El pasado 13 de Mayo, el Dicasterio para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos del Vaticano aprobó con el (Prot. n. 276/24) la “Missa pro Anno Sancto” (Misa por el Año Santo) para el Jubileo 2025, que irá desde el 24 de Diciembre de 2024 hasta el 6 de Enero de 2026 inclusive. Hasta entonces, solo existía la “Missa l’Anno Santo”, la musicalización de las partes fijas (Kýrie, Glória, Sanctus y Agnus Dei) que compusiera George Ratzinger, el controvertido hermano del “Emérito”, en el año 2000.
Los textos en inglés, español y latín fueron publicados el 13 de Septiembre por la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (los pasajes bíblicos en español fueron tomados por ellos del Leccionario de 1993, publicado por la Conferencia del Episcopado Mexicano). Y a falta de uno, sacaron tres. De entrada, no hay mucho que comentar, porque los tres formularios son de nueva factura, pero igual vamos a analizarlos:
MISA “A”
El introito es del Salmo 26 (27), 14: «Exspécta Dóminum, viríliter age;
et confortétur cor tuum, et sústine Dóminum [Espera en el Señor y sé fuerte;
ten valor y abandónate al Señor] (T.P. Allelúja.)».
La Oración es la siguiente:
«Omnípotens sempitérne Deus, fervens humáni cordis desidérium, réspice benígnus pópulum tuum per hoc grátiæ tempus peregrinántem, ut, Christo refúgio salútis suæ coniúnctus, ad beátæ spei finem felíciter adveníre possit. Per Dóminum [Dios todopoderoso y eterno, ardiente deseo del corazón humano, mira con bondad a tu pueblo peregrino en este año de gracia para que, unido a Cristo, roca de salvación, pueda llegar con alegría a la meta de la bendita esperanza. Por nuestro Señor Jesucristo]».
Como no existe la Oración secreta, sino que se dice en voz alta como todas las demás partes, la Oración sobre las ofrendas es la siguiente:
«Oblatiónes famíliæ tuæ, quǽsumus, Dómine, súscipe miserátus, ut, sub tuæ protectiónis auxílio, et colláta non perdat, et ad ætérna dona pervéniat. Per Christum Dóminum nostrum [Recibe, Señor, con bondad, estas ofrendas de tu familia santa, para que, con la ayuda de tu protección, conserve los dones recibidos y llegue a poseer los eternos. Por Jesucristo, nuestro Señor]».
A esta le dedicaron el siguiente prefacio “Christus spes única” (Cristo, nuestra única esperanza):
«Vere dignum et justum est, ǽquum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens ætérne Deus: Hoc témpore grátiæ, fílios tuos in unam famíliam cóngregas, ut, vitæ Verbo illustráti, mystérium Fílii tui crucifíxi et resurgéntis summo gáudio célebrent. Ipse, salus semper imploráta sempérque exspectáta, omnes ad mensam suam vocat, córporis ac spíritus vúlnera sanat, contristátis lætítiam donat. Propter hæc ómnia benevoléntiæ tuæ signa, viva fide ad certiórem spem renáscimur et nosmetípsos frátribus offérimus efficáci dilectióne, Dóminum, donec véniat, præstolántes. Per quem, cum Ángelis et ómnibus Sanctis, hymnum laudis tibi cánimus, sine fine dicéntes [En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. En este tiempo de gracia reúnes a tus hijos en una sola familia, para que, iluminados por la Palabra de vida, celebren con gozo el misterio de tu Hijo crucificado y resucitado. Él, salvación siempre invocada y siempre esperada, llama a todos a su mesa, cura las heridas del cuerpo y del espíritu, da la alegría a los afligidos. Por todos estos signos de tu benevolencia, con fe viva renacemos a una esperanza más cierta y nos ofrecemos a nuestros hermanos con amor constante, a la espera del retorno del Salvador. Por él, con los ángeles y los santos, te cantamos el himno de alabanza, diciendo sin cesar]: Sanctus, Sanctus, Sanctus…».
La antífona de comunión proviene de San Lucas 4, 18 y 19, y va así: «Spíritus Dómini super me;
evangelizáre paupéribus misit me,
et prædicáre annum Dómini accéptum [El Espíritu del Señor está sobre mí;
él me ha enviado a anunciar
la Buena Nueva a los pobres,
a proclamar el año de gracia del Señor] (T.P. Allelúja.)»
