miércoles, 18 de noviembre de 2020

MES DE NOVIEMBRE EN SUFRAGIO DE LAS BENDITAS ALMAS DEL PURGATORIO - DÍA DECIMONOVENO

Dispuesto por el canónigo Francesco Vitali, Arcipestre de Fermo, y publicado en Sevilla por la Imprenta y librería de D. Antonio Izquierdo en 1858. Reimpreso en Madrid en 1863.
   
  
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
  
Postrados en la presencia de Dios con el mayor fervor de espíritu, supliquémosle que nos asista en el ejercicio de esta sagrada devoción, diciendo:
Disponed, Señor, y confortad nuestras almas con la abundancia de vuestra gracia, para que penetrando en la penosa cárcel del Purgatorio, con afectos de fe, caridad y compasión podamos procurar a los fieles difuntos la mayor abundancia de sufragios que redunde en favor suyo, gloria vuestra y provecho de nuestras almas. Amén.
   
DÍA 19 DE NOVIEMBRE
MEDITACIÓN: DESEA DIOS QUE SE HAGAN ABUNDANTES SUFRAGIOS A LAS ALMAS DEL PURGATORIO.
    
PUNTO PRIMERO
Las almas del Purgatorio fueron en vida obedientes a la ley de Dios, justas en sus obras у victoriosas de sus enemigos. De aquí es que el Señor las ama y las desea con indecible transporte, y las tiene preparadas en el cCielo coronas de gloria. Mas entre tanto debe portarse con ellas como juez y castigarlas inflexible o severamente. Por eso es que estimulado igualmente por los rigores de la justicia y por los tiernos impulsos de la misericordia; dirige alternativamente sus miradas a aquellas almas que penan y a nosotros que podemos darles la libertad; y al paso que se vuelve airado hacia aquellas por exigirlo así la inmutable ley eterna, se nos muestra a nosotros todo piedad y misericordia movido de su corazón benéfico: mientras desecha a aquellas, nos mueve, nos solicita, nos estimula, y llega hasta a rogarnos que le libremos de tan penoso contraste, que le hagamos una dulce violencia, que detengamos su diestra armada, que arrebatemos de ella el azote con que hiere y atormenta a aquellas almas. ¿Y podremos nosotros dar a Dios una negativa?
   
PUNTO SEGUNDO
¿De cuánto placer no sirvió a Abrahán, forzado a sacrificar a su hijo Isaac, la aparición de aquel ángel propicio que le detuvo la diestra? ¿Qué gozo causó á Saul, obligado a condenar al amado Jonatás, su pueblo cuando libró al esforzado joven de la muerte? Pues nosotros agradaremos a Dios mucho más cuando vea que nos oponemos piadosamente a Él en el acto que atormenta a las almas del Purgatorio, y que intentamos librarlas del azote pesado de su justicia. Mas ¡ay!, ¡cuánto le duele ver que nos hacemos sordos a su solicitud, e inflexibles a las penas acerbísimas de sus esposas! «No hay, repite con inconsolables gemidos por boca de su Profeta, no hay un hombre piadoso que se oponga a mis iras y calme los furores de mi justicia». ¿Y podremos nosotros comprender estos afectos del Señor y permanecer aun en completa inacción sin procurar socorrer al Purgatorio?
    
PUNTO TERCERO
Ea, pues, ¡oh cristianos! concluye Job; secundemos las piadosas miras de nuestro celestial Soberano, y hagamos todos los esfuerzos posibles para consolarle en sus queridas hijas. ¿Qué medianero hay más poderoso? ¿Qué intercesor más eficaz? Nosotros, que por necesidad debemos postrarnos tan a menudo ante el divino acatamiento para implorar de su misericordia millares de gracias, ¿no le otorgaremos hoy esta que nos pide? ¡Ah, no! Portémonos como si fuésemos dioses con Dios mismo, y empeñemos su bondad con una generosa multitud de sufragios, de modo que no solamente no haya de negarnos sus gracias en lo venidero, sino que, como lo hizo con el santo Job cuando rogaba por sus amigos, nos las duplique y acreciente sin otra medida que su grande misericordia.
   
