Reflexión por un autor anónimo.
Se dice que las liturgias nuevas no deben facturarse al Vaticano II, que dio la “Sacrosánctum Concílium”, sino al Consílium dirigido por Aníbal Bugnini. Lástima que Bugnini supervisó la creación de aquel pastiche anfibológico de la constitución sobre la liturgia, bien sabiendo que esta la habría aplicado él y su camarilla filoprotestante, bajo la mirada complaciente de Pablo VI. Conviene citar una frase de mons. Henri-Martin Félix Jenny, miembro de la comisión conciliar sobre la liturgia y del “Consílium” para la reforma litúrgica: «Las consecuencias serán considerables por algunos principios adoptados… he he tenido la impresión que, bajo las aparentemente inocuas expresiones del párrafo, podremos poner las bombas de relojería». ¡Y hablaba –¡en 1963!– respecto de la reforma del Canon Romano! Por tanto, todo tiene origen en el Concilio, como por causa próxima.
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