La cosa que pido de vosotros es una ternísima devoción hacia el Santísimo y suavísimo Nombre de Jesús. Este es aquel gran Nombre, conforme oísteis, sobre todo nombre, in cui nos opórtet salvos fíeri, y sin el cual no hay salvación. Oh Nombre Sacratísimo, Nombre de paz, Bálsamo de vida, que fue el centro de todos los suspiros de los más fervientes amantes de Jesús. La señal de quien ama verdaderamente a Jesús es llevar a Jesús impreso en el corazón y nombrar frecuentemente y con devoción el Santísimo Nombre de Jesús. San Pablo Apóstol lo tenía tan impreso en el alma, que a todas horas lo tenía en la lengua y en la pluma, y casi quinientas veces menciona en sus Epístolas el Santísimo Nombre de Jesús. ¡Oh, qué bello lenguaje! San Ignacio Mártir lo llevaba impreso en letras de oro en medio del corazón. ¡Oh, qué bello recamo! El Beato Enrique Susón se lo imprimió en el pecho con una navaja en caracteres de sangre. ¡Oh, qué bella talla! Mi [San] Bernardino de Siena fue el primero que le expusiese en cifra a pública veneración, y con el Santísimo Nombre de Jesús en mano suavizó los corazones más duros, convirtió a los pecadores más obstinados, y reformó casi toda la Italia, y sobre todo quería ver esculpida aquella cifra amorosa del Santísimo Nombre de Jesús en las puertas de las casas, en la cabecera del lecho, en el frontispicio de las iglesias, y sobre todo quería ver esculpido y pintado el Santísimo Nombre de Jesús. Esto precisamente es lo que pido de vosotros, mis dilectísimos oyentes, que todos hagáis esculpir o pinar en las puertas de vuestras casas el Nombre Santísimo de Jesús. He aquí que os muestro el modelo… Ah, no me neguéis esta gracia, que redundará por entero en vuestro bien. Predicando nuestro glorioso San Bernardino en la ciudad de Ferrara asaltada por una fiera pestilencia, exhortó a todos a la devoción y veneración del Santísimo Nombre de Jesús, y todos aquellos ciudadanos se encendieron talmente de tan bella Devoción que pusieron el Santísimo Nombre de Jesús sobre las puertas de sus casas, y con esto quedaron libres del mal contagioso. La misma gracia obtuvieron los de Padua, que a persuasión del Santo abrazaron tan santa Devoción; y en Camaiore, tierra de la República de Lucca, prometió el Santo que si tuviesen esculpido y pintado el Santísimo Nombre de Jesús en las puertas de sus casas nunca serían asaltados por la peste y, conforme prometió, así sucedió, aunque en varios tiempos todos los lugares circunvecinos fueron desolados por símil flagelo. ¿Qué decís, dilectísimos? ¿Tenéis repugnancia a este poco de incomodidad? Pero de gracia ponderad el gran bien que provendrá a todas vuestras casas, estad seguros, que en aquellas casas, sobre cuyas puertas se vea pintado o esculpido el Santísimo Nombre de Jesús, no habrá nada qué temer, ni de luchas, ni de males, ni de infortunios de ninguna clase. ¡Oh, de cuántos rayos, de cuántos desastres serán libres vuestras casas! Ciento, pues, ciento y mil veces benditas aquellas casas que llevarán en frente el Santísimo Nombre de Jesús, y ¡ay de aquellas casas donde no se vea a Jesús!, serán un nido del demonio, y serán sujetas a mil desgracias. Apresuraos a quién lo hace pintar más bello, no perdáis tiempo, casi desde mañana desplegad tan bella Librea del Santísimo Nombre de Jesús. ¡Oh, qué lugar bendito será este; ver todas las casas embellecidas y santificadas por este Santísimo y Suavísimo Nombre! Y porque me parece veros a todos dispuestos, todos inflamados de amor y devoción hacia el Santísimo Nombre de Jesús, tomo ánimo para concluir la Prédica con aquel bello sentimiento del Apóstol: Omne quodcúmque fácitis in verbo, aut in ópere, ómnia in nómine Dómini Nostri Jesu Christi fácite. Sí, sí, todo lo que hagáis, hacedlo todo a honor y gloria de Jesús, y en el Nombre Santísimo de Jesús. Si salís de casa, salid con Jesús vuestro doméstico; si camináis por las calles, caminad con Jesús vuestro compañero; si entráis en la iglesia, entrad con Jesús vuestro Abogado. Jesús sea con vosotros en vuestras labores, Jesús esté entre vosotros en vuestros discursos, Jesús sea para vosotros en vuestros descansos. Nunca salga el sol sin que os encuentre con Jesús, ni el sol se ponga sin que os deje con Jesús. Sea el Nombre de Jesús el que abra vuestra boca en la mañana, y sea el Nombre de Jesús lo último que la selle en la noche; a fin que Jesús sea aquel que recoja en sus brazos vuestra alma cuando deis el último respiro, muriendo con Jesús en los ojos, con Jesús en la boca, con Jesús en el corazón; y espero que os recogerá si sois Hermanos de la Congregación de los verdaderos amantes de Jesús y si hacéis pintar o esculpir sobre la puerta de vuestras casas el Santísimo Nombre de Jesús. Ahora, en señal que queréis obedecer, quiero hacer que todos digáis tres veces en alta voz: ¡VIVA JESÚS, VIVA JESÚS, VIVA JESÚS!
SAN LEONARDO DE PORTO MAURIZIO OFM, Prédicas Cuaresmales (Can. Giuseppe Pellegrini, Protonotario Apostólico, compilador), Vol. III. Asís, imprenta de Ottavio Sgariglia, 1806, págs. 325-328. Prédica “De la Persona de Nuestro Señor Jesucristo”, del Domingo de Pasión, parte 2ª, XIII. Traducción propia.
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