viernes, 13 de noviembre de 2020

MES DE NOVIEMBRE EN SUFRAGIO DE LAS BENDITAS ALMAS DEL PURGATORIO - DÍA DECIMOTERCERO

Dispuesto por el canónigo Francesco Vitali, Arcipestre de Fermo, y publicado en Sevilla por la Imprenta y librería de D. Antonio Izquierdo en 1858. Reimpreso en Madrid en 1863.
   
    
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
  
Postrados en la presencia de Dios con el mayor fervor de espíritu, supliquémosle que nos asista en el ejercicio de esta sagrada devoción, diciendo:
Disponed, Señor, y confortad nuestras almas con la abundancia de vuestra gracia, para que penetrando en la penosa cárcel del Purgatorio, con afectos de fe, caridad y compasión podamos procurar a los fieles difuntos la mayor abundancia de sufragios que redunde en favor suyo, gloria vuestra y provecho de nuestras almas. Amén.
   
DÍA 13 DE NOVIEMBRE
MEDITACIÓN: INCAPACIDAD DE MERECER EN LAS ALMAS DEL PURGATORIO.
    
PUNTO PRIMERO
Duro es el padecer de este mundo, mas no le faltan consuelos que le hacen llevadero y aun apetecible. Espántase la naturaleza a la sola idea de sufrir, mas la consideración de perfeccionarse uno a sí mismo en medio de los trabajos y de recibir un eterno galardón en el Cielo hacía rebosar de júbilo a los mártires a la vista de los potros y cuchillos, y poblaba los desiertos de fervorosísimos penitentes. Mas el padecer del Purgatorio es un padecer que no admite tales consuelos: es una pura satisfacción de deuda, y podría llamarse un puro padecer. ¿Pues cuán digno no será de nuestra compasión y nuestro socorro?
   
PUNTO SEGUNDO
La virtud no nace con nosotros, mas se adquiere; la naturaleza nos da la disposición para las virtudes, Dios nos da los hábitos de ellas: la gracia nos comunica estímulos y auxilios: mas con todo, la virtud no se adquiere sino con los actos, y a proporción de lo que aquellos se multipliquen crecerá en nosotros la virtud y perfección. El empeño del cristiano consiste en perfeccionarse lo más que pueda coa la práctica de las virtudes. Pero este ejercicio no dura sino cuando dura la vida; en la muerte con la pérdida de la libertad se pone el sello a todo aumento de merecimientos, y no se pasa adelante de donde se llegó en vida. Sea mucho o poco lo que se haya padecido: háyanse practicado o no actos virtuosos, no se gana mayor mérito en la otra vida. Sean pues enhorabuena desapiadadas las penas que sufren las almas del Purgatorio, sean cuanto se quiera heroicos sus sentimientos, su virtud no crece, sus méritos no se aumentan. Apresurémonos, pues, oh cristianos, a acumularle en vida, no dejemos pasar un solo día sin dar un paso más en la carrera de la virtud.
    
PUNTO TERCERO
A proporción del progreso en la virtud y de los méritos que se adquieren en la vida se sube más alto en el Cielo, y se obtienen mayores grados de gloria. Quien hubiere ganado más en la tierra brillará allí con más bellos resplandores; y niuguna obra, ninguna palabra, ningún deseo quedará sin la correspondiente merced por parte de Dios, como Él mismo ha prometido. Las almas del Purgatorio, no creciendo en méritos, no pueden tampoco prepararse un grado de gloria más subido del que las pertenece. Su estado es fijo; el puesto que han de ocupar está ya destinado. Esta reflexión, que hace los padecimientos mucho más atroces, muévanos a lo menos a ser más cautos y solícitos para procurarnos un lugar más distinguido en el Cielo.
   
