martes, 17 de noviembre de 2020

MES DE NOVIEMBRE EN SUFRAGIO DE LAS BENDITAS ALMAS DEL PURGATORIO - DÍA DECIMOSÉPTIMO

Dispuesto por el canónigo Francesco Vitali, Arcipestre de Fermo, y publicado en Sevilla por la Imprenta y librería de D. Antonio Izquierdo en 1858. Reimpreso en Madrid en 1863.
   
   
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
  
Postrados en la presencia de Dios con el mayor fervor de espíritu, supliquémosle que nos asista en el ejercicio de esta sagrada devoción, diciendo:
Disponed, Señor, y confortad nuestras almas con la abundancia de vuestra gracia, para que penetrando en la penosa cárcel del Purgatorio, con afectos de fe, caridad y compasión podamos procurar a los fieles difuntos la mayor abundancia de sufragios que redunde en favor suyo, gloria vuestra y provecho de nuestras almas. Amén.
   
DÍA 17 DE NOVIEMBRE
MEDITACIÓN: MODO DE SOCORRER A LAS ALMAS DEL PURGATORIO POR JUSTICIA.
    
PUNTO PRIMERO
Se socorre a las almas del Purgatorio por justicia cuando se redime su pena con limosnas o se descuenta con ayunos. La limosna es un precio desembolsado para compensar los derechos de la divina Justicia; de una satisfación equivalente a la pena; libra de los lazos del pecado y admite a la participación de la divina gracia. Es como un agua que cae sobre el Purgatorio, mitiga y extingue las llamas de aquel inquieto fuego, y es una de las obras de caridad más eficaces que pueden ejercer los vivos en favor de los difuntos para grangearlas la felicidad de la gloria. Mas no considera tanto el Señor la cantidad de la limosna, cuanto el afecto con que se hace. Ya seamos ricos, ya pobres, procuremos todos dar la limosna que podamos según nuestras facultades para bien del Purgatorio, pues cuanto fuere mayor el mérito de hacerla, tanto más copioso será también el rescate de aquellas ánimas benditas.
   
PUNTO SEGUNDO
Las oblaciones piadosas de cera, aceite, vasos sagrados o de cualquier otro género que se hagan a la Iglesia en sufragio de los difuntos, le causan alivio y salvación, pues son contadas como limosna sirviendo al culto de la religión y al refrigerio de los fieles. Entran igualmente en la clase de limosnas todas las demás obras de caridad temporales y espirituales para con el prójimo; cuantas veces se hacen con intención de socorrer a las almas del Purgatorio se recoge un doble fruto, el de socorrer a un mismo tiempo a los necesitados de esta vida y a los muchos más de la otra. ¡Oh, qué rica mies está preparada a nuestra caridad! Imploremos el divino auxilio, para que a la abundancia de la misma corresponda el número y el empeño de los devotos operarios.
    
PUNTO TERCERO
Se descuenta finalmente la pena debida a la divina Justicia con los ayunos; y bajo el nombre de ayuno se comprende todas las especies no solamente de voluntarias penalidades sino también de las tribulaciones inevitables de la vida, siendo todas obras satisfactorias por los pecados. ¿Quién hay que no pueda de alguna manera mortificarse a sí mismo, ya en las potencias del alma, va en los sentidos del cuerpo? ¿Quién es aquel a quien no aquejan mucho males en el curso de la vida, ya generales, ya particulares? ¿Por qué no traficamos con las afliciones en beneficio de aquellas almas? Cada padecimiento nuestro es para ellas un verdadero alivio, como si las mismas lo sufriesen cuando lo ofrecemos a Dios en descuento de su pena. Nada perdemos de mérito obrando de este modo, antes bien la acrecentamos, pues al sobrellevar los males con paciencia añadimos el ayudar caritativamente a otros. Tomemos, pues, el uso de tolerar y ofrecer todos nuestros trabajos en sufragio de las almas del Purgatorio que de esta manera agradaremos más Dios, mereceremos mas nosotros, y socorreremos mucho más a aquellas infelices prisioneras.
   
