jueves, 1 de abril de 2021

DEL LAVADO DE LOS ALTARES EL JUEVES SANTO

   
Una de las ceremonias que se realizan el Jueves Santo es la denudación de los altares, simbolizando cómo Nuestro Señor fue despojado de sus vestiduras por los soldados romanos antes de la Crucifixión. Conexo a esta ceremonia está el lavado de los altares, que rememora el lavado y unción de su Sagrado Cuerpo en preparación para ser sepultado, y simboliza cómo la Sangre de Cristo, divino Cordero, nos purifica de todo pecado para poder acercarnos dignamente al Santo Sacrificio de la Misa.
   
En su obra De los Oficios Eclesiásticos, San Isidoro de Sevilla relata que era costumbre el Jueves Santo lavar los altares e incluso el pavimento de la iglesia, significando el acto de humildad con que Nuestro Señor lavó los pies de sus discípulos; y San Eligio también habla en términos similares de la misma práctica y el mismo motivo. La práctica era conocida en la Edad Media en toda Europa y en Inglaterra, cuyo Missále ad usum Insígnis et Præcláræ Ecclésiæ Sarum describe la ceremonia en estos términos:
«Después de la cena, que todos los clérigos se reúnan en la iglesia para lavar los altares, hacer el Mandato y rezar la Completa.
  
Primero, que se bendiga el agua del modo acostumbrado, fuera del coro y privadamente. Luego que se preparen dos de los Sacerdotes más dignos, con un diácono y subdiácono y dos acólitos, todos revestidos en alba y amito, y que dos clérigos porten vino y agua, y comenzarán desde el altar mayor a lavarlos, vertiendo en ellos vino y agua, y entre tanto el coro canta ante el altar el responso ℞. In monte Olivéti orávit ad Patrem: Pater, si fíeri potest, tránseat a me calix iste: Spíritus quidem promptus est, caro autem infírma. Fíat volúntas tua, diciendo su verso ℣. Verúmtamen non sicut ego volo, sed sicut Tu vis. Fiat volúntas tua y sin Glória Patri. Acabado el verso, el excelentísimo Sacerdote dirá en voz baja la Oración del Santo en cuyo honor fue consagrado el altar, sin la nota que termina Per Christum Dóminum nostrum, ni que la anteceda ni siga el Dóminus vobíscum, sino el Orémus antes de la Oración, y después el ejecutor del oficio besará el altar seguido por los demás clérigos.
Del mismo modo lavarán todos los altares con los responsos y versos, como están ordenados en la predicha historia, esto es 
℞. In monte Olivéti orávit ad Patrem: Pater, si fíeri potest, tránseat a me calix iste: Spíritus quidem promptus est, caro autem infírma. Fíat volúntas tua.
℣.  Verúmtamen non sicut ego volo, sed sicut Tu vis. Fiat volúntas tua.
℞. Circumdedérunt me viri mendáces; sine causa flagéllis cecidérunt me. Sed tu, Dómine defénsor, vindíca me.
℣. Quóniam tribulátio próxima est, et non est qui adjúvet. Sed tu, Dómine defénsor, vindíca me.
℞. Tristis est ánima mea usque ad mortem: sustinéte hic, et vigiláte mecum: nunc vidébitis turbam, quæ circúmdabit me: Vos fugam capiétis, et ego vadam immolári pro vobis.
℣. Ecce appropinquábit hora et Fílius Hóminis tradétur in manus peccatórum. os fugam capiétis, et ego vadam immolári pro vobis.
℞. Ecce vídimus eum non habéntem spéciem, neque decórem: aspéctus ejus in eo non est: hic peccáta nostra portávit, et pro nobis dolet: ipse autem vulnerátus est propter iniquitátes nostras: Cujus livóre sanáti sumus.
℣. Vere languóres nostros ipse abstúlit, et infirmitátes nostras ipse portávit. Cujus livóre sanáti sumus.
℞. Unus ex discípulis meis tradet me hódie; væ illi per quem tradar ego. Mélius illi erat si natus non fuísset.
℣. Qui intíngit manum mecum in parópside, hic me traditúrus est in manus peccatórum. Mélius illi erat si natus non fuísset.
℞. Judas mercátor péssimus ósculo pétiit Dóminum: ille ut agnus ínnocens non negávit Judæ ósculum: Denariórum número Christum Judǽis tradídit.
℣. Avarítiæ inebriátus venéno, dum sitit lucrum pervénit ad láqueum. Denariórum número Christum Judǽis tradídit.
℞.  Una hora non potuístis vigiláre mecum, qui exhortabámini mori pro me? Vel Judam non vidétis, quómodo non dormit, sed festínat trádere me Judǽis?
℣. Dormíte jam et requiéscite, ecce appropinquábit qui me traditúrus est. Vel Judam non vidétis, quómodo non dormit, sed festínat trádere me Judǽis?
℞. Senióres pópuli consílium fecérunt, ut Jesum dolo tenérent, et occidérent. Cum gládiis et fústibus exiérunt tamquam ad latrónem.
℣. Cogitavérunt iniquitátem sibi et egrediébantur foras. Cum gládiis et fústibus exiérunt tamquam ad latrónem.
℞. O Juda, qui dereliquísti consílium pacis, et cum Judǽis consiliátus es trigínta argénteis, vendidísti Sánguinem justum. Et pacis ósculum ferébas, quam in péctore non habébas.
℣. Os tuum abundávit malítia et língua tua concinnábat dolos. Et pacis ósculum ferébas, quam in péctore non habébas.
℞. Revelábunt cœli iniquitátem Judæ, et terra advérsus eum consúrget, et maniféstum erit peccátum illíus, in die furóris Dómini. Cum eis qui dixérunt Domino Deo: Recéde a nobis, sciéntiam viárum tuárum nólumus.
℣. In die perditiónis salvábitur et ad diem ultiónis ducétur. Recéde a nobis, sciéntiam viárum tuárum nólumus.
℞. Circumdedérunt me viri mendáces; sine causa flagéllis cecidérunt me. Sed tu, Dómine defénsor, vindíca me.
℣. Quóniam tribulátio próxima est, et non est qui adjuvet. Sed tu, Dómine defénsor, vindíca me.
Con la oración del Santo, como está dicho.
   
