lunes, 30 de diciembre de 2013

PADRE MATEO CRAWLEY-BOEVEY, APÓSTOL MUNDIAL DE LA ENTRONIZACIÓN DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

Desde RADIO CRISTIANDAD, con algunas variaciones nuestras

El apóstol mundial del Sagrado Corazón de Jesús” (Pío XI)

Padre Mateo Crawley-Boevey

Nació en Sachaca (Perú) un 18 de noviembre de 1875. Fue su padre el caballero inglés Carlos Octavio Crawley-Boevey y su madre la arequipeña María Murga. A los 9 años emigraron a Valparaíso (Chile) y allí estudió con los religiosos de los Sagrados Corazones, en cuyo instituto ingresó posteriormente en 1891 y se ordenó de sacerdote en 1898. Ejerció como profesor en el colegio de la Orden.

De igual modo, atendió la Asociación de los Sagrados Corazones y animó espiritualmente varias obras sociales. Con el nombre de “Curso de Leyes” fundó una Facultad de Derecho que sería el embrión de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. A punto del estrés por su entrega desmedida para socorrer a los damnificados por el terremoto de 1906 en Valparaíso, sus superiores le enviaron a Europa en viaje de descanso.

El 24 de agosto de 1907 llega al santuario de Paray-le-Monial, lugar donde se apareció el Sagrado Corazón a Santa Margarita María de Alacoque. Allí se recuperó de su quebrantada salud y vio claramente cuál sería la vocación para el resto de su vida: Conquistar todo el mundo para el amor del Corazón de Jesús, casa por casa, familia por familia, entronizándolo en todos los hogares. Cuando expuso el plan al Papa San Pío X, le complació tanto que le dijo: “No sólo te permito, sino que te mando, hijo mío, dar tu vida por esta obra de salvación social”.
 
Basílica del Sagrado Corazón de Jesús en Paray-le-Monial (Francia)
 
San Pío X alentó al Padre Mateo para que realizara el Apostolado de la Entronización del Sagrado Corazón de Jesús

Vuelve a América e inicia su cruzada en Valparaíso y la continúa por Chile y Perú. Fundó la revista “El Primer Viernes” y escribía artículos en otras revistas y periódicos. Posteriormente, su congregación lo destina a Europa para difundir el mensaje misericordioso del Corazón de Jesús; Inglaterra, Bélgica, Holanda, Suiza, Portugal y España se benefician de su encendida prédica. En 1914, llegando a París en el momento en el que las tropas alemanas se disponían a invadir la capital. Un dominico de Saint-Maximin resumió su impresión de esta manera:

“Al principio, uno queda desconcertado por esa oratoria que no es oratoria, por esas frases elípticas, esas imágenes inesperadas, esos gestos apasionados… y luego, uno está cogido, se pone al unísono, y cuando al final el predicador hace aclamar a Cristo Rey: “Te amo, Jesús, porque eres Jesús”, brotan lágrimas de muchos ojos”.

De Francia se trasladó a España, donde fundó treinta y ocho centros. En este último país promovió el gigantesco monumento en el Cerro de los Ángeles para consagrar la nación al Corazón de Jesús.
 
Cerro de los Ángeles, Santuario del Sagrado Corazón de Jesús (Centro geográfico y espiritual de España)

En su libro “Rey de Amor”, (13ª ed, Secretariado Nacional de la Entronización del Corazón de Jesús, Madrid, 1960) da algunos pormenores interesantes sobre la estatua del Corazón de Jesús del Cerro. El misionero llegó a España para pronunciar las tres conferencias del triduo preparatorio a la entronización oficial de 30 de mayo de 1919. En Madrid dio una serie de conferencias en el “Centro de Defensa Social” organizadas por Rafael María Lázaro y Severino Aznar. En una de ellas lanzó la idea de erigir el Monumento. La idea madura y probada por el Obispo de Madrid-Alcalá, don Prudencio Melo, del Secretariado de la Entronización se encargó de lanzarlo y organizarlo por todo el país, especialmente recaudar los fondos. El Secretariado funcionó en el Colegio de las Madres de los SS.CC. presidido por la Duquesa de la Conquista, dama de honor de Victoria Eugenia de Battemberg (esposa de Alfonso XIII de España). El P. Calasanz Baradat, SS.CC., director, recorrió el territorio español para impulsar el proyecto y organizar la suscripción. El Monumento sería como un estandarte de gloria cristiana en torno del cual almas y familias españolas debían agruparse aclamando en la vida del hogar y de la nación la Realeza Divina de Cristo Rey. El pueblo español, con el Rey a la cabeza, respondió generosamente y se obtuvieron medio millón de pesetas.