ORACIÓN
Señor, dadnos Vos gracia y tiempo para acumular en esta vida copiosos frutos de buenas obras, para obtener junto a Vos un puesto mas elevado en vuestra gloria; pero al mismo tiempo dignaos abrir las puertas a vuestras queridas esposas del Purgatorio para recibirlas en aquellos tronos que se ganaron en vida con sus obras. Quitad todo lo que sirva de obstáculo a su libertad, perdonad toda deuda que quede aún por expiar entre las llamas, y haced que después de tantas pena sufridas en tan dura cárcel, lleguen a recibir de vuestras divinas manos aquella corona de justicia y de gloria que en la celestial Sion habéis preparado para su eterna recompensa.
   
EJEMPLO: La santa paz del monasterio Limbergense, erigido en los confines de Worms, era muchas noches turbada por el estruendo de hombres armados que a pie y a caballo corrían por aquellos campos, pasaban por lo contrario tranquilos los días y no se divisaba indicio alguno de aquel militar furor ni en las crecidas mieses, ni en las añejas plantas, ni en el circunstante camino. Por lo cual comenzando a sospechar los monjes que la cosa fuese más bien qne natural, misteriosa, suplicaron al Señor que se dignase descubrirles el arcano. Animados por el espíritu de Dios al caer el día se dirigieron a la falda del cercano monte, de cuyo seno comenzaron a salir las escuadras armadas que alteraban el reposo nocturno. Y saliéndoles a encuentro el  monje más animoso, «En el nombre de Dios, les dijo, yo os mando declaréis quién sois, y por qué turbáis nuestra quietud». Paráronse a tal intimación todos los soldados, y el capitán en nombre de todos respondió: «Nosotros somos ánimas de soldados aquí muertos en batalla y sepultados, y condenados a padecer en este mismo lugar el Purgatorio. Toda la armadura que nos cubre es de fuego; y esta que fue la ocasión da nuestras culpas, se ha convertido ahora en instrumento de nuestras penas». —«Mas ¿qué podemos hacer nosotros, replicó el monje, en vuestro alivio?». —«Todo, añadió el capitán, lo podéis hacer por nosotros, incapaces de obrar cosa alguna en favor nuestro. Nosotros padecemos sin fruto, y vosotros con grandísima ventaja podéis aplicarnos ayunos, oraciones, limosnas, sacrificios, que nos alivien las penas y nos envíen at cielo». Oráte, pues, prorumpió entonces en confusa voz y repitió tres veces toda .aquella turba en tono humilde, orate pro nobis, y entre un grupo de vivos relámpagos de fuego desapareció. Entonces los buenos monjes movidos de temor no menos que de compasión, rogando por ellos se retiraron al claustro, y no cesaron de hacer copiosos sufragios hasta que con la libertad de las almas aparecidas recobró la paz aquella región. Retirémonos también nosotros a menudo de la distracciones mundanas para socorrer a las almas del Purgatorio, y alcanzaremos no menos para ellas que para nosotros la tranquilidad deseada (Juan Tritemio OSB, Crónica, año 1056)
  
Rezaremos cinco Padre nuestros, Ave Marías y Réquiem en memoria de la Pasión de nuestro Señor Jesucristo en sufragio de los fieles difuntos (y particularmente de N.), suplicando al Eterno Padre que se apiade de sus almas por la Sangre que derramó su divino Hijo, diciendo cinco veces:
  
JACULATORIA: Eterno Padre, por la preciosísima Sangre de Jesús, misericordia. Padre nuestro, Ave María y Réquiem....
   
SUFRAGIO: Comédent fructus viæ suæ suísque consíliis suturabúntur. (Proverbios 1, 31). De las plegarias y de las buenas conversaciones tenidas en los paseos y en los viajes. las almas del Purgatorio no menos que los viajeros reciben consuelo y salvación.
  
