domingo, 13 de diciembre de 2020

MES DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE MARÍA - DÍA DECIMOTERCERO

Tomado de la obra publicada por el P. Luis Ángel Torcelli OP, traducida y publicada por don Leocadio López en Madrid, año 1861, con aprobación eclesiástica.
 
MES DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE MARÍA SANTÍSIMA
   
      
ORACIONES INICIALES
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
  
℣. Abrid, Señor, mis labios.
℞. Desatad mi lengua para anunciar las grandezas de la Virgen Inmaculada, y cantaré las alabanzas de vuestra misericordia.
  
℣. Venid en mi auxilio, oh Reina inmaculada
℞. Y defendedme de los enemigos de mi alma.
   
Gloria al Padre, gloria al Hijo y al Espíritu Santo, que preservó inmaculada a María por los siglos de los siglos. Amén.
  
HIMNO
   
Coro: Oh Madre dulce y tierna
Oye la triste voz,
La triste voz del mundo,
Que te demanda amor.
  
I
Salve, salve, Inmaculada,
Clara estrella matutina,
Que los cielos ilumina
Y este valle de dolor;
Tú, con fuerza misteriosa
Por salvar la humana gente,
Quebrantaste la serpiente
Que el infierno suscitó.
   
II
Salve, salve, Madre mía,
Tú bendita por Dios eres
Entre todas las mujeres
Y sin culpa original.
Salve, ¡oh Virgen! esperanza
Y remedio apetecido
Del enfermo y desvalido,
Y del huérfano sin pan.
   
III
Tú del nuevo eterno pacto
Eres arca y eres sello;
Luz espléndida, iris bello
De la humana redención.
Tú llevaste en tus entrañas
El que dio a la pobre tierra
Paz y amor, en vez de guerra,
Y a sus crímenes perdón.
   
IV
Eres bella entre las bellas,
Eres santa entre las santas,
Alabándote a tus plantas
Coros de ángeles están.
Resplandece tu pureza
Más que el campo de la nieve,
Y de ti la gracia llueve
Sobre el mísero mortal.
   
V
Virgen cándida, cual lirio,
Eres fuente cristalina
Donde el triste que camina
Va a calmar la ardiente sed.
Gentil palma del desierto,
Que da sombra protectora
Al que su piedad implora
Consagrándole su fe.
  
VI
¡Gloria al Padre, Gloria al Hijo,
En la tierra y en el cielo!
¡Gloria al que es nuestro consuelo,
Al Espíritu de Amor!
Y la Virgen sin mancilla
Siempre viva en la memoria,
Y en su honor repita Gloria
Nuestro amante corazón.
   
DÍA DECIMOTERCERO - LA PATRIA DE LA INMACULADA
Et póssuit stellas in firmaménto cœli, ut lucérent super terram. (Génesis I, 17)
    
Cuanto más adelantan las luces de la ciencia en la investigación de las inmensas obras de la creación, tanto más se nos presenta la tierra como un grano de arena en medio de los arenales del desierto. Sólo el pensar cuantas estrellas aparecen en la azulada bóveda del firmamento en una noche serena, cuántos millones de otras se van observando todos los días con los instrumentos perfeccionados por el arte humano, y cuantos millones de otras permanecen todavía desconocidas por la inmensa distancia a que se encuentran de la vista del observador, que no sabemos si son otros tantos soles, cada uno de los cuales se halla acompañado de otros globos secundarios destinados a calentar y alumbrar, es una consideración tan vasta que la mente se confunde en medio de la inmensidad de las maravillas, y entre tanta magnificencia se halla humillada con el sentimiento de su propia nulidad. Pero cuando reflexiono que esta tierra, pequeña, humilde y oscura, casi desapercibida entre la luminosa familia del firmamento, es la patria de esa Medianera inmaculada, a quien no bastan a alabar las lenguas terrenales, las celestiales, ni las de esos mismos ángeles, que Dios ha criado como los seres más sublimes para la perfección del universo (San Epifanio de Salamis, Oración de Alabanzas a Santa María); cuando pienso que es la patria de la que concibió al Criador de la infinita falange de los soles; la patria de esa Reina de los cielos, que fue condecorada con todas las gracias y los dones que pueden adornar a la única Esposa y Madre de un Dios, todo el encanto de la grandeza de la estrellada esfera desaparece ante mi vista, mi corazón experimenta un contento desconocido hasta entonces, y me glorío de haber nacido en la tierra, en la patria de la inmaculada María. Pequeña es nuestra morada, pero bastante sublime, por haber salido en ella a luz aquella cuyas grandezas bastan para ilustrar mil mundos, y cuya hermosura admiran el sol, la luna y las estrellas (San Pedro Damasceno, Sermón I de la Natividad de Santa María Virgen). No son las grandezas de un orgullo que se atreve a alargar la mano al fruto vedado, desafiando la cólera amenazadora de un Dios, grandezas de ignorancia y de muerte... no son las glorias de los conquistadores y reyes en sojuzgar naciones y fundar imperios, glorias llenas de sangre y de destrucción... no es la fama de mortales ingenios en las ciencias y en las artes, fama sombreada de vanidad y de ilusión... no son semejantes a todas las glorias que, desplegándose en el breve giro de la tierra, pueden hacer ilustres a esos átomos que se mueven en el espacio: no, la gloria de la inocente María, de la inmaculada sierva del Señor, es una gloria de paz, de humildad y de amor, que coloca la tierra sobre los cielos.
    