“Debo aquí, por noble, a poner de relieve un gesto bellísimo: El embajador del Perú ante la Santa Sede, señor Goyeneche, conde de Guaqui y grande de España, pagó la estatua colosal del Corazón de Jesús. Y en carta que me escribió a este efecto me decía: “Quede constancia que es mi intención honrar por cierto al Sagrado Corazón, pero manifestar también muy solemnemente la gratitud del Perú a aquella España católica que nos civilizó con la fe de Cristo y con la morar del Evangelio”. Un tío de este embajador fue el Arzobispo Goyeneche, de Lima. Pagado el Monumento, hubo un superávit, suma que el Secretariado invirtió en un rico y artístico copón destinado a la Comunión de los peregrinos que vendrían a asistir al Santo Sacrificio de la Misa celebrado en el Altar del Monumento nacional” p.440
 
Misa celebrada durante la Consagración de España al Sagrado Corazón de Jesús

El nuevo Papa le dio la misión de instruir a los misioneros en la India, Ceilán (Sri Lanka), la China, Indochina (Vietnam), Japón y las islas Hawai. Fueron 50 años de ininterrumpida predicación. Fue padrino en la ordenación sacerdotal del Cardenal Landázuri. Promovió la “entronización del Sagrado Corazón de Jesús en los hogares”, la adoración nocturna en el hogar, así como los monumentos dedicados a Cristo en lugares visibles. Su objetivo era “hacer vivir en el hogar y por el hogar, célula social, el divino llamado: ‘Quiero reinar por mi Corazón’. Una de sus obras escritas fue “Horas Santas”, auténtica llamarada de amor a Cristo como muestra en esta oración:

“¡Jesús sigue revelando las maravillas de tu Corazón desde esa Hostia!…Avanza, Dios oculto y vencedor, avanza, conquistando en el comulgatorio alma por alma, familia por familia hasta que la tierra entera exclame, alborozada: ¡Alabado sea el Divino Corazón en su Eucaristía salvadora…; a Él, sólo a Él, en los altares, gloria y honor por los siglos de los siglos; venga a nos tu reino!”.
 
La propagación de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, particularmente su Entronización en los hogares, representa en sí el apostolado del Padre Mateo.

Narra Fernando Cordero Morales SS.CC., que Pío XI le concedió cinco audiencias y le envió otra carta autógrafa, como lo hiciera antes su predecesor Benedicto XV. En una de las audiencias, el P. Mateo regaló al Papa un medallón con la imagen del Sagrado Corazón. Pío XI le comentó: “La pondré en mi despacho y cuantas veces la mire te enviaré mi bendición”. Y aún más patente queda la gran estima que tenía el Papa al apóstol del Corazón de Jesús cuando el gobierno de Perú solicitó al Sucesor de Pedro el nombramiento del P. Mateo para Arzobispo de Lima: “¿Qué quiere el señor Presidente de la República -contestó el Papa-, que haga yo del Padre Mateo un coronel-comandante en plaza, o que le deje ser bombardero del Corazón de Jesús en todo el mundo?”

El Jueves Santo de 1949 sufrió el primero de los muchos ataques de corazón que habían de sucederse en los once años que aún le quedaban de vida. En enero de 1955 manifestaba: “Cada vez estoy más enfermo. Todo me cansa y debo suprimir muchas de las cosas bellas que debo hacer, reteniendo únicamente las indispensables. Quiero decir que debo dejar mis pocas fuerzas para poder celebrar la Misa y recitar mis plegarias”. A su enfermedad se añadió una úlcera en su pierna derecha. En 1959 ingresó en la clínica de Valparaíso donde un cáncer en la sangre le impidió celebrar el Santo Sacrificio, que constituía el centro de su vida. Los médicos le amputaron la pierna herida por aparecer la gangrena. La amputación se practicó el 14 de enero de 1960, pero la herida no se cerró y la gangrena apareció pronto en la otra pierna. Su Provincial expresaba en una carta: “El P. Mateo sufre atrozmente, pero todo lo soporta con un espíritu sobrenatural admirable”. Y el propio enfermo escribía: “¡El cielo se aproxima… y así yo cantaré las misericordias del Señor eternamente!”

El apóstol mundial del Sagrado Corazón de Jesús, según la denominación de Pío XI, murió en Valparaíso el 4 de mayo de 1960, a los 84 años de edad.

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