miércoles, 3 de febrero de 2021

NUESTRA SEÑORA DE LA CONCEPCIÓN DE SUYAPA, PATRONA DE HONDURAS

   
La imagen de la Madre de Dios que más se venera en Honduras es la de Nuestra Señora de la Concepción de Suyapa. Según el historiador Juan Bautista Valladares Rodríguez, el culto a la patrona de Honduras comenzó un sábado de febrero de 1747, cuando su imagen fue descubierta por unos indios de nombre Alejandro Colindres Caravallo y Lorenzo Martínez Calona que, sorprendidos por la noche en el sitio del Piligüín al regresar de su trabajo cosechando maíz en las tierras de Don Juan José Lozano, decidieron quedarse a dormir junto al camino para regresar a su aldea de Suyapa (derivado del pipil –una lengua emparentada con el náhuatl– “Suyapan”, que traduce “en las aguas del suyate” –Acoelorraphe wrightii–, una palma muy frecuente en la región) el domingo.
   
Alejandro puso en un claro de terreno un trapo como almohada, pero al acostarse sentía que un objeto duro le punzaba la cabeza. Lo desenterró a tientas y lo arrojó de sí pensando que era una piedra o raíz, pero este regresaba al sitio. Disgustado, decidió tomarlo y guardarlo en su alforja para examinarlo en la mañana. Al llegar a casa, su madre, la señora Ana Caravallo, pudo ver que se trataba de una pequeña estatua de la Virgen María, por lo que la confió al cuidado de Isabel María, hermana de Alejandro (ella, en 1796, prestó declaración sobre las circunstancias de la imagen). Años después, en 1768, el capitán de caballería José de Zelaya y Midence, mayordomo de la hacienda San José de El Trapiche, recibió el milagro que haría famosa la imagen: sufría él de arenilla, y al serle llevada la pequeña imagen de la Virgen, imploró su intercesión prometiendo erigirle una ermita, y tres días después expulsó tres piedras de la vejiga.
   
Se le erigió una ermita en 1777 en terrenos donados por don Bernardo Fernández Reconco, donde fue trasladada la imagen tres años después. El sitio de Suyapa es mencionado por el acta que levantara el alcalde de Tegucigalpa Narciso Mallol tras su visita en 1820 (aunque mencionando que el hallazgo fue por Lorenzo Martínez Calona).
   
La estatuita, tallada en madera de cedro por algún devoto de la Virgen, no mide más que seis centímetros y medio de alto, con facciones indígenas. Le sirve de pedestal un globo de plata de cinco centímetros. Con el manto y los vestidos que la adornan, llega a una altura de quince centímetros. 
   
En 1913, el párroco Santiago Zelaya inició los trabajos para restaurar la ermita, que culminaron en 1924. Al año siguiente, el Papa Pío XI otorgó, a petición de Mons. Agustín Hombach CM, arzobispo de Tegucigalpa, que esta imagen fuera declarada Patrona de Honduras y que su fiesta, con misa y oficio propios, se celebrara el día 3 de febrero (originalmente se le celebraba el 2). En 1969, durante el gobierno del general Oswaldo Enrique López Arellano, la Virgen de Suyapa fue proclamada Capitana de las Fuerzas Armadas de Honduras.
   
El santuario actual fue construido en 1954 por Mons. José de la Cruz Turcios y Barahona, en terrenos que fueron donados por la familia Zúñiga-Hinestroza en 1943 al entonces administrador archidiocesano Emilio Morales Roque. Este se edificó para resguardar la imagen, que había sido víctima de un robo en la ermita el 12 de abril de 1936, cuando una enferma mental llamada Dolores Chávez Corpeño, de la ciudad de Comayagüela, rompió el camarín hecho siete años antes por Antonio Vega; la imagen fue devuelta al santuario una semana después. No sería ese el único robo que sufrió la imagen, pues en 1982 fue despojada por unos ladrones de su manto de oro y plata y su corona, y la talla fue abandonada en el baño del restaurante local Don Pepe de Tegucigalpa.
   
Nuestra Señora de Suyapa inspiró composiciones musicales como “Hondureños, venid presurosos” del sacerdote (luego pastor bautista) Rafael Moreno Guillén, el más popular “Virgen de Suyapa” de Francisco “Paco” Medina, o el corrido “Morenita de Suyapa” del artista José Reyes Carranza, más conocido como el “Indio Calcañal”.

2 comentarios:

  1. Me gustaría saber de que se trataba aquel tan extraño y no por tanto un poco excentrico caso de las abadesas mitradas, que he leído de ello en algunos sitios, como ejemplo la abadesa de Conversano o la del monasterio de Huelgas. ¿En realidad usaban mitra? Puesto que las abadesas tienen privilegio de usar báculo y pectoral,y otras también tenían privilegios de usar quirotecas, estolas y capas pluviales (aunque solo en muy contadas ocasiones).

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    1. En el Liber Órdinum de la liturgia hispánica se habla de la “mitra religiosa” que deben llevar las abadesas antes de su consagración como tal (en que el obispo le impone el velo y las insignias abaciales: cruz pectoral, báculo –que salvo ocasiones especiales, permanece junto al lugar de la abadesa en el coro– y anillo. Las quirotecas, estola –símbolo de la potestad de leer el Evangelio en la Misa Conventual– y manípulo –símbolo de la potestad para leer la Epístola en la Misa Conventual– eran privilegio de algunas abadesas). Según San Isidoro de Sevilla, este es un tocado similar a un gorro frigio de color blanco, sin reforzamiento interno.

      Ahora bien, por lo que hace a las “abadesas mitradas” como la del Real Monasterio de San Clemente en Sevilla (fundado por San Fernando luego de reconquistar Sevilla), San Benito en Conversano (cuya abadesa, desde Dametta Paleólogo en 1266, recibía incluso el besamanos del clero y la nobleza de Conversano, Castellana y Noja sentada bajo palio en la puerta principal de la abadía flanqueada por sendas monjas que tenían la mitra episcopal y el báculo. La ceremonia –atenuada en 1709 luego de una apelación ante la Sagrada Congregación para los Obispos y Regulares– se realizaba anualmente hasta 1750, cuando fue abolida y suprimida toda jurisdicción por decreto papal) y las Santa María la Real de las Huelgas (habían dos conventos de ese nombre, uno en Burgos y otro en Valladolid. La de Burgos era además abadesa general de los Cistercienses de Castilla y León), a la dignidad y función abacial se sumaban ciertos actos jurisdiccionales de carácter temporal (en la Edad Media, los abades tenían también autoridad de señor feudal) y espiritual (la de Santa María de las Huelgas de Burgos podía conferir incluso cartas dimisorias para las Órdenes Sagradas), en razón del origen y patrocinio que tenían de la realeza.

      En todo caso, para decepción de los que pretenden ver en las abadesas (la primera en ostentar este título fue cierta Serena, que dirigió un convento de vírgenes consagradas junto a Santa Inés fuera de los muros y murió en el año 514 a los 85 años) una justificación para la “ordenación de mujeres”, las abadesas no tienen ninguna atribución del oficio sacerdotal, ni pueden imponer censuras ni conmutar votos.

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