viernes, 6 de noviembre de 2020

MES DE NOVIEMBRE EN SUFRAGIO DE LAS BENDITAS ALMAS DEL PURGATORIO - DÍA SEXTO

Dispuesto por el canónigo Francesco Vitali, Arcipestre de Fermo, y publicado en Sevilla por la Imprenta y librería de D. Antonio Izquierdo en 1858. Reimpreso en Madrid en 1863.
   
    
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
  
Postrados en la presencia de Dios con el mayor fervor de espíritu, supliquémosle que nos asista en el ejercicio de esta sagrada devoción, diciendo:
Disponed, Señor, y confortad nuestras almas con la abundancia de vuestra gracia, para que penetrando en la penosa cárcel del Purgatorio, con afectos de fe, caridad y compasión podamos procurar a los fieles difuntos la mayor abundancia de sufragios que redunde en favor suyo, gloria vuestra y provecho de nuestras almas. Amén.
   
DÍA 6 DE NOVIEMBRE
MEDITACIÓN: DIVINA JUSTICIA VENGADORA.
    
PUNTO PRIMERO
Habiendo las almas santas del Purgatorio triunfado en vida de su enemigo el demonio, no es justo que caigan en sus manos en el otro mundo para ser atormentadas por él. Si permito Dios que en la mortal carrera sean también los justos tentados y perseguidos por aquel maligno espíritu, no lo permite en la otra vida, porque aquí es lugar de prueba y de pelea, allí de término y de recompensa. Por lo que Dios mismo es el que enciende y con su aliento aviva el fuego del Purgatorio que castiga y purifica aquellas hijas escogidas de la gracia; y si bien las ama tiernamente, sin embargo, les hace probar los efectos más rigurosos de su justicia. ¿Y nos quejaremos nosotros si Dios de cuando en cuando nos visita con alguna tribulación en esta tierra?
   
PUNTO SEGUNDO
Dice un Profeta que Dios está en el fuego, y que como un artífice, derrite y purifica en ardiente crisol la plata y el oro, y lo cuela para fundirlo y reducirlo a vistoso trabajo, así entre las llamas de la encendida cárcel, el Señor limpia y purifica los hijos de Leví para hacerlos dignos de Si; o como un diligente escultor, a fuerza de golpes de su cortante cincel imprime en el duro mármol las formas del original que se propone, no de otra suerte Dios, con el severo azote de su justicia, hiere repetidas veces a aquellas almas afligidas hasta que esculpa en ellas una imagen de su perfección, que las haga dignas de la eterna bienaventuranza, ¡Ah! Sin una excelencia de méritos y de perfección no se entra en el Cielo. Y nosotros, ¿qué hacemos para merecerle?
    
PUNTO TERCERO
La consideración de no ser aquellas almas atormentadas por los demonios en el Purgatorio forma para ellas un titulo de distinción y de complacencia; mas el ser castigadas y atormentadas por la mano misma de Dios a quien adoran, hace más sensibles los golpes y más pesado el azote que las hiere. Y ¡ah! exclaman, ¿cómo, Señor, os habéis hecho sordo e inflexible a nuestros ruegos? El rostro no es ya de padre, mas de juez; la mano no es ya de esposo, mas de atormentador. Vuesta misericordia se ha convertido en la más severa justicia, y nosotras no sentimos sino los más agudos dardos de vuestro encendidísimo enojo. ¡Oh Padre! ¡Oh Juez! ¡Oh atormentador! ¡Oh esposo! ¡Ah! Apiadaos de quien no desea ni suspira sino por Vos.
   
ORACIÓN
Oíd, Señor, oíd, esas voces, pues voces son de vuestras hijas queridas. Vuelva a vuestro rostro la serenidad y la dulzura; resplandezca en vuestros ojos un rayo de clemencia y de gracia, deponga vuestra diestra el azote de la ira y del rigor, y con uno de aquellos rasgos de bondad que os declaran Dios de las misericordias, elevad a aquellas infelices, que padecen, al seno eterno de vuestra bienaventuranza. Tales son sus deseos y también los nuestros. Escuchad a las hijas que os ruegan; escuchad a los siervos que interceden por ellas; escuchad al Purgatorio y a la tierra para conceder el Cielo a quien no halla reposo hasta poseerle con Vos.
   