CÁNTICO
Los cielos refieren la gloria de María; su belleza eleva a la tierra sobre el firmamento.
El brillo de las estrellas es la gloria del cielo; más grande que las luces de todo lo criado es el esplendor de María.
Vuestros son los cielos de que sois reina, oh Virgen inmaculada; vuestra es la tierra que ensalzasteis con vuestra amable presencia.
Vuestro es el sol que os sirve de pabellón; vuestra la luna de que os servís como de escaño para vuestros pies.
Hablaré a los cielos, y los cielos admirarán atónitos las palabras de mi boca.
Mi Virgen de Sion, la inmaculada Reina, es mi esperanza por los siglos de los siglos.
Es la estrella esplendorosa, la guirnalda formada por las manos del Señor, la diadema real con que se adorna un Dios.
Es mi inmaculada, que ocupó el pensamiento del Eterno desde el principio de sus vías antes que todas las obras de su poder.
La que estaba a su lado cuando ordenaba a los cielos que se la uniesen cuando redimía a la tierra, la que participa del asiento de la gloria en la eternidad de los días.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, que preservó inmaculada a María, por los siglos de los siglos. Amén.
   
ORACIÓN
Si recordase de continuo, oh inmaculada Virgen, que vos sois la más hermosa gloria de todo lo criado, ¿cómo podría andar detrás de tanta vanidad de este mundo engañoso, ni abrigar otros deseos que los de hallarme siempre unido a Vos, imitar vuestra virtud, y hacerme digno de la mansión que embellecéis con vuestra presencia? Pero mi mente me recuerda con demasiada facilidad las obras del pecado, me representa las imágenes lisonjeras de la culpa, y los excesos de la humana soberbia, y permanece débil y defectuosa cuando se trata de las hermosas obras de vuestra inocencia, de ofrecer a mi vista los atractivos de vuestras virtudes, y de hacerme contemplar los maravillosos efectos de esa humildad, por la cual Dios os elevó sobre todas sus criaturas. Corregid esta imperfección de mi espíritu como podéis hacerlo, oh María: grabad con vuestra mano inmaculada sobre mi corazón vuestra dulce memoria, de tal manera que nunca pueda borrarla el olvido, ni ningún otro deseo supeditarla; sino que recordándoos de continuo, teniéndoos presente, y deseándoos siempre con todo el ardor de mi alma, pueda imitaros en la vida y poseeros después de la muerte en la gloria sempiterna de los cielos. Amén. Tres Ave Marías.
   
CONCLUSIÓN PARA CADA UNO DE LOS DÍAS
 
Después de la Letanía Lauretana, se concluirá así:
  
LATÍN
Tota pulchra es, María,
Et mácula originális non est in Te.
 
Tu glória Jerúsalem,
Tu lætítia Ísraël,
Tu honorificéntia pópuli nostri,
Tu advocáta peccatórum.
  
O María, Virgo prudentíssima,
Mater clementíssima,
Ora pro nobis,
Intercéde pro nobis ad Dóminum Jesum Christum.
  
℣. In Conceptióne tua, Virgo, immaculáta fuísti;
℞. Ora pro nobis, Patrem, cujus Fílium peperísti.
   
ORATIO
Deus, qui per immaculátam Vírginis conceptiónem dignum Fílio tuo habitáculum præparásti: † quǽsumus; ut, qui ex morte ejúsdem Fílii tui prævísa, eam ab omni labe præservásti, nos quoque mundos ejus intercessióne ad te perveníre concédas. Per eúmdem Dóminum nostrum Jesum Christum Fílium tuum: Qui tecum vivit et regnat in unitáte Spíritus Sancti Deus, per ómnia sǽcula sæculórum. Amen.
 
TRADUCCIÓN
Sois toda hermosa, María,
Y no hay en vos mancha original.
 
Sois la gloria de Jerusalén,
Sois la alegría de Israel,
Sois la honra de los pueblos,
Sois la abogada de los pecadores.
   
Oh María, Virgen prudentísima,
Madre de toda clemencia,
Rogad por nosotros,
Interceded por nosotros con Jesucristo, nuestro Señor.
   
℣. En vuestra concepción, Virgen Santísima, fuisteis inmaculada.
℞. Rogad por nosotros al Padre, cuyo hijo disteis a luz. 
   
ORACIÓN
Dios mío, que por medio de la inmaculada concepción de la Virgen preparasteis una habitación digna para vuestro Hijo, concedednos por su intercesión que conservemos fielmente inmaculado nuestro corazón y nuestro cuerpo para vos, que le preservasteis de toda mancha. Por el mismo Jesucristo, Señor nuestro. Amén.
   
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.

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