jueves, 20 de junio de 2024

SUPERIOR DE DISTRITO DE FRANCIA: «LA FSSPX ANUNCIARÁ CONSAGRACIONES EPISCOPALES»


El padre Benoît de Jorna Letellier de Brothonne FSSPX, ordenado sacerdote el 29 de Junio de 1984 por el arzobispo Marcel Lefebvre y desde 2018 superior del Distrito de Francia (antes lo fue entre 1994 y 1996) publicó su “Carta a los Amigos y Benefactores” n.º 95 con el título “Seamos fuertes”, diciendo que la Fraternidad anunciará la consagración de futuros obispos. Por su contenido y trascendencia, presentamos la traducción total de la carta:
Queridos amigos y benefactores,
  
Hace treinta y seis años, el 30 de junio de 1988, monseñor Lefebvre llevó a cabo la “operación de supervivencia” de la Tradición católica al consagrar cuatro obispos auxiliares de la Fraternidad San Pío X.
    
El venerado prelado, sin embargo, había hecho todo lo posible para evitar esta consagración, en particular yendo una y otra vez a Roma para abrir los ojos de las autoridades eclesiásticas sobre la gravísima crisis, quizás la peor de su historia, que atraviesa la Iglesia: deriva de la descomposición doctrinal, y ahora moral, litúrgica, desaparición de la práctica religiosa, preocupante desaparición de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y como consecuencia, borrado cada vez más rápido de la huella cristiana en nuestros países, seguido del establecimiento de leyes de persecución contra el secreto de confesión, predicación evangélica, defensa de la vida, mantenimiento de las normas morales y afirmación de la naturaleza de las cosas.
   
Pero no había pasado nada. Ante esta ceguera inexplicable, monseñor Lefebvre comprendió, en la oración y en la meditación, que la voluntad de Dios era darse auxiliares, luego sucesores, en el oficio episcopal de conferir el sacramento de la confirmación y el sacramento del orden, para que la Iglesia continúe. No habían pasado ni veinte años desde que la Fraternidad San Pío X había sido fundada.
   
Estas consagraciones episcopales enfrentaron a cada católico apegado a la Tradición con la “trágica necesidad de elegir”.
    
Era imposible permanecer neutral, pasar de largo, o fingir que no se había elegido. O aceptaste a los “sacerdotes de Écône”, ordenados por los nuevos obispos, o rechazaste cualquier relación con ellos.
  
Fue una lucha impresionante, que dividió a familias, amigos, asociaciones, y capillas. Aunque, contrariamente a la predicción de monseñor Camille Perl [secretario, y posteriormente vicepresidente de la entonces Pontificia Comisión “Ecclésia Dei”, N. del T.], el 80% de los fieles permanecieron fieles y menos del 20% creyeron que debían separarse.
   
La Sociedad de San Pío X ha celebrado su medio siglo. Desde 1988, ha más que triplicado su número de sacerdotes, de 200 a 700 sacerdotes. Ha multiplicado prioratos, capillas, escuelas, pero también obras de piedad y doctrina, incluso ahora en Internet donde se pueden encontrar miles de textos, grabaciones y vídeos que permiten formarse cristianamente y comprender plenamente tanto la situación actual de la Iglesia, como el papel providencial que allí desempeña la Fraternidad San Pío X, sin haberlo elegido.
   
Para los católicos apegados a la Tradición que recurren al ministerio de la Fraternidad San Pío X, la vida religiosa se ha hecho de alguna manera más fácil, por lo menos en Francia. Conocí a un hombre que, en los años 1970, para asistir a la verdadera Misa, se vio obligado a tomar el tren desde Holanda para reunirse con Monseñor François Ducaud-Bourget [sacerdote aliado de Mons. Lefebvre, y organizador de la toma de la iglesia de San Nicolás de Chardonnet, cuyo rector fue hasta su muerte en 1984, N. del T.] en París. Ya no estamos allí: si todavía él estuviera vivo hoy, ya no tendría que recorrer estos cientos de kilómetros, porque se beneficiaría de cuatro lugares de culto de la Fraternidad San Pío, otros en Bélgica y, finalmente, de lugares de culto en Francia cerca de la frontera.
   
Esta relativa facilidad para una vida cristiana fiel a la Tradición es, como el lenguaje de Esopo, lo mejor y lo peor de las cosas. Esto es bueno, porque permite que más almas se beneficien de las riquezas de la gracia y más fácilmente. Pero también es un peligro, porque corre el riesgo de llevarnos a dormir cómodamente y a perder el vigor, el dinamismo y el impulso de nuestra vida espiritual.
   
