domingo, 21 de febrero de 2021

MES DE LA SANTA FAZ - DÍA VIGESIMOPRIMERO

Tomado del devocionario El mes de la Santa Faz de Nuestro Señor Jesucristo, escrito por el padre Jean-Baptiste Fourault, sacerdote del Oratorio de la Santa Faz y publicado en Tours en 1891; y traducido al Español por la Archicofradía de la Santa Faz y Defensores del santo Nombre de Dios de León (Nicaragua) en 2019.
   
MEDITACIÓN VIGESIMOPRIMERO DÍA: LA SANTA FAZ EN EL POLVO DEL CAMINO.
Oh, Faz adorable, cubierta con sudor y sangre, cayendo en el polvo bajo el peso de la cruz, ten piedad de nosotros.
     
Transportaos alma mía, al lugar del sufrimiento, donde vuestro Dios está a punto de beber hasta la inmundicia, del cáliz del oprobio. A su Santa Faz no le será perdonada la vida; es por encima de todo esto que sus enemigos estarán más enfurecidos. Y harán hasta el último esfuerzo para desfigurar, manchar y oscurecer este espejo de la divinidad encarnada. Pero antes de contemplar tan aterrador espectáculo, entrad en vosotros mismos, recogeos y guardad silencio, y llenaos de una dulce compunción. Que el Espíritu Santo os inspire y dirija en esta piadosa meditación.
                            
1º PUNTO – EL OPROBIO INFLIGIDO A LA SANTA FAZ.
¡Pero qué! ¡Este poderoso conquistador, quien ha resistido con impasibilidad los golpes multiplicados de sus numerosos enemigos, parece ahora estar a punto de caer sobre el camino que conduce a una victoria segura! La carga de su cetro le aplasta, está apoderado por un ataque de aturdimiento y debilidad; y en medio de gente que hierve de furia y gozo brutal, miradle, postrado y extendido en el suelo, con su frente sobre el polvo.
   
Su dulce y gracioso rostro, todavía cubierto de sangre, ensuciado por el polvo, han desaparecido su belleza y esplendor, más ya no puede ser reconocido. Quiere imprimir sobre Su adorable Faz, esta nueva ignominia, sin duda porque desea de este modo dar una lección a nuestra piedad. ¿Cuál es este Misterio, oh, divino Salvador? Permitid que mi alma os pregunte la explicación de ello, después que me detenga por unos pocos instantes para que pueda contemplar vuestros sufrimientos y humillaciones.
                       
2º PUNTO – LECCIONES OBTENIDAS DE ESTA CAÍDA.
Esta caída, oh, hijo mío, os enseñe a compadeceros por aquéllos que caen, no permitáis desalentaros por vuestras propias caídas, sino a levantaros pronto por medio de la penitencia. No fue sólo una vez, sino tres veces, que quise someterme a esta humillación, para enseñaros cuán grande es vuestra debilidad, cuán grande debe ser vuestra falta de confianza en vosotros mismos, y la gravedad de la recaída en el pecado.
   
Este pecado os debilita, os disminuye el horror hacia el mal, debilita vuestras fuerzas, y os acostumbra, cada vez, a sentir la inmundicia en la que caéis, menos repugnante. Aprended también de esta manera, de qué negra ingratitud os volvéis culpables. Os he perdonado y levantado de nuevo.
  
Cuanto deberías haber apreciado mi generosidad, y mi gracia que ha borrado vuestras culpas en mi sangre y ha reestablecido vuestros derechos en el Paraíso. Mirad, en lugar de agradecerme, renováis vuestras ofensas, y os permitís arrastrar vuestras almas y ensuciarlas por el camino del polvo. Mi rostro es más reconocible a los ojos humanos de lo que es vuestra alma a los ojos de Dios. Reconoced vuestro estado, lamentad vuestras caídas, y haced resolución de ahora en delante de llevar una vida mejor, y por encima de todo, evitad el más peligroso de todos los pecados, principalmente, es decir, el de la recaída y abuso de la gracia.
        
Ramillete Espiritual: Non avértas fáciem tuam a me. (Señor, no apartes Tu Rostro de mí. Ps. CXLII, 7).
       
SANACIÓN Y CONVERSIÓN DE PROTESTANTES
Citamos de los testimonios, de Monseñor Monsabré, Cura de Vendôme, en la Diócesis de Blois; del Sr. Dejours, también cura de en la Diócesis de Blois, y de la persona sobre la que tuvo lugar el milagro, el siguiente hecho, extraído del proceso (causa) de canonización del Sr. Dupont.
  
En consecuencia con una sanación que había tenido lugar a una persona perteneciente a Aunay, de nombre Julie Gautier (febrero de 1852), el Sr. Dupont informó al padre Dejours que fue necesario orar fervientemente, y que algunos protestantes que solían estar en su parroquia se convertirían y harían su primera comunión de Pascua ese mismo año.
      
El buen cura miró esas noticas como una profecía, porque no había apariencia, hasta donde se podía ver, que las palabras del Sr. Dupont llegaran a realizarse... Algún tiempo después, Louis Cosson, un protestante perteneciente a Aunay, un hombre recto y temeroso de Dios, y además que frecuentaba las iglesias católicas, vino donde el Sr. Dupont, y le rogó sanara a su esposa, Catherine Marette, quien había estado sufriendo de una afección seria por dos años y medio, la cual había sido considerable incurable por varios doctores.
   
No se atrevió a confesar al siervo de Dios qué religión profesaba, pero el Sr. Dupont lo previó a lo inmediato, y contentándose con hacer prometer al hombre que si su esposa era sanada, él daría su primera comunión el día de Pascua. Se ofrecieron oraciones delante de la Santa Faz, y en respuesta, Louis Cosson se dio cuenta que a la misma hora cuando se ofrecieron estas oraciones, su esposa había sido consciente que alguna mejoría había tenido lugar en su estado de salud. La sanación completa siguió a la conversión de toda la familia.
   
En el Domingo de Quasimodo (Octava de Pascua), el cura de la parroquia recibió la abjuración de Louis Cosson y de sus hijos, quienes al Domingo siguiente dieron su primera comunión, juntos. La mujer que había sido sanada milagrosamente imitó sus ejemplos el 25 de abril. Desde entonces ha estado en excelente estado de salud, y ha seguido siendo buena católica.
  
Varios de sus sobrinos y cuñados, también, desde entonces, hicieron su sumisión a la Iglesia. Además, ella afirma que, habiendo venido varias veces como un acto de gratitud a ofrecer oraciones delante de la Santa Faz, había sido sacudida por la santidad manifiesta en el Sr. Dupont, y reconocía en él «un santo, y un gran santo». Estas son sus propias palabras.
        
INVOCACIÓN
Oh Jesús Salvador, que llamaste de la oscuridad de la herejía al seno de la verdadera Iglesia las ovejas que se habían extraviado del rebaño, concedednos que siempre permanezcamos unidos a la fe que hace santos y al divino Pastor, solo el cual puede conducirnos a los prados de la salvación. Amén.

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