Elementos tomados de TIMES OF INDIA y RUSSIA TODAY.
En la aldea de Shuklapur, cerca a la ciudad de Pratagtarh, (Uttar Pradesh, India), los aldeanos erigieron el día 5 de Junio un adoratorio a la “diosa corona” (Corona Devi), a la cual ofrecían oraciones, flores, frutas amarillas y agua lustral para pedirle protección frente al coronavirus wuhanense.
Aunque la práctica de rendirle culto a las epidemias no es nueva ni exclusiva de la región, las autoridades locales no se mostraron a gusto con el culto a la “Corona mata” (“Madre Corona”, como era llamada por los lugareños), porque en la noche del viernes 12 de Junio el adoratorio (construido en un terreno disputado entre los miembros de una familia local) fue demolido y anunciaron una investigación sobre la construcción del mismo, con un detenido hasta el momento.
Por otro lado, hasta las deidades más “convencionales” han sido representadas como médicos, enfermeras, trabajadores de aseo, agentes de policía, ¡y hasta periodistas de televisión! combatiendo contra el corona (que en este caso es representado como un demonio). Hasta el sábado, se han reportado 84.332 nuevos casos de corona en la India, y un total de 367.081 muertes, en lo que se considera el punto máa grave de la epidemia, no sólo por el virus en sí, sino por las enfermedades oportunistas (como los hongos negros y amarillos) que se potencian durante y posterior a este; combatiendo además las supersticiones que han surgido en torno al corona.
Católicos tradicionales, esta es una muestra más de la insensatez de estos últimos tiempos, en que a raíz del discurso del miedo implementado por los gobiernos y la prensa oligárquica, se ha hecho para las gentes ignorantes y letradas una religión y un sacramento del corona y de la vacuna respectivamente (comprobándose lo que dijo el filósofo ateo británico Bertrand Russell en su obra de 1927 “Por qué no soy cristiano”: «La religión se basa, principalmente, a mi entender, en el miedo. Es en parte el miedo a lo desconocido, y en parte, como dije, el deseo de pensar que se tiene un hermano mayor que va a defenderlo a uno en todas sus cuitas y disputas. El miedo es la base de todo: el miedo de lo misterioso, el miedo de la derrota, el miedo de la muerte»). De ahí lo que está escrito:
«Y he aquí cómo se precipitó en el error el género humano; pues los hombres, o por satisfacer a un particular afecto suyo, o por congraciarse con los reyes, dieron a las piedras y leños el nombre incomunicable de Dios. Ni se contentaron con errar en orden al conocimiento de Dios; sino que viviendo sumamente combatidos de su ignorancia, a un sinnumero de muy grandes males les dan el nombre de paz, o de bienes». (Sabiduría XIV, 21-22; versión de Mons. Félix Torres Amat).
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