viernes, 12 de julio de 2024

BERGOGLIO DISTORSIONA LA EXTREMAUNCIÓN EN SU VÍDEO DEL MES

Traducción del artículo publicado en NOVUS ORDO WATCH. Textos bíblicos tomados de la versión de Mons. Félix Torres Amat.
   
BERGOGLIO EL NATURALISTA: «SI PIENSAS QUE LA UNCIÓN DE LOS ENFERMOS ES SOLO PARA LOS MORIBUNDOS, ¡HAS ABANDONADO LA ESPERANZA!»
El pseudopapa distorsiona el sacramento de la Extremaunción…

    
Durante años hemos señalado que el Papa Francisco (Jorge Bergoglio) es un naturalista. Lo sobrenatural no suele ser su principal preocupación y, a menudo, no le preocupa en absoluto. Aunque en ocasiones admite verbalmente lo sobrenatural, suele restarle importancia o lo utiliza indebidamente para favorecer su agenda ideológica.
    
Vemos esto, por ejemplo, cuando el jesuita apóstata de Buenos Aires habla del Juicio Final. O bien no lo menciona en absoluto, o bien le resta importancia. La única vez que lo menciona para enfatizar su gran consecuencia es cuando advierte a la gente sobre la importancia de practicar las obras corporales de misericordia, es decir, las que tienen que ver con las necesidades temporales de los cuerpos. Esto se debe a que enfatizar lo temporal y lo corporal es compatible con su agenda naturalista, y puede fácilmente ponerse al servicio de ella; pero la vida espiritual del alma y la eternidad, no tanto.
     
Sí, es cierto que seremos juzgados por cómo hayamos tratado a «estos mis más pequeños hermanos» (Mt 25, 40). Es perfectamente legítimo señalarlo, pero no a costa de ocultar otras verdades, como el hecho de que también seremos juzgados sobre si hemos creído en la doctrina revelada por Dios y si hemos guardado los mandamientos: «El que creyere, y se bautizare, se salvará; pero el que no creyere, será condenado» (Mc 16, 16); «Nada importa ahora el ser circuncidado, y nada importa el no serlo: lo que importa a judíos y a gentiles es la observancia de los mandamientos de Dios» (1.ª Cor 7, 19); «Sea honesto en todos el matrimonio, y el lecho conyugal sin mancilla. Porque Dios condenará a los fornicarios y a los adúlteros» (Hb 13, 4); « para que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la maldad o injusticia» (2.ª Tes 2, 11).
       
Durante el mes de julio, el Vaticano se toma un descanso estival y ni siquiera Francisco tiene programados eventos oficiales. Sin embargo, incluso durante este mes, el falso papa logró una vez más inyectar una herejía aterradora en las mentes de quienes lo siguen. Lo hizo por medio de su último “Vídeo del Papa”.
    
El “Video del Papa” es un video mensual que promueve la intención de oración “papal” para el mes en cuestión, en el que Francisco explica la intención e insta a las personas a unirse a él en oración. (El primer “Vídeo del Papa” de este tipo se lanzó en enero de 2016 y promovió audazmente el indiferentismo religioso).
    
Para julio de 2024, la intención de oración es «por la atención pastoral a los enfermos», un tema que no parece muy explosivo, como se podría pensar. Pero el falso papa argentino sabe cómo introducir herejías en cualquier lugar, incluso aparentando ser misericordioso y compasivo en el proceso.
    
Antes de continuar, aquí está el vídeo de 91 segundos:
   
    
En caso de que no se pueda visualizar el vídeo, puedes acceder a él directamente en YouTube aquí.

A continuación transcribimos las palabras de Francisco en el vídeo. Hemos subrayado la parte más ofensiva:
[Introducción:] «Oremos para que el sacramento de la Unción de los Enfermos dé a las personas que lo reciben y a sus seres queridos la fuerza del Señor, y se convierta cada vez más para todos en un signo visible de compasión y de esperanza».
   
[Vídeo principal:] «Este mes tengamos en nuestra oración el cuidado pastoral de los enfermos.
   
La Unción de los Enfermos no es un sacramento solo para aquellos que están a punto de morir. No. Es importante tener esto claro.
   
Cuando el sacerdote se acerca a una persona para darle la Unción de los Enfermos, no está necesariamente ayudándole a despedirse de la vida. Pensar así es renunciar a toda esperanza.
   
Es dar por sentado que después del cura llega el enterrador.
   
Recordemos que la Unción de los Enfermos es uno de los “sacramentos de sanación”, de “curación”, que sana el espíritu.
   
Y cuando una persona está muy enferma conviene darle la Unción de los Enfermos. Y cuando una persona ya está anciana, conviene que reciba la Unción de los Enfermos.
   
