viernes, 4 de junio de 2021

RENUNCIÓ REINHARD MARX A LA ARCHIDIÓCESIS DE MÚNICH (PERO BERGOGLIO NO SE LA ACEPTÓ)

Elementos tomados de diversas fuentes.
   
  
El cardenal Reinhard Marx, arzobispo de Múnich-Frisinga y presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Alemana, presentó este viernes su carta de renuncia al papa Francisco diciendo que la Iglesia Católica Alemana llegó a un “punto muerto”.
   
En su carta, fechada a 21 de mayo, el cardenal, imputado, inter alia, de encubrimiento de abuso sexual clerical cuando fue obispo en Tréveris (2002-2007), admite que ha considerado repetidamente renunciar a su cargo en los últimos meses. Dijo que su solicitud para aceptar su renuncia fue una decisión muy personal. "Quiero que quede claro: estoy dispuesto a asumir la responsabilidad personal, no solo por mis errores, sino por la institución de la Iglesia que he ayudado a moldear y moldear durante décadas".
   
El 28 de Abril, Marx había renunciado por esa misma causa a que se le confiriera la Orden del Mérito de la República Federal de Alemania, la máxima condecoración de la República Federal Alemana, en el grado Gran Cruz, que le iba a otorgar el presidente tedesco Frank-Walter Steinmeier Broy por su labor en defensa de los migrantes y refugiados.
   
La renuncia se hizo pública una semana después que la Nunciatura en Alemania anunciara una visita apostólica a la archidiócesis de Colonia, dirigida por el neoconservador Rainer María Woelki Ehlert, para investigar el manejo de los casos de abuso sexual en dicha diócesis. También se investigará a su antecesor Stefan card. Heße (actual arzobispón de Hamburgo; presentó también su renuncia en Marzo), y a los obispones auxiliares Dominikus Schwaderlapp y Ansgar Puff (a quien le concedieron licencia).
   
Hasta el momento se desconoce comentario alguno del Vaticano, donde Marx forma parte del Consejo de los Nueve (creado por Bergoglio en 2013 con el propósito de asistirle en el gobierno y en una eventual reforma a la Curia Romana) y del Pontificio Consejo para Asuntos Económicos (del cual es coordinador desde 2014, y fue ratificado en el cargo en 2020), aparte de seguir como Presidente de la Comisión de Episcopados de la Comunidad Europea. Un vocero del Vaticano dijo que la información sobre las renuncias se publica en los boletines diarios, pero la edición del viernes no mencionó a Marx. El cardenal alemán informó que Francisco le había pedido que “siguiera realizando mis funciones como obispo hasta que él tome su decisión” (pensando mal, creemos que no se la van a aceptar [ACTUALIZACIÓN (10 de Junio): No se la aceptó, y el muy ladino salió agradeciendo]. Más todavía, que sea un mecanismo de presión para sacar del camino a Woelki, que se ha mostrado contrario al “Synodale weg”).
   
El año pasado, Marx creó en su diócesis la fundación de utilidad pública “Spes et Salus”, encargada de ofrecer “curación y reconciliación” a todas las víctimas de la violencia sexual, fundación a la cual donó la mayor parte de su patrimonio privado de 500.000 euros.
   
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La carta de renuncia, y el comunicado de prensa, fueron publicados en alemán, inglés e italiano en el sitio web de la Archidiócesis de Múnich-Frisinga. En exclusiva, la traducción completa de una y otro en español:
   
CARTA DE RENUNCIA
21 de Mayo de 2021
   
Su Santidad
Papa Francisco.
   
Reservado y personal.
  
Santo Padre,
   
Sin duda, estos son tiempos de crisis para la Iglesia en Alemania. Por supuesto, hay muchas razones para esta situación –también más allá de Alemania en el mundo entero–, y creo que no es necesario declararlas en detalle aquí. Sin embargo, esta crisis ha sido también causada por nuestros propios errores, por nuestra propia culpa. Esto se ha hecho más claro para mí mirando a la Iglesia Católica como un todo, no solo hoy, sino también en las décadas pasadas. Mi impresión es que estamos en un “punto muerto” el cual, y esta es mi esperanza pascual, también tiene el potencial de convertirse en un “punto de inflexión”. Por supuesto, la “fe pascual” también aplica a nuestro cuidado pastoral como obispos. Porque ¡quien desee salvar su vida la perdera, pero el que pierda su vida la encontrará!
    
Desde el año pasado, he estado pensando más detenidamente sobre esto, y me he preguntado qué significa esto personalmente para mí y he decidido –alentado por el período pascual– pedirle que acepte mi renuncia como Arzobispo de Múnich y Frisinga.
    
