jueves, 20 de agosto de 2020

NOVENA EN HONOR A NUESTRA SEÑORA DE LA CONSOLACIÓN Y CORREA

Novena dispuesta por un fraile agustino, y reimpresa en Barcelona por Valentín Torrás en 1842. Puede rezarse en nueve sábados seguidos o en preparación a su fiesta, el Sábado después de la fiesta de San Agustín.
 
ADVERTENCIA
Esta espirirual Novena sirve para pedir a Dios nos conceda, por la poderosa intercesión de la Virgen Santísima y Madre de Consolación, victoria de algún vicio molesto y dominante, buen éxito en empresas graves, acierto en la elección de estado, restablecimiento de la paz perdida en algunas casas y familias; la sucesión del matrimonio y felicidad en los partos, y universalmente el consuelo en todo género de trabajos, así espirituales como temporales.

Dicha Novena se hará en la Iglesia, o en casa, delante de una Imagen de Nuestra Señora de Consolación, en nueve días continuos, después o antes de su día, que es el Sábado infraoctavo de Nuestro Padre San Agustín, o en nueve Sábados, que son días consagrados a la Virgen Santísima. Se ha de confesar у comulgar dentro de los nueve días, y ejercitar algunas virtudes.
 
NOVENA EN HONOR A NUESTRA SEÑORA DE LA CONSOLACIÓN Y CORREA
 
   
Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
   
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío Jesucristo, Dios у hombre verdadero, Padre de las misericordias y Redentor de nuestras almas, en quien creo, en quien espero, y a quien amo con todo el afecto de mi corazón, más que a mi vida; me pesa entrañablemente de haber pecado; me pesa, mi Dios, de haberos ofendido, por ser Vos bondad infinita; y me pesa también, Salvador mío, porque podéis castigarme por mis culpas con el eterno suplicio: dadme, Señor, vuestra gracia, y usad conmigo de misericordia, para que en adelante os ame, os sirva y alabe con todas mis potencias y sentidos: así os lo pido y suplico por la Sangre de vuestra Pasión sacrosanta, y por los méritos de vuestra purísima Madre la Virgen María, Consuelo de los afligidos y Amparo de los pecadores. Amén.
 
DÍA PRIMERO
ORACIÓN (Sacada de las obras de San Buenaventura).
Meditando mi espíritu en María,
halla consuelo, gozo y alegría.
Alégrense las almas con tal Madre,
hija inefable del Eterno Padre.
Refugio y descanso de afligidos,
amparo y socorro de caídos.
I llamando a sus puertas al vivir,
la hallamos segurísima al morir.
Acudamos pues, almas, a María,
y nos será en la muerte dulce guía.
   
ORACIÓN PARA PEDIRLE A DIOS EL DON DE LA CASTIDAD
Dios y Señor mío, que habéis prometido ayudar a los que tienen buena voluntad, os ruego que me deis gracia para conservar perseverante el afecto de la limpieza y pureza de alma y cuerpo, para que se añada gracia a gracia, y sacudiendo el yugo de la contagion, le trueque por el yugo de la santidad, y adornado con la vestidura de la inocencia ande siempre en vuestra presencia con un corazón puro y limpio, hasta que alcance en los Cielos la corona eterna, y mereciendo ser asociado a los Santos, cante las alabanzas de vuestra bondad por todos los siglos de los siglos. Amén.

Saludemos ahora a María Santísima, Madre de Consolación, para que nos consuele en todos los trabajos, así espirituales como temporales, rezando nueve veces el Ave María, diciendo antes la oración siguiente.
Beatísima Virgen María, Madre de Dios y Madre de Consolación, ya que consolasteis a la gloriosa Madre Santa Mónica cuando más afligida se hallaba por los extravíos de su hijo Agustín, os suplicamos, que protegidos nosotros con la sombra de vuestra soberana protección, salgamos felizmente de todo lo que puede apartarnos del camino de la salvación, y logremos lo que pedimos en esta Novena. Para conseguir de Vos esta gracia, os saludamos diciendo: Ave María, &c.
   
