miércoles, 4 de septiembre de 2024

BEATO GUALA DE RONIIS, OBISPO DE BRESCIA


Guala de Roniis nació en 1180 en la provincia de Bérgamo y pertenecía a una célebre familia romana. Sus padres se ocuparon de su educación inicial y sus excelentes progresos hicieron que sus padres albergaran grandes esperanzas en su futuro, sin pensar en que tal vez Dios tenía reservada una sorpresa para su hijo y el curso de su vida.

En 1219 oyó predicar a Santo Domingo de Guzmán y, como otros, quedó tan encantado con el carácter de Domingo que fue uno de los primeros en buscarlo para inscribirse en su nueva Orden de Predicadores; pronto recibió el hábito del propio Domingo y más tarde recibió la ordenación sacerdotal. Domingo pronto llamó al sacerdote a Bolonia para nombrarlo como uno de los cuatro encargados de la construcción del convento de Santa Inés para monjas dominicas, pero el proyecto sufrió un breve fracaso con la oposición de los padres de Diana de Andalò. Este ligero revés le hizo regresar por un breve período a Bérgamo. Fue uno de los primeros discípulos del santo y recibió el nombramiento de este último como el primer prior de la orden en Brescia, donde Santo Domingo fundó un convento para la ciudad.
   
Tanto Teodorico de Apolda como Jordán de Sajonia fueron contemporáneos suyos. De Roniis se enteró de la muerte de Santo Domingo con gran dolor en Brescia, después de haber tenido una visión. Se había quedado dormido con la cabeza apoyada en el campanario de una iglesia y vio a un fraile que subía por una escalera al cielo, rodeado de ángeles; ese fraile era Domingo, aunque él no lo sabía en ese momento. Estaba a punto de partir hacia Bolonia cuando se enteró de que Domingo había muerto en el momento de su visión.

El priorato de San Nicolás –ahora llamado Santo Domingo– en Bolonia quedó vacante y el pueblo de la ciudad lo eligió para el cargo en 1226. Pero su mandato se volvió difícil debido a las tensiones entre Bolonia y la rival Mantua, lo que impulsó al papa Honorio III a nombrarlo nuncio papal en las dos ciudades para que pudiera asegurar la reconciliación entre las ciudades en guerra; logró negociar los términos de paz establecidos por una década. El nuevo papa Gregorio IX lo nombró entonces legado papal ante Federico II para inducirlo a cumplir su promesa a menudo incumplida de marchar en una cruzada para el alivio de los fieles en Jerusalén. El 20 de julio de 1225 supervisó el exitoso Tratado de San Germán en Cassino.
    
Brescia anhelaba su regreso y cuando el obispo de la diócesis murió, el pueblo presionó con fuerza para que el sacerdote fuera nombrado nuevo obispo, al haber sido el anterior elegido, Alberto de Reggio, nombrado Patriarca latino de Antioquía. De Roniis recibió su nombramiento en 1229 como obispo de Brescia de manos de Gregorio IX (él se mostró reacio a aceptarlo) y recibió su consagración episcopal poco después de que este nombramiento se hiciera público. Un objetivo central de su episcopado era el cuidado temporal de los niños. Pero el pontífice también lo nombró delegado apostólico tanto en Treviso como en Padua cuando las dos estaban en desacuerdo entre sí, a pesar de poner al nuevo obispo lejos de su rebaño, y fue él quien llevó a cabo con éxito las negociaciones de paz.

Sus contemporáneos lo describieron como «un hombre de gran prudencia, muy conocedor del mundo y de modales consumados», y dijeron que «gobernó la Diócesis confiada a su cuidado con tal santidad que, tanto durante su vida como después de su muerte, obró muchos prodigios por medio de Dios».
  
Renunció a su sede episcopal en 1242 (después de recibir la aprobación papal para hacerlo) debido a los disturbios civiles por su lucha contra la corrupción y el abuso de los bienes eclesiásticos, y luego se retiró al monasterio valumbrosano del Santo Sepulcro de Astino donde, a pesar de su retiro en pacífica soledad, la gente todavía acudía en masa a verlo para buscar su sabio consejo.

Guala De Roniis murió el 3 de septiembre de 1244. Sus restos se encuentran ahora bajo el altar de San Martín en una iglesia benedictina.
  
La ratificación formal del culto local –o devoción popular– al difunto obispo en las diócesis di Brescia y Bérgamo, permitió que el Papa Pío IX emitiera la confirmación formal de su beatificación el 1 de octubre de 1868.
   
Oh Dios, que para fortalecer a tu pueblo en la paz y la piedad, adornaste al bienaventurado Guála Confesor y Pontífice con gracias singulares: concédenos por su intercesión, que mientras seguimos diligentemente el celo de la paz; percibamos los ricos frutos de la piedad. Por J. C. N. S. Amén.

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