Que ningún responso empiece sino ante el altar, y donde todos cantarán como dijimos arriba. 
  
Siempre en la última ablución cántese el responsorio Circumdedérunt con su verso. Y si hubieren más los altares en la iglesia que los responsorios de la predicha historia, entonces reiníciese la historia guardando el orden señalado, pero siempre se deberá cantar el responso Circumdedérunt en último lugar.
   
Después de lavado el Altar, entren a capítulo, y el diácono leerá el Evangelio Ante die festum (San Juan XIII, 1-15), como se lee en la Misa, y si quiere, dirá el Sermón. Acabado esto, los dos dichos Sacerdotes lavarán los pies de los otros en el coro, uno de un lado y otro del otro, y luego ellos harán lo mismo mutuamente».
   
En su libro de 1818 Descrizione delle funzioni della Settimana Santa nella Capella Pontificia (Descripción de las funciones de la Semana Santa en la Capilla Pontificia), págs. 99-104, el bibliotecario y erudito Francesco Girolamo Cancellieri describe la ceremonia del lavado del altar de la Confesión en la basílica de San Pedro:
Mientras las Maitines y Laudes son cantadas en el Coro, es preparada una mesa cerca al altar mayor, del lado de la Epístola, por el sub-altarista una mesa de madera, sobre la cual se ponen siete vasos, que antes eran de plata, y ahora son de vidrio, y además uno de plata dorada, con vino generoso, que se mandaba de la Cantina de Palacio, y ahora desde la Sacristía, con una vasija de cobre plateado con siete toallas, o secamanos de cándido lino, y otra con siete esponjas. Cuando en el Coro se canta el Benedíctus de las Laudes, son distribuidas a cada Canónigo, Beneficiado y Clérigo beneficiado los hisopos hechos con ramas de boj, pero más comúnmente de sanguino, todos amarrados y ajustados a forma de diadema.
   
En este tiempo el sacristán del Coro prepara sobre la credencia, situada in cornu Epístolæ, un pluvial negro con siete estolas similares. Terminado todo el Oficio, el canónigo hebdomadario, y los seis canónigos ancianos se dirigen a la credencia mencionada, y depuestas sus capas, se ponen la sobrepelliz sobre el roquete, y las estolas negras, y el hebdomadario, depuesta la capa, se pone la estola sobre el roquete, y el pluvial negro. Precediendo la Cruz, y dos candeleros con dos velas amarillas apagadas, portadas procesionalmente por los acólitos, se dirige todo el Capítulo hacia el Altar Mayor con este orden.
    