En esencia, es importante para mí compartir la responsabilidad por la catástrofe del abuso sexual por los funcionarios de la Iglesia en las décadas pasadas. Las investigaciones e informes de los últimos diez años han mostrado consistentemente que han habido muchas fallas personales  fallas administrativas, pero también fallas institucionales o “sistémicas”. Los debates recientes han mostrado que algunos miembros de la Iglesia se rehúsan a creer que hay una corresponsabilidad al respecto y que la Iglesia como institución también será culpada por lo que ha sucedido, y por tanto desaprueban discutir las reformas y renovación en el contexto de la crisis de abuso sexual.
    
Firmemente, yo tengo una opinión diferente. Ambos aspectos deben ser considerados: errores de los cuales Vd. es responsable personalmente y la falla institucional que requiere cambios y una reforma de la Iglesia. Un punto de inflexión de esta crisis es, en mi opinión, solamente posible si se toma un “camino sinodal”, un camino que actualmente implementa un “discernimiento de espíritus” como Vd. ha enfatizado repetidamente y reiterado en su carta a la Iglesia en Alemania.
    
He sido sacerdote por cuarenta y dos años, y obispo por casi veinticinco años, de los cuales veinte fueron como ordinario de una gran diócesis. Es doloroso para mí presenciar el severo daño a la reputación de los obispos en la percepción eclesiástica y secular, la cual puede estar incluso en su punto más bajo. Para asumir la responsabilidad, no es suficiente en mi opinión reaccionar solo y exclusivamente si los archivos proveen prueba de los errores y fallas de los individuos. Nosotros como obispos tenemos que dejar claro que también representamos la institución de la Iglesia como un todo.
   
Y tampoco es justo simplemente vincular estos problemas principalmente a tiempos pasados y anteriores funcionarios de la Iglesia, “enterrando así” lo que sucedió. Siento que también me hice personalmente culpable y responsable permaneciendo en silencio, omitiendo actuar y sobreenfocándome en la reputación de la Iglesia. Solo después de 2002 y más todavía desde 2010, han emergido los responsables de los abusos sexuales. Con todo, este cambio de perspectiva aún no se ha completado. Mirar por encima del hombro y sin consideración a las víctimas fue ciertamente nuestra mayor culpa del pasado.
   
Posterior al estudio MHG [por las Universidades de Mannheim, Heidelberg y Gießen] comisionado por la Conferencia de Obispos Alemanes, declaré en la catedral de Múnich que hemos fallado. Pero ¿quién es este “nosotros”? De hecho, yo también pertenezco a este círculo. Y esto significa que también debo afrontar las consecuencias personales por esto. Esto está siendo muy claro para mí.
    
Creo en una posibilidad para expresar esta voluntad para asumir la responsabilidad es mi renuncia. Procediendo así, puedo ser capaz de enviar una señal personal para un nuevo comienzo, para un nuevo despertar de la Iglesia, no solamente en Alemania. Me gustaría mostrar que lo primero no es el ministerio sino la misión del Evangelio. Este también es un elemento del cuidado pastoral. Por tanto le pido encarecidamente a Vd. aceptar esta renuncia.
    
Continúo gozando ser un sacerdote y obispo para esta Iglesia y continuaré comprometiéndome en asuntos pastorales, donde Vd. lo estime razonable y útil. En los siguientes años de mi servicio, quisiera dedicarme más y más al cuidado pastoral y apoyar la renovación espiritual de la Iglesia, a la cual Vd. ha llamado incesantemente.
   
Obœdiéntia et Pax y orémus pro ínvicem
   
Obediente a Vd.,
   
Reinhard Cardinal Marx
Arzobispo de Múnich y Frisinga.
   
DECLARACIÓN SOBRE LA CARTA DE RENUNCIA
El 21 de Mayo de 2021, le pedí al Santo Padre aceptar mi renuncia como Arzobispo de Múnich y Frisigna y dejé en sus manos la decisión sobre mi servicio futuro. Ahora él me informó que esta carta puede ser publicada y que yo debería seguir realizando mi servicio como obispo hasta que tome su decisión.
    
En los meses pasados, he estado pensando repetidamente en mi renuncia, reflexionado y traté de tomar la decisión correcta en oración y en el diálogo espiritual por el “discernimiento de espíritus”. Con todo, los eventos y debates de las semanas pasadas solo jugaron un papel subordinado en este proceso.
    
