Esta es la columna escrita
originalmente por el presbítero Javier Olivera Ravasi SE en su blog QUE
NO TE LA CUENTEN, alojado en INFOCATÓLICA. Pero
como suscitó polémica, como quiera que trataba de “La Obra”, bajó el artículo aduciendo que estos hicieron lo propio en un claro intento de “salvar la imagen” de neoconservadores (tal como hacía su fundador).
Gracias a un comentarista (que nos pidió reserva de identidad) por
enviarnos tal información. A excepción de la primera, las demás imágenes provienen de la internet.
OPUS DEI, ¿MODELO 2030?
Tocar
el tema de “La Obra” es meterse en camisa de once varas; y esto no
porque existan tópicos que sería mejor “ni mencionar” (como dice San
Pablo), sino porque al hacerlo, uno tiene la sensación de que, al
criticar ciertas posturas de algunos de sus miembros, se estaría
llevando agua para el molino enemigo.
Y no es así.
Ni
adherimos a la leyenda negra de los Dan Brown de este mundo o de
ciertos ex-miembros que dejaron el Opus Dei (con culpas compartidas,
seguramente) ni tampoco creemos que todo sea color de rosa.
Porque desde que el hombre es hijo de Adán, nada lo es.
Sin
embargo, el creciente número que, año tras año –según nos informan– está abandonando esa institución (por las mejores razones), debería
hacer reflexionar a quienes se encuentran a la cabeza de la misma. Una
de ellas sea quizás, lo que recientemente ha circulado en internet,
conforme a la misma página oficial, haciéndose eco del 5to aniversario de la Agenda 2030
(en rigor de verdad, el texto data de Septiembre de 2020 pero aún
permanece en la página como entre los más vistos a fines de octubre de
2021).
Captura de pantalla, página https://opusdei.org/es/article/agenda-2030-ods-laudato-si-aniversario/oficial (30/10/2021)
¿Qué se dice allí? Pues lo que ya se sabe, que los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) han sido aprobados por las Naciones Unidas e intentan un “desarrollo integral: social, económica y ambiental” de la humanidad por medio de 17 objetivos, entre los cuales se señalan, específicamente:
- “Lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y las niñas” (objetivo 5).
- “Promover sociedades pacíficas e inclusivas para el desarrollo sostenible” (objetivo 16).
Y uno se pregunta: ¿en serio lo creerán?
- “Es que ciertos encumbrados funcionarios eclesiásticos están fomentando también esta agenda” -dirá alguno.
Pues sí; pero aún si lo hicieran, no pasaría de ser un acto político, es decir, prudencial y, por ello mismo, falible.
En fin; Dios quiera que algunos se den cuenta.
Porque una cosa es “amar apasionadamente al mundo” y otra pernoctar con él…
Que no te la cuenten…
P. Javier Olivera Ravasi, SE
***
“5.º ANIVERSARIO DE LA AGENDA 2030 Y DE LA Laudato si’” (25 de Septiembre de 2020).
Este
aniversario de la Agenda 2030 se está celebrando en el Tiempo de la
Creación del también 5.º aniversario de la Laudato si’, y constituye una
ocasión para que reflexionemos de nuevo en cómo podemos contribuir a la
construcción de un mundo más pacífico, más saludable y más sostenible,
que pueda ser la casa común de todos.
Se cumplen cinco años de la aprobación por parte de Naciones Unidas de la Agenda 2030, en la que se definen los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Se trata de una ampliación de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) que se habían formulado en el 2000. Aunque el enfoque es similar, los ODS son más ambiciosos, al dirigirse a todos los países miembros de NN.UU. (no sólo a los desarrollados), y subrayar las tres dimensiones del desarrollo integral: social, económica y ambiental.
Los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible son, según su denominación oficial:
- Poner fin a la pobreza en todas sus formas en todo el mundo;
- Poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición y promover la agricultura sostenible;
- Garantizar una vida sana y promover el bienestar para todos en todas las edades;
- Garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos;
- Lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y las niñas;
- Garantizar la disponibilidad de agua y su gestión sostenible y el saneamiento para todos;
- Garantizar el acceso a una energía asequible, segura, sostenible y moderna para todos;
- Promover el crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenible, el empleo pleno y productivo y el trabajo decente para todos;
- Construir infraestructuras resilientes, promover la industrialización inclusiva y sostenible y fomentar la innovación;
- Reducir la desigualdad en y entre los países;
- Lograr que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles;
- Garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles;
- Adoptar medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos;
- Conservar y utilizar en forma sostenible los océanos, los mares y los recursos marinos para el desarrollo sostenible;
- Proteger, restablecer y promover el uso sostenible de los ecosistemas terrestres, gestionar los bosques de forma sostenible, luchar contra la desertificación, detener e invertir la degradación de las tierras y poner freno a la pérdida de la diversidad biológica;
- Promover sociedades pacíficas e inclusivas para el desarrollo sostenible, facilitar el acceso a la justicia para todos y crear instituciones eficaces, responsables e inclusivas a todos los niveles;
- Fortalecer los medios de ejecución y revitalizar la Alianza Mundial para el Desarrollo Sostenible.
