Tomado de CATOLICIDAD.
La Virgen lloraba inconsolable la pasión de Jesucristo. Las lágrimas no dejaban de salir de sus ojos cuajados. Y ella estaba así, con su pañuelo blanco en sus manos, y su boca entreabierta llorando y llorando.
Era la Virgen de los Dolores. La que llora en todas las iglesias del mundo.
Y Sevilla la vio, y le dolió el alma, y se le saltaron las lágrimas, y la quiso consolar.
Se acercó a Ella, la miró, y viéndola llorar tan bonita, por consolarla le echó un piropo; un piropo con lágrimas:
-“¡Olé, las mujeres bonitas!”
Y la Virgen, al oírlo, levantó los ojos y sonrió. ¡Y apareció la Macarena! La única Virgen que llora y que ríe al mismo tiempo. La que llora por su Hijo, y la que sonríe por el piropo amoroso de Sevilla.
¡Qué bonita está la Macarena cuando llora! ¡Qué dolorida está la Macarena cuando ríe!
Y éste es el misterio de su atracción. ¿Por qué es más bonita, porque llora o porque ríe?
¡Porque llora y ríe al mismo tiempo!
Para que pueda rimar
con tu nombre, Macarena,
tengo una palabra “pena”
amarga como la mar,
y tengo el dulce cantar
de un arcángel: “gratia plena”…
para que pueda rimar
con tu nombre, Macarena…
la pena con tu dolor.
Que eres Madre Dolorosa;
y la gracia, por ser rosa
del amor.
Y uniendo gracia con pena
va el broche de tu sonrisa…
ya está la rima precisa
de tu nombre, Macarena
P. RAMÓN CUÉ ROMANO SJ. “Cómo llora Sevilla: (interpretación de la Semana Santa)”, 1947.

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