En los años pasados, he estado siendo preguntado repetidamente por cuestiones que siempre he tenido en mente y que constantemente me desafiaban. Un periodista estadounidense me preguntó durante una conversación sobre la crisis de abuso sexual en la iglesia y los eventos del año 2010: “Eminencia, ¿esto ha cambiado su fe?”. Y yo respondí: “¡Sí lo hizo!”. Luego se me hizo más claro lo que yo había dicho. La crisis no solo concierne a una mejora requerida de la administración –aunque lo concierne– sino que es mucho más sobre la cuestión de una forma renovada de la Iglesia y una nueva forma de vivir y proclamar la fe hoy. Y me pregunté a mí mismo: ¿Qué significa esto para mí personalmente? Inter ália, la otra pregunta durante la conferencia de prensa de la Conferencia de los Obispos Alemanes luego de la presentación del informe MHG en Septiembre de 2018: si alguno de los obispos había asumido la responsabilidad y ofrecido su renuncia a la luz de la presentación del informe. Yo respondí a esto con un “No”. Y también en este caso, he estado sintiendo que esta pregunta no puede ser solo dejada a un lado.
       
El relato del pasado alentado y demandado en el informe MHG y posteriormente en el acuerdo de la Conferencia de Obispos con el Comisionado Independiente del Gobierno Federal sobre el Abuso sexual de Menores (Unabhängiger Beauftragter für Fragen des sexuellen Kindesmissbrauchs, UBSKM) están en ruta en varios obispados. Las inspecciones de los archivos y la investigación sobre errores específicos y fallas del pasado, incluyendo la cuestión de las respectivas responsabilidades, son componentes inevitables de bregar con el pasado, pero no constituyen toda la renovación. Las inspecciones y opiniones de expertos han dejado claro que también hay causas “sistémicas” y riesgos estructurales que deben ser tratados. Ambos deben mirarse por igual. Por tanto, he apoyado firmemente el proyecto del “Camino Sinodal” que toma los aspectos del informe MHG y otros aspectos identificados y los profundiza teológicamente. ¡Este camino debe ser continuado! 
    
Aunque las preguntas anteriores permanecen. He sido sacerdote por 42 años y obispo por casi 25 años, de los cuales por casi 20 he sido ordinario de una gran diócesis, y por supuesto enfrentaré los posibles errores y fallas en casos individuales que serán investigados en detalle, los cuales se cometieron durante el período de mi oficio y que tendrán que ser revisados y evaluados siguiendo criterios objetivos. SIn embargo, no es suficiente en mi opinión restringir la voluntad de asumir responsabilidad sobre todo por los errores concernientes al Derecho Canónico o Administrativo y las fallas resultantes de una revisión de los archivos. Como obispo, tengo una “responsabilidad institucional” por los actos de la Iglesia en su totalidad como también por los problemas institucionales y fallas en el pasado. ¿Y no he ayudado a alentar formas negativas de clericalismo por mi propia conducta y las falsas preocupaciones por la reputación de la Iglesia? Sobre todo, sin embargo, ¿Ha sido el enfoque en las víctimas de abuso sexual el leitmotif central en todos los tiempos? No antes de 2002, y más consecuentemente desde 2010, hemos asumido verdaderamente esta orientación y muchas cosas se han puesto en obra, pero no estamos cerca de nuestros objetivos. El establecimiento de la fundación “Spes et Salus”, que se enfoca en las preocupaciones y necesidades de las víctimas de abuso sexual, también debe ser visto en este contexto.
    
Estoy preocupado por el hecho que una tendencia que ha estado siendo aparente en los meses pasados de excluir las causas y riesgos sistémicos o, si señalamos con un dedo, las cuestiones teológicas fundamentales, y reducir el proceso de bregar con el pasado a una mejora de los procesos administrativos.
   
Mi renuncia fue una decisión exclusivamente personal y pedir la aceptación de la misma. Con mi renuncia, quisiera dejar claro que estoy dispuesto personalmente en asumir la responsabilidad no solo por cualquier error que haya podido cometer sino también por la Iglesia como institución que he ayudado a formar y moldear en las décadas pasadas. Recientemente, se ha dicho“Debe doler elaborar el pasado”.
    
