«Algunos se atormentan buscando la manera de amar a Dios. Estas pobres almas no saben que no hay ningún método para amarle fuera de hacer lo que le agrada» (San Francisco de Sales).
San Lamberto nació en Maastrich (Holanda), y llegó a brillar en los campos de batalla, pero luego siguió la vocación que el Señor le inspiró y se ordenó sacerdote. Más tarde fue obispo de su ciudad natal. Gozó de estrecha amistad con el rey Childerico II, rey de Austrasia; pero, asesinado este monarca en 673, San Lamberto fue depuesto y expulsado de la sede por su sucesor Ebroino, quien puso en el obispado a un hombre malvado e ignorante, Faramondo. Se retiró entonces a la recién fundada abadía de Stavelot, en Bélgica. Allí vivió durante siete años tan humilde, obediente y fervoroso como un joven novicio. Tambien predicó en el bajo Mosa junto a San Vilibrordo.
A la muerte de Ebroino, el nuevo mayordomo de palacio Pepino de Heristal le fue a buscar para volverle a su sede. Este príncipe débil se amancebó con Alpaida, y el obispo le reprendió su pecado. La depravada hembra se deshizo del santo valiéndose de Dodón, que asesinó al obispo de Maastricht en 696. En el lugar de su martirio se construyó una iglesia (que sin embargo fue destruida por el Francés en la Revolución) y Lieja, que no era más que una aldea, se convirtió en una ciudad importante por el influjo de peregrinos, tanto que San Huberto, sucesor de San Lamberto, trasladó la sede episcopal a esta. Hoy día, ciento cuarenta iglesias belgas llevan su nombre.
ORACIÓN (Del Misal propio de Lieja).
Te rogamos, oh Señor, que la intercesión de tu bienaventurado Mártir y Pontífice San Lamberto no deje de apaciguar tu justicia, y haga de nosotros devotos servidores tuyos. Por J. C. N. S. Amén.
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