Oremos para que el sacramento de la Unción de los Enfermos dé a las personas que lo reciben y a sus seres queridos la fuerza del Señor, y se convierta cada vez más para todos en un signo visible de compasión y de esperanza» (El Vídeo del Papa, julio de 2024; subrayado añadido).
En las palabras anteriores, Bergoglio naturaliza la virtud sobrenatural de la esperanza. Afirma escandalosamente que quienes se resignan a «decir adiós a la vida» —un eufemismo un tanto cursi para referirse a la realidad de la muerte— y llaman a un sacerdote para que les unja para que les ayude a salir de esta vida en gracia de Dios, han «abandonado toda esperanza». Tal afirmación sólo tiene sentido si por “esperanza” entendemos una expectativa confiada de mejora de la propia salud personal o de otras condiciones relativas a una mejor vida temporal y corporal. Sin embargo, eso no es en absoluto lo que significa la esperanza católica, y utilizar el término “esperanza” en ese sentido en el contexto de recibir los últimos sacramentos es un auténtico escándalo.
   
La esperanza, en el sentido católico, es una virtud teologal que tiene a Dios por objeto y que Dios infunde directamente en el alma. Esa es la única esperanza que importa y, de hecho, esta esperanza no sólo no queda excluida por el deseo de recibir la Extremaunción, sino que es una condición previa necesaria para su recepción válida y fructífera. El hecho de que un católico moribundo desee ver a un sacerdote y recibir de él los sacramentos (la Extremaunción normalmente estaría acompañada de la Confesión y la Sagrada Comunión) es una gran indicación de que tiene esperanza en Cristo como su Salvador y en la Iglesia de Cristo como el Arca de Salvación.

La verdadera naturaleza sobrenatural y teológica de la virtud de la esperanza se pone de manifiesto en el Acto de Esperanza que los católicos rezan:
«Oh Dios mío, confiando en tu omnipotencia y en tu infinita misericordia y promesas, espero obtener el perdón de mis pecados, el auxilio de tu gracia y la vida eterna por los méritos de Jesucristo, mi Señor y Redentor. Amén» (Fuente).
Para ir al Cielo, cualquier persona, sin excepción, debe morir con la virtud sobrenatural de la esperanza —además de la fe y la caridad— en el alma.
   
Que el Papa Francisco vincule el concepto de esperanza exclusivamente a la mejora o continuación de la vida terrena —como si esta vida presente fuera la meta de nuestra existencia— es una terrible afrenta contra Dios, contra la fe y contra los pecadores necesitados de la misericordia de Dios.
   
Quienes buscan su esperanza y felicidad en este mundo, en última instancia, sólo cosecharán la muerte: «No hay hombre que viva siempre, ni que pueda presumirse esto» (Eclesiastés 9, 4); «Pues quien quisiere salvar su vida abandonándome a Mí, la perderá; cuando al contrario el que perdiere su vida por amor de Mí, la pondrá en salvo» (Lucas 9, 24); «Porque el estipendio y paga del pecado es la muerte. Empero la vida eterna es una gracia de Dios por Jesucristo nuestro Señor» (Romanos 6, 23).
    
De estas verdades se desprende la gran importancia del verdadero Evangelio, de la auténtica evangelización y de la actividad misionera, incluso del proselitismo. ¡No es extraño que Bergoglio se oponga tan enconadamente a ello!
   
En el “Vídeo del Papa” de julio de 2024, Francisco subraya que la Unción de los Enfermos —el nombre que en el Novus Ordo se da a la Extremaunción— no es solo para quienes están a punto de morir, y eso es cierto. Sin embargo, el sacramento tampoco debe administrarse simplemente «cuando una persona está muy enferma» o «cuando alguien es anciano», como afirma en el vídeo.
     
Más bien, la verdadera posición católica es que la Extremaunción es para aquellos que están tan enfermos que es probable que mueran pronto; es decir, deben estar en grave peligro de muerte. De esta condición depende no sólo la administración legítima sino incluso válida del sacramento: «El receptor debe estar en peligro de muerte por enfermedad o vejez. El peligro no tiene por qué ser inminente, pero debe ser al menos probable», escribe el padre dominico Nicholas Halligan (1917-1997) sobre la validez de la Extremaunción en su formidable obra The Administration of the Sacraments (Cork: The Mercier Press, 1963), pág. 344.
   