Solía el P. Luis Monaci, clérigo regular menor, santificar los viajes con oraciones en sufragio particularmente de los fieles difuntos: y un día mientras atravesaba a deshora una desierta campiña, las almas del Purgatorio por las cuales iba rezando el santo Rosario apareciéronsele en forma humana y le libraron de algunos salteadores, que por la codicia de la presa se habían propuesto asesinarle. Este ejemplo nos hace ver cuán ventajosamente puede emplearse el tiempo en los viajes; y solos o acompañados que fuéremos, no malogremos todas las horas del camino o del paseo en vanos pensamientos o en inútiles conversaciones, sino interrumpámoslo al menos de cuando en cuando con  santas oraciones en sufragio de las almas del Purgatorio, las cuales nos librarán de los peligros, tanto más, cuanto más pronto las hiciéremos por nuestra piedad llegar al colmo de sus deseos en la gloria. (P. Gregorio Canfora CMR, en De la fortuna de los hombres, lib. 1,  cap. 10).
  
Añadiremos un Padre nuestro y Ave María por los propagadores de esta devoción.
De profúndis clamávi ad te, Dómine: * Dómine, exáudi vocem meam:
Fiant aures tuæ intendéntes, * in vocem deprecatiónis meæ.
Si iniquitátes observáveris, Dómine: * Dómine, quis sustinébit?
Quia apud te propitiátio est: * et propter legem tuam sustínui te, Dómine.
Sustínuit ánima mea in verbo ejus: * sperávit anima mea in Dómino.
A custódia matutína usque ad noctem: * speret Ísraël in Dómino.
Quia apud Dóminum misericórdia: * et copiósa apud eum redémptio.
Et ipse rédimet Ísraël, * ex ómnibus iniquitátibus ejus.
   
(Desde lo más profundo clamé a ti, oh Señor.
Oye, Señor, benignamente mi voz. Estén atentos tus oídos a la voz de mis plegarias.
Si te pones a examinar, Señor, nuestras maldades, ¿quién podrá subsistir, oh Señor, en tu presencia?
Mas en ti se halla como de asiento la clemencia: y en vista de tu Ley he confiado en ti, oh Señor.
En la promesa del Señor se ha apoyado mi alma: En el Señor ha puesto su esperanza.
Desde el amanecer hasta la noche espere Israel en el Señor.
Porque en el Señor está la misericordia, y en su mano tiene una redención abundantísima.
Y él es el que redimirá a Israel de todas sus iniquidades.)
℣. Réquiem ætérnam dona eis, Dómine. (Dadles, Señor, el descanso eterno)
℞. Et lux perpétua lúceat eis. (Y brille para ellos la luz perpetua)
℣. A porta ínferi. (De la puerta del Infierno)
℞. Érue, Dómine, ánimas eórum. (Librad, Señor, sus almas)
℣. Requiéscant in pace. (Descansen en paz)
℞. Amén.
℣. Dómine, exáudi oratiónem meam. (Escuchad, Señor, mi oración).
℞. Et clamor meus ad te véniat. (Y mi clamor llegue hacia Vos).
   
ORACIÓN
Fidélium, Deus, ómnium Cónditor et Redémptor: animábus famulórum famularúmque tuárum remissiónem cunctórum tríbue peccatórum; ut indulgéntiam, quam semper optavérunt, piis supplicatiónibus consequántur: Qui vivis et regnas in sǽcula sæculórum (Oh Dios, Creador y Redentor de todos los fieles, conceded a las almas de vuestros servidoes y servidoras la remisión de todos sus pecados, al fin de que obtengan, por nuestras devotas oraciones, el perdón que siempre han deseado. Vos que vivís y reináis por todos los siglos de los siglos). Amén.
   
℣. Réquiem ætérnam dona eis, Dómine. (Dadles, Señor, el descanso eterno)
℞. Et lux perpétua lúceat eis. (Y brille para ellos la luz perpetua)
℣. Requiéscant in pace. (Descansen en paz)
℞. Amén.
   
