viernes, 22 de enero de 2021

SAN GAUDENCIO, PRIMER OBISPO DE NOVARA

San Gaudencio de Novara
     
De San Gaudencio, primer obispo de Novara, se conserva una «Vita» escrita algunos siglos más tarde, posiblemente cuando el culto del santo fundador de la diócesis estaba establecido; por lo cual no se trata tanto de una biografía cuanto de una exaltación de sus virtudes, con apenas base documental en el sentido en que satisfaría hoy un criterio historiográfico. Pese a estas limitaciones, puede recogerse algunos datos a grandes rasgos: parece ser oriundo de Istria, y era aun pagano cuando se trasladó a Vercelli. Allí conoció al gran obispo San Eusebio, que fue el mediador de su conversión, y quien le confirió las órdenes sagradas.
   
Novara era aun un territorio de misión, que iba saliendo del paganismo poco a poco. Gaudencio se trasladó allí como ayudante de un sacerdote, y llevó una vida austera y de recogimiento. Pertenecía al círculo del clero no arriano, seguidor, como vimos, de San Eusebio, y amigo también de San Ambrosio. Precisamente el sucesor de éste, Simplicio, teniendo que crear una nueva división territorial, escogió y consagró a Gaudencio en el 397 ó 398 como obispo de la nueva diócesis de Novara, sin que falten en la narración de su vida los signos celestiales que confirman el acierto de la elección.
   
Poco sabemos de su episcopado, que duró veinte años, hasta su muerte, en el 418, excepto que lo ejerció con prudencia pastoral y bondad, que vivía en comunidad con su clero, sujetos a una regla. Su fecha de muerte se desconoce: unas tradiciones hablan del 22 de enero y otras del 3 de agosto, aunque estas podrían ser también alguna de las traslaciones de sus reliquias. Fue sepultado fuera de los muros de la ciudad, en un lugar en el que en el siglo VI se construyó una basílica dedicada a los apóstoles. En el siglo VII, cuando ya estaba establecido el culto, la basílica tomó el nombre de san Gaudencio, y quedó al cuidado de una comunidad de canónigos. En 1553 sus restos fueron llevados al interior de la ciudad, a la basílica de San Vicente, que tomó luego el nombre del santo obispo, y es hoy la magnífica catedral.
   
Ver Acta Sanctorum, enero II, pág. 417ss.
   
Omnipotente y sempiterno Dios, que consagraste este día como solemnidad de tu Confesor y Pontífice el bienaventurado San Gaudencio, concédenos te suplicamos, que cuantos celebramos su fiesta en la tierra, por su patrocinio consigamos la vida eterna. Por J. C. N. S. Amén.

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