EJEMPLO: Murió en un convento de los frailes Menores en París un religioso llamado por su angelical vida el angélico; y un maestro de teología que había sido su gran confidente, aunque sabía bien la costumbre de aquel sagrado asilo, es decir, la obligación que tenía cada sacerdote de celebrar tres misas por el alma de cada difunto de la misma religión, sin embargo dejó de ofrecerlas esta vez por el alma de dicho religioso, pues por la alta perfección de santidad a que había éste llegado creyó su compañero que sería admitido sin demora en el número de los escogidos. Pero ¡cuán falaces son los juicios de los hombres! Aquel religioso creído tan perfecto cayó en el Purgatorio, donde esperando en vano los acostumbrados sufragios de su amigo de quien se los prometía aun mayores, se le apareció una noche quejándose amargamente de tal descuido; de lo que sorprendido el P. Maestro quiso excusarse diciendo que no habría jamás pensado que perfección tan sublime hubiese debido ser refinada en el fuego del Purgatorio. Mas heu, respondió aquella alma, nemo credit quam distrícte júdicet, Deus, et quam sevére púniat. No se puede comprender humanamente cuán rigurosos son sus juicios y cuán severamente castiga todo defecto. Los cielos no son limpios en su presencia, encuentra en los humanos espíritus de qué reprenderlos, y purifica toda mancha y defecto con tanto rigor de justicia que emplea toda la fuerza de su omnipotencia para purificar con el mal vivo fuego las almas y hacerlas dignas del Cielo. A las cuales palabras, arrepentido de su negligencia el teólogo, ofreció en los tres siguientes días el augusto sacrificio del altar en sufragio de aquella alma con tanta devoción que consiguió librarla del Purgatorio. Mas la lección recibida si fue favorable al difunto, no fue de menor eficacia al mismo religioso, el cual se dedicó después tan de veras a santificar su vida, que de sublime teólogo de los divinos misterios, pasó a ser un vivo modelo de perfección cristiana. Santifique también a nosotros la misma lección, y haga que nos dediquemos a la más exacta observancia de nuestros deberes. (Fray Mauro de Lisboa, en Crónica de los Menores, parte 2ª, libro 4º, Cap. 7).
  
Rezaremos cinco Padre nuestros, Ave Marías y Réquiem en memoria de la Pasión de nuestro Señor Jesucristo en sufragio de los fieles difuntos (y particularmente de N.), suplicando al Eterno Padre que se apiade de sus almas por la Sangre que derramó su divino Hijo, diciendo cinco veces:
  
JACULATORIA: Eterno Padre, por la preciosísima Sangre de Jesús, misericordia. Padre nuestro, Ave María y Réquiem....
   
SUFRAGIO: Volúntas est, non nt áliis sit remísio, vobis áutem tribulátio, sed ex æqualitáte (2ª Cor. 8, 11). Esta es la voluntad de Dios, que como nosotros perdonamos a nuestros enemigos las ofensas, así igualmente perdone Él la deuda de sus culpas a los difuntos.
  
Una viuda rica en Bolonia, a cuyo hijo dio la muerte un forastero, teniendo entre las manos al reo no solo no le entregó á la justicia, sino que con cristiano heroismo le protegió y le nombró heredero en lugar del hijo perdido; este noble rasgo de aquel corazon agradó tanto al Señor, que libró al punto de las penas del Purgatorio al difunto joven, el cual lleno de júbilo y resplandor se dejó ver a su virtuosa madre en el acto de volar al Cielo. La justicia de Dios es inflexible; pero jamás se deja vencer en liberalidad. Si queremos que perdone la deuda de sus penas a las almas del Purgatorio y las reciba en su corte, perdonemos a nuestros enemigos las injurias, haciéndoles participantes de nuestro amor, que no dejará Dios de pagar perdón con perdón, y amor con amor. El ejercicio pues, de este día sea el reconciliarnos con todos nuestros enemigos, si los tenemos, en sufragio de las almas del Purgatorio. (Juan Víctor Rossi/Janio Nicio Eritreo, en Ejemplo de las Virtudes y los Vicios, Ejemplo 5º).
  
Añadiremos un Padre nuestro y Ave María por los propagadores de esta devoción.
De profúndis clamávi ad te, Dómine: * Dómine, exáudi vocem meam:
Fiant aures tuæ intendéntes, * in vocem deprecatiónis meæ.
Si iniquitátes observáveris, Dómine: * Dómine, quis sustinébit?
Quia apud te propitiátio est: * et propter legem tuam sustínui te, Dómine.
Sustínuit ánima mea in verbo ejus: * sperávit anima mea in Dómino.
A custódia matutína usque ad noctem: * speret Ísraël in Dómino.
Quia apud Dóminum misericórdia: * et copiósa apud eum redémptio.
Et ipse rédimet Ísraël, * ex ómnibus iniquitátibus ejus.
   
(Desde lo más profundo clamé a ti, oh Señor.
Oye, Señor, benignamente mi voz. Estén atentos tus oídos a la voz de mis plegarias.
Si te pones a examinar, Señor, nuestras maldades, ¿quién podrá subsistir, oh Señor, en tu presencia?
Mas en ti se halla como de asiento la clemencia: y en vista de tu Ley he confiado en ti, oh Señor.
En la promesa del Señor se ha apoyado mi alma: En el Señor ha puesto su esperanza.
Desde el amanecer hasta la noche espere Israel en el Señor.
Porque en el Señor está la misericordia, y en su mano tiene una redención abundantísima.
Y él es el que redimirá a Israel de todas sus iniquidades.)
℣. Réquiem ætérnam dona eis, Dómine. (Dadles, Señor, el descanso eterno)
℞. Et lux perpétua lúceat eis. (Y brille para ellos la luz perpetua)
℣. A porta ínferi. (De la puerta del Infierno)
℞. Érue, Dómine, ánimas eórum. (Librad, Señor, sus almas)
℣. Requiéscant in pace. (Descansen en paz)
℞. Amén.
℣. Dómine, exáudi oratiónem meam. (Escuchad, Señor, mi oración).
℞. Et clamor meus ad te véniat. (Y mi clamor llegue hacia Vos).
   