ORACIÓN
Ofrecemoste, Señor, todas las penas de nuestra vida: cuanto sufrimos en el cuerpo y cuanto padecemos en el espíritu, todo os lo presentamos en sufragio de las santas almas del Purgatorio. Vos nos colmasteis de aquellos bienes que heredamos de nuestros difuntos, los cuales nada conservaron para sí, sino que lo dejaron todo para nosotros. Mas ahora ¡qué necesitados están ellos de nuestros socorros! Movidos a compasión de sus desgracias, ponemos por medio de la limosna en las manos de los pobres una parte de sus mismos bienes. Dignaos, oh gran Dios, aceptarlos por cuenta suya, para que satisfechas finalmente las partidas de su deuda, puedan ser admitidos a la suspirada posesión de la herencia celestial.
   
EJEMPLO: Arrobada milagrosamente un día la Beata Cristina de tal manera que todos la tenían ya por muerta, fue conducida primeramente a presenciar las penas del Purgatorio, de las cuales quedó sumamente conmovida, y desde allí al Cielo, de cuya gloria fue altamente arrebatada. Mientras se gozaba en medio de los coros de los celestiales comprensores, la dijo el Señor que dejaba a su elección o el volver a la tierra o quedar para siempre en aquella corte celestial. Llevada la santa de vivísima caridad como el Apóstol, «Mejor es, respondió, diferir la propia felicidad por algún tiempo que dejar de socorrer a las almas santas atormentadas con tan crueles suplicios, pido por tanto volver a la tierra para aliviar con mis penitencias al Purgatorio». Y vuelta en efecto, no solamente sobrellevaba con heroica paciencia las grandísimas tribulaciones que le mandaba el Señor, sino que también de su parte añadía tan cruel martirio de espíritu y de cuerpo, que su vida parecía verdaderamente un prodigio. Ella contradecía sin cesar a su propia voluntad, se negaba aun las más inocentes satisfacciones y tenía siempre su espíritu enclavado en una cruz de dolores. Y por lo que hace al cuerpo, ¿quién podría contar todas sus penas? Ayuno cuotidiano, y muchos días sin probar alimento alguno; sueño muy breve, y este atormentado con maderos esquinados y agudas puntas; vestido de groserísima lana, semejante más bien a un áspero cilicio: disciplinas muy sangrientas, baños de agua helada, pruebas de fuego abrasador, revolcarse entre espinas, lastimar su cuerpo con las ruedas de los molinos, herirse con duras piedras y suspenderse de ecúleos cruelísimos fue su continuo ejercicio en los 42 años que sobrevivió: y a cuantos la exhortaban a moderar el fervor de tan rigurosas penitencias, «mucho más rigurosas son, respondía, y mas insoportables las penas que vi padecían eu el Purgatorio; y pido encarecidamente al Señor que me conceda vida y fuerza para continuarlas, y acrecentarlas por el alivio y salvación de aquellas infelices». Mas, ¿sólo los santos daran pruebas tan generosas de compasión para con los difuntos? Reflexionemos que su vida debe ser siempre para nosotros no solo objeto de maravilla, sino también dechado de imitación. Procuremos por tanto seguir sus huellas, sino en todo, al menos en parte para alivio del Purgatorio. (Lorenzo Surio O. Cart., Vida de Cristina la Admirable, 23 de Junio).
  
Rezaremos cinco Padre nuestros, Ave Marías y Réquiem en memoria de la Pasión de nuestro Señor Jesucristo en sufragio de los fieles difuntos (y particularmente de N.), suplicando al Eterno Padre que se apiade de sus almas por la Sangre que derramó su divino Hijo, diciendo cinco veces:
  
JACULATORIA: Eterno Padre, por la preciosísima Sangre de Jesús, misericordia. Padre nuestro, Ave María y Réquiem....
   
