sábado, 3 de abril de 2021

EL VATICANO II, ACOMPLEJADO ANTE LA MODERNIDAD Y NO LO ADMITE

   
EL COMPLEJO DE INFERIORIDAD NO RECONOCIDO DEL CONCILIO
    
Procesión de entrada de los Padres conciliares en octubre de 1962, durante el Concilio
   
En la entrevista concedida a DICI el 12 de marzo de 2021, el Padre Davide Pagliarani, Superior General de la Fraternidad San Pío X, afirmó: “La disolución doctrinal y moral de los últimos años refleja este complejo de inferioridad que los hombres de la Iglesia mantienen frente al mundo moderno”.
    
Esta observación muestra cuánto depende el aggiornamento conciliar de una actitud psicológica en la que se mezcla una gozosa admiración por la modernidad y una sorda desconfianza hacia la Tradición.
    
Desde hace más de 50 años, la admiración se ha manifestado en un optimismo irenista y la desconfianza en el arrepentimiento repetido.
    
Para lograr que esta nueva relación con el mundo fuera aceptada, el Concilio quiso ser pastoral y no doctrinal. Según el Concilio, la doctrina es dogmática, por lo tanto, psicorrígida, y la pastoral es flexible, por lo tanto, misericordiosa.
      
Pero se omite decir que los autores de esta revolución están profundamente acomplejados frente a la modernidad triunfante y avergonzados por la Tradición, a sus ojos, tan pesada.
     
Hoy, los nuevos pastores solo tienen ojos para la ecología. La pastoral se ha vuelto bio-amazónica: debemos salvar el planeta.
    
Antiguamente la Iglesia se preocupaba principalmente por salvar las almas, pero es necesario evolucionar, discernir los “signos de los tiempos” que ahora tienen las trenzas de Greta Thunberg y la redondez de la Pachamama.
    
¿Cuál es el resultado de esta actualización o, más precisamente, de esta adaptación a los gustos actuales? La influencia mediática de la Iglesia hoy en día es inversamente proporcional a su influencia doctrinal y moral.
    
Aparece en los periódicos y en la radio, pero está muriendo en los seminarios vacíos y las iglesias desiertas, con una catequesis indigente y una liturgia profanada.
     
Solo escuchamos los acordes disonantes de la cacofonía pastoral: algunos obispos dan la comunión a los divorciados “vueltos a casar”, otros la niegan; hay sacerdotes que bendicen las uniones homosexuales, otros las condenan... Y el Papa invita a la misericordia pastoral.
    
No es la sociedad contemporánea la que es compleja, son los clérigos los que son complejos. De hecho, la nueva pastoral descansa sobre un complejo de inferioridad.
      
Un complejo no reconocido, porque es inconfesable. Porque manifiesta, fundamentalmente, una pérdida de fe: los hombres de la Iglesia abrazan las ideas del mundo, olvidando que la Iglesia es la esposa de Cristo.
     
¿Esto tiene cura? San Pablo escribió a los romanos: “No os acomodéis a este siglo, antes transformaos, por la renovación de vuestro espíritu, para que experimentéis cuál sea la voluntad de Dios, que es buena y agradable y perfecta” (Rom 12, 2).
     
Los romanos de hoy harían bien en seguir esta sana enseñanza, transformándose “por la renovación del espíritu”, y actualizándose en “la voluntad de Dios, que es buena, agradable y perfecta”.
    
Padre Alain Lorans FSSPX

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