Pienso en particular en nuestros jóvenes. Sólo han conocido una Fraternidad San Pío X tan bien instalada en las iglesias y capillas, o al menos en lugares de culto decentes y cómodos, lejos de los cutres y miserables hangares del comienzo. Siempre han conocido la red de escuelas verdaderamente católicas, y nunca han sentido en sus padres la ansiedad de saber transmitir una educación cristiana a falta de una escuela católica digna de ese nombre. Para ellos, los obispos auxiliares de la Fraternidad San Pío X son una institución normal, habiendo de alguna manera existido siempre, sin que ellos se planteen la cuestión de saber cuándo y cómo fueron consagrados.
    
El peligro es que, por esta facilidad (benéfica en sí misma), pierdan el gusto por el esfuerzo, el sentido del combate, el amor al sacrificio. No digo que todos estén gravemente afectados, porque veo a muchos jóvenes “tradicionales” que son generosos, fieles, valientes, y eso me alegra mucho. Pero, al mismo tiempo, es imposible no notar la proporción de quienes, por así decirlo, sólo de manera intermitente siguen la línea de fidelidad absoluta a la fe que nos enseñó monseñor Lefebvre.
   
¿No es una realidad tangible que estos jóvenes provenientes de familias plenamente comprometidas con la lucha de la Fraternidad San Pío X, estos jóvenes que han frecuentado las capillas y las escuelas de la Fraternidad San Pío X, y que descubrimos un día cristianos, un día gente mundana; un día Sociedad San Pío X, un día Ecclésia Dei, incluso carismática; un día misa tradicional, un día misa nueva; un día una peregrinación de Pentecostés en una dirección, un día una peregrinación en la dirección opuesta [referencia a la Peregrinación de Cristiandad de París a Chartres por los Ecclésia Dei, y a la Peregrinación de la Tradición de Chartres a París por la FSSPX, N. del T.]?
   
Sin embargo, para conservar plenamente hoy la fe, no podemos vacilar, transigir, revolotear o diluirnos: correríamos el peligro mortal de deslizarnos por la pendiente del descuido. Al contrario, y no es fácil, debemos ir constantemente contra la corriente, ir en contra del pensamiento dominante, reaccionar ante el mal que nos rodea y trata de penetrarnos. Y es agotador, doloroso, agotador y desalentador. Queremos dejar la bolsa, tumbarnos unos instantes al borde de la carretera, parar, al menos un rato, estando sistemáticamente “en reacción”.
   
Hay allí una gran tentación que nos afecta a todos, pero especialmente a los jóvenes, que aman naturalmente el cambio y la novedad. Por el contrario, la monotonía, la repetición de las mismas (pequeñas) dificultades devoran sus energías, sus buenas disposiciones, sus resoluciones más firmes.
   
Es entonces cuando todos necesitamos, pequeños y grandes, jóvenes y viejos, la virtud de la fortaleza, que renueva constantemente y a pesar del tiempo nuestra determinación absoluta, intangible, de permanecer fieles hasta el final. Esta virtud de la fortaleza, subraya Santo Tomás de Aquino, es particularmente necesaria para soportar un pequeño mal cuando dura mucho tiempo. Porque esta resistencia a un mal pequeño pero interminable se acerca a este método de tortura (probablemente mítico) que llamamos la “tortura de la gota de agua”. Es sólo una gota de agua que cae sobre la cabeza, lo que realmente no duele, sólo provoca una pequeña molestia. Pero la repetición interminable, durante horas, días, acaba resultando absolutamente insoportable.
   
Hoy necesitamos, y en particular nuestros jóvenes, esta virtud de fortaleza que nos permita soportar los pequeños inconvenientes de una vida enteramente fiel a la Tradición católica, mantener la línea recta de la fe, no transigir con aquello que no le conviene, aunque esta “intransigencia” a veces resulta un poco difícil en lo personal, familiar, amical y profesional.
  
Si la virtud de la fortaleza es absolutamente necesaria para perseverar en una vida cristiana totalmente fiel a la Tradición, para soportar los pequeños inconvenientes y la relativa monotonía, también la necesitaremos pronto para afrontar el acontecimiento eclesial que comienza a gestarse.
   