***
  
Cuando se quieran hacer sufragios particulares por el alma de algún difunto se dirá algunas de las siguientes oraciones antes de la susodicha Fidélium Deus, con la cual se concluirá siempre:
Oración por un Sacerdote u Obispo: Deus, qui inter apostólicos Sacerdótes fámulos tuos pontificáli seu sacerdotáli fecísti dignitáte vigére: præsta, quǽsumus; ut eórum quoque perpétuo aggregéntur consórtio. Per Christum Dóminum nostrum (Oh Dios, que quisisteis elevar vuestros siervos a la dignidad Episcopal o Sacerdotal, escogiéndolos y poniéndolos en el número de los Sacerdotes Apostólicos, os suplicamos el que hagáis gocen también de su compañía en vuestra gloria. Por Jesucristo nuestro Señor). Amén.
   
Por el Padre o por la Madre: Deus, qui nos patrem et matrem honoráre præcepísti: miserére cleménter animábus patris et matris meæ, eorúmque peccáta dimítte; meque eos in ætérnæ claritátis gáudio fac vidére (Oh Dios, que nos mandásteis honrar a padre y madre, compadecéos clemente de las almas de mi padre y de mi madre, perdonando sus pecados, y haced que pueda verlos en el gozo de la luz eterna). Amén.
N. B. Si son muchos los que hacen este ejercicio, donde se dice Patris et Matris meæ; se sustituirá Paréntum nostrórum, y donde meque se dirá nosque: si se pide solamente por el Padre se dirá ánimæ Patris mei o nostri; si por la sola Madre, ánimæ Matris meæ o nostræ.
    
Por los hermanos, y por otros parientes o bienhechores: Deus, véniæ largítor et humánæ salútis amátor: quǽsumus cleméntiam tuam; ut nostræ congregatiónis fratres, propínquos et benefactóres, qui ex hoc sǽculo transiérunt, beáta María semper Vírgine intercedénte cum ómnibus Sanctis tuis, ad perpétuæ beatitúdinis consórtium perveníre concédas (Oh Dios, que concedéis el perdón y sois amáis la salvación de los hombres, os suplicamos vuestra clemencia; para que le concedáis a nuestros hermanos de congregación, parientes y bienhechores, que partieron de este siglo, por la intercesión de la Bienaventurada siempre Virgen Santa María y con todos vuestros santos, llegar a ser consortes de la bienaventuranza perpetua).
    
Por un solo difunto: Inclína, Dómine, aurem tuam ad preces nostras, quibus misericórdiam tuam súpplices deprecámur: ut ánimam fámuli tui N., quam de hoc sǽculo migráre jussísti; in pacis ac lucis regióne constítuas, et Sanctórum tuórum júbeas esse consórtem. (Inclinad, Señor, vuestros oídos a nuestras súplicas, con que humildemente imploramos vuestra misericordia para que establezcáis en la región de la paz el alma de vuestro siervo N., que hicisteis salir de este mundo, y ordenéis sea compañera de vuestros Santos).
   
Por una sola difunta: Quǽsumus, Dómine, pro tua pietáte miserére ánimæ fámulæ tuæ N.: et a contágiis mortalitátis exútam, in ætérnæ salvatiónis partem restítue. (Os rogamos, Señor, tengáis piedad por vuestra misericordia del alma de vuestra sierva N., y que desnuda del contagio de la mortalidad, le restituyáis su parte en la salvación eterna).
   
Por dos o más difuntos: Deus, cui próprium est miseréri semper et parcére, propitiáre animábus famulárum famularúmque tuárum, et ómnia, eórum peccáta dimítte: ut mortalitátis vínculis absolúta, transíre mereántur ad vitam (Dios, de quien es propio tener misericordia y perdonar siempre, os suplicamos por las almas de vuestros siervos y siervas, y perdonadles todos sus pecados, para que siendo liberados de las cadenas de la muerte, merezcan llegar a la vida).
   
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.

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