En cuanto a los efectos de la Extremaunción, son principal y directamente espirituales; sólo secundaria y accidentalmente afectan a la salud natural del cuerpo:
«Tiene tres efectos: el principal es fortalecer el alma para vencer los restos del pecado o la debilidad del alma debida a la propensión al mal y a la languidez en la búsqueda del bien, las ansiedades, el temor, el entumecimiento y todas las debilidades dejadas en el alma por el pecado original y acentuadas por los pecados personales, y para resistir los asaltos finales del diablo; los efectos secundarios que siguen a la gracia de la fortaleza son la remisión de los pecados y la salud corporal. Como sacramento de los vivos, la Extremaunción presupone la amistad y la gracia divinas en el alma, pero accidentalmente, si hay pecados presentes, se perdonan, al menos con atrición, tanto en cuanto a la culpa como a la pena. Esto es más importante en el caso de los moribundos que están inconscientes e incapaces de confesarse o recibir el Viático. Cuando por disposición de la divina providencia es conveniente para el bienestar del alma, a veces se restaura la salud corporal ayudando y sosteniendo a las fuerzas naturales en la lucha contra la enfermedad peligrosa» (Halligan, La administración de los sacramentos, págs. 343-344; subrayado añadido)
En cuanto a la transformación del sacramento de la Extremaunción en Unción de los enfermos según el Novus Ordo, los cambios realizados por el “Papa” Pablo VI en su “Constitución Apostólica” Sacram Unctióne Infirmórum del 30 de noviembre de 1972 son significativos e impactan tanto en la materia como en la forma sacramental.
      
Mientras que la Extremaunción requiere para su validez aceite de oliva que haya sido especialmente consagrado por un obispo válido, la Unción de los enfermos permite el uso de cualquier aceite vegetal como materia del sacramento, siempre que haya sido «debidamente bendecido», lo que puede hacer incluso un simple sacerdote: «En caso de verdadera necesidad, un sacerdote mismo puede bendecir el aceite» (Michael Glazier y Monika Hellwig, eds., Modern Catholic Encyclopedia [Collegeville, Minesota: Liturgical Press, 2004], voz “Sacrament of Anointing”, pág. 733).
   
Pero también ha cambiado la forma del sacramento: «Hemos creído conveniente modificar la fórmula sacramental de modo que, a la vista de las palabras de Santiago, se puedan expresar mejor los efectos del sacramento», escribe el antipapa Pablo VI en su falsa bula. Los padres sedevacantistas Radecki explican la diferencia entre la antigua y la nueva forma:
«La Extremaunción tiene oraciones específicas para la unción de cada sentido: “Por esta santa unción y su entrañable misericordia, el Señor os perdone todos los pecados que hayáis cometido con (la vista, el oído, el olfato, el gusto, el habla, el tacto y el andar)”.
    
La fórmula utilizada en la Unción de los Enfermos (Vaticano II) es: “Por esta santa unción, el Señor, en su amor y misericordia, te ayude con la gracia del Espíritu Santo. Amén. El Señor, que te libera de los pecados, te salve y te levante. Amén”.
    
A primera vista, la redacción de la Unción de los enfermos puede parecer muy similar a la de la Extremaunción. Sin embargo, al examinarla más detenidamente, se descubre que es muy ambigua. La nueva forma omite también las importantes palabras “Que el Señor te perdone los pecados que hayas cometido”. Estas palabras expresan los efectos primarios del sacramento: la curación y el fortalecimiento del alma, la remisión de los pecados veniales y la limpieza del alma de los restos del pecado. Según Santo Tomás de Aquino, la Extremaunción fue instituida para “…la salud del alma que se efectúa fortaleciéndola por la gracia y por la remisión de los pecados”.
   
En su encíclica Apostólicæ Curæ, el Papa León XIII enseñó que los sacramentos “…deben significar la gracia que efectúan y efectuar la gracia que significan”. También declaró: “No puede considerarse apta o suficiente para el sacramento aquella forma que omite lo que esencialmente debe significar”. En consecuencia, el cambio de redacción ha dado como resultado un cambio esencial en el significado, lo que muy probablemente invalida este sacramento» (Padre Francisco Radecki y Padre Dominic Radecki, Tiempos tumultuosos: Veinte Concilios Generales de la Iglesia Católica y el Vaticano II y sus consecuencias [Wayne, Misuri: St. Joseph's Media, 2004], págs. 476-477; cursiva agregada. #CommissionLink )
El autor tradicionalista Daniel Graham, que no es sedevacantista, señala paralelismos entre la Unción de los enfermos del Novus Ordo y la llamada “Visitación de los enfermos” anglicana:
«La Extremaunción tradicional no unge la frente ni el pecho. Al igual que el rito anglicano, el rito del Novus Ordo también unge [solamente] dos miembros del cuerpo: la frente y las manos. El rito del Novus Ordo imita a los anglicanos al seleccionar solo dos miembros del cuerpo y al ungir la frente, que no se unge en la Extremaunción tradicional.
    