Esta decisión no es fácil para mí. Me gusta ser sacerdote y obispo, y espero que pueda continuar trabajando por la Iglesia en el futuro. Mi servicio por esta Iglesia y el pueblo no termina. Sin embargo, para apoyar un nuevo comienzo que es necesario, quisiera tomar mi parte en la responsabilidad por los eventos pasados. Creo que el “punto muerto” que estamos enfrentando en este momento puede convertirse en un “punto de inflexión”. Esta es mi esperanza pascual y continuaré orando y trabajando para que eso pase.
La respuesta de Bergoglio:
Santa Marta, 10 de junio de 2021
       
Querido hermano,
            
Ante todo gracias por tu coraje. Es un coraje cristiano que no teme la cruz, no teme anonadarse delante la tremenda realidad del pecado. Así lo hizo el Señor (Fil. 2. 5-8). Es una gracia que el Señor te ha dado y veo que vos la querés asumir y custodiar para que dé fruto. Gracias.
            
Me decís que estás atravesando un momento de crisis, y no sólo vos sino también la Iglesia en Alemania lo está viviendo. Toda la Iglesia está en crisis a causa del asunto de los abusos; más aún, la Iglesia hoy no puede dar un paso adelante sin asumir esta crisis. La política del avestruz no lleva a nada, y la crisis tiene que ser asumida desde nuestra fe pascual. Los sociologismos, los psicologismos, no sirven. Asumir la crisis, personal y comunitariamente, es el único camino fecundo porque de una crisis no se sale solo sino en comunidad y además debemos tener en cuenta que de una crisis se sale o mejor o peor, pero nunca igual [1].
            
Me decís que desde el año pasado venís reflexionando: te pusiste en camino, buscando la voluntad de Dios con la decisión de aceptarla fuese cual fuese.
            
Estoy de acuerdo contigo en calificar de catástrofe la triste historia de los abusos sexuales y el modo de enfrentarlo que tomó la Iglesia hasta hace poco tiempo. Caer en la cuenta de esta hipocresía en el modo de vivir la fe es una gracia, es un primer paso que debemos dar. Tenemos que hacernos cargo de la historia, tanto personal como comunitariamente. No se puede permanecer indiferente delante de este crimen. Asumirlo supone ponerse en crisis.
            
No todos quieren aceptar esta realidad, pero es el único camino, porque hacer “propósitos” de cambio de vida sin “poner la carne sobre el asador” no conduce a nada. Las realidades personales, sociales e históricas son concretas y no deben asumirse con ideas; porque las ideas se discuten (y está bien que así sea) pero la realidad debe ser siempre asumida y discernida. Es verdad que las situaciones históricas han de ser interpretadas con la hermenéutica de la época en que sucedieron, pero esto no nos exime de hacernos cargo y asumirlas como historia del “pecado que nos asedia”. Por tanto, a mi juicio, cada Obispo de la Iglesia debe asumirlo y preguntarse ¿qué debo hacer delante de esta catástrofe?
           
El “mea culpa” delante a tantos errores históricos del pasado lo hemos hecho más de una vez ante muchas situaciones aunque personalmente no hayamos participado en esa coyuntura histórica. Y esta misma actitud es la que se nos pide hoy. Se nos pide una reforma, que –en este caso– no consiste en palabras sino en actitudes que tengan el coraje de ponerse en crisis, de asumir la realidad sea cual sea la consecuencia. Y toda reforma comienza por sí mismo. La reforma en la Iglesia la han hecho hombres y mujeres que no tuvieron miedo de entrar en crisis y dejarse reformar a sí mismos por el Señor. Es el único camino, de lo contrario no seremos más que “ideólogos de reformas” que no ponen en juego la propia carne.
           
El Señor no aceptó nunca hacer “la reforma” (permítaseme la expresión) ni con el proyecto fariseo o el saduceo o el zelote o el esenio. Sino que la hizo con su vida, con su historia, con su carne en la cruz. Y este es el camino, el que vos mismo, querido hermano, asumís al presentar la renuncia.
           
Bien decís en tu carta que a nada nos lleva sepultar el pasado. Los silencios, las omisiones, el dar demasiado peso al prestigio de las Instituciones sólo conducen al fracaso personal e histórico, y nos llevan a vivir con el peso de “tener esqueletos en el armario”, como reza el dicho.
           
Es urgente “ventilar” esta realidad de los abusos y de cómo procedió la Iglesia, y dejar que el Espíritu nos conduzca al desierto de la desolación, a la cruz y a la resurrección. Es camino del Espíritu el que hemos de seguir, y el punto de partida es la confesión humilde: nos hemos equivocado, hemos pecado. No nos salvarán las encuestas ni el poder de las instituciones. No nos salvará el prestigio de nuestra Iglesia que tiende a disimular sus pecados; no nos salvará ni el poder del dinero ni la opinión de los medios (tantas veces somos demasiado dependientes de ellos). Nos salvará abrir la puerta al Único que puede hacerlo y confesar nuestra desnudez: “he pecado”, “hemos pecado”… y llorar, y balbucear como podamos aquel “apártate de mi que soy un pecador”, herencia que el primer Papa dejó a los Papas y a los Obispos de la Iglesia. Y entonces sentiremos esa vergüenza sanadora que abre las puertas a la compasión y ternura del Señor que siempre nos está cercana. Como Iglesia debemos pedir la gracia de la vergüenza, y que el Señor nos salve de ser la prostituta desvergonzada de Ezequiel 16.
            