ORACIÓN
Son para nosotros, ¡oh gran Dios!, muy dignas de veneración vuestras voces; son dignísimos de ser llenados vuestros deseos. Deseáis Vos y nos pedís que rescatemos del Purgatorio a las almas para que vuelen a ser dichosas en vuestro seno. Héņos, Señor, prontos a empeñarnos de todos modos en corresponder al anhelo de vuestro corazón. Nada dejaremos por hacer de cuanto pueda contribuir a tan santo objeto; y cuando veais, ¡oh Señor!, que nuestra caridad va entibiándose, os pedimos que con vuestra gracia nos enfervoricçeis de nuevo para que podamos llegar finalmente a romper aquellas abrasadas cadenas, y a conseguir con nuestros sufragios, para vuestras hijas, la eterna felicidad.
   
EJEMPLO: Queriendo Don Bernardino Mendoza mostrar un rasgo de generosa piedad para con el Purgatorio en el día de la Conmemoración de los fieles difuntos, hizo solemne donación a Santa Teresa de una casa con jardín, sita en Valladolid, para que se erigiese en ella sin demora un monasterio en honor de la Santísima Virgen María. Mas ocupada la Santa en la fundación de otras casas religiosas, iba dilatando la ejecución de la empresa, cuando el caballero, sorprendido por mortal accidente, fue arrebatado de este mundo. Sintió muy al vivo Teresa este golpe, y no cesaba de dirigir fervorosísimas plegarias por él al Altísimo, que se dignó revelarle hallarse Mendoza libre del infierno, pero no del Purgatorio, de donde no saldría antes que en el nuevo monasterio se hubiese celebrado por primera vez la santa Misa. Por lo cual, aunque se apresuraba la Santa grandemente por ponerse lo más pronto posible en camino para Valladolid, y allí dar principio a la obra, se vio obligada a detenerse todavía en Ávila por negocios de grande interes; y puesta un día en oracion, se le apareció de nuevo el Señor, que del modo más eficaz la excitó a desembarazarse cuanto antes y llevar a debido efecto la piadosa intención del caballero, para rescatarle así de las atrocísimas penas del Purgatorio. Movida por tan piadoso impulso, expidió al punto Teresa a Valladolid al Padre Julián de Ávila, para que fuese disponiendo las cosas de la nueva fundación, y de allí a poco llegó ella misma para dar principio a la obra. Mas porque la grandiosidad de esta requería largo tiempo, mandó fabricar una capilla interinamente para comodidad de aquellas religiosas que había llevado consigo. Sentía no poco que no se pudiese poner término con prontitud a la grande iglesia del monasterio, por temor de que se retardase el rescate del alma del caballero hasta el término de la misma; mas su temor fue vencido por la generosidad del Señor, porque con la primera misa celebrada en la susodicha capilla, mientras el Padre Julián presentaba la Sagrada Forma a Teresa, arrebatada esta en espíritu, vio el alma de Mendoza que volaba del Purgatorio al Cielo. Complacióse la sierva de Dios mucho de la felicidad de Mendoza, pero más aún del empeño que mostró Dios por librarle prontamente; y se enfervorizó tanto más en la devoción de las almas del Purgatorio, cuanto más cuidadoso de ellas veía al Señor. Imitemos nosotros a Teresa, imitemos a Dios, y procuremos como aquella serafina de amor corresponder lo mejor que sea posible a las intenciones de la divina bondad, que es suma en el deseo de ver libres cuanto antes las almas del Purgatorio (P. Francisco Rivera, en la Vida de Santa Teresa, lib. 2, cap. 10).
  
Rezaremos cinco Padre nuestros, Ave Marías y Réquiem en memoria de la Pasión de nuestro Señor Jesucristo en sufragio de los fieles difuntos (y particularmente de N.), suplicando al Eterno Padre que se apiade de sus almas por la Sangre que derramó su divino Hijo, diciendo cinco veces:
  
JACULATORIA: Eterno Padre, por la preciosísima Sangre de Jesús, misericordia. Padre nuestro, Ave María y Réquiem....
   
