ESTA NOTICIA VIENE DE UNA FUENTE SECULAR, PERO SIRVE PARA RETRATAR LO QUE LOS DIARIOS VATICANOS CENSURAN: LA REVOLUCIÓN BERGOGLIANA.
Francisco Bergoglio: UN PROGRE CONVICTO Y CONFESO
El columnista Damian Thompson, del diario conservador británico THE TELEGRAPH, escribió la semana pasada una nota titulada “¿El papa Francisco ha declarado la guerra al Vaticano?”, donde dice:
Para ponerlo simple, el Papa ha declarado la guerra al Vaticano –o, al menos, a la Curia esclerótica (la burocracia)- que heredó, en la que la única cosa que se mueve más allá de un paso de tortuga es el rumor.
Thompson continúa:
Uno de los primeros actos de Francisco fue nombrar un “gabinete de cocina” de cardenales para que le asesoren sobre las reformas que comenzarán el próximo año. Qué forma tendrán, nadie lo sabe. Pero cada uno de esos cardenales es, en cierta medida, un outsider del Vaticano.
Bergoglio escogió a 8 cardenales para la revolución final en el Vaticano. Ellos son Giuseppe Bertello (Gobernador del Estado Vaticano); Francisco Javier Errázuriz Ossa (arzobispo emérito de Santiago de Chile); Oswald Pereira Gracias (arzobispo de Bombay y presidente de la Conferencia de Obispos de Rito Latino en la India); Reinhard Marx (arzobispo de Múnich-Frisinga, en Alemania); Sean Patrick O'Malley OFM Cap (arzobispo de Boston); George Pell Burke, (arzobispo de Sydney, Australia); Óscar Alberto Rodríguez Maradiaga SDB (arzobispo de Tegucigalpa y primado de Honduras); y Laurent Monsengwo Pasinya (arzobispo de Kinshasa y primado de la República Democrática del Congo).
Respecto a la interpretación del relevo del cardenal Burke dice lo siguiente:
Sólo un funcionario de alto rango ha tenido el coraje de sacar la cabeza por encima del parapeto y protestar. El Cardenal Raymond Burke, que encabeza el Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica ha dicho que la burocracia romana “tiene que ser respetada”. Él lamentó “una especie de imprevisibilidad de la vida en Roma en estos días”.
Bueno, la vida acaba de volverse un poco más impredecible para el cardenal Burke. Esta semana fue destituido por Francisco como miembro de la influyente Congregación para los Obispos.
Para Thompson, Francisco tiene una agenda de izquierda, que la va desarrollando en la medida que crece en influencia:
“¡No se asusten!” es el grito de los tradicionalistas más optimistas. En realidad, deberían haber entrado en pánico mucho antes de que Francisco fuera elegido, cuando estaba claro que los liberales, aunque fueran superficialmente leales (como los obispos ingleses) estaban ignorando cualquier pedacito de la enseñanza de Benedicto XVI que no cumpliera su fantasía.
Los medios de comunicación del mundo piensan que Francisco es “doctrinalmente conservador” porque no va a ordenar a las mujeres o permitir el aborto. Ningún Papa jamás haría eso tampoco. Hay indicios, sin embargo, de que quiere poner a punto la línea católica sobre la homosexualidad –respaldó las uniones civiles en Argentina– y favorece el uso de condones para prevenir la enfermedad. (Si bien sobre la hipótesis de que Bergoglio favorece el uso del condón no hay información segura que la avale, sino que surge de dichos de terceros, de que en lo privado no es dogmático sobre el veto al condón -Benedicto XVI lo avaló en su momento-; en cambio sí es comprobable que favoreció en la Conferencia Episcopal Argentina las Uniones Civiles para los homosexuales).
Además, ha tirado abajo con una tonelada de ladrillos a una pequeña orden de los franciscanos que estaban firmes a la espiritualidad de la misa en latín y pre-Vaticano II. Mientras tanto, él se acercó a ex sacerdote Leonardo Boff, teólogo de la liberación silenciado por Juan Pablo II. El Papa está moviéndose hacia la izquierda a medida que crece.
Thompson dice también que la línea oficialista del Vaticano quiere imponer a los fieles “a sangre y fuego” la idea de la continuidad absoluta entre el magisterio de Benedicto XVI y el de Francisco, de que no existe ninguna diferencia entre ambos, a no ser el estilo.
Además, ha tirado abajo con una tonelada de ladrillos a una pequeña orden de los franciscanos que estaban firmes a la espiritualidad de la misa en latín y pre-Vaticano II. Mientras tanto, él se acercó a ex sacerdote Leonardo Boff, teólogo de la liberación silenciado por Juan Pablo II. El Papa está moviéndose hacia la izquierda a medida que crece.
Thompson dice también que la línea oficialista del Vaticano quiere imponer a los fieles “a sangre y fuego” la idea de la continuidad absoluta entre el magisterio de Benedicto XVI y el de Francisco, de que no existe ninguna diferencia entre ambos, a no ser el estilo.
Los próximos meses van a ratificar o derribar a Francisco, dependiendo de la forma y la popularidad de sus reformas. De cualquier manera, los católicos están en un año ruidoso.
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