Dispuesto por el Bienaventurado Francisco de Jesús, María y José (en el siglo Francisco Palau y Quer) OCD, Misionero Apostólico, y publicado en Ibiza por la imprenta de Ramón Vidal en 1861. Licencia otorgada por D. Rafael Oliver y Rivas, Gobernador Eclesiástico y Vicario capitular de Ibiza, el 23 de Septiembre de 1861.
INTRODUCCIÓN
El mes de mayo es el mes de las flores y el mes de María. Ha prevalecido ya en todo el orbe católico la santa y laudable costumbre de consagrarlo todo entero a su culto. Consiste este culto en ofrecer a María flores de esta bella estación en representación de nuestras virtudes. En estos ejercicios el buen orden reclama estas dos cosas:
1ª. Entrar en nuestros jardines, coger flores y yerbas odoríficas, reducir todas las que brotan en esta estación a treinta especies distintas, formando de ellas otros tantos ramilletes: ofrecer de éstos uno por día sobre nuestros altares a la que proclamamos por Reina, Maestra, modelo y forma de todas la virtudes, y los treinta ramilletes distintos compondrán el día 31 una gran corona.
2ª. Las flores simbolizan nuestras virtudes. Presentar flores a María es comprometernos a la práctica de las virtudes que figuran. Pues bien, entremos en nuestro interior: nuestra alma es un jardín. Reduzcamos al número treinta todas las virtudes distintas en especie a las que da nombre la teología moral, y siendo representadas por los treinta ramilletes una por cada uno de ellos, tendremos al día treinta y uno, acabada nuestra obra, coronando a nuestra Reina con la guirnalda de todas nuestras virtudes.
La naturaleza de estos santos ejercicios exige se dividan en cuatro puntos, y son los que siguen:
1º. La flor del día.
2º. La virtud que simboliza.
3º. La virtud practicada por María.
4º. La flor del día en manos de María, o la presentación de esta flor.
En la aplicación de las flores a las virtudes hemos observado estas reglas:
1ª. Tomamos las flores y yerbas aromáticas propias de esta bella estación, porque las demás no son del mes de mayo.
2ª. Las flores raras o difíciles de cultivar las colocamos en los jarros del heroísmo, y no presentamos más que las virtudes que están en las manos de todos, y al alcance de la multitud: lo heroico es un caso excepcional.
3ª. Las cualidades propias de nuestras flores son: belleza en su forma, variedad en sus colores, fragancia, abundancia de ellas, y facilidad en su cultivo.
4ª. Proclamamos por reina de las flores a la que reúna con más perfección estas cualidades.
5ª. Conocida la naturaleza de la verdadera virtud, y todas las especies en que se divide y subdivide, por los principios de la sana filosofía y de la teología moral, vistas las propiedades de las flores del mes de mayo, comparando flor con virtud, cualidad con cualidad, hemos hecho la aplicación. Si algo hay en esto que mejorar, que es mucho y muchísimo, se perfeccionará con el tiempo.
Unimos a esta obra treinta y dos láminas: en ellas verá el amante de María representadas las flores de la estación, los jardines, arroyos, fuentes y regadíos: es todo análogo a nuestro objeto. No se mire en las estampitas el mérito artístico, sino lo que simbolizan: si bien deseo, como el que más, que en esta obrita sean dibujadas e impresas las figuras por todo cuanto tiene la pintura de acabado y perfecto, otro perfeccionará lo que presentamos en bosquejo y en tosco diseño.
EXPLICACIÓN DE LA ESTAMPA
El jardín es la Iglesia, el jardín es el alma: hortus conclúsus. Cristo es la fuente siempre perenne que le fertiliza, es la fuente y el hortelano. María nuestra bella y hábil jardinera representada por su nombre. A su cuidado, habilidad y buen gusto fiamos el cultivo de este jardín. Las flores son las virtudes, sus diferentes especies son las especies y variedad de éstas. Las aguas son la gracia; los arroyos, acequias y canales, los santos Sacramentos; las lluvias, los dones del Espíritu Santo correspondientes a las virtudes. Las malas yerbas, los vicios, opuestos por exceso y defecto a las virtudes. Las malas bestias que las devastan, el mundo, los hombres de mala voluntad y los demonios. Los vientos, borrascas, huracanes, hielos, fríos, ardores excesivos de sol, son las malas pasiones. Bajo esta metáfora se desarrolla en las estampas que siguen las plantas que adornan y embellecen nuestros jardines.
Los ejercicios del mes de María, ordenados bajo esta similitud, son en sí muy sencillos y muy análogos, y propios de la primavera. Se fundan en dos compromisos: uno de nuestra parte y otro de parte de nuestra mística y bella jardinera. Nosotros nos comprometemos con propósitos y santas resoluciones a practicar la virtud correspondiente a la flor del día. Sin virtudes no nos recibirán en el Paraíso. No podemos cultivar nuestro jardín, ni sembrarle siquiera, sin la presencia del hortelano Jesús, sin su asistencia, sin aguas, sin gracia y dones, sin la benéfica influencia de uno y mil astros que giran a nuestro alrededor allá en el mundo moral. Pues bien, María se compromete en calidad de jardinera a que llueva sobre nosotros, a tiempos oportunos, gracias, dones y virtudes infusas… María, recibida en sus manos nuestra flor, se encarga de presentarla a Dios, y queda a su maternal amor confiado su cultivo.
VIGILIA DEL MES DE MARÍA
Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
ACTO DE CONTRICIÓN.
Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador Padre, Redentor mío. Por ser Tú quien eres, Bondad infinita, y porque te amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberte ofendido. También me pesa que puedas castigarme con las penas del infierno. Ayudado de tu divina gracia propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Amén.
ORACIÓN PREPARATORIA PARA TODOS LOS DÍAS.
Bellísima y habilísima Jardinera, aquí tenéis a vuestros pies un corazón convertido por sus culpas en bosque lleno de espinas y abrojos, donde tienen sus madrigueras y hacen sus crías las pasiones más feas y vergonzosas: a vuestras órdenes están millares de operarios pendientes de vuestros labios, que esperan les mandéis arrancar de él todo lo malo y todo lo vicioso, y sembrar y plantar lo santo, lo bueno y lo virtuoso. Yo os entrego, yo os doy el terreno de mi alma; mandad, Señora del mundo, mandad, Reina de los Ángeles, y será transformado en un paraíso de delicias para Vos y Vuestro Hijo; mandadlo, y vuestras órdenes serán fielmente ejecutadas. Yo os prometo que cooperaré a mi conversión con santos propósitos y firmes resoluciones; mas ¡ay! éstas serán estériles si Vos no las fecundáis. Yo soy una tierra árida, seca, consumida y abrasada por los ardores de mi concupiscencia; en vuestras manos están las llaves de aquella fuente cristalina y pura cerrada por mis culpas… abrid los favores y las gracias y los dones del cielo correrán a torrentes sobre mí. Yo soy un huerto sin muros abierto a todas las ilusiones del ángel malo, al mundo y a sus vanidades. Yo os constituyo su guardiana, protegedme y amparadme.
Vos, oh amabilísima Hortelana, me pedís durante todo este mes flores y yerbas aromáticas, ramilletes, guirnaldas y coronas, ¡ay de mí! En mi alma no hay otra cosa que confusión, desorden, vergüenza, espinas y un bosque desarreglado. Señora, ordenadle, cultivadle, sembrad en él la semilla de todas las virtudes; plantad en él esas flores que buscáis, ponedlas en orden según sus especies. Aquí estoy, vuestra propiedad soy, no me opondré, no resistiré, sino que cooperaré a la obra santa que en estos días, dedicados a vuestra gloria y al bien de mi alma, Vos os proponéis hacer; principiadla, perfeccionadla y acabadla. Yo os ofrezco estos ejercicios a honra vuestra y a la gloria de vuestro Hijo. Amén.
MEDITACIÓN
I. Las flores del mes de mayo
En la primavera la naturaleza se viste de gala, y se ofrece a su Autor y al hombre que la contempla ataviada como esposa en el día de las bodas, bella, encantadora, risueña, alegre, pura y tanto más virgen, cuanto mayor es su explosión en hojas y flores. El rosal, el lirio, los claveles, los alhelíes, los jazmines y todas las demás plantas floríferas y aromáticas, fertilizadas por las fuentes y arroyos que corren a sus pies, todas, todas anuncian al corazón humano un día de gloria, de dicha y de ventura. Nuestros jardines hablan al hombre con voz muda pero elocuente, y le dicen «ordena tu corazón, siembra en él, planta, cuida, fomenta la virtud».
II. ¿Qué es virtud?
Esta es la primera pregunta que pide una explicación. Practícala, ámala, búscala, y ella te será revelada y descubierta por el mismo amor: ámala, y la conocerás; y si no la amas, las definiciones y cuantas explicaciones se te den sobre ella serán estériles, y cuanto pueda decirse no lo entenderás. Es una disposición del alma o una cualidad que hace bueno al que la tiene y buenas todas sus obras. Unas virtudes las da Dios como autor del orden natural, y son éstas dadas, y no nos cuestan trabajo, y otras las infunde como autor de otro orden sobrenatural, y se llaman infusas. Todas las demás las adquirimos con el trabajo y el cultivo. Las dadas, las adquiridas y las infusas se dividen en humanas y divinas; las humanas son las intelectuales y las morales, y éstas se vuelven a dividir y subdividir en muchas especies, y las divinas son todas las que miran directamente a Dios como a su objeto. Nuestra alma por las virtudes se transforma en un paraíso.
«Eres un jardín cerrado, una fuente sellada, y la fragancia que despides es semejante a un paraíso»
III. Las virtudes en María
Nadie puede mejor encargarse del jardín de nuestra alma que María; ella será nuestra jardinera. Prevenida por la plenitud de las gracias y dones del Espíritu Santo, las poseyó todas en un grado muy sublime, superior al de todos los Ángeles y hombres juntos; y por esto fue escogida por Madre de Dios. Entrega hoy a esta Señora las llaves de tu corazón: dale el jardín de tu alma, y fíate a su maternal solicitud y cuidado.
IV. La formación de una gran corona de flores para María
Dios ha formado con su dedo un gran círculo: es la corona de nuestra gloria. Este círculo le vamos a guarnecer de flores, y esas flores simbolizan nuestras virtudes. Estamos ya resueltos: pondremos en este círculo sagrado todas las flores del mes de mayo, esto es, todas las virtudes: cada día una o más, cada día un ramillete, hasta que completemos nuestra obra.
DEDICACIÓN DEL MES DE MARÍA
Señora: Postrados a vuestros pies dedicamos este mes a la formación de aquella gran corona que os llena de gloria inmensa en el cielo y en la tierra. Pondremos, sobre este círculo santo, flores, y le vestiremos en estos días de las virtudes que prometemos practicar. Es el obsequio más grato que como hijos nos pedís y os vamos a dar.
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
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