SUFRAGIO: Necessárium duxímus significáre vobis, ut et vos quóque agátis diem ignis. (2 Machab. 1, 18). Será útil y conveniente que cada mes se determine y se consagre un día, al menos, para socorrer en modo especial a las almas del Purgatorio.
   
Penetrado el Padre Juan Fabricio, de la Compañía de Jesús, de cuánto se complace Dios en ver nuestros esfuerzos para librar a las almas de aquellas penas tan atroces, tanto dijo y tanto hizo con los superiores del colegio de Münster, que los indujo a fijar en cada mes un día dedicado especialmente a las almas del Purgatorio, en el cual día se celebrasen en su iglesia, dispuesta con lúgubre aparato, fúnebres exequias, misas de Réquiem y otros piadosos sufragios en favor de aquellas almas. No es sino de pocos el poder imitar tan espléndida devocion; mas todos podemos destinar un día de cada mes a particulares sufragios, a saber: oraciones en mayor copia, oír con devoción más misas, ejercitarse en alguna mortificación del cuerpo y del espíritu, acercarse a los santos sacramentos, ganar indulgencias, consagrar, en suma, el día al socorro de los fieles difuntos. Y sea este propósito de hoy elegir en lo sucesivo todos los años un día cada mes para sufragar a las almas del Purgatorio. (Padre Felipe Alegambe, Héroes y Víctimas de la caridad de la Compañía de Jesús, año 1656, en Renania Inferior).
  
Añadiremos un Padre nuestro y Ave María por los propagadores de esta devoción.
De profúndis clamávi ad te, Dómine: * Dómine, exáudi vocem meam:
Fiant aures tuæ intendéntes, * in vocem deprecatiónis meæ.
Si iniquitátes observáveris, Dómine: * Dómine, quis sustinébit?
Quia apud te propitiátio est: * et propter legem tuam sustínui te, Dómine.
Sustínuit ánima mea in verbo ejus: * sperávit anima mea in Dómino.
A custódia matutína usque ad noctem: * speret Ísraël in Dómino.
Quia apud Dóminum misericórdia: * et copiósa apud eum redémptio.
Et ipse rédimet Ísraël, * ex ómnibus iniquitátibus ejus.
   
(Desde lo más profundo clamé a ti, oh Señor.
Oye, Señor, benignamente mi voz. Estén atentos tus oídos a la voz de mis plegarias.
Si te pones a examinar, Señor, nuestras maldades, ¿quién podrá subsistir, oh Señor, en tu presencia?
Mas en ti se halla como de asiento la clemencia: y en vista de tu Ley he confiado en ti, oh Señor.
En la promesa del Señor se ha apoyado mi alma: En el Señor ha puesto su esperanza.
Desde el amanecer hasta la noche espere Israel en el Señor.
Porque en el Señor está la misericordia, y en su mano tiene una redención abundantísima.
Y él es el que redimirá a Israel de todas sus iniquidades.)
℣. Réquiem ætérnam dona eis, Dómine. (Dadles, Señor, el descanso eterno)
℞. Et lux perpétua lúceat eis. (Y brille para ellos la luz perpetua)
℣. A porta ínferi. (De la puerta del Infierno)
℞. Érue, Dómine, ánimas eórum. (Librad, Señor, sus almas)
℣. Requiéscant in pace. (Descansen en paz)
℞. Amén.
℣. Dómine, exáudi oratiónem meam. (Escuchad, Señor, mi oración).
℞. Et clamor meus ad te véniat. (Y mi clamor llegue hacia Vos).
   
ORACIÓN
Fidélium, Deus, ómnium Cónditor et Redémptor: animábus famulórum famularúmque tuárum remissiónem cunctórum tríbue peccatórum; ut indulgéntiam, quam semper optavérunt, piis supplicatiónibus consequántur: Qui vivis et regnas in sǽcula sæculórum (Oh Dios, Creador y Redentor de todos los fieles, conceded a las almas de vuestros servidores y servidoras la remisión de todos sus pecados, al fin de que obtengan, por nuestras devotas oraciones, el perdón que siempre han deseado. Vos que vivís y reináis por todos los siglos de los siglos). Amén.
   