Como dije al principio, el 30 de junio de 1988, monseñor Lefebvre llevó a cabo la “operación de supervivencia” de la Tradición católica consagrando cuatro obispos auxiliares. Estos obispos, que eran bastante jóvenes en ese momento, obviamente lo son menos treinta y seis años después. Como la situación eclesial no ha mejorado desde 1988, es necesario pensar en darles auxiliares, que algún día serán sus sustitutos.
   
Cuando el Superior general anuncie tal decisión, debemos esperar un estallido mediático contra los “fundamentalistas”, los “rebeldes”, los “cismáticos”, los “desobedientes”, etc. En este momento tendremos que afrontar contradicciones, insultos, desprecios, rechazos, quizás incluso rupturas con personas cercanas.
   
La virtud de la fortaleza será muy necesaria para nosotros en esta ocasión crucial, y debemos, a través de ella, demostrar nuestra absoluta fidelidad a la integridad de la fe católica, a la verdadera Tradición de la Iglesia, a Nuestro Señor Jesucristo Rey de las personas, de las familias y de las sociedades, y también a la Fraternidad San Pío X, arca de salvación suscitada por la Providencia en medio del diluvio que amenaza con engullir la Iglesia y la civilización.
   
Padre Benoît de Jorna
Superior del Distrito de Francia
   
Son réverence, muy loable su carta, tiene un lenguaje muy edificante sobre la fortaleza, PERO Vd. y la Fraternidad están contradiciéndose a sí mismos, y le decimos por qué:
  1. Vd. dice en su carta: «Como la situación eclesial no ha mejorado desde 1988, es necesario pensar en darles auxiliares, que algún día serán sus sustitutos». Si la Iglesia conciliar (la misma que su otrora superior general el obispo Bernard Fellay llamaba “iglesia oficial”) es la Iglesia Católica, ¿por qué sería necesario añadir más obispos? Ya ellos tienen miles, y no necesitan más para continuar como están.
  2. Si, como considera actualmente la FSSPX, las órdenes conciliares son válidas, ¿para qué es necesario que ellos, los de la FSSPX, consagren nuevos obispos?
  3. Ahora, si el padre De Jorna afirma que para la continuación de la Iglesia van a consagrar obispos, entonces eso es equiparar a la FSSPX con la Iglesia (cosa que ni el mismo monseñor Lefebvre tenía en mente), máxime si sostienen que la Iglesia Conciliar y la Iglesia Católica son una misma realidad.
  4. La FSSPX envió a Roma los resultados del Capítulo general de 2018 en busca de ratificación (como si estuvieran bajo su control). Ahí que surge la pregunta: ¿enviaron a Roma los expedientes de los pontenciales candidatos para la consagración episcopal?
  5. La FSSPX retiene como válidas las consagraciones bajo el rito moderno. Prueba de ello es que Vitus Huonder celebrara de pontifical los 50 años de su “instalación” presbiteral, y que él “consagrara” los santos óleos en la Misa Crismal de 2023, y una iglesia en Suiza el 29 de Septiembre de ese año. Si van a hacer las consagraciones, ¿por qué no recurren a los obispones pseudotradis como Atanasio Antonio Schneider Trautmann, Gerhard Ludwig Müller Straub o Raymond Leo Burke Nicks, a los que Roma preferiría como consagrantes (así los nuevos obispos sean controlados o elegidos por Roma?
  6. En 2015, la FSSPX protestó contra la consagración que el obispo Richard Williamson hizo de Jean Michel Faure (quien dicho sea de paso, era un candidato para la “operación de supervivencia”, pero lo descartaron), y ocho años después, sacerdotes de la Frater despotricaban con toda bilis contra las consagraciones por Mons. Rodrigo da Silva de Fernando Altamira y Pierre Roy. Una futura consagración de la FSSPX debe contar con el visto bueno de Roma, so pena de incurrir en la misma acusación de «ya no reconocen a las autoridades romanas, excepto de una manera puramente retórica» que lanzaron contra Williamson y Faure.
  7. En un artículo sarcástico publicado en 2023, la FSSPX negó los rumores de preparativos para una consagración episcopal. ¿Por qué la necesidad de tales preparativos no existía en 2023 y sí en cambio y de súbito en 2024 piden fortaleza para las críticas que de ello vendrán? Y si de la Curia general de Menzingen saltan nuevamente diciendo que TAMPOCO hay necesidad, quedarán necesariamente como engañadores, porque viven sembrándoles a sus fieles la ilusión y después salen con nada.

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