lunes, 30 de noviembre de 2020

MES DE NOVIEMBRE EN SUFRAGIO DE LAS BENDITAS ALMAS DEL PURGATORIO - DÍA ÚLTIMO

Dispuesto por el canónigo Francesco Vitali, Arcipestre de Fermo, y publicado en Sevilla por la Imprenta y librería de D. Antonio Izquierdo en 1858. Reimpreso en Madrid en 1863.
   
    
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
   
Postrados en la presencia de Dios con el mayor fervor de espíritu, supliquémosle que nos asista en el ejercicio de esta sagrada devoción, diciendo:
Disponed, Señor, y confortad nuestras almas con la abundancia de vuestra gracia, para que penetrando en la penosa cárcel del Purgatorio, con afectos de fe, caridad y compasión podamos procurar a los fieles difuntos la mayor abundancia de sufragios que redunde en favor suyo, gloria vuestra y provecho de nuestras almas. Amén.
    
DÍA 30 DE NOVIEMBRE
MEDITACIÓN: EMPEÑO DE LAS ALMAS DEL PURGATORIO POR ALCANZAR LA SALVACIÓN ETERNA A SUS BIENHECHORES.
     
PUNTO PRIMERO
Si en medio de sus tormentos ruegan por nosotros y nos alcanzan gracias las almas del Purgatorio, ¿cuánto más eficaz será su intercesión cuando lleguen a ser gloriosas reinas en el Cielo? No se portarán, no, como aquel ingrato copero de Faraón, que vuelto de la cárcel a la corte olvidó en su prosperidad al afligido intérprete de su sueño. La gratitud de aquellas almas se aumenta y perfecciona con su traslación al Cielo, donde con una caridad más perfecta no cesan de rogar por sus bienhechores hasta alcanzarles todos los bienes temporales que les convienen, y especialmente la felicidad eterna. ¿Quién no querrá enviar al Cielo el mayor número posible de semejantes intercesores?
  
PUNTO SEGUNDO
La primera gracia que cual embajadoras nuestras pedirán aquellas almas luego que lleguen al Cielo, será la eterna salvación de sus bienhechores. «Gran Dios, dirán postradas ante el trono del Altísimo; tened piedad de los que la tuvieron con nosotras. Ellos nos libraron de las cadenas del Purgatorio; Vos las habéis de librar de las de sus pecados. Ellos nos abrieron las puertas de los cielos; abridles, Señor, las de vuestra misericordia. ¿No se salvarán los que nos salvaron? Dad, Señor, a vuestras hijas y vuestras esposas, ya que tanto os complacéis en nosotras, dadnos aquellas almas por cuyas oraciones nos habéis trasladado a vuestra gloria a poseeros y gozaros». Por lo cual es común sentir de los Padres y Doctores que quien pone toda su solicitud en socorrer a las almas del Purgatorio, no perecerá. Por lograr tanta dicha no debía perdonarse medio alguno.
     
PUNTO TERCERO
Nuestro Señor Jesucristo nos aconsejaba que con nuestros bienes procurásemos granjearnos amigos que a nuestro fallecimiento nos recibieran en los tabernáculos de la Gloria. Estos amigos son los pobres; pero no todos los pobres de la tierra llegan a ser moradores del Cielo, pues muchos de ellos no van por el buen camino. No así las almas del Purgatorio. Estas son en la actualidad verdaderamente pobres y muy menesterosas de nuestro socorro; pero hay completa seguridad de que en las mansiones de la eterna bienaventuranza llegarán a ser sobrado ricas; y nada avaras de sus bienes y de su valimiento con el Rey de los siglos, ansiarán que las acompañemos en su dicha, y harán los mayores esfuerzos por llevarnos a su lado a gozar del premio sempiterno de nuestra generosidad para con ellas. Sí, la Gloria es el galardon de la piedad con los difuntos. Constancia, pues, en socorrerlos, que no pasará largo tiempo sin que veamos el fruto de nuestras fatigas y bendigamos una devoción que obtiene una corona de gloria eterna a quien la practica fielmente.
   
