Traducción del artículo publicado en TRADITIO MARCIANA.
El 20 de Marzo salió en Romfea, el sitio de noticias eclesiásticas de la Iglesia Ortodoxa Griega (haciéndose eco del diario seglar Makedonia) la noticia que al centro de salud de Karyés, el principal centro habitado de la República Monástica de la Sagrada Montaña (nombre oficial de Monte Athos, Grecia) llegaron 400 dosis de la vacuna contra el coronavirus wuhanense producidas por la farmacéutica Pfizer-BioNTech, las cuales fueron administradas a 36 monjes y a varios trabajadores laicos en la población, el puerto de Dafni y varias dependencias de los monasterios, con la nota triunfal de era una señal que «Hay alivio entre los monjes porque han comenzado las vacunaciones. […] las reservas iniciales, la negación de algunos, incluso las teorías de la conspiración, han retrocedido», y que entre esos 36 monjes estaba Bartolomé Gazetas, el higúmeno (abad) del monasterio de la Ascensión de Cristo de Esfigmenu, como también otros de Iviron, Kutlumusion y Simonospetras.
Pero la realidad es diversa a ese reclamo: comenzando que este Bartolomé Gazetas es el abad del monasterio (o más correctamente, la hermandad) que estableció el Patriarca de Constantinopla Bartolomé I el 22 de Octubre de 2006, suplantando a aquellos que, dirigidos actualmente por el higúmeno Metodio Papalambrakópulos, desde hace más de 50 años han condenado el ecumenismo falso que ha hecho carrera desde su antecesor Atenágoras I, negándose a conmemorarlo en la Divina Liturgia y resistiendo aun con bombas molotov a los usurpadores (que hasta el presente habitan en un monasterio construido cerca al antiguo); y que si bien el ministro de sanidad griego Basilio Kikilias pidió al arzobispo de Atenas y toda Grecia Jerónimo II Liapis que la Iglesia Ortodoxa de Grecia apoye la vacunación –y que este dijo que deseaba ser el primero vacunado–, Atanasio Martinos, el representante del gobierno griego en Monte Athos, reconoció que el interés por la vacuna es escaso allí: una investigación conducida por la agencia de noticias griega Pentapostagma y reproducida por la bitácora Romeiko Odoiporiko (Viaje romano –entiéndase griego–) y determinó que de los más de 2000 monjes que viven en Monte Athos, menos de 300 –menos del 15%– estaban interesados en ella, correspondiendo aproximadamente a las dosis en existencia del medicamento de marras.
Para más cargar las tintas, el diputado Ciríaco José Velopoulos, presidente del partido nacional-ortodoxo Solución Griega (Ελληνική Λύση), publicó en su cuenta de Facebook la siguiente denuncia:
«Os diré algo comprobado: En la Sagrada Montaña está sucediendo algo malo: chantajean a los monjes para hacerlos vacunar, quieran o no. Son amenazados con ser cazados.Me he enterado directamente por varios ancianos de la Sagrada Montaña. Llevaré este tema al Parlamento. No dejaremos nada en pie. ¡Lo golpearemos!».
Ya varios monjes ortodoxos habían expresado sus reservas frente a las vacunas: el padre Partenio Mourelatos, higúmeno del monasterio de San Pablo (del cual es monje desde 1954), durante la cena de Navidad el 7 de Enero pasado declaró que no dará a ninguno de sus hijos espirituales la bendición para vacunarse; el hieromonje Eutimio, de la kalyva (choza) de la Resurrección entre el complejo abacial de Kapsala, casi desde el año pasado ha advertido a los fieles sobre las vacunas, por sus graves efectos colaterales sobre el cuerpo y sobre el alma; el anciano Gabriel de la kellia (celda) de San Cristódulo de Patmos en el complejo abacial de Kutlumusion; el anciano Pablo de Vouleftiria (ermitaños situados en una zona desértica del Monte Athos), Magister en Biología Molecular y Biomedicina; y muchos otros. La encuesta realizada por Romeiko Odoiporilo revela que muchos monjes literalmente decían «Me niego a ser una cobaya» (Conejillo de Indias). Incluso la baja tasa de contagios en Monte Athos (aunque la mayoría de los monjes son de edad avanzada; y los casos que han habido sin tratamiento médico grave han llevado a la “inmunidad del rebaño”), y no están de acuerdo con el método usado para la vacunación. El monasterio de Vatopedi considera inefectiva e “inapropiada” la vacuna de Pfizer.
No solo eso, el obispo Serafín Stergioulas, metropolita de Citera y Anticitera (que denunció las coronavacunas como productos derivados de abortos y condenó como anticanónicas las acciones de Bartolomé Fanariota frente al cisma ucraniano) declaró en las Vísperas del 21 de Marzo (Domingo de la Ortodoxia, I de la Gran Cuaresma) que las medidas gubernamentes de no besar los iconos o de hacerlo con la mascarilla puesta es una nueva versión de la antigua herejía iconoclasta (contra la cual fue convocado el II Concilio de Constantinopla, conmemorado ese domingo). Opinión compartida por medio de una carta por el arzobispo de Prešov y Eslovaquia Ratislav Gont, Metropolita de la Iglesia Ortodoxa de las Tierras Checas y Eslovaquia, y el arzobispo Jorge Stránský, Eparca de Michalovce-Košice.
Esto demuestra que a pesar de las presiones del mundo y la infiltración de los clérigos traidores varios prelados luchan contra el Novus Ordo Sæculórum (o en griego Νέα τάξις πραγμάτων).
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