domingo, 23 de enero de 2022

MES DE ENERO DEDICADO AL SANTÍSIMO NOMBRE DE JESÚS (DÍA VIGÉSIMOTERCERO)

Ejercicio dispuesto a partir de los Pensamientos o Reflexiones Cristianas para todos los días del año, por el Padre Francisco Nepveu SJ, tomo I, Barcelona, imprenta de doña Teresa Pou vda. de Piferrer, año 1755. Las oraciones provienen del Manual Dominico publicado en Dublín por Browne & Nolan Publishers en 1913.
   
MES DEDICADO AL SANTÍSIMO NOMBRE DE JESÚS
    
Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
   
«Dios le ensalzó sobre todas las cosas, y le dio nombre superior a todo nombre, a fin de que al nombre de Jesús se doble toda rodilla en el cielo, en la tierra y en el infierno». (Filipenses II, 10-11).
   
¡Oh Dulce Jesús!, concededme una viva devoción a vuestro Sagrado Nombre; enseñadme Vos a entender su significado y a realizar su eficacia; a gustar de su dulzura y a confiar en su poder; enseñadme a invocarlo dignamente en todas mis dificultades y aflicciones. Que este sea el último sonido de mis labios moribundos mientras voy a encontrarme con Vos en el Juicio. ¡Oh amadísimo Señor, sed para mí entonces un misericordioso Salvador y no un Juez furioso!
   
DÍA VIGÉSIMOTERCERO
MEDITACIÓN: DE LA IMITACIÓN DE JESUCRISTO.
PRIMER PUNTO.
Jesucristo ha dicho una cosa, es menester creerla. Jesucristo hizo una acción, es menester ejecutarla; Él es nuestro dueño, es menester escucharle y obedecerle; es nuestra guía, con que estamos obligados a seguirle; es nuestro Maestro, y tal que es la verdad misma con que no podemos ser engañados si le escuchamos; es una guía que es el solo y verdadero camino con que no podemos perdernos siguiéndole. Hagamos de sus máximas la regla de nuestros discursos: tomemos de sus ejemplos la norma para nuestras operaciones. ¿No son las máximas del mundo las que hasta ahora han servido de regla a nuestras acciones? ¿No son los ejemplos del mundo los que han servido de regla a nuestro modo de obrar? ¿Podemos negarlo sin engañarnos? ¿Y podemos conocerlo sin confundirnos?
      
SEGUNDO PUNTO. Pues todo el contrario es menester discurrir hacia el mundo. El mundo lo dice, es menester no creerlo; el mundo lo hace, es menester no ejecutarlo; el mundo es un mentiroso; si le creemos, no podemos dejar de caer en muchos errores; el mundo es un ciego, si le seguimos, no podemos dejar de perdernos; si el mundo es un ciego, como lo es verdaderamente, cuánto más ciego será el que se dejare guiar por él: «Si un ciego guía a otro ciego, ambos caerán en el precipicio» (San Mateo V). ¡Ay de mí! ¿Cuántas veces he caído siguiendo una guía tan mala? Pero a lo menos pregunto: ¿Me he levantado? ¡Y cómo podré levantarme, Señor, sin el socorro de una mano tan poderosa y tan caritativa como la vuestra! ¡Y cómo podía volver al buen camino y perseverar en él, sin la asistencia de una guia tan cierta y una verdad tan inefable como Vos!
   
TERCER PUNTO. Todo el mundo lo hace (se dice ordinariamente), pues es menester hacerlo. ¡Ah! ¡Qué lastimoso discurso! ¡Qué lastimosa consecuencia! Discurrir así no solo no es discurrir de Cristiano, pero ni aun de prudente Gentil. Uno de ellos ha dicho que una prueba casi cierta de que una cosa es mala es el que la hacen muchos: «Argumentum pessimi multitudo» (Séneca). El partido de los prudentes, no es ordinariamente el mayor, ni el mas numeroso. El Espiritu Santo nos enseña que el número de los locos es infinito (Eclesiástes I): ¿Pues por qué imitarlos? Jesucristo no dijo que Él era la costumbre, sino la verdad (San Juan XIV). Por muy autorizada que parezca estar una costumbre, no puede prescribir contra la verdad. Apartémonos de los usos, sigamos las virtudes si no queremos perdernos. El camino más ancho y más pisado para la salvación, no suele ser el buen camino. El camino más ancho es el camino por donde van la mayor parte de los hombres, y no obstante es más facilmente se pierde, y que ordinariamente nos lleva al precipicio. Jesucristo es el verdadero camino, pero estrecho; y así como no puede uno perderse siguiéndole, se pierde infaliblemente el que no le sigue. ¿Puedes decir que le sigues, cuando te dejas llevar de toda la corriente del mundo?
  