Me gusta como terminas la carta: “Continuaré con gusto a ser sacerdote y obispo de esta Iglesia y continuaré a empeñarme a nivel pastoral siempre y cuando lo retenga sensato y oportuno. Quisiera dedicar los años futuros de mi servicio en modo más intenso a la cura pastoral y empeñarme por una renovación espiritual de la Iglesia, como Usted incansablemente lo pide”.
            
Y esta es mi respuesta, querido hermano. Continúa como lo propones pero como Arzobispo de Munchen und Freising. Y si te viene la tentación de pensar que, al confirmar tu misión y al no aceptar tu dimisión, este Obispo de Roma (hermano tuyo que te quiere) no te comprende, pensá en lo que sintió Pedro delante del Señor cuando, a su modo, le presentó la renuncia: “apártate de mi que soy un pecador”, y escuchá la respuesta: “pastorea a mis ovejas”.
     
Con fraterno afecto.
   
FRANCISCO
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[1] Existe el peligro de no aceptar la crisis y refugiarse en los conflictos, actitud que termina por asfixiar e impedir toda posible transformación. Porque la crisis posee un germen de esperanza, el conflicto –por el contrario– de desesperación; la crisis involucra… el conflicto –en cambio– nos enreda y provoca la actitud aséptica de Pilato: «Yo soy inocente de esta sangre. Es asunto de ustedes» (Mt. 27, 24)… que tanto mal nos ha hecho y nos hace.
COMENTARIO: “Algo huele a podrido” en esta “renuncia”. Primero, se produjo una semana después de comunicarse la “Visita Apostólica” (intervención) a la archidiócesis de Colonia, y a 4 días apenas de promulgada la Constitución “Páscite gregem Dei” con que se reforma la parte penal del Código wojtyliano de Derecho Canónico (y en el cual se sanciona como delito la negligencia de los obispos). Y segundo, si bien Reinhard Marx renuncia a la archidiócesis, no lo hace a los cargos en la Curia Romana.
   
Lo chistoso es que Marx habla de “cuidado pastoral” cuando toda su carrera en la iglesia conciliar (porque en ella el presbiterado es simplemente una “carrera” como en el mundo lo es el derecho, la medicina, las ingenierías o cualquier otra) ha sido en una oficina. Nunca (que se sepa), Marx ha ejercido curato de almas como párroco (o al menos, como capellán), así que no tiene la menor idea de cómo sea eso.
   
A fin de claridad, el caso de encubrimiento que lamenta Marx es que, siendo él obispo de Tréveris, Georg Bäntzig (actual obispón de Limburgo y presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Alemania) su vicario general y Stephan Ackermann (actual obispón de Tréveris) omitieron las investigaciones canónicas contra varios clérigos de Freisen y Köllerbach en el Sarre que habían sido acusados de abuso sexual.
  
Pero si algo de reconocer en este documento se puede hallar, es que Reinhard Marx dice que en la Iglesia conciliar de Alemania (y en general, de toda la Iglesia novusordiana) hay “un punto muerto”. Y ¡son ellos mismos! Son muertos en el orden espiritual, ya que por la apostasía del Concilio Vaticano II se escindieron del Cuerpo Místico de Cristo, que es la Iglesia Una, Santa, Católica y Apostólica, fuera de la cual absolutamente no hay ninguna salvación para nadie.
   
Sobre la respuesta bergogliana, un par de puntos: 1.º La secta del Vaticano II es la prostituta desvergonzada de la que habla Ezequiel 16, que se fue tras los poderes políticos y económicos seculares y ha sacrificado a sus propios hijos en honor a los ídolos Ideología de género, Inmigracionismo, Globalismo, Cambio climático antropogénico y recientemente al Coronavacuna, y encima tiene el descaro de justificarse ante el Dios verdadero. 2.º Francisco Bergoglio carga muertos en su conciencia, no sólo por su colaboración con la dictadura militar argentina, sino por su encubrimiento de pederastas como Julio César Grassi, Gustavo Óscar Zanchetta, Juan Carlos Maccaronne, Theodore McCarrick o Gustavo Vera, entre otros.

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