«Que vuestras acciones correspondan a vuestras palabras. Que vuestras almas sean tan puras como lo exige el texto: Beáti immaculáti in via» (San Cesáreo de Arlés).
San Marino (Siglo IV) dejó la isla de Arbe (Rab), en la actual Croacia, junto con León, para la reconstrucción de los muros de Rímini. El obispo de Rímini, Gaudencio, convocó a León y Marino para expresar su gratitud, ordenando al primero sacerdote, y al segundo como diácono. En la persecución de Diocleciano por sus sermones cristianos, escapó a las cercanías del Monte Titano, donde construyó una pequeña celda y una iglesia dedicada a San Pedro Apóstol. Fue allí, sobre su tumba, donde nació la pequeña ciudad de San Marino, capital de la república de ese nombre, y que es independiente desde el siglo XI. La fiesta de hoy conmemora el hallazgo de sus reliquias en 1582.
ORACIÓN (Del Misal propio de Šibenik)
Oh Dios, que sublimaste a tu bienaventurado Confesor San Marino a la gloria de los Santos, concédenos a nosotros tus siervos, que nos gloriamos por su patrocinio, que por sus méritos e intercesión seamos libres de toda adversidad en la tierra, y consigamos la gloria de la vida bienaventurada en el Cielo. Por J. C. N. S. Amén.
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