Levante ahora cada uno su corazón a Dios y pida con mucha humildad y confianza el consuelo y la gracia que desea, por la intercesión de María Santísima, Madre de Consolación, y luego dirá la oración que sigue.
¡Oh Madre amantísima! Yo, aunque indigno, os amo con el mayor afecto de mi corazón: creo que sois poderosa para alcanzarle este favor que pido en esta Novena; y espero con la mayor confianza que lo alcanzaré por vuestra intercesión. Ea, pues, abogada mía y mi consoladora, ya que sois el consuelo de los afligidos, volved a mí esos ojos vuestros misericordiosos, para que no ofendiendo más a vuestro divino Hijo, merezca alcanzar ahora su gracia, y después su gloria. Amén.
  
Antífona (de Santa María): A vuestro amparo nos acogemos, oh Madre santa de Dios; no os desdeñéis de atender a muestras súplicas en medio de tantas necesidades, libradnos siempre de todos los peligros, Virgen bendita y gloriosa.
℣. Hacedme digno de alabaros, Virgen sagrada.
℟. Dadme virtud contra vuestros enemigos.
    
ORACIÓN
Concedednos, Señor, a vosotros vuestros siervos gozar de perpetua salud de alma y cuerpo, y por la intercesión de la Bienaventurada Virgen María, vernos libres de las tristezas de este mundo y gozar de las alegrías eternas.
    
Antífona (de San Agustín): Padre San Agustín, vos que sois la dulzura de los pobres, y el piadoso consuelo de vuestros hijos, rogad por nosotros.
℣. Rogad por nosotros, bienaventurado Padre San Agustín.
℟. Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.
  
ORACIÓN
Concedednos, omnipotente Dios, un gozo completo en la devota conmemoración de Nuestro Padre San Agustín, con cuyo patrocinio y vuestro socorro confiamos salvarnos.
   
Antífona (de Santa Mónica): Deshacíase Mónica en copiosas lágrimas, para que Dios desde el Cielo visitase a su hijo, y alumbrarse al que yacía en las tinieblas y en la sombra de la muerte.
℣. Ruega por nosotros, bienaventurada Santa Mónica, Madre de San Agustín.
℟. Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.
  
ORACIÓN
Oh Dios, consolador de afligidos, salvador de los que esperan en Vos, que por vuestra misericordia aceptasteis las piadosas lágrimas de nuestra Madre Santa Mónica, convirtiendo a su hijo Agustín, concedednos por la intercesión de este y de aquella, que lloremos nuestros pecados, y alcancemos el perdón de vuestra gracia. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
  
JACULATORIAS A NUESTRA MADRE DE LA CONSOLACIÓN
Virgen sagrada y bendita, dichoso es quien os imita.
Dichosa el alma que está penando por vos acá.
Dichosa el alma que tiene en vos todo cuanto quiere.
Dichosa el alma que toca a vuestros pies con su boca.
Dichoso el que a vuestros pies pusiere todo lo que es.
Dichosa el alma que asienta, que hace a vuestra cuenta.
Dichosa el alma que siente el verse de vos ausente.
Dichosa el alma que fía en el favor de María.
Dichoso el que busca el Cielo en María del consuelo.
   
GOZOS DE NUESTRA SEÑORA Y MADRE DE CONSOLACIÓN
  
De gracias vergel rodea
Esta vid, Virgen amable:
Por el medio venerable
De vuestra santa correa.
    
Profetas de la antigua ley,
Ceñidos os presentábais,
Con el cíngulo ostentabais
La misión del sumo Rey.
Las Vírgenes de Judea
Su flor hacían notable:
Por el medio venerable
De vuestra santa correa.
  
Tanta estimación hicisteis
De esta cinta celestial,
Que viva en carne mortal
Con ella misma os ceñisteis:
Las gracias, con que campea,
Dadnos piadosa y afable:
Por el medio venerable
De vuestra santa correa.
    
María su voluntad
A Mónica la declara,
Que el negro traje copiara
De su santa soledad,
Queréis que en su viudez vea,
Oh Virgen, cuán sois tratable:
Por el medio venerable
De vuestra santa correa.
    
Agustín esta divisa
Prescribe a sus Ermitaños,
Para frustrar los amaños
Que Luzbel arma a su guisa;
A Vos que imite, desea
Su Orden siempre venerable:
Por el medio venerable
De vuestra santa correa.
     
Esta correa bendita 
Con vuestro amparo es el medio, 
Que da a las almas remedio; 
Pues que las penas les quita
El que la ciñe se emplea
En todo lo más loable:
Por el medio venerable
De vuestra santa correa.
    
