil. Escuchad por ellos estas mis oraciones, recibid por ellos mi comunión y mis escasos sacrificios, mi salud, mi honra, mi vida, tomadlas en pago de sus deudas, si con aquellas puedo retornar un alma siquiera de las extraviadas, a vuestros divinos pies. Amén.
    
Rézase la Estación mayor, los Ofrecimientos y la Oración.

DÍA TERCERO
Por la señal…
Oración inicial.
      
MEDITACIÓN: LO QUE AGRADECE DIOS NUESTRO SEÑOR EL DESAGRAVIO QUE SE HACE A SU HONRA, Y LA SÚPLICA QUE SE LE DIRIGE POR LOS PECADORES
  
I. Muchos más serían los corazones consagrados a la dulce tarea de desagraviar a Dios nuestro Señor, si conociesen cuánto agradece y estima esta tal muestra de amor de sus fieles amigos. Sabido es que tanto solemos más apreciar un obsequio, cuanto es más singular y menos acostumbrado. Allí brilla más la acendrada amistad y se echa de ver más firme y animoso el verdadero afecto. Considera, pues, con cuán buenos ojos verá el dulce Jesús las horas que has pasado estos días en su devota compañía, mientras los del mundo se entregaban con tan loco afán a sus culpables o siquiera frívolos y peligrosos devaneos. Paréceme ver al Corazón de nuestro dulce Señor inclinarse más amoroso que nunca a los fieles amigos suyos desde su escondido tabernáculo, para agradecerles y recompensarles con nuevos dones de su caridad esas muestras que se apresuran a darle de reparación y desagravio. ¡Oh, cómo las consolará el divino Esposo en sus aflicciones a tales almas que no le han dejado en su soledad! ¡Oh, cómo les hará en sus tristezas amorosa y delicada compañía! Sí, que muy agradecido es el Corazón de nuestro buen Dios, y no sufre que le aventaje nadie en finezas de correspondencia. ¡Alma mía! Esfuérzate en ser fiel a tu dulce Jesús, cuando son tantos los ingratos que le ofenden y los distraídos que le olvidan. Redobla tu celo, duplica tu fervor, reenciende más y más tu cariñoso anhelo, para suplir con tus adoraciones las que el mundo, demonio y carne roban en estos días a tu adorable Salvador. Hazlo con más ahínco en este último día, y no te pesará en tu última hora haber permanecido constante y fiel a tu ofendido y menospreciado Jesús.
   
II. Ni merecerás menos, alma mía, por el celo que hayas mostrado en rogar e interceder en tales días, y especialmente en este postrero, por los infelices pecadores, que trae ciegos y locos tras sus banderas el infernal caudillo Satanás. Dios nuestro Señor, después de su propia honra y gloria, que es lo más digno de ser enaltecido y glorificado, ama muy especialmente las almas de esas criaturas que para el cielo formó, y por quienes dio toda su Sangre. Y duélele infinitamente a su Corazón amante verlas precipitarse por caminos de perdición, y que por su severísima justicia hayan de ser condenadas a eterno castigo. Insta, pues, suplica, apremia, para que salga quien se interponga entre ellas y el infierno, quien las aparte de sus pésimos senderos, quien las vuelva a sus brazos arrepentidas y reconciliadas. Y para eso quiere que haya quien ore mucho por ellas, quien por ellas se ofrezca, quien por ellas satisfaga y expíe, para facilitarle así a su misericordia, sin perjuicio de su eterna justicia, la grata obra de perdonar. Así que, bien podemos asegurar que nada agradecerá tanto el Divino Señor, y nada recompensará con tan subidas mercedes con la intercesión de los buenos en favor de sus hermanos pecadores. Se asocia a su obra de Redentor y hácese como redentor con Él, quien trabaja y ora, y sufre y expía, para hacer eficaces en las almas de sus hermanos los frutos de la Redención. ¡Oh suavísimo Redentor mío, y que lo sois también de todos mis hermanos pecadores! A ese lauro aspiro yo, y ese espero merecer por vuestra infinita misericordia. ¡Logre yo devolveros alguna de esas almas perdidas que os robó Satanás, logre yo haber alcanzado con mis pobres oraciones y expiaciones algún toque interior de gracia para alguna de ellas en estos días de Carnaval! ¡Poneos de mi parte Vos Señora, Reina y Madre de pecadores, Ángeles y Santos Patronos de esta población, Custodios de los infelices hermanos míos apartados de Dios! Presentad vosotros estas mis últimas súplicas al Altísimo, y alcancen ellas por vuestra recomendación lo que por mis escasos méritos no pudieran tal vez lograr. Amén.
    
Rézase la Estación mayor, los Ofrecimientos y la Oración.

2 comentarios:

  1. En este sitio exponen una serie de deprecaciones para el Triduo de carnaval, tomado de un devocionario llamado "El caballero cristiano":https://rezodehoy.blogspot.com/2017/02/triduo-de-carnaval.html?m=1

    Cabe señalar que en iglesias de España e Italia (no se si también en Latinoamerica) durante el Triduo de Carnaval se realizaban las 40 Horas o liturgias similares, como en la Catedral de Sevilla se montaba un altar de plata que aun se conserva para las exposiciones eucarísticas y tambien se realizaba la danza de los seises.

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    1. Agradecemos tu aporte, que nos esclarece muchísimo. Una vez nos había llegado esa deprecación, pero no nos enviaron la fuente. Es bueno ofrecer reparación por las ofensas contra Dios que se cometen en este tiempo.

      Y admirable también su autor el padre Remigio Vilariño Ugarte, que fue además autor de una Vida de Nuestro Señor Jesucristo y del Devocionario Militar, que tanta difusión tuvo también durante la Cruzada en el Bando Nacional.

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