El propósito de la unción del rito del Novus Ordo es ambiguo: ayudar, salvar y levantar. Todos estos verbos podrían aplicarse a la curación espiritual. Lo más probable es que los verbos podrían aplicarse a la curación física descrita en el servicio anglicano. Las palabras salvar y levantar se refieren a la curación corporal en el contexto de Marcos 2, 1-12 de las lecturas de la liturgia del Novus Ordo [que son parte del rito ampliado de la Unción del Novus Ordo]. Levantar equivale a la curación física del paralítico. Jesús ya había perdonado los pecados del paralítico. Por lo tanto, la evidencia contextual indica que ayudarsalvar y levantar se refieren solo a la curación física, lo que es coherente con el resto del rito del Novus Ordo.
   
La frase El Señor te libre del pecado no asocia la unción con el perdón del pecado, sino que afirma la capacidad del Señor para perdonar el pecado, lo que sucede en la Confesión, si la persona moribunda tiene la suerte de tener esa opción» (Daniel Graham, Lex Orandi: Comparación de los ritos tradicionales y del Novus Ordo de los siete sacramentos [Preview Press, 2015], pág. 152; cursiva agregada. #CommissionLink)
De hecho, la Unción de los Enfermos, especialmente en la forma en que se administra en la práctica, ha convertido a la Extremaunción en lo que los Padres Radecki han llamado acertadamente «el equivalente espiritual de una tarjeta de recuperación debido a cambios esenciales en el sacramento» (Tiempos tumultuosos, pág. 478).
   
Daniel Graham también da en el clavo en su resumen de las diferencias entre los auténticos ritos extremos católicos y la falsificación del Novus Ordo:
«Una comparación de los dos ritos [Extremaunción vs. Unción de los enfermos] muestra que son completamente diferentes en lo que pretenden y lo que enseñan. El sacramento tradicional de la Extremaunción, también llamado Extremaunción, prepara el alma para la batalla final contra el diablo, para la muerte y para enfrentar el juicio y la eternidad. El sacramento también tiene el poder de curar el cuerpo, así como de preparar el alma. El Sacramento de los Enfermos del Novus Ordo intenta principalmente curar el cuerpo o al menos aliviar el sufrimiento físico. La curación espiritual es una preocupación secundaria y es, según el texto, más una cuestión de manejo de la angustia psicológica» (Graham, Lex Orandi, pág. 143)
La destrucción de este importante sacramento por parte del Novus Ordo explica el énfasis que Francisco puso en que era para los enfermos y no sólo para los moribundos. Pero Bergoglio, siendo Bergoglio, tuvo que añadir el insulto a la injuria, y por eso acusó audazmente a quienes todavía entienden correctamente que los últimos sacramentos son una preparación para la muerte de haber abandonado toda esperanza, ¡cuando en realidad es exactamente lo contrario!
   
Asociar la esperanza con permanecer vivo y ser feliz en este mundo, en lugar de asociarla con que Dios nos ayude a alcanzar nuestro fin sobrenatural en la Visión Beatífica, no es un tema nuevo para el pretendiente papal.
   
De hecho, esta falsa distorsión naturalista de la esperanza es también el principio subyacente que rige su oposición a la pena de muerte y, peor aún, su oposición incluso a la cadena perpetua. Ambos castigos, afirma falsamente el jesuita apóstata, privan al delincuente de la esperanza:
Jorge Bergoglio es claramente un naturalista. El aquí y ahora es lo único que realmente le importa. De ahí su excesivo énfasis en las obras corporales de misericordia, en descuido de las obras espirituales de misericordia. De ahí su obsesivo “proselitismo” por la fraternidad humana, la paz, el ecologismo, la dignidad humana, los migrantes, etc., todo ello mientras considera la conversión al catolicismo, en el mejor de los casos, opcional. «Esos tales son del mundo; y por eso hablan el lenguaje del mundo, y el mundo los escucha» (1.ª Jn 4, 5).
   
Lo que ha hecho Francisco con su último “Vídeo del Papa” es, por tanto, algo terrible que, potencialmente, contribuirá a la condenación de muchos. Al desviar la atención de morir una muerte santa a vivir esta vida temporal un poco más, Bergoglio está ayudando a que la gente se aparte de los pensamientos sobre las cuatro postrimerías (Muerte, Juicio, Cielo, Infierno), y en su lugar los anima a centrarse en la vida temporal y terrenal.
   
Puede sonar irónico y absurdo para los oídos del Novus Ordo, pero morir es la parte más importante de la vida. Si morimos bien, nos salvaremos; si morimos mal, nos condenaremos. Por eso, los últimos sacramentos son de suma importancia para los católicos.
    
«Así el que ama desordenadamente su alma, la perderá; mas el que aborrece o mortifica su alma en este mundo, la conserva para la vida eterna» (Jn 12,25).

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