martes, 24 de septiembre de 2024

BECCIU, CONDENADO PORQUE A BERGOGLIO LE CALENTARON EL OÍDO

Noticia tomada de GLORIA NEWS.
   

El proceso Becciu tuvo su origen en un grupo de espías que susurraban mentiras al oído de Francisco, escribe Faro di Roma el 22 de Septiembre, citando a Il Tempo. Un grupo de espías conformado, inter ália, por financieros, magistrados y periodistas, utilizaron información de cuentas bancarias para realizar supuestos expedientes, de acuerdo a una investigación del fiscal de Perusa Raffaele Cantone.
    
Becciu estuvo durante mucho tiempo en el punto de mira de L’Espresso (propiedad desde fines de 2023 del oligarca petrolero milanés Donato Ammaturo).
    
En octubre de 2019, L’Espresso reveló negociaciones entre la Secretaría de Estado vaticana y el financiero Raffaele Mincione para la compra de un palacio en Londres, intentando arrojar sombras sobre la gestión financiera del Vaticano.
    
El artículo se basaba en un pirateo ilegal de bases de datos llevado a cabo meses antes por el financiero Pasquale Striano (más sobre él a continuación).
      
Al mismo tiempo, en el Vaticano, algunos miembros del círculo mágico de Francisco convencieron a Bergoglio de que el cardenal Becciu estaba «robando dinero del Vaticano».
   
La caída de Becciu comenzó con una cena en el restaurante Lo Scarpone en el Janículo, a la que fue invitado el 5 de Septiembre de 2020 por el monseñor Alberto Perlasca. El pretexto: agradecerle la amistad y el intento de reintegrarlo en el cargo de jefe de la Oficina Administrativa de la Secretaría de Estado, del que fue apartado por estar investigado (Perlasca sí) por el caso de Londres.
   
En la cena, Becciu le confiesa a Perlasca que no está de acuerdo con la investigación ordenada por Bergoglio a la Secretaría de Estado, porque contradice la separación Iglesia-Estado. Sin saberlo el cardenal, la conversación fue grabada y el audio le fue entregado a Bergoglio. El resto, es lo que ya se sabe: el jueves 24 de septiembre de 2020, Bergoglio convocó a Becciu y le llamó ladrón, mientras sostenía un ejemplar de L’Espresso que aún no estaba a la venta hasta el domingo siguiente.
    
Bergoglio le dijo a Becciu que no le consideraba responsable del asunto del palacio de Londres, pero [falsamente] le acusó de haberse embolsado 100.000 euros del dinero del Vaticano que habían sido entregados a una cooperativa católica de la diócesis natal de Becciu en Cerdeña. Finalmente, Bergoglio condenó a Becciu, y Perlasca fue absuelto por su chivatería.
     
Según Il Tempo, esta acusación se basa en dos mentiras.
  1. La primera mentira: los detractores de Becciu dijeron que un financiero había descubierto que ese dinero había sido retirado para uso personal por el hermano de Becciu, que tenía acceso a las cuentas de la cooperativa. Durante el juicio, sin embargo, se demostró que el dinero no había sido malversado, sino depositado regularmente en el banco.
  2. La segunda mentira fue que el Ministerio de Finanzas italiano había descubierto el desfalco e informado a la justicia vaticana. Pero nunca se llevó a cabo tal investigación o acción.
Según Il Tempo, el financiero que accedió ilegalmente a las bases de datos para espiar a Becciu era Pasquale Striano.
    
Las investigaciones han rastreado los contactos de Pasquale Striano en el Vaticano. Disponía de una tarjeta de acceso a la Santa Sede, pero al mismo tiempo se ponía a disposición de los agentes de los servicios secretos italianos, que buscaban informes sobre transacciones sospechosas en las que estuvieran implicadas personalidades influyentes del Vaticano.
     
Entre 2019 y 2022, Striano llevó a cabo extensas búsquedas ilegales de datos, accediendo a más de 33.000 archivos de fuentes italianas y vaticanas, muchos de ellos relacionados con personas e instituciones de alto perfil dentro del Vaticano.
    
Una de las víctimas de Striano fue monseñor Giovanni Ermes Viale, que también fue defenestrado como consecuencia del espionaje de Striano.
     
Según Il Tempo las actividades ilegales de Striano estuvieron en el origen del proceso Becciu.
   
Striano colaboró estrechamente con Silvio Adami, un oficial de los servicios de inteligencia italianos, proporcionándole información sobre diversas figuras del Vaticano.
       
Estas maquinaciones formaban parte de actividades de expediente más amplias que alimentaron escándalos relacionados con el Vaticano, incluidas acusaciones de mala conducta financiera contra Becciu que Francisco creyó, aunque más tarde se demostró que estaban basadas en información errónea.

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