Con esta cinta preciosa
El divino poder ata
Al demonio, que maltrata
A la gente virtuosa;
Vence y rinde en la pelea
Al infierno formidable:
Por el medio venerable
De vuestra santa correa.
   
Ordenes diversas son
De hermanos una corona,
Que Agustín su regla y Zona
Les da cual signo de unión:
El cofrade se granjea
La gracia comunicable:
Por el medio venerable
De vuestra santa correa.
   
Timbre de Consolación
Decora a esta Cofradía,
Que Bolonia, oh Madre mía,
Erige a tu protección:
Quiere el Papa que posea
Un tesoro inagotable:
Por el medio venerable
De vuestra santa correa.
   
De todas las Religiones
Que la Iglesia santa tiene;
Sola esta cinta contiene
Sus gracias y concesiones:
Con sus perdones franquea
Todo el bien imaginable:
Por el medio venerable
De vuestra santa correa.
    
Grandes milagros hacéis,
¡Oh soberana María!,
Por la cinta cada día,
Con que a todos socorréis;
Sacais de la muerte fea
Al difunto miserable:
Por el medio venerable
De vuestra santa correa.
    
Con la cinta dais virtud
Al humano corazón,
A los culpados perdón
Y a los enfermos salud,
Y a quien la ira rodea
La virtud dais tan amable:
Por el medio venerable
De vuestra santa correa.
    
Tras la vida transitoria
Solo el mismo Dios la señala
Por una segura escala
Para subir a la gloria:
Todo Cofrade granjea
Para sí el bien perdurable:
Por el medio venerable
De vuestra santa correa.
    
Madre de Consolación
Os llaman los Santos Padres,
Y los devotos Cofrades
De esta fiel Congregación:
Porque a todos los recrea
Vuestro consuelo admirable:
Por el medio venerable
De vuestra santa correa.
    
En vuestra presencia estamos
Con abrasados fervores,
Aguardando los favores
Que de esa mano esperamos
De los males que acarrea
Esta vida miserable:
Por el medio venerable
De vuestra santa correa.
    
Benignamente mirad
Al que afligido se ve,
Y espera con viva fe
De vos consuelo y piedad,
Porque premiada se vea
Su devoción agradable:
Por el medio venerable
De vuestra santa correa.
    
Para todos, Virgen sea
Vuestro amparo favorable:
Por el medio venerable
De vuestra santa correa.
   
℣. Ruega por nosotros, Santa Madre de Consolación.
℟. Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.
    
ORACIÓN
Salvador nuestro Jesucristo, Padre de las misericordias y Dios de todo consuelo: conceded, os rogamos, que así como, aquí en la tierra ceñidos los lomos con el cíngulo de pureza, tributamos nuestros obsequios a vuestra purísima Madre María bajo el título de Consolación; así merezcamos gozar en el cielo de su eterna compañía. Vos que vivís y reináis por los siglos de los siglos. Amén.
  
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
  
DÍA SEGUNDO
Por la señal…
Acto de contrición.
   
ORACIÓN (Sacada de las obras de San Buenaventura).
Mis oraciones oye, Madre pía,
oye, Señora , la desdicha mía.
A tu Hijo he perdido, ¡oh triste suerte!
digno sin duda de la eterna muerte.
Rico me vi algún día con su gracia,
ya esclavo fugitivo en su desgracia.
I viéndome morir de esta manera,
con razón siento la sentencia fiera.
A vuestra Madre apelo, Rey del cielo,
allí espero el remedio y el consuelo.
   
ORACIÓN PARA PEDIRLE A DIOS EL DON DE LA CASTIDAD
Dios y Señor mío, que habéis prometido ayudar a los que tienen buena voluntad, os ruego que me deis gracia para conservar perseverante el afecto de la limpieza y pureza de alma y cuerpo, para que se añada gracia a gracia, y sacudiendo el yugo de la contagion, le trueque por el yugo de la santidad, y ande siempre en vuestra presencia con un corazón puro y limpio, hasta que alcance en los Cielos la corona eterna, y cante las alabanzas de vuestra bondad por todos los siglos de los siglos. Amén.
   
