¿Qué estará pensando Francisco Bergoglio? Seguramente: “Lo he hecho todo mal: NI SOY CATÓLICO NI SOY SACERDOTE, NI OBISPO, NI PAPA, NI NADA. Los Tradicionalistas están dispuestos a morir antes que a reconocerme. MEJOR RENUNCIO”.
FRANCISCO I RENUNCIARÍA AL CONCLUIR SU MISIÓN
La periodista francesa Caroline Pigozzi llega a esta conclusión, en la primera biografía sobre el Papa que se edita en Francés, que fue co-escrita con el ex provincial de los jesuitas Henri Madelin.
Es un hombre de ideas claras, de carácter y de acción, que llegó tarde a ser Papa, pero está decidido a ejercer cambios en la Iglesia, y que cuando sienta que ha concluido su misión, o que ya no puede avanzar más, podría renunciar como lo hizo Benedicto XVI, configurándose así un nuevo estilo papal.
Caroline Pigozzi es una especialista en religión, vaticanóloga, que ha escrito ensayos sobre Juan Pablo II, Benedicto XVI y sobre el Vaticano en general. Reconoce que “no conocía en absoluto a Jorge Bergoglio antes de su elección”, por eso sorprende lo certero del retrato que traza sobre el nuevo pontífice, al que ve como
Una alusión a la hiperactividad desplegada por Francisco desde su entronización.
Para escribir este libro, Pigozzi se asoció con el sacerdote jesuita Henri Madelin, un coetáneo de Francisco, que fue provincial de la orden en Francia al mismo tiempo que Jorge Bergoglio lo era en Argentina, en la década del 70.
“un personaje muy decidido que sabe exactamente lo que quiere hacer pero es secuencial: una cosa después de otra, aunque una cosa por día de todos modos”.
Una alusión a la hiperactividad desplegada por Francisco desde su entronización.
Para escribir este libro, Pigozzi se asoció con el sacerdote jesuita Henri Madelin, un coetáneo de Francisco, que fue provincial de la orden en Francia al mismo tiempo que Jorge Bergoglio lo era en Argentina, en la década del 70.
Para esta periodista, que desde hace 20 años trabaja en la revista Paris Match, la condición de jesuita del nuevo Papa es clave para explicar su personalidad y estilo.
Henri Madelin es catedrático en Ciencias Políticas en París, dirigió la revista Études y es autor de varios ensayos sobre Europa y el cristianismo. Asociado con Pigozzi, autora de Juan Pablo II íntimo y El Vaticano indiscreto, entre otros títulos, han unido el conocimiento de la espiritualidad jesuita y de los arcanos de la Santa Sede, respectivamente.
El resultado es el retrato de un hombre con
“libertad para avanzar, con mucho carácter, que no está atado a nada de lo que concierne al Vaticano, excepto el respeto a la Iglesia, que no forma parte de ningún circuito, y cuando habla de las mundanidades espirituales, es verdad que no está para nada ligado al sistema de mundanidades del Vaticano, ni grandes ni pequeñas, y es eso lo que me ha fascinado, ese espíritu de libertad”, describió.
“La mundanidad espiritual – había dicho también la autora en una entrevista radial – es algo totalmente inútil y él no puede perder tiempo, tiene un cronómetro en el vientre; se dice que el tiempo todo lo arregla, bueno para él no es así en absoluto, hay que correr. Como jesuita piensa que no tiene muchos años para ejercer su misión, recordemos que un provincial de la orden está ahí por 3 años renovables una sola vez”.
Consultada sobre su vaticinio de que Jorge Bergoglio podría renunciar, la periodista dice:
“Creo que tiene otro enfoque del poder, un enfoque jesuita y personal. Él llegó tarde, tiene una misión que cumplir, sabe lo que quiere hacer. Como no está atado al decorado, tiene la impresión de que está haciendo un trabajo, y el día que sienta que ya no puede ir más allá, que las fuerzas lo estén abandonando, podrá irse, ya que su predecesor lo hizo y eso se convertirá en una nueva regla del Vaticano. Sí, creo que cuando haya hecho lo que tiene que hacer, puede renunciar y crearía así un hecho en la historia, que entrará en las costumbres del Vaticano”.
Y, para más fundamento, agrega:
“No hay que olvidar que uno no pasa 50 años de la vida siendo jesuita, es decir dos tercios de su vida, y luego se cambia. En esos dos tercios los jesuitas están acostumbrados a subir y bajar, cuando se es provincial de la orden luego se vuelve a la base”.
El título del libro, Ainsi fait-il (“Así hace” o “Así actúa”), es una paráfrasis de la expresión con la que los cristianos suelen cerrar sus oraciones, ainsi soit-il (“que así sea” o “amén”).
La intención del título, explicó el padre Madelin en una entrevista, es subrayar que
“el papa Francisco es un reformador que va a hacer lo que dice”.
“En el Papa, la palabra está al servicio de la acción, lo que es un trazo común a los jesuitas –agregó el sacerdote-. La pedagogía es fundamental para acompañar la acción y pasa por el verbo. No es casual que muchos jesuitas sean docentes en uno u otro momento de sus carreras. Saber hablar a alumnos de once años enseña a ser claro y preciso para todos los públicos”.
Pigozzi y Madelin ven en Bergoglio un hombre de acción pero no por ello menos marcado por una fuerte espiritualidad.
“El Papa exhibe una fuerte devoción mariana, eso es muy latinoamericano pero también se corresponde con la figura de San Ignacio de Loyola –dice el jesuita-. Su devoción, muy simple, cercana a los más pobres, lo lleva a oficiar la misa con el mayor cuidado, vestido con sus ornamentos litúrgicos, en las villas-miseria más alejadas”.
Pigozzi, que asistió a una de las misas privadas del Papa en Santa Marta, se dijo “impactada por la profundidad de su recogimiento durante la celebración”, y asegura que “la fuerza que se desprendía de él” le hizo recordar a la que había sentido “contemplando a Juan Pablo II en el pasado”.
El padre Madelin destacó por su parte la influencia de autores franceses sobre Bergoglio, como Léon Bloy, “a quien citó en una de sus primeras homilías”.“También es igualmente sensible a figuras como Georges Bernanos o Jacques Maritain”, dice el padre jesuita. Y agrega:
“Los gestos del Papa me hacen pensar en los del general De Gaulle que en el Eliseo (la residencia presidencial) pagaba sus propias facturas”.
Sin embargo, Madelin aporta una precisión que demuestra que ha calado bien al pontífice argentino:
“Más allá del símbolo, aunque el Papa preconice en efecto una forma de sobriedad, es también alguien que quiere encontrarse con los hombres en la alegría y no en la mortificación”.
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