SUFRAGIO: Páuperi pórrige manum tuam, ut perficiátur propitiátio. (Eccl. 7, 36). Para que lo más pronto posible se cumpla la propiciación y la paz de los difuntos, seamos liberales de copiosas limosnas para con los pobres de Jesucristo.
  
Refiere San Paulino que el célebre senador Pamaquio con el llanto y con la pompa fúnebre honró el cadáver de su difunta consorte, y alivió a su alma con una copiosa distribución de limosnas, dándola de este modo un sincerísimo testimonio de su amor aun después de su muerte. Llanto y honor fúnebre suele ser el tributo de cariño que todos dan a sus difuntos alrededor de sus cadáveres: mas, ¿quién hay que dispense copiosas limosnas en sufragio de sus almas? Mientras el empeño más grande de los fieles debería ser el de proveer al bien de la mejor parte de aquellos, es decir, del espíritu. Sea, pues, este el sufragio del presente día, dar según el propio estado alguna limosna por nuestros difuntos, lo que acarreará a sus almas refrigerio y salvación. (San Paulino, Epístola 8ª a Pamaquio).
  
Añadiremos un Padre nuestro y Ave María por los propagadores de esta devoción.
De profúndis clamávi ad te, Dómine: * Dómine, exáudi vocem meam:
Fiant aures tuæ intendéntes, * in vocem deprecatiónis meæ.
Si iniquitátes observáveris, Dómine: * Dómine, quis sustinébit?
Quia apud te propitiátio est: * et propter legem tuam sustínui te, Dómine.
Sustínuit ánima mea in verbo ejus: * sperávit anima mea in Dómino.
A custódia matutína usque ad noctem: * speret Ísraël in Dómino.
Quia apud Dóminum misericórdia: * et copiósa apud eum redémptio.
Et ipse rédimet Ísraël, * ex ómnibus iniquitátibus ejus.
   
(Desde lo más profundo clamé a ti, oh Señor.
Oye, Señor, benignamente mi voz. Estén atentos tus oídos a la voz de mis plegarias.
Si te pones a examinar, Señor, nuestras maldades, ¿quién podrá subsistir, oh Señor, en tu presencia?
Mas en ti se halla como de asiento la clemencia: y en vista de tu Ley he confiado en ti, oh Señor.
En la promesa del Señor se ha apoyado mi alma: En el Señor ha puesto su esperanza.
Desde el amanecer hasta la noche espere Israel en el Señor.
Porque en el Señor está la misericordia, y en su mano tiene una redención abundantísima.
Y él es el que redimirá a Israel de todas sus iniquidades.)
℣. Réquiem ætérnam dona eis, Dómine. (Dadles, Señor, el descanso eterno)
℞. Et lux perpétua lúceat eis. (Y brille para ellos la luz perpetua)
℣. A porta ínferi. (De la puerta del Infierno)
℞. Érue, Dómine, ánimas eórum. (Librad, Señor, sus almas)
℣. Requiéscant in pace. (Descansen en paz)
℞. Amén.
℣. Dómine, exáudi oratiónem meam. (Escuchad, Señor, mi oración).
℞. Et clamor meus ad te véniat. (Y mi clamor llegue hacia Vos).
   
ORACIÓN
Fidélium, Deus, ómnium Cónditor et Redémptor: animábus famulórum famularúmque tuárum remissiónem cunctórum tríbue peccatórum; ut indulgéntiam, quam semper optavérunt, piis supplicatiónibus consequántur: Qui vivis et regnas in sǽcula sæculórum (Oh Dios, Creador y Redentor de todos los fieles, conceded a las almas de vuestros servidores y servidoras la remisión de todos sus pecados, al fin de que obtengan, por nuestras devotas oraciones, el perdón que siempre han deseado. Vos que vivís y reináis por todos los siglos de los siglos). Amén.
   
℣. Réquiem ætérnam dona eis, Dómine. (Dadles, Señor, el descanso eterno)
℞. Et lux perpétua lúceat eis. (Y brille para ellos la luz perpetua)
℣. Requiéscant in pace. (Descansen en paz)
℞. Amén.
   