Saludemos ahora a María Santísima, Madre de Consolación, para que nos consuele en todos los trabajos, así espirituales como temporales, rezando nueve veces el Ave María, diciendo antes la oración siguiente.
Poderosísima Virgen María, Madre de Dios y Madre de Consolación, ya que fuisteis aquella torre firme e inexpugnable de David, en que afianzado el gran Padre San Agustín venció y triunfo de todos vuestros enemigos; os pedimos nos alcancéis de vuestro Santísimo Hijo armas poderosas para salir victoriosos de todas las astucias de nuestros visibles e invisibles enemigos, y logremos lo que pedimos en esta Novena. Para conseguir de vos esta gracia, os saludamos diciendo: Ave María, &c.
    
Levante ahora cada uno su corazón a Dios y pida con mucha humildad y confianza el consuelo y la gracia que desea, por la intercesión de María Santísima, Madre de Consolación, y luego dirá la oración que sigue, que es de San Bernardo.
Virgen Santísima y Madre nuestra amorosa, os suplicamos, que ya que por vos encontramos la fuente de la gracia, haced que hallemos favorable acogida cerca de vuestro Hijo, para que por vos seamos bien recibidos de Aquel que se nos dio por vos: haced que vuestra inmensa caridad cubra la muchedumbre de nuestros pecados, y que vuestra gloriosa y milagrosa fecundidad nos haga fecundos en méritos y en buenas obras, y al mismo tiempo dadme la fuerza para pelear contra vuestros enemigos, para vencerlos y confundirlos. Así sea. Amén.
   
Las Jaculatorias, los Gozos y las Oraciones se dirán todos los días.
  
DÍA TERCERO
Por la señal…
Acto de contrición.
   
ORACIÓN (Sacada de las obras de San Buenaventura).
Mis pecados, Señora, estoy llorando,
y a ti dulce María, suspirando.
Amparo al peor de los vivientes,
y alaben tu piedad todas las gentes.
Rompe, Señora, las cadenas mías,
que yo me enmendaré si tú me guías.
Indicación será de eterna vida,
si tu bondad a mi maldad da vida,
A María clamemos, noche y día,
mis labios siempre alaben a María.
   
ORACIÓN PARA PEDIRLE A DIOS EL DON DE LA CASTIDAD
Dios y Señor mío, que habéis prometido ayudar a los que tienen buena voluntad, os ruego que me deis gracia para conservar perseverante el afecto de la limpieza y pureza de alma y cuerpo, para que se añada gracia a gracia, y sacudiendo el yugo de la contagion, le trueque por el yugo de la santidad, y ande siempre en vuestra presencia con un corazón puro y limpio, hasta que alcance en los Cielos la corona eterna, y cante las alabanzas de vuestra bondad por todos los siglos de los siglos. Amén.
    
Saludemos ahora a María Santísima, Madre de Consolación, para que nos consuele en todos los trabajos, así espirituales como temporales, rezando nueve veces el Ave María, diciendo antes la oración siguiente.
Bienaventurada Virgen María, Madre de Dios y Madre de Consolación, ya que visitasteis en su enfermedad y en la hora de su muerte a vuestro siervo fidelísimo San Nicolás de Tolentino, y le asegurasteis y ofrecisteis ser su amparo, su refugio y consuelo en sus mayores angustias, os rogamos afectuosamente nos admitáis en el número de vuestros siervos, para experimentar en nosotros mismos cuan dulce y amable sois para los que os sirven devotamente, y logremos lo que pedimos en esta Novena. Para conseguir de vos esta gracia, os saludamos diciendo: Ave María, &c.
   
Levante ahora cada uno su corazón a Dios y pida con mucha humildad y confianza el consuelo y la gracia que desea, por la intercesión de María Santísima, Madre de Consolación, y luego dirá la oración que sigue, de Nuestro Padre San Agustín.
Oh Beatísima María, oíd nuestras súplicas, y haced que nuestra reconciliación con el Padre de las misericordias nos sirva al mismo tiempo de preservativo contra el veneno del pecado. Ofreced vos misma nuestros votos y deseos al Señor, y serán menos indignos de serle presentados: consigamos por vuestra intercesión lo que le pedimos con confianza. Recibid benignamente lo que os ofrecemos con todo el afecto de nuestro corazón: concedednos lo que os pedimos, y no miréis a nuestra pusilanimidad y a nuestra desconfianza, pues sois, después de Jesucristo, la única esperanza de los pecadores. Por vuestra intercesión, Beatísima Virgen, esperamos conseguir el perdón de nuestros pecados, y con ella contamos también para obtener de Dios nuestra eterna recompensa. Amén.
    
