El ojo, que es un símbolo de origen egipcio (del cual existen el ojo de Horus o Udyat –en jeroglífico 𓂀–)y que según el gran iniciado René Guenón tiene el significado de omnipresencia y providencia, comenzó a ser un símbolo común en la masonería a partir de 1797 con el libro Freemason’s Monitor de Thomas Smith Webb, 15 años después de implementarse el Gran Sello de los Estados Unidos, representando el “tercer ojo” de los masones.
En cuanto al ojo dentro del triángulo, este surgió a fines del Renacimiento como símbolo de la providencia de Dios, usándose en decoración arquitectónica de varias iglesias (tanto católicas como cismáticas o heréticas) de Europa y América (y también en la India, a juzgar por una pieza de altar procedente de la iglesia siro-malabar de Santo Tomás en Pala, Kerala), en la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano de la Revolución Francesa, ¡e incluso en lápidas judías en Polonia!; y actualmente, el ojo dentro del triángulo es símbolo de la secta caodaísta de Vietnam.
En conclusión, dado que es un símbolo que se presta a múltiples significados (y que puede generar confusión), debe evitarse su uso entre los cristianos.
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