FRUTO. Pide a Nuestro Señor que te ayude con su gracia, para seguir el buen camino, que Él mismo te ha abierto con sus acciones; y dile con la Esposa: Llevadme Señor, y no solamente yo caminaré, pero correré tras de Vos.
  
«Ego sum lux mundi: qui séquitur me non ambúlat in tenébris» [Yo soy la luz del mundo: el que me sigue, no camina en tinieblas] (San Juan VIII, 12).
  
«Noli per áliam viam velle ire, quam per illam qua ipse ivit Christus» [Ten cuidado de no tomar otro camino que aquel por el cual fue el mismo Cristo; pues aunque parezca difícil, es el solo seguro] (San Agustín, sobre el Salmo XXXVI).
  
ORACIÓN A JESÚS PARA TODOS LOS DÍAS
Oh compasivísimo Jesús, lleno de piedad y misericordia, que no despreciáis los suspiros del malvado; ¡ay!, toda mi vida ha perecido y pasado sin fruto, ni he hecho nada bueno ante vuestra presencia. A Vos, pues, me dirijo, implorando vuestra clemencia. Hablad por mí, satifaced por mí. Lavad toda la inmundicia de mis pecaminosos ojos con las puras lágrimas de vuestros gloriosísimos ojos. Por la dulce compasión de vuestros benditos ojos, removed la iniquidad de mis pecaminosos oídos. Por la pura intención de vuestros santísimos pensamientos, y por el ferviente amor de vuestro traspasado Corazón, lavad toda la culpa de mis malos pensamientos y de mi malvado corazón. Por el conmovedor poder de las palabras de vuestra benditísima boca, borrad todas las ofensas de mi boca corrompida. Por la perfección de vuestras acciones y la crucifixión de vuestras manos, lavad todas las ofensas de mis manos impías. Por el doloroso cansancio de vuestros benditos pies, y por la cruel perforación con los clavos, lavad todas las inmundicias de mis pies pecaminosos. Por la majestuosa inocencia de vuestra vida, y por vuestra incontaminada santidad, lavad todas la asquerosidad de mi vida corrupta. Finalmente, lavad, borrad y extinguid todos los pecados de mi corazón y de mi alma en las abundantes corrientes de vuestra preciosísima Sangre, para que así, por vuestros santísimos méritos, pueda ser debidamente limpio, y en adelante guarde sin mancha todos vuestros mandamientos. Amén.
  
Di en reparación por las blasfemias proferidas contra los Santos Nombres de JESÚS y MARÍA:
¡Bendito sea Dios!
¡Bendito sea su Santísimo Nombre!
¡Bendito sea Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre!
¡Bendito sea el Nombre de Jesús!
¡Bendito sea su sacratísimo Corazón!
¡Bendita sea su preciosísima Sangre!
¡Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar!
¡Bendito sea el Espíritu Santo Paráclito!
¡Bendita sea la excelsa Madre de Dios, María Santísima!
¡Bendita sea su santa e inmaculada Concepción!
¡Bendita sea su gloriosa Asunción!
¡Bendito sea el nombre de María, Virgen y Madre!
¡Bendito sea su Inmaculado Corazón!
¡Bendito sea San José, su castísimo Esposo!
¡Bendito sea Dios en sus Ángeles y Santos! Amén.
   
JACULATORIAS:
  • ¡JESÚS mío, misericordia! (100 días de Indulgencia cada vez).
  • JESÚS, DIOS mío, Te amo sobre todas las cosas (50 días de Indulgencia).
  • JESÚS, Hijo de David, ten misericordia de mí (100 días de Indulgencia, una vez al día).
Padre nuestro, Ave María y Gloria.
    
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.

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