ORACIÓN
Fidélium, Deus, ómnium Cónditor et Redémptor: animábus famulórum famularúmque tuárum remissiónem cunctórum tríbue peccatórum; ut indulgéntiam, quam semper optavérunt, piis supplicatiónibus consequántur: Qui vivis et regnas in sǽcula sæculórum (Oh Dios, Creador y Redentor de todos los fieles, conceded a las almas de vuestros servidoes y servidoras la remisión de todos sus pecados, al fin de que obtengan, por nuestras devotas oraciones, el perdón que siempre han deseado. Vos que vivís y reináis por todos los siglos de los siglos). Amén.
   
℣. Réquiem ætérnam dona eis, Dómine. (Dadles, Señor, el descanso eterno)
℞. Et lux perpétua lúceat eis. (Y brille para ellos la luz perpetua)
℣. Requiéscant in pace. (Descansen en paz)
℞. Amén.
   
***
  
Cuando se quieran hacer sufragios particulares por el alma de algún difunto se dirá algunas de las siguientes oraciones antes de la susodicha Fidélium Deus, con la cual se concluirá siempre:
Oración por un Sacerdote u Obispo: Deus, qui inter apostólicos Sacerdótes fámulos tuos pontificáli seu sacerdotáli fecísti dignitáte vigére: præsta, quǽsumus; ut eórum quoque perpétuo aggregéntur consórtio. Per Christum Dóminum nostrum (Oh Dios, que quisisteis elevar vuestros siervos a la dignidad Episcopal o Sacerdotal, escogiéndolos y poniéndolos en el número de los Sacerdotes Apostólicos, os suplicamos el que hagáis gocen también de su compañía en vuestra gloria. Por Jesucristo nuestro Señor). Amén.
   
Por el Padre o por la Madre: Deus, qui nos patrem et matrem honoráre præcepísti: miserére cleménter animábus patris et matris meæ, eorúmque peccáta dimítte; meque eos in ætérnæ claritátis gáudio fac vidére (Oh Dios, que nos mandásteis honrar a padre y madre, compadecéos clemente de las almas de mi padre y de mi madre, perdonando sus pecados, y haced que pueda verlos en el gozo de la luz eterna). Amén.
N. B. Si son muchos los que hacen este ejercicio, donde se dice Patris et Matris meæ; se sustituirá Paréntum nostrórum, y donde meque se dirá nosque: si se pide solamente por el Padre se dirá ánimæ Patris mei o nostri; si por la sola Madre, ánimæ Matris meæ o nostræ.
    
Por los hermanos, y por otros parientes o bienhechores: Deus, véniæ largítor et humánæ salútis amátor: quǽsumus cleméntiam tuam; ut nostræ congregatiónis fratres, propínquos et benefactóres, qui ex hoc sǽculo transiérunt, beáta María semper Vírgine intercedénte cum ómnibus Sanctis tuis, ad perpétuæ beatitúdinis consórtium perveníre concédas (Oh Dios, que concedéis el perdón y sois amáis la salvación de los hombres, os suplicamos vuestra clemencia; para que le concedáis a nuestros hermanos de congregación, parientes y bienhechores, que partieron de este siglo, por la intercesión de la Bienaventurada siempre Virgen Santa María y con todos vuestros santos, llegar a ser consortes de la bienaventuranza perpetua).
    
Por un solo difunto: Inclína, Dómine, aurem tuam ad preces nostras, quibus misericórdiam tuam súpplices deprecámur: ut ánimam fámuli tui N., quam de hoc sǽculo migráre jussísti; in pacis ac lucis regióne constítuas, et Sanctórum tuórum júbeas esse consórtem. (Inclinad, Señor, vuestros oídos a nuestras súplicas, con que humildemente imploramos vuestra misericordia para que establezcáis en la región de la paz el alma de vuestro siervo N., que hicisteis salir de este mundo, y ordenéis sea compañera de vuestros Santos).
   
Por una sola difunta: Quǽsumus, Dómine, pro tua pietáte miserére ánimæ fámulæ tuæ N.: et a contágiis mortalitátis exútam, in ætérnæ salvatiónis partem restítue. (Os rogamos, Señor, tengáis piedad por vuestra misericordia del alma de vuestra sierva N., y que desnuda del contagio de la mortalidad, le restituyáis su parte en la salvación eterna).
   
Por dos o más difuntos: Deus, cui próprium est miseréri semper et parcére, propitiáre animábus famulárum famularúmque tuárum, et ómnia, eórum peccáta dimítte: ut mortalitátis vínculis absolúta, transíre mereántur ad vitam (Dios, de quien es propio tener misericordia y perdonar siempre, os suplicamos por las almas de vuestros siervos y siervas, y perdonadles todos sus pecados, para que siendo liberados de las cadenas de la muerte, merezcan llegar a la vida).
   
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.

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