El contexto es el de la “Pastorela” o “Posada”, una representación dramaturgica originada en los autos sacramentales con que los misioneros franciscanos catequizaban a los indígenas en el siglo XVI. La pastorela representa las peripecias de la Santísima Virgen y San José camino a Belén, y la disputa entre los pastores (de ahí su nombre) y el diablo que intenta engañarlos, o la batalla entre el diablo y San Miguel Arcángel (en este caso concreto, se dieron las dos).
Aún así, esto no elimina la perplejidad (máxime cuando el “Padre Carmelo” es coautor de un curso de liturgia Novus Ordo). La representación tuvo lugar después del culto, y el disfraz no debió haberse llevado durante la “comunión”. Pero bueno, ¿qué se podía esperar? Es el Novus Ordo, güey…


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