Objeciones por las que parece que el Anticristo no es cabeza de los malos.
1. Un solo cuerpo no tiene varias cabezas. Pero el diablo es cabeza de la muchedumbre de los malos. Luego el Anticristo no es cabeza de los mismos.
2. El Anticristo es un miembro del diablo. Pero la cabeza se distingue de los miembros. Por consiguiente, el Anticristo no es la cabeza de los malos.
3. La cabeza influye en los miembros. Ahora bien, el Anticristo no tiene influencia alguna en los hombres malos que le precedieron. Luego el Anticristo no es la cabeza de los malos.
Contra esto: está que la Glosa, comentando el pasaje de Job 21,29: «preguntad a cualquiera de los caminantes», dice: «Mientras hablaba del cuerpo de todos los malos, de improviso se pone a hablar de la cabeza de todos los malos, del Anticristo».
Respondo: Como acabamos de exponer (art. 1), en la cabeza natural tienen su asiento tres realidades, a saber: el orden, la perfección y el poder de influencia. Por lo que se refiere al orden temporal, no se dice que el Anticristo sea cabeza de los malos, como si su pecado hubiera sido anterior a éstos, tal como les precedió el pecado del diablo.
Análogamente, tampoco se dice que sea cabeza de los malos por el poder de influencia. Dado que haya de atraer hacia el mal a algunos de sus contemporáneos por incitación externa, sin embargo no indujo al mal a los que vivieron antes que él y no imitaron su malicia. Por eso, en este aspecto, no podría llamarse cabeza de todos los malos, sino de algunos.
Así pues, resta llamarle cabeza de todos los malos por la perfección de su malicia. Por este motivo, comentando 2 Tes 2,4: «presentándose como si fuera Dios», dice la Glosa: «Así como en Cristo habitó toda la plenitud de la divinidad, así también habitó en el Anticristo la plenitud de toda malicia. No ciertamente porque su humanidad haya sido asumida por el diablo en unidad de persona, como lo fue la humanidad de Cristo por el Hijo de Dios, sino porque el demonio le transmite su malicia, inspirándole en grado más eminente que a todos los demás. Y, en este sentido, todos los otros malos que le han precedido son como cierta figura del Anticristo, según las palabras de 2 Tes 2,7: «El misterio de la iniquidad está ya en acción».
A las objeciones:
1. El diablo y el Anticristo no son dos cabezas, sino una sola, porque se dice que el Anticristo es cabeza en cuanto que en él está perfectísimamente impresa la malicia del demonio. Por eso, comentando 2 Tes 2,4: «manifestándose como si fuese Dios», dice la Glosa: «En él estará la cabeza de todos los malos, es decir, el diablo, que es el rey de todos los hijos de la soberbia». Pero no se dice que se halle en él mediante unión personal, ni por inhabitación interior, porque sólo la Trinidad es capaz de penetrar en el alma, como se dice en el libro De ecclesiásticis dogmátibus. Se halla en él como efecto de su malicia.
2. Así como Dios es cabeza de Cristo (1 Cor 11,3), y sin embargo éste es cabeza de la Iglesia (Col 1,18), como antes se ha explicado (art. 1, ad 2), así también el Anticristo es miembro del diablo y, no obstante, es asimismo cabeza de los malos.
3. Se llama al Anticristo cabeza de todos los malos, no por una analogía de influencia, sino por una semejanza de perfección. En él viene el diablo como a llevar al culmen su propia malicia, al modo en que se dice que uno ha llevado su propósito a la cima cuando lo ha ejecutado totalmente.
SANTO TOMÁS DE AQUINO. Suma teológica, parte III, art. 8, cuestión 8.
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