ORACIÓN
Señor, un interés universal empeña nuestros corazones en la devoción de las almas del Purgatorio. Deseamos, pues, buscando nuestro propio bien, corresponder a las altas miras de vuestra Providencia en favor de aquellas benditas almas. Proponemos llenar unos deberes que la amistad, el parentesco y la religión nos imponen. Os prometemos no ser en adelante ingratos con nuestros bienhechores difuntos, ni tibios con los que tanto nos amaron. Pero nada valen nuestros propósitos sin el auxilio de vuestra divina gracia. Os pedimos, pues, encarecidamente que nos la concedáis para ser constantes toda la vida en esta santa práctica de socorrer a las almas del Purgatorio, por las cuales os rogamos de todo corazón para que, como Padre de las misericordias, las lleveis a gozar de vuestra divina esencia en el reino de la gloria.
  
EJEMPLO: Un personaje que había empleado toda su vida en la práctica de las virtudes, y particularmente en socorrer a las almas del Purgatorio, se vio en su agonía horrorosamente asaltado por el príncipe de las tinieblas. Pero con sus muchos sufragios había enviado del Purgatorio al Cielo un crecido número de almas, que viendo a su bienhechor en tal peligro, no sólo pidieron al Altísimo que le concediese mayor abundancia de gracias para hacerle triunfar, sino que también alcanzaron el poder socorrerle y asistirle personalmente en aquel decisivo conflicto. Bajando luego del Cielo cual valerosos guerreros, unas se arrojaron contra el infernal enemigo para ahuyentarle, otras rodearon el lecho del moribundo para defenderle, y otras, por último, pusiéronse a consolarle y animarle. Él trasportado de admiracion y de gozo, «¿quién sois?» les dijo; y ellas le contestaron que eran las almas que había sacado del Purgatorio con sus sufragios, y que habían venido a pagarle tamaño beneficio y a acompañarle al Cielo. Inmensa fue la alegría del moribundo a tan feliz anuncio, y respirando su semblante suavísima placidez, voló su alma a la patria celestial entre las aclamaciones de las otras que por su piedad ya estaban vestidas de gloria y resplandores. Este ejemplo nos anime para que jamás decaiga en nosotros la devoción a las benditas almas del Purgatorio. (Esteban Binet SJ, Del estado feliz y desdichado de las ánimas del Purgatorio, capitulo 1.)
   
Rezaremos cinco Padre nuestros, Ave Marías y Réquiem en memoria de la Pasión de nuestro Señor Jesucristo en sufragio de los fieles difuntos (y particularmente de N.), suplicando al Eterno Padre que se apiade de sus almas por la Sangre que derramó su divino Hijo, diciendo cinco veces:
   
JACULATORIA: Eterno Padre, por la preciosísima Sangre de Jesús, misericordia. Padre nuestro, Ave María y Réquiem....
   
SUFRAGIO: Societátem habémus ad ínvicem, et sánguis Jesu Christi Fílii ejus emúndat nos ab omni peccáto. (1 Joan. 1, 7). Para que más pronto queden las almas del Purgatorio limpias de sus defectos en virtud de la sangre de Jesucristo, reunámonos con el piadoso intento de juntar y multiplicar sufragios en su favor.
    
La venerable madre Francisca del Santísimo Sacramento, carmelita descalza, tuvo tanto empeño por el bien de las almas del Purgatorio, que llegó a establecer una sociedad de devociones y ejercicios piadosos con sus hermanas de religión y otras personas que la visitaban, a fin de libertar el mayor número posible de aquellas afligidísimas almas. Damos fin a este santo ejercicio, pero no lo tenga jamás el espíritu de caridad que nos ha impulsado a hacerlo, antes bien, a imitación de aquella sierva de Dios, hagamos en nuestras familias acopios de sufragios durante todo el año en beneficio de nuestros difuntos. Empléense en su bien nuestro tiempo, nuestro caudal y nuestro corazón.
  
Añadiremos un Padre nuestro y Ave María por los propagadores de esta devoción.
De profúndis clamávi ad te, Dómine: * Dómine, exáudi vocem meam:
Fiant aures tuæ intendéntes, * in vocem deprecatiónis meæ.
Si iniquitátes observáveris, Dómine: * Dómine, quis sustinébit?
Quia apud te propitiátio est: * et propter legem tuam sustínui te, Dómine.
Sustínuit ánima mea in verbo ejus: * sperávit anima mea in Dómino.
A custódia matutína usque ad noctem: * speret Ísraël in Dómino.
Quia apud Dóminum misericórdia: * et copiósa apud eum redémptio.
Et ipse rédimet Ísraël, * ex ómnibus iniquitátibus ejus.
   