La oración postcomunión es esta:
«Deus, qui nos uno pane réficis et única spe susténtas, tua nos páriter grátia corróbora, ut, facti unum in Christo corpus et unus spiritus, ad glóriam cum ipso resurgámus. Qui vivit et regnat in sǽcula sæculórum [Señor Dios, que nos alimentas con un mismo pan y nos sostienes con una misma esperanza, fortalécenos igualmente con tu gracia, para que todos formemos en Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu, y resucitemos con él a la gloria. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos]».
A esta misa la acompaña la bendición veterotestamentaria de Números 6, 24-26 (por lo que conjeturamos un uso de este formulario para los días feriales de la apertura de la puerta –mentira, esta vez solo habrá Puerta Santa en las basílicas jubilares de Roma–, o después de Año nuevo):
℣. Benedícat vobis Dóminus, et custódiat vos [Que el Señor los bendiga y los guarde]. ℟. Amen.℣. Illúminet fáciem suam super vos, et misereátur vestri [Que haga resplandecer su rostro sobre ustedes y les muestre su misericordia]. ℟. Amen.℣. Convértat vultum suum ad vos, et donet vobis suam pacem [Que vuelva su mirada hacia ustedes y les conceda su paz]. ℟. Amen.Et benedíctio Dei omnipoténtis, Patris, et Fílii, ✠ et Spíritus Sancti, descéndat super vos et máneat semper [Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo ✠, y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y permanezca para siempre]. ℟. Amen.
MISA “B”
El introito es del Salmo 89 (90), versos 1-2: «Dómine, refúgium factus es nobis a generatióne et progénie; a sǽculo, et in sǽculum tu es [Señor, tú has sido nuestro refugio
de generación en generación.
Desde siempre y para siempre tú eres Dios] (T.P. Allelúja.)».
La Oración es la siguiente:
«Deus, qui in plenitúdine témporum Fílium tuum in mundum misísti Salvatórem, concéde, quǽsumus, ut in hoc sǽculo peregrinántes lux paschális eius mystérii ad te, únicam spem nostram, ducat. Per Dóminum [Oh Dios, que en la plenitud de los tiempos enviaste a tu Hijo al mundo como Salvador, te rogamos nos concedas a quienes peregrinarnos en este mundo que, con la luz de su misterio pascual, nos guíe hasta ti, nuestra única esperanza. Por nuestro Señor Jesucristo]».
Como no existe la Oración secreta, sino que se dice en voz alta como todas las demás partes, la Oración sobre las ofrendas es la siguiente:
«Quæ tuis altáribus exhibémus, Dómine, hunc annum sanctum lætánter celebrántes, sint tibi múnera accépta, ut ipsíus æternitátis mereámur esse consórtes, qui mortalitátem nostram sua mortalitáte curávit, Jesus Christus, Dóminus noster. Qui vivit et regnat in sǽcula sæculórum [Que te sean agradables, Señor, las ofrendas que ponemos sobre tu altar, celebrando con alegría este año santo, para que, merezcamos ser partícipes de la eternidad de aquél que con su muerte nos hizo inmortales, Jesucristo, nuestro Señor. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos]».
A esta le dedicaron el siguiente prefacio “Christus spes vera” (Cristo, nuestra verdadera esperanza):
«Vere dignum et justum est, ǽquum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens ætérne Deus: per Christum Dóminum nostrum. Qui Fílius tuus, ante sǽcula génitus, natus est in témpore de María Vírgine, et a Spíritu Sancto unctus, in nómine tuo annum grátia prædicávit: consolatiónem míseris, captívis redemptiónem, toti dénique humáno géneri salútem et pacem. Ipse enim única est spes vera quæ ómnium excédens exspectatiónem, univérsa sǽcula irrádiat. Et ídeo, cum Angelis et Sanctis univérsis, te collaudámus, sine fine dicéntes [En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro. El cual, Hijo tuyo engendrado antes de todos los siglos, nacido en el tiempo de la Virgen María, y ungido por el Espíritu Santo, anunció, en tu nombre, un año de gracia: el consuelo para los afligidos, la liberación para los cautivos, la salvación y la paz para todo el género humano. Él es la única y verdadera esperanza que, sobrepasando toda espera, ilumina todos los siglos. Por eso, con todos los ángeles y santos, te alabamos, proclamando sin cesar]: Sanctus, Sanctus, Sanctus…».