Las Jaculatorias, los Gozos y las Oraciones se dirán todos los días.
   
DÍA CUARTO
Por la señal…
Acto de contrición.
   
ORACIÓN (Sacada de las obras de San Buenaventura).
Mas sobre tantas culpas, Jesús mío,
¿cómo no tiembla ya mi desvarío?
¿A quien acudiré perdido y triste,
sino a ti, que a mí me redimiste?
Reina pura, a vos clama mi alma,
y en vos espera mi tormenta, calma.
Indigno soy, Señora, de honraros,
pero no soy indigno de rogaros.
A pecadores vuestra mano ampara,
у los consuela con clemencia rara.
   
ORACIÓN PARA PEDIRLE A DIOS EL DON DE LA CASTIDAD
Dios y Señor mío, que habéis prometido ayudar a los que tienen buena voluntad, os ruego que me deis gracia para conservar perseverante el afecto de la limpieza y pureza de alma y cuerpo, para que se añada gracia a gracia, y sacudiendo el yugo de la contagion, le trueque por el yugo de la santidad, y ande siempre en vuestra presencia con un corazón puro y limpio, hasta que alcance en los Cielos la corona eterna, y cante las alabanzas de vuestra bondad por todos los siglos de los siglos. Amén.
   
Saludemos ahora a María Santísima, Madre de Consolación, para que nos consuele en todos los trabajos, así espirituales como temporales, rezando nueve veces el Ave María, diciendo antes la oración siguiente.
Santísima Virgen María, Madre de Dios y Madre de Consolación, ya que dirigisteis como norte y guía los pasos de la Bienaventurada Rita de Casia en todos los estados de su vida, hallando siempre en vos el mas poderoso apoyo en todas sus dudas y combates; os suplicamos, que compadeciéndoos de nuestra multiplicada miseria, seáis nuestro asilo y defensa en los mayores peligros, y logremos lo que pedimos en esta Novena. Para conseguir de vos esta gracia, os saludamos diciendo: Ave María, &c.
    
Levante ahora cada uno su corazón a Dios y pida con mucha humildad y confianza el consuelo y la gracia que desea, por la intercesión de María Santísima, Madre de Consolación, y luego dirá la oración que sigue, de San Fulgencio Obispo de Ruspe.
Virgen purísima, Madre de todo consuelo, fuente de misericordias, océano de piedades, piélago inmenso de dulzura, ¿quién podrá alabar dignamente vuestra apacibilísima condición, pues así os dignasteis favorecer a los que os sirven? Sin vos no tuviera el Cielo puerta por donde saliesen vuestras influencias. Sin vos carecieran los hombres de escalera por donde subir a las moradas celestiales: por esa puerta y escalera se nos vino todo el bien, todo el gozo y toda la paz, para que nosotros, aunque tan flacos y miserables, subiésemos, como lo confiamos, y con toda devoción os lo pedimos, al lugar de la paz, del gozo del sumo bien, que es Jesús, Hijo vuestro, Dios, que con el Padre y el Espíritu Santo vive y en vuestra compañía reina por los siglos de los siglos. Amén.
 
Las Jaculatorias, los Gozos y las Oraciones se dirán todos los días.
 
DÍA QUINTO
Por la señal…
Acto de contrición.
   
ORACIÓN (Sacada de las obras de San Buenaventura).
Madre piadosa, dulce y amorosa;
y sobre toda criatura hermosa.
A tus pies, Virgen Santa está la culpa,
culpando sus maldades sin disculpa.
Reina eres de piedad, piedad te pido,
y tu nombre santísimo apellido. 
Iusticia ausente, tu piedad me ampare
y mis grandes maldades me repare.
A tu piadosa mano, Virgen pura,
debe escapar de la sentencia dura.
    
ORACIÓN PARA PEDIRLE A DIOS EL DON DE LA CASTIDAD
Dios y Señor mío, que habéis prometido ayudar a los que tienen buena voluntad, os ruego que me deis gracia para conservar perseverante el afecto de la limpieza y pureza de alma y cuerpo, para que se añada gracia a gracia, y sacudiendo el yugo de la contagion, le trueque por el yugo de la santidad, y ande siempre en vuestra presencia con un corazón puro y limpio, hasta que alcance en los Cielos la corona eterna, y cante las alabanzas de vuestra bondad por todos los siglos de los siglos. Amén.
   