Preceden los dos custodios, la Cruz en medio de los dos Acólitos, el Seminario, los Clérigos beneficiados, los Beneficiados, los Canónigos, dos con roquete, capa y estola, y el canónigo hebdomadario con el pluvial, en medio de los maestros de ceremonias. Llegados al Altar mayor, sale el acólito con la Cruz, y los acólitos en el altar referido, y se ponen cerca a la Sagrada Mesa por la parte oriental, con la cara dirigida hacia el Clero. Los capellanes, los músicos y los alumnos del Seminario vaticano están a los lados del altar. Todo el capítulo forma un círculo alrededor, y arrodillado, y ahora un poco, unidos al canónigo hebdomadario y a los seis canónigos, que se arrodillan en la primera grada. El hebdomadario entona la antífona Divisérunt sibi, que se prosigue sin canto por los capellanes, músicos y seminario. Luego de esta se recita alternativamente el salmo Deus, Deus meus (Salmo XXI):
Antiphona. Ps. 21, 19. Divisérunt sibi vestiménta mea, et super vestem meam misérunt sortem.
Psalmus 21
Deus, Deus meus, réspice in me: quare me dereliquísti? * longe a salúte mea verba delictórum meórum.
Deus meus, clamábo per diem, et non exáudies: * et nocte, et non ad insipiéntiam mihi.
Tu autem in sancto hábitas, * laus Ísraël.
In te speravérunt patres nostri: * speravérunt, et liberásti eos.
Ad te clamavérunt, et salvi facti sunt: * in te speravérunt, et non sunt confúsi.
Ego autem sum vermis, et non homo: * oppróbrium hóminum, et abjéctio plebis.
Omnes vidéntes me, derisérunt me: * locúti sunt lábiis, et movérunt caput.
Sperávit in Dómino, erípiat eum: * salvum fáciat eum, quóniam vult eum.
Quóniam tu es, qui extraxísti me de ventre: * spes mea ab ubéribus matris meæ. In te projéctus sum ex útero:
De ventre matris meæ Deus meus es tu, * ne discésseris a me:
Quóniam tribulátio próxima est: * quóniam non est qui ádjuvet.
Circumdedérunt me vítuli multi: * tauri pingues obsedérunt me.
Aperuérunt super me os suum, * sicut leo rápiens et rúgiens.
Sicut aqua effúsus sum: * et dispérsa sunt ómnia ossa mea.
Factum est cor meum tamquam cera liquéscens * in médio ventris mei.
Aruit tamquam testa virtus mea, et lingua mea adhæsit fáucibus meis: * et in púlverem mortis deduxísti me.
Quóniam circumdedérunt me canes multi: * concílium malignántium obsédit me.
Fodérunt manus meas et pedes meos: * dinumeravérunt ómnia ossa mea.
Ipsi vero consideravérunt et inspexérunt me: * divisérunt sibi vestiménta mea, et super vestem meam misérunt sortem.
Tu autem, Dómine, ne elongáveris auxílium tuum a me: * ad defensiónem meam cónspice.
Erue a frámea, Deus, ánimam meam: * et de manu canis únicam meam:
Salva me ex ore leónis: * et a córnibus unicórnium humilitátem meam.
Narrábo nomen tuum frátribus meis: * in médio ecclésiæ laudábo te.
Qui timétis Dóminum, laudáte eum: * univérsum semen Jacob, glorificáte eum.
Tímeat eum omne semen Israël: * quóniam non sprevit, neque despéxit deprecatiónem páuperis:
Nec avértit fáciem suam a me: * et cum clamárem ad eum, exaudívit me.
Apud te laus mea in ecclésia magna: * vota mea reddam in conspéctu timéntium eum.
Edent páuperes, et saturabúntur: et laudábunt Dóminum qui requírunt eum: * vivent corda eórum in sǽculum sǽculi.
Reminiscéntur et converténtur ad Dóminum * univérsi fines terræ:
Et adorábunt in conspéctu ejus * univérsæ famíliæ géntium.
Quóniam Dómini est regnum: * et ipse dominábitur géntium.
Manducavérunt et adoravérunt omnes pingues terræ: * in conspéctu ejus cadent omnes qui descéndunt in terram.
Et ánima mea illi vivet: * et semen meum sérviet ipsi.
Annuntiábitur Dómino generátio ventúra: * et annuntiábunt cœli justítiam ejus pópulo qui nascétur, quem fecit Dóminus. 
   