***
  
Cuando se quieran hacer sufragios particulares por el alma de algún difunto se dirá algunas de las siguientes oraciones antes de la susodicha Fidélium Deus, con la cual se concluirá siempre:
Oración por un Sacerdote u Obispo: Deus, qui inter apostólicos Sacerdótes fámulos tuos pontificáli seu sacerdotáli fecísti dignitáte vigére: præsta, quǽsumus; ut eórum quoque perpétuo aggregéntur consórtio. Per Christum Dóminum nostrum (Oh Dios, que quisisteis elevar vuestros siervos a la dignidad Episcopal o Sacerdotal, escogiéndolos y poniéndolos en el número de los Sacerdotes Apostólicos, os suplicamos el que hagáis gocen también de su compañía en vuestra gloria. Por Jesucristo nuestro Señor). Amén.
   
Por el Padre o por la Madre: Deus, qui nos patrem et matrem honoráre præcepísti: miserére cleménter animábus patris et matris meæ, eorúmque peccáta dimítte; meque eos in ætérnæ claritátis gáudio fac vidére (Oh Dios, que nos mandásteis honrar a padre y madre, compadecéos clemente de las almas de mi padre y de mi madre, perdonando sus pecados, y haced que pueda verlos en el gozo de la luz eterna). Amén.
N. B. Si son muchos los que hacen este ejercicio, donde se dice Patris et Matris meæ; se sustituirá Paréntum nostrórum, y donde meque se dirá nosque: si se pide solamente por el Padre se dirá ánimæ Patris mei o nostri; si por la sola Madre, ánimæ Matris meæ o nostræ.
    
Por los hermanos, y por otros parientes o bienhechores: Deus, véniæ largítor et humánæ salútis amátor: quǽsumus cleméntiam tuam; ut nostræ congregatiónis fratres, propínquos et benefactóres, qui ex hoc sǽculo transiérunt, beáta María semper Vírgine intercedénte cum ómnibus Sanctis tuis, ad perpétuæ beatitúdinis consórtium perveníre concédas (Oh Dios, que concedéis el perdón y sois amáis la salvación de los hombres, os suplicamos vuestra clemencia; para que le concedáis a nuestros hermanos de congregación, parientes y bienhechores, que partieron de este siglo, por la intercesión de la Bienaventurada siempre Virgen Santa María y con todos vuestros santos, llegar a ser consortes de la bienaventuranza perpetua).
    
Por un solo difunto: Inclína, Dómine, aurem tuam ad preces nostras, quibus misericórdiam tuam súpplices deprecámur: ut ánimam fámuli tui N., quam de hoc sǽculo migráre jussísti; in pacis ac lucis regióne constítuas, et Sanctórum tuórum júbeas esse consórtem. (Inclinad, Señor, vuestros oídos a nuestras súplicas, con que humildemente imploramos vuestra misericordia para que establezcáis en la región de la paz el alma de vuestro siervo N., que hicisteis salir de este mundo, y ordenéis sea compañera de vuestros Santos).
   
Por una sola difunta: Quǽsumus, Dómine, pro tua pietáte miserére ánimæ fámulæ tuæ N.: et a contágiis mortalitátis exútam, in ætérnæ salvatiónis partem restítue. (Os rogamos, Señor, tengáis piedad por vuestra misericordia del alma de vuestra sierva N., y que desnuda del contagio de la mortalidad, le restituyáis su parte en la salvación eterna).
   
Por dos o más difuntos: Deus, cui próprium est miseréri semper et parcére, propitiáre animábus famulárum famularúmque tuárum, et ómnia, eórum peccáta dimítte: ut mortalitátis vínculis absolúta, transíre mereántur ad vitam (Dios, de quien es propio tener misericordia y perdonar siempre, os suplicamos por las almas de vuestros siervos y siervas, y perdonadles todos sus pecados, para que siendo liberados de las cadenas de la muerte, merezcan llegar a la vida).
   
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.

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