Saludemos ahora a María Santísima, Madre de Consolación, para que nos consuele en todos los trabajos, así espirituales como temporales, rezando nueve veces el Ave María, diciendo antes la oración siguiente.
Castísima Virgen María, Madre de Dios y Madre de Consolación, ya que el ilustre Apóstol de Salamanca San Juan de Sahagún conservó siempre la cándida azucena de la castidad ilesa de todo impuro acontecimiento por vuestra poderosa intercesión, os pedimos nos consigáis la gracia de conservarnos siempre limpios y puros, y logremos lo que pedimos en esta Novena. Para conseguir de Vos esta gracia os saludamos diciendo: Ave María, &c.
   
Levante ahora cada uno su corazón a Dios y pida con mucha humildad y confianza el consuelo y la gracia que desea, por la intercesión de María Santísima, Madre de Consolación, y luego dirá la oración que sigue, de San Juan Crisóstomo.
Oh divina Señora, si sois el piélago de las dulzuras y consuelos, el mar de los gozos y alegrías, el océano de los favores y gracias, ¿a dónde irán nuestras lágrimas, para que de amargas pasen a sernos, como a David, sabrosas y dulces, sino al abismo de nuestra grande misericordia? A Vos, Virgen Santa, nos acogemos, a Vos clamamos, para que favorecidos con vuestras consolaciones y suavidades, en esta vida, merezcamos después llegar al feliz puerto de la gloria. Amén.
 
Las Jaculatorias, los Gozos y las Oraciones se dirán todos los días.
   
DÍA SEXTO
Por la señal…
Acto de contrición.
    
ORACIÓN (Sacada de las obras de San Buenaventura).
Madre, Virgen fecunda, a quien venero,
en tu presencia mis pecados lloro.
¡Ay, quién pudiera, Virgen, dar la vida,
al llorar una vida tan perdida!
Rómpase de dolor el pecho mío,
no cese de llorar el pecho mío,
Iesús piadoso, poderoso y santo,
recibid, dulce bien, mi eterno llanto.
A vuestra Madre acudo por remedio,
entre vos y mí se ponga en medio.
    
ORACIÓN PARA PEDIRLE A DIOS EL DON DE LA CASTIDAD
Dios y Señor mío, que habéis prometido ayudar a los que tienen buena voluntad, os ruego que me deis gracia para conservar perseverante el afecto de la limpieza y pureza de alma y cuerpo, para que se añada gracia a gracia, y sacudiendo el yugo de la contagion, le trueque por el yugo de la santidad, y ande siempre en vuestra presencia con un corazón puro y limpio, hasta que alcance en los Cielos la corona eterna, y cante las alabanzas de vuestra bondad por todos los siglos de los siglos. Amén.
   
Saludemos ahora a María Santísima, Madre de Consolación, para que nos consuele en todos los trabajos, así espirituales como temporales, rezando nueve veces el Ave María, diciendo antes la oración siguiente.
Gloriosísima Virgen María, Madre de Dios y Madre de Consolación, ya que favorecisteis con tanto esmero a vuestro devoto Capellán Santo Tomás de Villanueva, que fue llamado hijo vuestro, y que los principales sucesos de su vida acaecieron en alguna festividad vuestra; os pedimos humildemente os dignéis mirarnos como a hijos, aunque indignos, para teneros propicia en todas las ocurrencias de esta vida, y logremos lo que pedimos en esta Novena. Para conseguir de vos esta gracia, os saludamos diciendo: Ave María, &c.
 
Levante ahora cada uno su corazón a Dios y pida con mucha humildad y confianza el consuelo y la gracia que desea, por la intercesión de María Santísima, Madre de Consolación, y luego dirá la oración que sigue, que es de San Juan Damasceno.
Virgen poderosísima, torre y defensa divina, defensa solícita de los pobres, defensa de los que están en la contingencia y peligro de perderse eternamente, sedlo, Señora, de vuestros devotos, que ofrecemos ser lo de todo nuestro corazón, para que con tal defensa, no triunfe de nosotros el enemigo, sino que postrado y rendido conozca vuestro poder y se retire a los calabozos del abismo, de donde, por vuestra gran piedad, esperamos librarnos, para gozar después eternamente de vuestra presencia en el Cielo. Amén.
 
