Por Gianni Toffali. Tomado de GLORIA NEWS.
Es innegable que la conexión de las masas a las redes sociales, las 24 horas del día, ha generado multitudes de zombis incapaces de sentido crítico.
La aprobación del pensamiento de los poderosos se tradujo en sentimientos de inadecuación e inseguridad mental. La “cura” la dio quien la generó, es decir, los medios del régimen.
Desde el cilindro encantado del Gran Hermano, han surgido oráculos ad usum delphíni, capaces de dispensar “verdad” a la población de los que no piensan: Bergoglio para renovar la Iglesia; las vacunas para “curar” a los “covid-obsesionados” (y reimpulsar a las grandes farmacéuticas); Zelenski para revitalizar la OTAN y el imperio de las estrellas y franjas estadounidense; y Greta para descartar la ideología de la llamada transición ecológica y simultáneamente liberar a la Tierra de los parásitos humanos.
No siempre, sin embargo, las rosquillas salen por el agujero. La rosquilla menos exitosa, es la que salió de las “huelgas”, o mejor dicho, de las “jaranas” de los “Viernes para el futuro” de Greta Thunberg.
No está claro si por la desafortunada heterogeneidad de los fines o por la tardía enemistad de la madre Gea con los carteles que la mostraban ardiendo y las imprudentes palabras de su hija degenerada y monzónica que se hacía pasar por científica, la atmósfera, en lugar de generar llamas incendiarias, dio a luz hielo y temperaturas polares fuera de temporada.
Los boletines climáticos italianos y mundiales que señalan los cambios observados en la temperatura superficial del aire global, en las variables hidrogeológicas y en la cobertura del hielo marino han demostrado que la caída térmica coincide aproximadamente con el final de 2021, es decir, con el comienzo de la disolución mediática de la gruñona de Greta.
Lanzada la primera rosquilla en el vertedero de los sin gloria de la historia humana, la sensación es que incluso los “rosquillos” más conocidos, se están posicionando en la misma inclinación sin gloria.
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