Traducción del artículo publicado en RADIO SPADA.
El 19 de julio de 1374 murió el genio humano y cristiano de Francesco Petrarca, poeta laureado, diplomático, clérigo, canónigo de las catedrales de Parma y Padua. Lo recordamos con una de sus oraciones extraídas del tratado filosófico De sui ipsíus et multórum ignorántia, cap. II, párrafos 15 y 16, contra los averroístas, racionalistas y naturalistas venecianos (nunca nombrados, y conocidos por testimonios indirectos recogidos en el manuscrito Marciano Latino VI, 86 y en el manuscrito Palatino Parmense 29: Leonardo Dandolo, Zaccaria Contarini, Tommaso Talenti y Guido da Bagnolo).
LATÍN
O alme salutíferque Jesu, vere litterárum omnium et ingénii Deus ac largítor, vere rex glóriæ ac virtútum Dómine, te nunc flexis ánimæ génibus supplex oro, ut si mihi non ámplius vis largíri, hæc saltem pórtio mea sit, ut vir bonus sim; quod, nisi te valde amem píæque colam, esse non possum. Ad hæc enim, non ad lítteras natus sum; que si solæ obvenérint inflant diruuntque, non ædíficant: fúlgida víncula laboriósumque negótium ac sonórum pondus ánimæ.
Tu scis, Dómine, coram quo omne desidérium átque omne suspírium meum est, quod ex lítteris, quándo his sóbrie usus sum, nihil ámplius quæsívi, quam ut bonus fíerem. Non quod id lítteras, aut, quámvis id ipsum pollíceretur Aristóteles múltique alii, omníno áliquem, nisi te unum fácere posse, confidérem; sed quod per lítteras, quo tendébam iter honéstius ac cértius símulque jocúndius extimárem, te duce, non álio.
Tu scis, ínquam, scrutátor rénium et medullárum, ita esse, ut dico. Núnquam tam júvenis núnquamque tam glóriæ cúpidus fui, quod intérdum me fuísse non infícior, quin malúerim bonus esse, quam doctus. Útrumque, fáteor, optávi, ut infínita est et inexplébilis humána cupíditas, donec in te sistat, supra quem quo se érigat, non est. Duo optábam; sed quóniam álterum erípitur seu negátur, grátiam judícibus meis hábeo, qui e duóbus mihi óptimum relíquerunt, modo ne id quóque mentíti sint, et ut mihi præríperent quod volébant, quod non erat déderint. Quo jactúram ipse solárer meam, sed ináni solátio, morem in me muliébris invídiæ secúti, que si quǽritur de vicínæ forma, bonam illam et bene morátam dicit, omnes dénique títulos, falsos licet, illi cædit, unum et fortásse verum ut erípiat formosæ nomen.
At tu, Deus meus, scientiárum Dómine, extra quem non est álius, quem et Aristótili et philósophis quibúslibet ac poëtis, et quicúmque multíplicant lóqui sublímia gloriantes, quem denique lítteris ac doctrinis et omnino rebus omnibus præférre débeo et volo, tu mihi quod illi falsum tríbuunt viri boni nomen, tribúere verum potes, et ut velis precor. Neque tam nomen bonum, quod unguentis preciosis præfert Salomon, quam rem ipsam posco, ut sim bonus, ut te amem amarique merear abs te –nemo enim sic suis amatoribus vicem reddit– ut te cogitem, tibi obsequar, in te sperem, de te loquar.
Recedant vétera de ore meo, et tibi præparéntur cogitatiónes meæ. Vere enim arcus fortium superatus est et infirmi accincti sunt robore; feliciorque est multo unus ex pusillis istis qui in te credunt, quam Plato, quam Aristotiles, quam Varro, quam Cicero, qui suis omnibus cum lítteris te non norunt, et admóti júnctique tibi, qui petra es, absórpti sunt júdices eórum, et litteráta ignorántia patefácta est.
TRADUCCIÓN
Oh almo Salvador Jesús, verdadero Dios y dador de toda ciencia e ingenio, verdadero Rey de la gloria y Señor de la virtud, suplícote ahora con el alma arrodillada, que si no has querido darme más, al menos concédeme esto, que sea hombre de bien: no seré tal sino amándote grandemente y adorándote devotamente, que para esto nací y no para las letras, las cuales, si solo ocupan la mente, hinchan y destruyen en lugar de edificar, y son parra el alma lucientes cadenas, trabajo penoso y encargo fragoroso y pesadísimo.
Tú, ante quien es manifiesto todo deseo y suspiro mío, tú sabes, ¡oh Señor!, que por las letras, que sobriamente esperé, no he pedido más que devenir virtuoso, y que esto no por las letras, que Aristóteles y otros van prometiendo, sino de Ti solo se pueden obtener; y si parecíame el camino de las letras me parecía más honorable, más seguro y más placentero hacia esa meta, siempre te tomé por guía.
Tú pues, que escrutas y lees en lo profundo de este corazón, vez que cuanto digo es verdad. Joven fui fervoroso y codicioso de la gloria, no lo niego, pero nunca tanto porque no quería ser bueno antes que ilustrado. Y confieso que he deseado ambas cosas, como es propio de la naturaleza humana, que nunca se calma, nunca se sacia, hasta que descansa en Ti, fin último de todo deseo. Deseaba dos cosas; pero como el otro se salva o se niega, doy gracias a mis jueces, que me dejaron lo mejor de los dos, con tal que no me mintieran, y para quitarme lo que querían, me dieron lo que no era. Con lo cual él mismo perderá mi consolación, pero es un vano consuelo, siguiendo en mí la costumbre de la envidia de las mujeres, que si preguntan por la apariencia de su vecina, dicen que es buena y de buenas costumbres, en fin, ante todos los títulos, por falsos que sean, él cae, y uno y tal vez verdadero, para que pueda redimir un hermoso nombre.
Tú, Dios mío, Señor de todas las ciencias, uno y único, Tú a quien debo y quiero anteponer a Aristóteles, a todos los filósofos, a todos los poetas, a todos los que se jactan de sermones sublimes, a la literatura, a toda doctrina y a todas las cosas: Tú que verdaderamente puedes, te ruego que me concedas el nombre de hombre bueno que inmerecidamente ellos me atribuyen. Tampoco te pido sólo el nombre, que dijo Salomón que es más precioso que los bálsamos preciosos: pero sí con el nombre el bien; para que amándote pueda ser hecho digno de tu amor. Porque nadie merece más que Tú amadores, y estoy decidido a pensar solo en Ti, a obedecerte, a esperar en Ti, a hablar de Ti.
Por tanto, aparta de mis labios los cuentos antiguos, y que todos mis pensamientos se consagren a Ti, porque el arco de los fuertes es derrotado, y los débiles se levantan con nuevas fuerzas. ¡Oh, cuánto más feliz es uno de estos ignorantes que creen en Ti, que Platón y Aristóteles y Cicerón y Varrón, que, aunque muy eruditos, no Te conocieron, y cuando se acercaron y se pusieron en contacto contigo, que piedra de toque eres, desaparecieron quienes los habían juzgado y se hizo manifiesta su ignorancia letrada.
Muy buenos días, la traducción ha quedado cortada. Gracias por compartir.
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