Las Jaculatorias, los Gozos y las Oraciones se dirán todos los días.
 
DÍA SÉPTIMO
Por la señal…
Acto de contrición.
    
ORACIÓN (Sacada de las obras de San Buenaventura).
Mala vida sin término, ni cuenta,
¿qué cuenta habré de dar a tanta cuenta?
A quien nunca la astucia, ni engaño,
pudo escapar de inevitable daño.
Riesgo claro, forzoso y temeroso,
en causa mala el juicio riguroso.
Iuez de cuya rígida sentencia
no apela el condenado a su clemencia
A ti, Madre de Dios, a ti me acojo,
para aplacar entonces tanto enojo.
    
ORACIÓN PARA PEDIRLE A DIOS EL DON DE LA CASTIDAD
Dios y Señor mío, que habéis prometido ayudar a los que tienen buena voluntad, os ruego que me deis gracia para conservar perseverante el afecto de la limpieza y pureza de alma y cuerpo, para que se añada gracia a gracia, y sacudiendo el yugo de la contagion, le trueque por el yugo de la santidad, y ande siempre en vuestra presencia con un corazón puro y limpio, hasta que alcance en los Cielos la corona eterna, y cante las alabanzas de vuestra bondad por todos los siglos de los siglos. Amén.
   
Saludemos ahora a María Santísima, Madre de Consolación, para que nos consuele en todos los trabajos, así espirituales como temporales, rezando nueve veces el Ave María, diciendo antes la oración siguiente.
Soberana Virgen María, Madre de Dios y Madre de Consolación, ya que recreasteis con vuestra vista y presencia al glorioso Duque de Aquitania San Guillermo, y le curasteis las llagas que le abrió cruelmente el común enemigo; os pedimos nos alcancéis de vuestro amado Hijo el precioso antídoto de su gracia para sanar de las llagas que han hecho en nuestra alma los pecados que hemos cometido, y logremos lo que pedimos en esta Novena. Para conseguir de Vos esta gracia, os saludamos diciendo: Ave María, &c.
 
Levante ahora cada uno su corazón a Dios y pida con mucha humildad y confianza el consuelo y la gracia que desea, por la intercesión de María Santísima, Madre de Consolación, y luego dirá la oración que sigue, que es de San Jerónimo.
Oh Virgen gloriosísima, llama inextinguible del divino amor, fuego purísimo de caridad, incendio interminable de dilección, dignaos comunicarnos una centella siquiera de tanto volcán, haced, Madre piadosa, que nos abrasemos todos en verdadero amor de vuestro Hijo Santísimo, para que amándole con toda nuestra alma, con todo nuestro corazón, con todas nuestras fuerzas, con todas nuestras potencias y sentidos, nos dispongamos para amarle después con Vos eternamente en el Cielo. Amén.
 
Las Jaculatorias, los Gozos y las Oraciones se dirán todos los días.
 
DÍA OCTAVO
Por la señal…
Acto de contrición.
    
ORACIÓN (Sacada de las obras de San Buenaventura).
Manchas del alma no reciben cura,
si el amor con el dolor no la procura.
Al que llorando a Dios suspira y pide,
siempre le abraza y nunca le despide.
Rayos de luz a sus tinieblas guía,
y mas si se valiere de María:
Inclina sus oídos a tus quejas
si por amor a los pecados dejas.
A ti pues, Jesús mío eterno clamo,
y al consuelo de María pura llamo
   
ORACIÓN PARA PEDIRLE A DIOS EL DON DE LA CASTIDAD
Dios y Señor mío, que habéis prometido ayudar a los que tienen buena voluntad, os ruego que me deis gracia para conservar perseverante el afecto de la limpieza y pureza de alma y cuerpo, para que se añada gracia a gracia, y sacudiendo el yugo de la contagion, le trueque por el yugo de la santidad, y ande siempre en vuestra presencia con un corazón puro y limpio, hasta que alcance en los Cielos la corona eterna, y cante las alabanzas de vuestra bondad por todos los siglos de los siglos. Amén.
   
