Traducción del Comentario de los Padres de TRADITIO.
Una vez que la bola de la revolución litúrgica comenzó a rodar con la “Nueva Misa Latina” de 1962, pasaron solo cinco años antes de que se agregaran tres nuevos “cánones” y se destripara el canon de 1962.
Ahora hay más de cien de estas “plegarias eucarísticas” que no tienen poder para confeccionar la Santísima Eucaristía y la “Nueva Misa” protestante-masónico-pagana de 1969 se apoderó de la Iglesia Conciliar.
1962 fue un mal año para la proto-Iglesia Novusordita. Fue en ese año que se cometió el crimen más horrendo, cuando se pretendió tocar el Canon Sagrado de la Santa Misa, que se remonta a la Iglesia primitiva y que no había sido tocado desde el pontificado del Papa San Gregorio Magno en el año 600. Muchos verdaderos papas, cuando se les pidió que añadieran el nombre de San José al Canon, dijeron que no tenían el poder para hacerlo. Pío IX respondió específicamente: «¿Quién soy yo para hacer eso? ¡Soy sólo el Papa!». ¡Ése sí es un Papa verdaderamente católico!
Esta corrupción, aunque pueda parecer insignificante para quienes no hayan estudiado la Teología Sacramental de la Iglesia, dio inicio a la Revolución Litúrgica del Anticoncilio Vaticano II (1962-1965). El “Misal de 1962” fue anunciado apenas unas semanas antes de que comenzara el Anticoncilio y estableció el principio para la Iglesia Conciliar de que todo podía ser alterado, incluso el Canon Sagrado.
Una vez que la pelota empezó a rodar con el “Nueva Misa Latina” de 1962, pasaron solo cinco años antes de que se agregaran tres nuevos “cánones”, e incluso lo que la Nueva Iglesia entonces llamaba Canon I, el original, por estar corrompido, fue destripado aún más. Ahora hay más de cien de estas “plegarias eucarísticas”, como las llaman ahora, porque no había un estándar (el “canon” griego), que no tienen poder para confeccionar la Santísima Eucaristía. Sólo dos años después, las Misas de 1962 y 1967 fueron desechadas en favor de la “Nueva Misa” protestante-masónico-pagana de 1969.
Toda la situación recuerda a San Mateo 4, 10, en el que el Diablo desafía a Cristo a hacer una sola cosa mala, y Nuestro Señor responde rugiendo: «Vade, sátana! – ¡Vete, satanás!». Esas palabras proféticas pueden aplicarse fácilmente a la falsa Iglesia, su falsa misa, sus doctrinas heréticas y su moralidad de pocilga.
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