(Desde lo más profundo clamé a ti, oh Señor.
Oye, Señor, benignamente mi voz. Estén atentos tus oídos a la voz de mis plegarias.
Si te pones a examinar, Señor, nuestras maldades, ¿quién podrá subsistir, oh Señor, en tu presencia?
Mas en ti se halla como de asiento la clemencia: y en vista de tu Ley he confiado en ti, oh Señor.
En la promesa del Señor se ha apoyado mi alma: En el Señor ha puesto su esperanza.
Desde el amanecer hasta la noche espere Israel en el Señor.
Porque en el Señor está la misericordia, y en su mano tiene una redención abundantísima.
Y él es el que redimirá a Israel de todas sus iniquidades.)
℣. Réquiem ætérnam dona eis, Dómine. (Dadles, Señor, el descanso eterno)
℞. Et lux perpétua lúceat eis. (Y brille para ellos la luz perpetua)
℣. A porta ínferi. (De la puerta del Infierno)
℞. Érue, Dómine, ánimas eórum. (Librad, Señor, sus almas)
℣. Requiéscant in pace. (Descansen en paz).
℞. Amén.
℣. Dómine, exáudi oratiónem meam. (Escuchad, Señor, mi oración).
℞. Et clamor meus ad te véniat. (Y mi clamor llegue hacia Vos).
   
ORACIÓN
Fidélium, Deus, ómnium Cónditor et Redémptor: animábus famulórum famularúmque tuárum remissiónem cunctórum tríbue peccatórum; ut indulgéntiam, quam semper optavérunt, piis supplicatiónibus consequántur: Qui vivis et regnas in sǽcula sæculórum (Oh Dios, Creador y Redentor de todos los fieles, conceded a las almas de vuestros servidores y servidoras la remisión de todos sus pecados, al fin de que obtengan, por nuestras devotas oraciones, el perdón que siempre han deseado. Vos que vivís y reináis por todos los siglos de los siglos). Amén.
   
℣. Réquiem ætérnam dona eis, Dómine. (Dadles, Señor, el descanso eterno)
℞. Et lux perpétua lúceat eis. (Y brille para ellos la luz perpetua)
℣. Requiéscant in pace. (Descansen en paz)
℞. Amén.
   
OFRECIMIENTO PARA EL ÚLTIMO DÍA
Dulcísimo Jesus, Redentor amoroso de las almas; en este dÍa, último de los treinta que hemos consagrado al socorro de vuestras queridas esposas detenidas en la terrible cárcel del Purgatorio, os ofrecemos por mano de María Santísima, vuestra amorosa Madre, este pequeño ramillete, formado de todos los rosarios, meditaciones, limosnas, sacrificios, comuniones, mortificaciones y demás obras buenas que con vuestra divina gracia hemos hecho en este mes para socorro de aquellas almas. Poco es, ¡oh Señor!, para lo que Vos hubiérais deseado; poco para lo que vuestras esposas merecían; pero compadeceos de nuestra fragilidad y de nuestra pobreza, y aumentadlo Vos con el valor de vuestra Sangre preciosísima. No miréis a los muchos defectos de que somos reos para con vuestra divina justicia, sino mirad más bien a vuestra infinita misericordia, de cuyos benignos efectos tanto os complacéis. Y llevado, Jesus mío, de esta misma misericordia, dignaos escuchar nuestras pobres oraciones, y dadnos el consuelo de que antes que salgamos de este templo salgan libres de la voracidad de aquellas llamas un gran número de almas, que vayan a aumentar el número de los ciudadanos del cielo. No os olvidéis, por último, ¡oh Señor!, de los que procuramos en este mes acarrearles tanto bien, y en el amarguísimo trance de nuestra muerte confortadnos con la abundancia de vuestra gracia; y cuando nos encontráremos en la terrible cárcel del Purgatorio, no tardéis, ¡oh Señor!, en aceptar las súplicas que os hicieren por nosotros esas almas a cuya libertad hubiéremos concurrido en algún modo, para que, unidos a ellas cuanto antes, podamos gozar de Vos en las mansiones eternas de la gloria. Amén.
   