Cada uno de estos ODS se concretan en metas (en total 169), que pretenden conseguirse en 2030.
Se trata naturalmente de objetivos muy loables, ya que intentan promover un desarrollo humano más completo que el solo restringido a la dimensión económica, casi exclusivo en las últimas décadas del s. XX. Aquí se incorporan otros elementos (educación, ambiente, salud, paz…) que la inmensa mayoría de las personas consideran logros necesarios en una sociedad avanzada.
La Iglesia
La Iglesia
Los últimos
El
En este sentido, la Agenda 2030 es perfectamente asumible por la Iglesia, que ha recordado en diversos foros su compromiso con una visión integral del desarrollo humano. Conviene recordar que incluso se modificaron las fechas de la Cumbre de Naciones Unidas donde se aprobó esta agenda para que el
No obstante, también ha advertido sobre la importancia de que no caer en “un nominalismo declaracionista”, que sirva para “apaciguar las conciencias” en lugar de hacer “verdaderamente efectiva la lucha contra esos problemas” en palabras del
Sin
dejar de lado esta reticencia, parece evidente que la Iglesia es
partidaria del espíritu que anima a los ODS, puesto que está
comprometida con la promoción del desarrollo integral de la persona. Un
desarrollo que reconozca el valor de la ley moral inscrita en la propia
naturaleza humana, que garantice el derecho a la vida en todas sus
etapas, la diferencia natural entre hombre y mujer, la dignidad humana
inherente a toda persona.
Esto
supone, por ejemplo, reconocer a los pobres como agentes de su propio
destino, proporcionándoles tanto medios tanto espirituales como
materiales (educación –incluyendo el derecho a la educación religiosa–,
trabajo, alojamiento, tierra, alimentos, agua y atención médica),
preservando el ambiente natural, fomentando la cohesión de las familias y
su papel clave en la educación de los hijos, respetar el estado de
derecho, promover la solución pacífica de los conflictos, subrayando la
fraternidad universal en el cuidado conjunto de nuestra Casa Común.
Promover simultáneamente la dimensión ecológica, económica y social del desarrollo sostenible
La
Agenda 2030 intenta construir un compromiso global con la reducción del
sufrimiento humano en todas sus manifestaciones materiales. Aunque la
dimensión espiritual no esté explícitamente presente, no resulta ajena a
los valores que se promueven, entendiéndolos en el marco adecuado de un
respeto a la dignidad humana.
La
actual crisis sanitaria nos enseña que los problemas no pueden
afrontarse parcialmente. Como indica en numerosas ocasiones la Laudato si’,
“todo está conectado”. No podemos proceder a la resolución de los
problemas con planteamientos reduccionistas o parciales atendiendo sólo a
criterios de carácter científico o técnico.
Superar
la actual crisis sanitaria y climática supone promover simultáneamente
la dimensión ecológica, económica y social que está en la raíz de los
desequilibrios. No puede haber progreso económico a costa de un
agotamiento y deterioro de los sistemas naturales porque antes o después
esto pasa factura al propio progreso humano, ni se puede considerar
desarrollo humano el cambio que se produce en las sociedades, cuando
unos mejoran a costa de perjudicar a otros.
“Dada la magnitud de los cambios, ya no es posible encontrar una respuesta específica e independiente para cada parte del problema. Es fundamental buscar soluciones integrales que consideren las interacciones de los sistemas naturales entre sí y con los sistemas sociales. No hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socio-ambiental. Las líneas para la solución requieren una aproximación integral para combatir la pobreza, para devolver la dignidad a los excluidos y simultáneamente para cuidar la naturaleza” (LS, 139).
Este
mismo planteamiento integral de la sostenibilidad se recoge en el
preámbulo de la Agenda 2030 en donde se expone: “Los Objetivos y las
metas son de carácter integrado e indivisible y conjugan las tres
dimensiones del desarrollo sostenible: económica, social y ambiental”.
__________________
Dr. Emilio Chuvieco Salinero, Director de la Cátedra de ética ambiental de la Universidad de Alcalá.
Dra.
Sílvia Albareda Tiana, Profesora Contratada Doctora, Directora de
Cooperación y Desarrollo Sostenible y Coordinadora del grupo de
investigación consolidado de Sostenibilidad y Educación Integral,
Universitat Internacional de Catalunya.
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