La antífona de comunión proviene de Tito 2, 12-13: «Juste et pie vivámus in hoc sǽculo,
exspectántes beátam spem et advéntum glóriæ magni Dei [Vivamos ya desde ahora
de una manera sobria, justa y fiel,
en espera de la gloriosa venida
del gran Dios y Salvador] (T.P. Allelúja.)»:
La oración postcomunión es esta:
«Sanctíficet nos, quǽsumus, Dómine, mensa tua participátio, et præsta, ut, quam Unigénitus tuus in cruce operátus est salútem, omnes gentes per Ecclésiæ tuæ sacraméntum gratánter accípiant. Per Christum Dóminum nostrum [Señor, que la participación en tu mesa nos santifique, y concede que todos los pueblos reciban con gratitud, por medio del sacramento de tu Iglesia, la salvación que tu Unigénito consumó en la cruz. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos]».
Este formulario concluye con la siguiente oración sobre el pueblo (por lo tanto concluimos que este formulario específico puede ser para la cuaresma, no obstante la mención del sacrificio pascual»):
«Adésto, Dómine, supplícibus tuis et spem suam in tua misericórdia collocántes tuére propítius, ut in sancta conversatióne tibi fidéles permáneant, et, consequéntes sufficiéntiam temporálem, promissiónis tuæ perficiántur herédes in ætérnum. Per Christum Dóminum nostrum [Dios y Padre nuestro, escucha a los que te suplican y defiende bondadoso a los que ponen su esperanza en tu misericordia, para que tus fieles perseveren en el camino de la santidad y, consiguiendo lo necesario para su vida temporal, lleguen a ser herederos para siempre de tu promesa. Por Jesucristo, nuestro Señor]. ℟. Amen.Et benedíctio Dei omnipoténtis, Patris, et Fílii, ✠ et Spíritus Sancti, descéndat super vos et máneat semper [Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo ✠, y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y permanezca para siempre]. ℟. Amen».
MISA “C”
El introito es de Tito 3, versos 5 y 7: «Deus salvos nos fecit per lavácrum regeneratiónis
et renovatiónis Spíritus Sancti,
justificáti grátia ipsíus
herédes simus secúndum spem vitæ ætérnæ [Dios nos salvó mediante el Bautismo que nos regenera
y nos renueva por la acción del Espíritu Santo;
así, justificados por su gracia,
nos convertiremos en herederos,
cuando se realice la esperanza
de la vida eterna] (T.P. Allelúja.)».
La Oración es la siguiente:
«Deus, qui humáno géneri per Fílium Unigénitum et salútis remédium et vitæ ætérnæ donum contulísti, concéde ómnibus in ipso renátis et velle quæ prǽcipis et posse, ut pópulus ad regnum tuum vocátus sit in fide stábilis, spe gaudens, et in caritáte éfficax. Per Dóminum [Oh Dios, que has dado al género humano, por medio de tu Hijo Unigénito, el remedio de la salvación y el don de la vida eterna, concede, a cuantos han renacidos en él, la gracia de querer y hacer cuanto ordenas, para que el pueblo, convocado a tu reino, permanezca firme en la fe, alegre en la esperanza y eficaz en la caridad. Por nuestro Señor Jesucristo]».
Como no existe la Oración secreta, sino que se dice en voz alta como todas las demás partes, la Oración sobre las ofrendas es la siguiente:
«Réspice, Dómine, in fáciem Christi tui, única spes nostra, qui pro ómnibus redemptiónem trádidit semetípsum, ut per eum ab ortu solis usque ad occásum nomen tuum magnificétur in géntibus, et una ubíque majestáti tuæ exhibeátur oblátio. Per Christum Dóminum nostrum [Mira, Señor, el rostro de Cristo, tu Ungido, nuestra única esperanza, que se entregó a sí mismo en redención de todos, para que por él tu nombre sea glorificado en todas las naciones y en todo lugar se ofrezca un único sacrificio a tu majestad, desde donde sale el sol hasta el ocaso. Por Jesucristo, nuestro Señor]».
¿De dónde ofrecerán el Sacrificio, si su misa de ellos no tiene la Transubstanciación, precisamente porque ellos adulteraron las palabras de la Consagración convirtiéndola en una simple “narración de la Institución”?