***
  
Cuando se quieran hacer sufragios particulares por el alma de algún difunto se dirá algunas de las siguientes oraciones antes de la susodicha Fidélium Deus, con la cual se concluirá siempre:
Oración por un Sacerdote u Obispo: Deus, qui inter apostólicos Sacerdótes fámulos tuos pontificáli seu sacerdotáli fecísti dignitáte vigére: præsta, quǽsumus; ut eórum quoque perpétuo aggregéntur consórtio. Per Christum Dóminum nostrum (Oh Dios, que quisisteis elevar vuestros siervos a la dignidad Episcopal o Sacerdotal, escogiéndolos y poniéndolos en el número de los Sacerdotes Apostólicos, os suplicamos el que hagáis gocen también de su compañía en vuestra gloria. Por Jesucristo nuestro Señor). Amén.
   
Por el Padre o por la Madre: Deus, qui nos patrem et matrem honoráre præcepísti: miserére cleménter animábus patris et matris meæ, eorúmque peccáta dimítte; meque eos in ætérnæ claritátis gáudio fac vidére (Oh Dios, que nos mandásteis honrar a padre y madre, compadecéos clemente de las almas de mi padre y de mi madre, perdonando sus pecados, y haced que pueda verlos en el gozo de la luz eterna). Amén.
N. B. Si son muchos los que hacen este ejercicio, donde se dice Patris et Matris meæ; se sustituirá Paréntum nostrórum, y donde meque se dirá nosque: si se pide solamente por el Padre se dirá ánimæ Patris mei o nostri; si por la sola Madre, ánimæ Matris meæ o nostræ.
    
Por los hermanos, y por otros parientes o bienhechores: Deus, véniæ largítor et humánæ salútis amátor: quǽsumus cleméntiam tuam; ut nostræ congregatiónis fratres, propínquos et benefactóres, qui ex hoc sǽculo transiérunt, beáta María semper Vírgine intercedénte cum ómnibus Sanctis tuis, ad perpétuæ beatitúdinis consórtium perveníre concédas (Oh Dios, que concedéis el perdón y sois amáis la salvación de los hombres, os suplicamos vuestra clemencia; para que le concedáis a nuestros hermanos de congregación, parientes y bienhechores, que partieron de este siglo, por la intercesión de la Bienaventurada siempre Virgen Santa María y con todos vuestros santos, llegar a ser consortes de la bienaventuranza perpetua).
    
Por un solo difunto: Inclína, Dómine, aurem tuam ad preces nostras, quibus misericórdiam tuam súpplices deprecámur: ut ánimam fámuli tui N., quam de hoc sǽculo migráre jussísti; in pacis ac lucis regióne constítuas, et Sanctórum tuórum júbeas esse consórtem. (Inclinad, Señor, vuestros oídos a nuestras súplicas, con que humildemente imploramos vuestra misericordia para que establezcáis en la región de la paz el alma de vuestro siervo N., que hicisteis salir de este mundo, y ordenéis sea compañera de vuestros Santos).
   
Por una sola difunta: Quǽsumus, Dómine, pro tua pietáte miserére ánimæ fámulæ tuæ N.: et a contágiis mortalitátis exútam, in ætérnæ salvatiónis partem restítue. (Os rogamos, Señor, tengáis piedad por vuestra misericordia del alma de vuestra sierva N., y que desnuda del contagio de la mortalidad, le restituyáis su parte en la salvación eterna).
   
Por dos o más difuntos: Deus, cui próprium est miseréri semper et parcére, propitiáre animábus  famulárum famularúmque tuárum, et ómnia, eórum peccáta dimítte: ut mortalitátis vínculis absolúta, transíre mereántur ad vitam (Dios, de quien es propio tener misericordia y perdonar siempre, os suplicamos por las almas de vuestros siervos y siervas, y perdonadles todos sus pecados, para que siendo liberados de las cadenas de la muerte, merezcan llegar a la vida).
   
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.

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