Comenzada la Antífona, se levanta el hebdomadario, y quitándose el pluvial, parte con los otros seis canónigos con estola a la Sagrada Mesa, de la cual, antes que venga procesionalmente el clero, remueve el subaltarista una toalla fina, que la recubre toda, pero sin caer por ninguna parte, y prepara sobre la mesa los siete vasos con vino. 
   
El canónigo altarista con la sobrepelliz sobre el roquete, y sin estola, entrega el vaso al hebdomadario y a los otros seis canónigos, los cuales vierten sobre la mesa todo el vino, y con los hisopos lo lavan. Terminado este lavado, el hebdomadario desciende cerca a la mesa pequeña, y los seis canónicos se ponen en pie en la puertecilla del cancel, entre las columnas de la Confesión. A estos suceden otros seis canónigos, que lavan la Mesa con el mismo modo, esto es, con los aspersorios, y así por orden de ancianidad lo hacen los otros canónicos, los beneficiados y los clérigos beneficiados, y cada uno de ellos retorna a su puesto, acabada la ceremonia.
    
Después de ellos van los capellanes, los clérigos, los alumnos del Seminario y los músicos, a los cuales se les han distribuido previamente los hisopos fuera del coro.
   
Cuando todo el clero ha acabado de hacer esta ceremonia, se lleva por el subaltarista una vasija con siete esponjas, las cuales el canónigo altarista entrega al hebdomadario y a los asistentes, y pulen la Mesa. Luego les entrega los siete secamanos, con los cuales la enjugan. Finalmente el hebdomadario, retomado el pluvial, vuelve a arrodillarse con los seis canónigos asistentes; y los capellanes genuflexos y todo el clero repiten la antífona Divisérunt sibi, y el verso Christus factus est pro nobis obœ́diens usque ad mortem, y después dice el Pater noster en voz baja, y recita la Oración
Réspice, quǽsumus, Dómine, super hanc famíliam tuam, pro qua Dóminus noster Jesus Christus non dubitávit mánibus tradi nocéntium, et crucis subíre torméntum. Qui tecum vivit et regnat in unitáte Spíritus Sancti Deus per ómnia sǽcula sæculórum. Amen.
Luego se arrodilla sobre el pavimento con todo el clero, y venera las tres Reliquias mayores de la Cruz, la Santa Faz y la lanza, preservadas en la galería sobre la estatua de Santa Verónica.
   
Terminada la ostensión de las Santas Reliquias, se van procesionalmente a la Sacristía, donde cada uno se desviste los ornamentos. Partido el clero, el subaltarista, con ayuda de los clérigos, acaba de pulir y enjugar la Mesa, la cual permanece descubierta hasta todo el Viernes Santo.
    
La ceremonia se conserva también entre los monjes dominicos, que la realizan de esta forma: Después de la Misa del Jueves Santo, los frailes, en procesión, llevan el Santísimo Sacramento al sepulcro. Los sacerdotes se dirigen, cada uno acompañado con dos acólitos revestidos con alba (en el rito dominico, durante las fiestas mayores los acólitos usan alba y no sobrepelliz) cargando vinajeras de agua y vino, para la denudación de los altares en el monasterio. El sacerdote luego lavaba los altares (o las aras) con agua y vino. Durante el rito del lavado el sacerdote y los ministros cantan el salmo Miserére (Salmo L).
  
Padre Eugène Sousa OP lavando el ara en la capilla de los hermanos legos en el Priorato de San Alberto Magno en Oakland, CA (c. 1958). El hermano Peter de Man OP sostiene la vinajera de vino y viste alba.

1 comentario:

  1. Muy interesante el desarrollo de esta ceremonia, lástima que ya no se realice. Podría estar seguro que la última vez en que se haría esta liturgia fue en la decada de los cincuenta, antes de las desgraciadas reformas de Bugnini.

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