Saludemos ahora a María Santísima, Madre de Consolación, para que nos consuele en todos los trabajos, así espirituales como temporales, rezando nueve veces el Ave María, diciendo antes la oración siguiente.
Amabilísima Virgen María, Madre de Dios y Madre de Consolación, ya que con vuestra agradable vista y presencia convidasteis a las delicias del Cielo a vuestra esclarecida hija Santa Clara de Montefalco cuando estaba para pasar del tiempo a la eternidad; os rogamos, que en la hora de nuestra muerte acompañéis nuestras almas a aquel torrente inefable de dulzura de que gozan los Santos en el Cielo, y logremos lo que pedimos en esta Novena. Para conseguir de Vos esta gracia, os saludamos diciendo: Ave María, &c.
 
Levante ahora cada uno su corazón a Dios y pida con mucha humildad y confianza el consuelo y la gracia que desea, por la intercesión de María Santísima, Madre de Consolación, y luego dirá la oración que sigue, de Santo Tomás de Villanueva.
¡Oh Sacratísima Emperatriz de los Cielos, Virgen María!, ¿quién no se ha de perder en el caos profundo de las tinieblas si le falta el sol, que sois Vos? Verdad es, Señora, por nuestras culpas merecemos que se nos obscurezca el sol, pues tantas veces le eclipsaron nuestros pecados: Señora, si las culpas se borran con el arrepentimiento; recibid el nuestro, que con toda verdad confesamos nuestro engaño en haber admitido la verdad de vuestros santos consejos; confesamos nuestro descuido en no haber acudido a oír vuestras voces, y nuestra tibieza en el servicio de Dios: de todo nos arrepentimos, y solicitamos volver, oh divina Señora, a las luces de vuestra gracia para merecer las de la gloria. Amén.
   
Las Jaculatorias, los Gozos y las Oraciones se dirán todos los días.
 
DÍA NOVENO
Por la señal…
Acto de contrición.
   
ORACIÓN (Sacada de las obras de San Buenaventura).
Mil gozos me causa la memoria
de la Reina у Señora de la gloria.
A la Madre de Jesús mi alma venera.
y de sus gracias tiernas se enamora,
Refugio en mis trabajos y disgustos;
y amándola, mis penas ya son gustos.
Indecible gozo es el de honrarla:
excede a todo gusto siempre amarla.
Al vivir y morir, Virgen gloriosa,
seréis en mi consuelo generosa.
   
ORACIÓN PARA PEDIRLE A DIOS EL DON DE LA CASTIDAD
Dios y Señor mío, que habéis prometido ayudar a los que tienen buena voluntad, os ruego que me deis gracia para conservar perseverante el afecto de la limpieza y pureza de alma y cuerpo, para que se añada gracia a gracia, y sacudiendo el yugo de la contagion, le trueque por el yugo de la santidad, y ande siempre en vuestra presencia con un corazón puro y limpio, hasta que alcance en los Cielos la corona eterna, y cante las alabanzas de vuestra bondad por todos los siglos de los siglos. Amén.
   
Saludemos ahora a María Santísima, Madre de Consolación, para que nos consuele en todos los trabajos, así espirituales como temporales, rezando nueve veces el Ave María, diciendo antes la oración siguiente.
Fidelísima Virgen María, Madre de Dios y Madre de Consolación, ya que sois el consuelo y refugio de los pecadores, y sois justamente aclamada por Reina de todos los Santos por haberles favorecido con abundantes bendiciones; os suplicamos nos socorráis en todas nuestras necesidades, y experimentemos los efectos admirables de vuestras celestiales consolaciones, y logremos lo que pedimos en esta Novena. Para conseguir de Vos esta gracia, os saludamos diciendo: Ave María, &c.
   
Levante ahora cada uno su corazón a Dios y pida con mucha humildad y confianza el consuelo y la gracia que desea, por la intercesión de María Santísima, Madre de Consolación, y luego dirá la oración que sigue, de San Anselmo.
¡Oh Virgen amantísima!, socorredme con vuestro favor, seáis mi protectora y consoladora en todos mis trabajos y aflicciones; porque yo no tengo a quien pedir clemencia, si no me arrojo a los pies de vuestra misericordia: Amparadme pues, divina Señora, para que en esta vida no perezca, ni caiga en manos de mis enemigos, sino que antes bien sepa merecer vuestro auxilio y protección, y triunfar con Vos de todas las astucias de la serpiente infernal, para lograr la dicha y felicidad de poderos alabar eternamente en el Cielo. Amén.
  
Las Jaculatorias, los Gozos y las Oraciones se dirán todos los días.

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