A esta le dedicaron el prefacio “Christus, Deus et homo, Salvátor ómnium” (Cristo, Dios y hombre, Salvador de todos):
«Vere dignum et justum est, ǽquum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens ætérne Deus: per Christum Dóminum nostrum. In ipso enim promissiónes tuæ véteres adimpléntur, umbra cedit lúmini, mundus iam renovátur, et homo nova fit creatúra. Per oblatiónem sui semel in cruce factam, fílios tuos, qui erant dispérsi, vóluit in unum congregáre; et exaltátus in glória, primogénitus in multis frátribus, spem ætérni gáudii nobis pandit. Unde et nos, Dómine, cum Angelis et Sanctis univérsis, tibi confitémur, in exsultatióne dicéntes [En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro. En él se cumplen tus antiguas promesas, la sombra cede su lugar a la luz, el mundo se renueva y el hombre se convierte en nueva creatura. Por su oblación, una vez para siempre, en la cruz, quiso congregar en la unidad a todos tus hijos dispersos; y exaltado en la gloria, primogénito de muchos hermanos, nos lleva a la esperanza de los gozos eternos. Por eso, Señor, con todos los ángeles y los santos, te alabamos, cantando llenos de alegría]: Sanctus, Sanctus, Sanctus…».
La antífona de comunión proviene de San Mateo 28, 20: «Ecce ego vobíscum sum ómnibus diébus, dicit Dóminus,
usque ad consummatiónem sǽculi [Sepan que yo estoy con ustedes todos los días,
hasta el fin del mundo, dice el Señor] (T.P. Allelúja.)».
La oración postcomunión es esta:
«Cælésti pane roboráti, quǽsumus, Dómine, ut, Evangélio vitæ júgiter adhæréndo, ferméntum vivíficans et salútis instruméntum humáno efficiámur consórtio. Per Christum Dóminum nostrum [Fortalecidos con el pan del cielo te pedimos, Señor, que, permaneciendo unidos a tu Evangelio, seamos fermento de vida e instrumento de salvación, en medio de la comunidad humana. Por Jesucristo, nuestro Señor]».
A esta misa la acompaña la bendición siguiente:
℣. Pax Dei, quæ exsúperat omnem sensum, custódiat corda vestra et intellegéntias vestras in sciéntia et caritáte Dei, et Fílii sui, Dómini nostri Jesu Christi [Que la paz de Dios, que sobrepasa todo anhelo y esfuerzo humano, custodie su corazón y su inteligencia en el amor y conocimiento de Dios y de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor] ℟. Amen.Et benedíctio Dei omnipoténtis, Patris, et Fílii, ✠ et Spíritus Sancti, descéndat super vos et máneat semper [Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo ✠, y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y permanezca para siempre] ℟. Amen.
Este formulario puede ser más para el tiempo pascual, o para otros eventos.
***
En cualquiera de los tres formularios se emplean los siguientes textos para el “tiempo ordinario” (el cual no existe sino para una espiritualidad ordinaria), y como es tradicional en los modernistas, hay para escoger (Para Adviento, Navidad, Cuaresma y Pascua, se emplearán los textos feriales de estos tiempos):
- La lección puede ser de Isaías 61, 1-3a. 6a. 8b-9: «Unxit me Dóminus et evangelizáre paupéribus misit me, et dare eis óleum gáudii [El Señor me ha ungido y me ha enviado a anunciar la buena nueva a los pobres
y a darles un aceite perfumado de alegría]»; o
Romanos 5, 5-11: «Cáritas Dei diffúsa est in córdibus nostris [Dios ha infundido su amor en nuestros corazones]».Es más que posible que el párroco de San Típico o la señora Charo/Karen de su Consejo Parroquial escoja la segunda opción, ya que al oír de la venganza del Señor en el verso 2 de la profecía de Isaías se les haga un nudo en la garganta y deban recurrir a mil gimnasias mentales (para no decir otra expresión que la modestia cristiana prohíbe usar) para explicarla.
- El salmo responsorial es el salmo 88 (89), versos 21-22, 25 y 27; y el responso de la primera mitad del verso 2: «Misericórdias tuas, Dómine, in ætérnum cantábo [Cantaré eternamente las misericordias del Señor]».
- El Aleluya y su verso procede de Isaías 61, 1 (cf. Lc 4, 18) «Spíritus Domini super me; evangelizare paupéribus misit me [El Espíritu del Señor está sobre mí. Me ha enviado para anunciar la buena nueva a los pobres]».
- La perícopa evangélica proviene de San Lucas 4, 16-21: «Misit me prædicare annum Dómini accéptum [El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido]».
Desde luego, para nosotros los verdaderos católicos, este formulario no tiene valor alguno.
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