℣. Réquiem ætérnam dona eis, Dómine. (Dadles, Señor, el descanso eterno)
℞. Et lux perpétua lúceat eis. (Y brille para ellos la luz perpetua)
℣. Requiéscant in pace. (Descansen en paz)
℞. Amén.
   
***
  
Cuando se quieran hacer sufragios particulares por el alma de algún difunto se dirá algunas de las siguientes oraciones antes de la susodicha Fidélium Deus, con la cual se concluirá siempre:
Oración por un Sacerdote u Obispo: Deus, qui inter apostólicos Sacerdótes fámulos tuos pontificáli seu sacerdotáli fecísti dignitáte vigére: præsta, quǽsumus; ut eórum quoque perpétuo aggregéntur consórtio. Per Christum Dóminum nostrum (Oh Dios, que quisisteis elevar vuestros siervos a la dignidad Episcopal o Sacerdotal, escogiéndolos y poniéndolos en el número de los Sacerdotes Apostólicos, os suplicamos el que hagáis gocen también de su compañía en vuestra gloria. Por Jesucristo nuestro Señor). Amén.
   
Por el Padre o por la Madre: Deus, qui nos patrem et matrem honoráre præcepísti: miserére cleménter animábus patris et matris meæ, eorúmque peccáta dimítte; meque eos in ætérnæ claritátis gáudio fac vidére (Oh Dios, que nos mandásteis honrar a padre y madre, compadecéos clemente de las almas de mi padre y de mi madre, perdonando sus pecados, y haced que pueda verlos en el gozo de la luz eterna). Amén.
N. B. Si son muchos los que hacen este ejercicio, donde se dice Patris et Matris meæ; se sustituirá Paréntum nostrórum, y donde meque se dirá nosque: si se pide solamente por el Padre se dirá ánimæ Patris mei o nostri; si por la sola Madre, ánimæ Matris meæ o nostræ.
    
Por los hermanos, y por otros parientes o bienhechores: Deus, véniæ largítor et humánæ salútis amátor: quǽsumus cleméntiam tuam; ut nostræ congregatiónis fratres, propínquos et benefactóres, qui ex hoc sǽculo transiérunt, beáta María semper Vírgine intercedénte cum ómnibus Sanctis tuis, ad perpétuæ beatitúdinis consórtium perveníre concédas (Oh Dios, que concedéis el perdón y sois amáis la salvación de los hombres, os suplicamos vuestra clemencia; para que le concedáis a nuestros hermanos de congregación, parientes y bienhechores, que partieron de este siglo, por la intercesión de la Bienaventurada siempre Virgen Santa María y con todos vuestros santos, llegar a ser consortes de la bienaventuranza perpetua).
    
Por un solo difunto: Inclína, Dómine, aurem tuam ad preces nostras, quibus misericórdiam tuam súpplices deprecámur: ut ánimam fámuli tui N., quam de hoc sǽculo migráre jussísti; in pacis ac lucis regióne constítuas, et Sanctórum tuórum júbeas esse consórtem. (Inclinad, Señor, vuestros oídos a nuestras súplicas, con que humildemente imploramos vuestra misericordia para que establezcáis en la región de la paz el alma de vuestro siervo N., que hicisteis salir de este mundo, y ordenéis sea compañera de vuestros Santos).
   
Por una sola difunta: Quǽsumus, Dómine, pro tua pietáte miserére ánimæ fámulæ tuæ N.: et a contágiis mortalitátis exútam, in ætérnæ salvatiónis partem restítue. (Os rogamos, Señor, tengáis piedad por vuestra misericordia del alma de vuestra sierva N., y que desnuda del contagio de la mortalidad, le restituyáis su parte en la salvación eterna).
   
Por dos o más difuntos: Deus, cui próprium est miseréri semper et parcére, propitiáre animábus famulárum famularúmque tuárum, et ómnia, eórum peccáta dimítte: ut mortalitátis vínculis absolúta, transíre mereántur ad vitam (Dios, de quien es propio tener misericordia y perdonar siempre, os suplicamos por las almas de vuestros siervos y siervas, y perdonadles todos sus pecados, para que siendo liberados de las cadenas de la muerte, merezcan llegar a la vida).
   
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.

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